Una nueva vida

Todos los personajes son prestados de J.K. Rowling quien es la creadora de Harry Potter.

Capítulo 1. La vida continúa

Era una mañana soleada de otoño. Arthur Weasley entró en la cocina de la Madriguera mientras se ajustaba la corbata.

-Buenos días Molly – saludó.

-Buenos días Arthur- contestó una señora Weasley aún somnolienta. Huevos, salchichas y tostadas- dijo mientras hacía un mohín hacia la mesa donde un plato humeante esperaba al señor Weasley.

- No tengo tiempo- dijo lamentándose el señor Weasley mientras sus dedos se retorcían tratándo de anudar una corbata que parecía tener vida propia. -Llegaré tarde al ministerio. Hoy tengo una investigación en pleno centro de Londres: las calabazas de un jardín hacen una fiesta particular de halloween cada noche, los vecinos no pueden dormir y la policía muggle no encuentra a "los culpables".

- Ven, déjame hacerlo!- Exclamó la señora Weasley observándo con pesar que su esposo era realmente torpe para anudarse la corbata. -Arthur, cuántas veces te he dicho que no intentes tus hechizos con las prendas de vestir? La moda muggle no nos interesa en absoluto, por qué imitarlos?

Arthur Weasley dejó escapar una sonrisita de culpabilidad al mismo tiempo que bajaba las manos para que su esposa le anudara la corbata.

-Antes de regresar a casa pasaré a San Mungo, quiero ver cómo pasó el día- agregó en tono bajo.

- Estaré allí todo el día. Esta tarde Fleur y Bill pasarán a verla también a la salida de sus trabajos. – dijo la señora Weasley con una voz llena de tristeza.

El señor Weasley la miró un momento y dando un suspiro, colocó sus manos sobre los hombros de su esposa, se inclinó un poco para estar a la altura de sus ojos y dijo calmadamente:

- Molly, ella va a regresar con nosotros, ella va a recuperarse. No me preguntes cómo lo sé, simplemente lo sé, lo siento aquí – dijo señalándo un punto sobre el lado izquierdo de su pecho. El amor hace milagros, no lo olvides. Y nosotros amamos a Ginny.

Un segundo después Arthur Weasley abrazó fuertemente a su esposa para ocultar una lágrima que deslizaba por su mejilla, le dió un rápido beso sobre los labios y haciéndo un suave sonido, desapareció.

Molly Weasley se dejó caer pesadamente sobre una silla, pensándo que su vida parecía ahora una pesadilla y cruzándo los brazos sobre la mesa, hundió en ellos el rostro y comenzó a llorar.

Habían pasado cuatro años desde la última batalla, desde ese enfrentamiento entre Harry, sus amigos y los miembros de la Orden contra Voldemort y sus mortífagos. Nadie recordaba una lucha similar. Muchos mortífagos murieron esa tarde, otros quedaron gravemente heridos y Voldemort huyó solo, como un cobarde, malherido, acabado y sin poderes. Harry y sus compañeros habían salido victoriosos, pero no todos habían tenido suerte. Algunos sufrieron varias maldiciones y tuvieron que pasar muchos días antes de una recuperación total... una recuperación que llegó poco a poco para todos, menos para Ginny.

Ginny había sido la desdichada víctima de varias maldiciones Cruciatus lanzadas al mismo tiempo. Bellatrix, Drago Malfoy y su padre Lucius Malfoy cayeron sobre la joven mientras ella luchaba con Narcisa Malfoy. Tres rayos hicieron blanco en su espalda al mismo tiempo, unos segundos después su cuerpo estaba immóbil en el suelo. La sonrisa de Bellatrix y los Malfoy reveleban una satisfacción enorme y nuevamente, al unísono, cuatro varitas apuntaron al cuerpo de la pequeña aún inconsciente para torturarlo una vez más. Ginny quedó inconsciente, sumida en un estado irréparable y desde ese día ocupa una cama en el hospital de San Mungo.

Molly Weasley suspiró, levantó su rostro lentamente, secó sus lágrimas y se dijo a sí misma en voz alta:

- Arriba Molly, tu niña necesita de tí!- y sin decir más, empezó a preparar un gran bolso con todo lo que necesitaría para pasar el día junto a la cama de Ginny. Mientras tomaba varios libros, fotos y otros objetos que iba guardando en el bolso, la señora Weasley pensaba en el resto de la familia. Ron y Hermione estaban juntos, con planes para casarse, al menos ellos parecían más felices. Bill y Fleur pasaban la mayor parte de su tiempo en Egypto, pero iban con frecuencia a Londres para ver a la familia y para llevarles a su pequeño hijo Jean-Paul que ya tenía dieciocho meses. Ese pequeño era verdaderamente la alegría de la familia, la señora Weasley estaba segura que Ginny lo habría adorado con locura. Charlie seguía con su trabajo principalmente en Rumania aunque realmente viajaba por varios países de Europa y Asia, ya que ahora era el jefe del G.I.N.E.D (Grupo de Investigacion de Nuevas Especies de Dragones). Charlie seguía soltero, alegando que sus múltiples responsabilidades no le permitían consolidar una relación amorosa. Percy seguía trabajándo en el misnisterio y aunque su relación con la familia no era la misma que antes, luego de la desgracia de Ginny habían limado asperezas. Penélope Cleanwater se había convertido en su esposa hacía dos años y esperaban su primer hijo.

La señora Weasley sonrió, no como antes solía hacerlo, con una sonrisa llena de frescura y vitalidad, sino con una sonrisa de resignación, de tristeza. En ese momento su pensamiento voló hacia Harry. Harry Potter, el niño que vivió, el joven que de alguna manera venció a Voldemor, el hombre que devolvió la paz al mundo mágico. Hacía cuatro años que no veían a Harry, desde esa noche, desde esa última batalla. El había quedado tan exausto, tan cansado que quiso alejarse de todo y de todos. Su vida no era como la de cualquier hombre joven, siempre quería demostrar que él podía ser el más fuerte, el más arriesgado... y seguía culpándose por lo que le pasó a Ginny, por no haber sabido protegerla. Con este tormento sobre sus hombros, Harry partió hace cuatro años en una serie de misiones para el ministerio que lo mantenía muy lejos de Londres, de sus amigos y de todo aquello que pudiera unirlo a su pasado.