El acusado
-Hoy 28 de febrero del presente año el juzgado de Zootopia tiene a Nicholas P. Wilde, ex agente de policía como presunto culpable del secuestro y posible asesinato de: Sofía Iceberg, Brian Lobender, Gabriela Manchado, Ariana Leonisa y Alexandre Rayencia; así como por el atentado terrorista al hospital de especialidades de la ciudad que acabó con la vida de la enfermera Alanna Blanca, el cardiólogo Gris Lee, y los pacientes Mauricio Cerda, Simón Astado, Román Olasquagga, Isabela Coyole, Wendy Horse, Sarah Pumarcía, Andrés Peredillo, Laura Morales y Yadira Lobato, y también de las múltiples heridas causadas al personal del hospital, los pacientes, sus familias y a todos los terceros que resultaron afectados. Sumado a esto está la acusación por evasión de impuestos, fraude, falsificación de identidad y por el intento de asesinato a la oficial Juddith Hopps.
Las evidencias ya han sido presentadas a la corte, y por la inmensidad de los crímenes del acusado, se le ha negado el derecho a un abogado- dijo un cerdo vestido de traje negro y corbata vino que se encontraba sentado justo al frente. Sus lentes de armazón grueso caían pesadamente sobre su nariz.
En el tribunal todas las cámaras apuntaban un zorro rojo de orejas caídas, mirada triste y gesto nervioso que estaba atado por unas esposas del jefe de la policía, Bogo. No hablaba, ni siquiera se movía; todos lo miraban como si fuera el bicho más inmundo de la ciudad.
El cerdo retomó la palabra:
-Con las evidencias, sin defensa y con el testigo clave en coma, ¿Cómo se declara?-
Nick dio un paso al frente con dificultad por el peso de la cadena y tratando de ocultar su nerviosismo. Levantó la cara para asegurarse de que lo escucharan:
-exceptuando la evasión de impuestos Me declaro Inocente de todos los cargos-
-¿Qué dice el Jurado?- el cerdo recargó un codo sobre su escritorio de madera tallada, miró a un costado, pidiendo una respuesta. A continuación una cebra bien vestida se levantó para dar el veredicto:
-con la evidencia presentada, el Jurado ha tomado apenas unos segundos en hallar al acusado…- extendió el silencio para aumentar la tensión de los presentes -…culpable- la sensación de miedo que había en su interior era nueva para él… Miedo era poco decir; sentía terror.
-jefe Bogo, sabemos cuál es el castigo por semejante atrocidad; supongo que le gustaría informar a la audiencia- acomodó sus papeles, haciendo que a Nick le hirviera la sangre. ¿Es que acaso a nadie le importaba lo que dijera? Esto no había sido un juicio. Lo declararon culpable sin ninguna prueba más que su presencia en el lugar de los hechos.
-los asesinatos cometidos por este zorro según la constitución, serán castigados con la pena máxima: la ejecución- el enojo fue reemplazado por la sorpresa.
-¿¡qué?!- gritó del acusado -¿Acaso no decían que habíamos evolucionado ya? ¿Que habíamos dejado atrás el salvajismo?-
-Y lo dice el mayor asesino en la historia de nuestra pacífica ciudad. Me temo además que tú no tienes el derecho de solicitar una revisión- soltó un resoplido indignado.
-yo, David Rosado, juez supremo de la corte, declaro a Nicholas P. Wilde culpable de todos los cargos, y su castigo será la ejecución por inyección letal. Caso Cerrado- el mallete cayó sobre su base con un silencio que el zorro supo que nunca en su vida iba a olvidar.
Bogo comenzó a jalarlo; el paso le fue cerrado por todos los camarógrafos y reporteros. La lluvia de preguntas caía por doquier:
-¿Cómo puedes decir de inocente?-.
-¿Qué hizo que abandonaras a la ZPD?-.
-¿Tu odio nato a los conejos te impulso a cometer el crimen?-.
-¿No te importó el esfuerzo de la oficial por meterte a la fuerza policial para intentar asesinarla?-.
-yo...- respondió, o al menos intentó; todo era como aquella vez, cuando de cachorro todos los demás lo culpaban y señalaban por el único crimen de haber nacido zorro.
De repente un bozal de fue colocado para evitar que respondiera las comprometedoras preguntas de la prensa; por un momento pensó que ya no aguantaría más, que era demasiado para él; chillaba por lo bajo con aquel típico reclamo de un lobo herido. Sus orejas estaban pegadas a su cabeza y su corazón latía a mil por hora. ¡No era culpable! pero nadie más que Judy le creería, y claro, ella se encontraba en cama, con rasguños de zorro y heridas por la explosión, en coma y sin gran oportunidad de sobrevivir.
Se odió como nunca. No pudo protegerla, ni tampoco sabía cómo salvarla, pero encontraría alguna manera, y no lo lograría estando muerto.
Al levantar la vista observó que en una de las pantallas estaba su estimada compañera, rodeado de tubos y agujas. Le prometió algo en este momento: Que sin importar cuán difícil fuera, la rescataría, y para eso debía probar su inocencia.
Fue llevado a una habitación, le cerraron la puerta para que no intentara escapar; un par de guardias custodiaban la entrada. Esperarían a que los asistentes se retiraran del tribunal para sacarlo sin arriesgarse a que las familias de las víctimas lo intentaran matar.
Golpeó la puerta una y otra vez inútilmente; estrelló una de las sillas contra la ventana que estaba en la pared opuesta, burlándose de él desde lo alto, a varios metros de altura sobre su cabeza, pero como era de esperarse no funcionó. Ya casi rendido se dejó caer de cara a la pared; entonces vio el inodoro y pensó:
"Bueno ya lo hice una vez una segunda no me matará" consiguió huir, nuevamente con ayuda de Judy, incluso si ésta no se encontraba cerca.
Al salir de la represa se apresuró a llegar a su departamento, pero desde los arbustos del parque de enfrente vio que todo el edificio estaba cercado, no había forma de entrar. Ya sólo le quedaba aquel escondite en el granero abandonado que únicamente dos seres en todo el mundo conocían. Uno estaba en coma, y el otro era su amigo. No pasaría nada
Una vez allí se cambió la ropa normal por una sudadera cerrada de tela azul y un pantalón de mezclilla oscura en el que los bolsillos guardaban un par de billetes. Cabe decir que le costó algo de trabajo pasar el círculo para la cabeza alrededor del bozal. Tenía que deshacerse de él.
Estaba pensando en cuál sería el siguiente paso cuando comenzó a oír en la distancia un par de voces
-¿Puedes repetirme qué hacemos aquí?- preguntó una voz chillona.
-Ya te lo dije: capturamos al zorro lo entregamos y me vuelvo rico- respondió de vuelta una voz mucho más grave.
-¿Te vuelves? ¿Y yo qué?-.
-Lo siento Roedríguez, quise decir que nos volveremos ricos-.
-Pero no te entiendo, Finnick. ¿Qué no era tu amigo?-.
-Lo era, hasta que esa conejita se interpuso. Me lo pagará caro por la traición-.
Escondiéndose entre las sombras, logró salir a los arbustos, pensando que la mejor forma de empezar sería pedir ayuda de mr. Big, por lo que emprendió el paso hacia la helada Tundratown oculto únicamente por la capucha de la sudadera.
El camino fue difícil, con policías que aguardaban en prácticamente cada esquina de la colonia en que se encontraba el tribunal y las de los alrededores, y en más de una ocasión escuchó anuncios noticieros que le mencionaban como el crimen mayor, y por supuesto, como el más buscado.
Cuál fue su sorpresa cuando al llegar a su destino con mr. Big, la pequeña musaraña no dudó en decir:
-Al hielo-.
-mph! Mph!- intentó gritar, pero el bozal le impedía que sus palabras resultaran comprensibles.
-¿Qué está diciendo?- sus osos mostraron rostros de desconcierto y alzaron los hombros para hacer claro que tampoco entendían – ¿Alguien le entiende?- El pequeño puso una pata sobre el puente de su nariz ante lo que juzgó incompetencia por parte de sus subordinados -¡Suficiente! ¡Por favor que alguien le quite esa cosa!-
Un oso se aproximó para cumplir con la orden.
-¡Muchas gracias!- sobó su rostro para deshacerse de la desagradable sensación de opresión que seguía experimentando. No le respondieron. En lugar de ello un oso lo sujeto para colocarlo sobre la trampilla mientras otro la abría -¡No no no! ¡Yo no tuve nada que ver con esto! ¡Soy inocente! ¡Lo juro!-.
-No te creo. Perdiste mi confianza hace mucho tiempo, además de que casi matas a la madrina de mi nieta-.
-¡Pero no fui yo! ¡Intenté salvarla! ¡Hice mi mejor esfuerzo! Puedo decir que al menos no está muerta-.
-Y en lugar de eso está en coma. ¡Como si eso fuera mejor!-.
-¡Por favor! Estoy tratando de probar mi inocencia, pero nadie me cree-.
-Es una pena que tenga que decirte que yo tampoco. Chicos: al hielo-.
-¡Nooooo!- Pero ya era tarde para su súplica, porque estaba cayendo. La trampilla se cerró pronto detrás de él.
Se estaba congelando, pero afortunadamente no estaba en el agua, pues por pura suerte había caído en un gran pedazo de hielo que se movía con la corriente del río subterráneo, en dirección a...
"Por favor díganme que eso no es un Barranco" pensó y gritó mientras su temor se hacía real y el agua debajo de él empezaba a acercarse rápidamente. Lo inevitable ocurrió; cayó al agua.
La segunda vez. Esta era la segunda maldita vez que acababa empapado en el mismo día, y cuando el pensamiento de que moriría de hipotermia lo asaltó, percibió algo diferente en el agua... Se sentía tibia, como si un boiler gigante la hubiese calentado desde las profundidades de la tierra. Entonces se dio cuenta de que ya no estaba en una cueva de hielo, sino dentro de una caverna rocosa, y todo estaba caliente, ¡condenadamente caliente! ¿Acaso había muerto y llegado al infierno que le esperaba desde hacía tanto tiempo?
Una gran luz se podía ver en la distancia; pensó que esa sería la salida del río, y que al menos se podría secar, ¿pero en donde iba a salir? bueno... No lo pensó está que vio las montañas de arena, el sol quemante y decenas de camellos en su rutina matinal de ejercicio corriendo por el desierto...
Una cría lo vio y dijo: -mami, ese es un pez muy extraño-
Eso bastó para que la madre gritara, tomara a su hija de un brazo y saliera corriendo a toda velocidad lejos de lo que seguramente juzgaba 'un peligro potencial'. Todos los presentes la imitaron al tiempo que un grupo de policías se acercaba desde la distancia.
-¡Este día no puede ser peor!- dijo en voz alta antes de echar a correr otra vez sin rumbo.
-Detente ahí Wilde!- le resultaba tentador, considerando que sus condiciones de vida de las últimas semanas lo habían dejado débil, pero no les daría la alegría.
-¡No soy idiota, amigo mío!- Le gritó al hipopótamo que reconoció como un agente del distrito al que había visto en varias ocasiones en las reuniones de seguridad que el alcalde se esforzaba en mantener activas cada bimestre.
Tomó un coco fuera de su montón, haciendo que el resto cayera a las patas de los policías, ocasionando una carambola, caídas y choques. Esto le dio suficiente tiempo para dar un giro cerrado en una calle de mala muerte, en la que la suerte le sonrió por primera vez en el día: era una cantina a la antigua, donde un letrero informaba que no se permiten policías' Puso el gorro sobre sus orejas y se adentró en el bar.
-¿Qué puedo hacer por ti?- le preguntó la lince que limpiaba vasos desde la barra.
-ah... quiero... una cerveza- no quería nada más que dormir por un par de horas para poder continuar con su búsqueda, pero con esto mataría tiempo suficiente para que los policías se alejaran.
-¿Tienes dinero?- con su rostro oculto no pudo ver su expresión, pero por el tono de voz que ella utilizó, pudo adivinar que lo creía un vago, ¿y cómo no? Seguro estaba mojado aún, cubierto de arena, y seguro había sudado con la carrera que había pegado.
-Por supuesto que sí-
-Enséñame- o tal vez se trataba de que su cola delataba su especie. Siempre los creían ladrones
-pero...- suspiró, asintió y pago con los billetes arrugados que llevaba en el bolsillo trasero y que por suerte no se habían caído en el río.
-¡Gracias, querido!- le respondió regresando a su tono dulce.
La televisión enorme que estaba al centro del bar se encontraba encendida en un juego de soccer; todos se emocionaban mientras la pelota se movía, hasta que repentinamente la transmisión fue cortada iniciaron las noticias. Nick casi se ahoga con la cerveza.
-Lamentamos interrumpir este programa, Pero tenemos información importante: El zorro conocido como Nicholas P. Wilde fue visto en el distrito Sahara vistiendo una sudadera azul y jeans- mientras la reportera hablaba, la cola de Nick se congeló en su lugar y antes de caer lenta y preocupadamente. Se bajó de la silla y silenciosamente se dirigió al baño de la parte trasera, haciendo su mejor esfuerzo por no distraer a ninguno de los animales que seguían embobados con la pantalla -Al parecer sigue ahí, por lo que si alguien tiene información que dar, la recompensa es alrededor de 100,000 zoolares- Finalmente entró por la puerta y escuchó mientras todos se movían y arrastraban las sillas. Supo que algunos salieron, y que otros tantos hablaban por teléfono, pero los que le preocupaban eran los que se quedaron.
-Vi a un zorro con esa descripción justo aquí... estaba en el bar, pero creo que ya se fue- comentó la lince.
-Busquen en todo lugar- gritó alguien.
Puso el seguro de la puerta pensando en qué hacer, cuando como caído del cielo vio a alguien sentado al final de los cubículos: era un animal pequeño, y al acercarse se percató de que el animal era una ella y que esa ella era un zorro.
-¡Hola! lo siento, necesito tu ayuda- su idea era pedirle que ella respondiera en su lugar y les aclarara a todos que el lugar estaba vacío.
-¿Mi ayuda, cariño? Estaré muy complacida de ayudar a tan… maravilloso ejemplar- se levantó de su lugar y caminó en su dirección, moviendo las caderas de derecha izquierda de una manera tan torpe que apenas percibiendo su intenso aroma pudo deducir que estaba borracha.
-Ah... no señorita yo...no me refería a…- ella puso su cabeza en su hombro, su pata derecha comenzó a dibujar círculos en su pecho y se mordió el labio –yo… yo…- pensó hasta que finalmente encontró lo que parecía ser una solución -eh... ¡Soy casado!-
-¡Bah! ¡No importa! ¡Ella nunca lo sabrá!- besó la comisura de sus labios.
Siendo un macho, aquellos sentimientos eran difíciles de evitar, pero no: Judy lo necesitaba y era más importante que sus necesidades físicas. Tuvo que una intentar con otra idea:
-Está bien, linda; quítate la ropa- ella rió sutilmente e hizo lo que se le pidió.
Por su parte él empezó a hacer lo mismo; afuera los pasos se acercaban lentamente a la puerta del baño. Lenta, pero seguramente lo iban a encontrar. Finalmente la chica y él se encontraban como habían nacido, totalmente desnudos.
-Bonita, ¿podrías cerrar los ojos? Ya sabes… para hacer esto un poco más… emocionante" le susurro en el oído, obteniendo un suave suspiro de ella.
-muy bien, Pero hazlo rápido; no me gusta esperar-
La dejó de pie en frente del lavamanos; empezó a vestirse con la ropa de ella, arrepintiéndose casi en el mismo momento. Ella era más pequeña, más delgada y más... curveada? suspiró y se vio en el reflejo del espejo roto: llevaba una falda negra sobre su cadera, un listón rojo acomodado encima de su oreja derecha y una apretada, corta y rota blusa igualmente negra, pero con rayas blancas en ella. No sabía si la moda de ahora era utilizar ropa desgarrada o si en el camino un lobo molesto la había atacado.
¡Maldición! ¡Se veía como una zorra!... ¡oh!...espera... Eso era lo que quería.
-cariño, me estoy congelando ¿qué estás esperando?-
-lo siento dulzura, eh… me tengo que ir. Vístete y vete. Todo esto no fue más que un mal sueño- se colocó un poco lejos, oculto tras una puerta. La chica parpadeó con sorpresa e hipó antes de caer, sacudió sus hombros y dijo para sí misma:
-Sería mejor que ya me fuera, y me prometo que nunca jamás volveré a tomar sola. ¡Estoy alucinando!- se puso de pie para empezar a levantar la ropa que estaba en el suelo mientras cantaba alguna canción pop del momento.
-¡Espera! pensé que había salido de casa con una falda- Miró al techo intentando recordar antes de darse por vencida – ¡Bah! no importa-.
Él se quedó escondido detrás de una de las puertas, sujetándose al frío metal con las garras de las 4 patas, e intentando mantener su cola en el aire para no ser visto.
Alguien golpeó la puerta a los baños con brusquedad.
-¡Abre ahora!-.
-¡No seas grosero! ¡Me estoy vistiendo!- la chica respondió
-¡Dije que abras!-
-¡Ya voy!- Nick escuchó sus pasos acercándose a la puerta principal. Cuando el clic del seguro de la puerta resonó en la habitación; la puerta se azotó contra la pared, y la chica gritó con sorpresa:
-¡Detente ahí!-
-¿Por qué? ¡Si yo ya me iba a casa!-.
-¡Cállate, Wilde! ¡No finjas la voz!-.
-¿Fingir? ¿Pero de que estás...?-.
-¡Chicos! ¡Lo encontré!-
Mientras todo esto pasaba en el interior del baño, Nick pudo escalar por la pared para alcanzar la pequeña ventilación y salir por ella, cayendo en la arena seca de una calle olvidada; comenzó a caminar hacia el centro de Zootopia.
Quería al menos poder ver a Judy.
Hola a todos!
Estaba revisando mis cuadernos porque tenía todavía un par de cajas de la mudanza, y me encontré con este fic que escribí hace dos años y que creo que está bastante interesante, así que decidí publicarlo.
En mi libreta ya está terminado, por lo que no creo que tarde mucho en publicar los capítulos, a lo mejor uno por semana o algo así. Depende de qué tanta tarea me vayan a dejar en la escuela ahora que regrese de vacaciones.
Si encuentran errores de gramática u ortografía también agradecería que me corrijan; pasé esto a computadora con un motor de texto a voz, y al parecer mi teléfono no 'escucha' bien, lo cual resultó en que me cambia palabras a lo loco :v
Además de esto, me he dado cuenta de que Wattpad tiene más público que FF /3, así que además de subir la historia por aquí, lo haré también por ese medio. Si les gusta, por favor sugiéranla!
Si me dan un like y un comentario se los agradeceré mucho :D
Nos leemos en la próxima!
Atte: Venture into the imagination
