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Author: Alemar107
Rated: M - Spanish - Romance/General - Reviews: 115 - Published: 09-22-08 - Updated: 10-14-08
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Capítulo 1
Esperanzas y deseos.
La guerra había terminado.
Contra todos los pronósticos ellos tres habían sobrevivido, aunque muchos otros no.
Con una tristeza desgarradora en todos los corazones acompañó a los Weasley y a Harry en los funerales, ayudando en todo lo que podía.
Se había levantado temprano y comenzó a preparar el desayuno, mientras los buñuelos se cocían se sentó a tomar un té.
Escuchó unos pasos bajando por la escalera y pronto se encontró frente a frente con Molly.
- Buen día señora Weasley – Saludó.
- ¿Cuándo te acostumbrarás a decirme Molly?
- ¿Quiere un té Molly?
- ¿Cuándo te acostumbrarás a tutearme?
- El desayuno ya está en camino, siéntate por favor, necesitas descansar – La dama ya estaba a su lado y preguntó.
- ¿Cuándo me dirás mamá? – Y sin más la abrazó, Hermione correspondió el abrazo con fuerza, intentando no llorar y consolando a la dolida progenitora que lloraba aferrándose a ella.
No podía contestar esa pregunta, el apasionado beso que había protagonizado con Ron quedó en el pasado, no podía ni debía quejarse, él había perdido a un hermano y eso lo cambió todo, no sólo a él sino a toda la familia, incluida Molly que hacía dos semanas que estaba prácticamente recluida en su habitación sin hacer nada. Algo totalmente comprensible pero a la vez inconcebible para todos aquellos que conocían a la excelente ama de casa.
- Has tomado mi lugar - decía la dama soltando el abrazo – Es hora de regresar.
- Tómate el tiempo que necesites.
- Mi niña – Molly acariciaba su mejilla - ¿Tienes una vida para dedicarla a nosotros? – Preguntó la señora dando a entender que nunca se recuperaría de ese vacío, pero Hermione no lo interpretó y contestó.
- Sabes que yo tengo una vida para dedicarles. – Molly la acarició nuevamente.
- No, tú tienes una vida para dedicarle a Ron, pero no para llevar el peso de todos. – Y antes que la mal interpretara acotó – Te estaré eternamente agradecida por haber tomado las riendas de esta casa, nadie mejor que tú, pero es hora de seguir. Ya debemos superarlo.
- ¿Segura?
- Segura – Le sonrió la dama y entonces fue ella quien se abrazó y por primera vez en semanas lloró angustiosamente, siendo consolada por Molly, necesitaba sentir los brazos maternales que la confortaban de todo ese dolor que había contenido desde esas eternas semanas.
- Perdón, perdón – Repetía secándose las lágrimas.
- No hija, tú estás sufriendo como nosotros y soportaste por mucho tiempo, perdona tú.
- Gracias Molly – Realmente la dama no sabía el peso que le sacaba de encima, era hora de encaminar su vida, debía hacer muchas cosas que había postergado, sin dudar ni quejarse en ningún momento del lugar que había ocupado en esas semanas, limpiando la casa, preparando las comida, ayudada por los chicos pero dirigiéndolo ella. – Debo ir a buscar a mis padres y antes a mi casa para arreglarlo todo, iré hoy mismo.
- Le diré a Ron…
- No, no le digas, no quiero presionarlo a que me acompañe, él… - He hizo silencio.
- Él también debe seguir.
- Tiene grandes decisiones que tomar.
- Espero sean las correctas.
- Seguro que sí – Hermione sacó los buñuelos del horno y le sirvió un té.
Sin ellas saberlo, un pelirrojo de azules ojos había escuchado toda la conversación, y ya tenía muy en claro la decisión que debía tomar.
En la casa de sus padres, Hermione ya había arreglado y limpiado todo, no se había equivocado, los mortífagos estuvieron allí, de haber estado sus padres ahora estarían muertos.
Se estaba duchando y pensaba en todo lo que había vivido, se lamentó que ni Ron ni ella hubiesen hablado sobre lo sucedido.
Si bien durante esas semanas él era afectuoso con ella, la acompañaba cuando se desvelaba por las pesadillas, que él también tenía; la despedía a la noche con un pequeño beso en los labios; o la abrazaba cuando se sentaba junto a ella, él nunca habló sobre como seguían las cosas entre ellos, y lo cierto es que nunca habían tenido un tiempo para estar a solas y tampoco él se lo había pedido.
Habían hablado con Harry cuando los tres fueron al Ministerio, donde además de recompensarlos económicamente les informaron que estaban eximidos de cursar el séptimo curso en Hogwarts; ella se negó, Harrry aceptó ingresando a la escuela de aurores, pero él decidió aceptar, sin embargo les indicó que se asociaría con George.
Harry y ella le dijeron que no debía renunciar a su sueño, pero él les dejó bien en claro que no era así, que había tenido la oportunidad de estar con los gemelos en el verano de sexto en la tienda y le había gustado, además no lo hacía por deber, lo hacía por amor a su hermano y que luego de algunos años, podía cursar la carrera de auror y convertirse en uno.
Si hasta ese entonces creía amarlo, esa madurez y determinación la terminaron de volver completamente loca por Ron.
Aún así, nada sucedía, incluso Harry se le declaró a Ginny, diciéndole que no había nadie a quien él amara más en el mundo, explicándole el porque de su decisión de dejarla, y ambos estaban acompañándose en la desdicha que rodeaba a la familia, pero Ron y ella estaban estancados.
Luego pensó que la guerra lo había arruinado todo, y no pudo evitar sentirse culpable, de no existir magos nacidos de muggles eso nunca hubiese sucedido.
Se largó a llorar, sin poder evitarlo, entonces sintió una ráfaga de aire, se asomó por la cortina de la ducha y por el espejo parcialmente empañado logró ver que la puerta se abría.
Tomó la varita que estaba en un estante con accesorios para la ducha y corriendo parcialmente la cortina apuntó.
- ¡Ron! – La sorprendió su presencia, más aún su rapidez al sacar el también su varita, y sin dudarlo volvió a correr la cortina para preguntar - ¿Qué haces aquí?
- Necesitaba hablarte. ¿Estabas llorando?
- Mira, estoy por terminar, espérame afuera, no, no estaba llorando.
- No veo el punto de retirarme, no puedo verte detrás de la cortina. – La lógica de él la dejó sin respuesta – espero que al igual que Harry no te sientas culpable.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque te conozco, y debo decirte que la culpa de esta guerra es producto de magos de sangre pura, como yo, tú no tienes nada que ver.
- ¿Me lees la mente?
- Sabes que aún no domino la legeremancia, sólo lo intuía, y aparentemente no estoy equivocado.- Hermione no contestó, cerró la ducha y le pidió.
- Me alcanzas la bata rosa colgada del gancho – esperó unos segundos y la prenda apareció sobrevolando su cabeza, para luego caer sobre ella, se acomodó la bata y salió – Tienes razón, no es momento de echarse culpas, es momento de seguir, es por ello que debo ir por mis padres.
- Yo voy contigo.
- ¿Y tu familia?
- Yo voy contigo – Sólo repitió.
- Bien – Y ambos se abrazaron, ella olvidó por completo que estaba desnuda bajo la fina prenda, lo único que quería era sentirlo cerca.
- ¿Nosotros estamos bien, no? – Ella lo miró levemente interrogante ¿Qué era bien? Pero contestó.
- Si.
- Digo – parecía aclarar – Estamos juntos, somos una pareja – Ella sonrió.
- Claro – Y sin más se besaron suavemente. Luego de separarse él sonrió y agregó infantilmente.
- Les diré a todos que eres mi novia – Y ambos se echaron a reír.
- Me encanta que seas así.
- ¿Así cómo?
- Mitad, niño, mitad hombre. Te amo – No dudó en decirlo, era la verdad y esperaba con ansias la respuesta que no tardó el llegar.
- Yo también te amo, y nada ni nadie cambiará eso, nunca.
Y se volvieron a besar, con más pasión, Ron la apresaba en un abraso posesivo, durante largos minutos sus lenguas se exploraban y ella podía sentir a través de su prenda la enervación de Ron.
Él comenzó a besar su cuello y ella no pudo evita lanzar un gemido; el pelirrojo se sentó en el sanitario, sentándola sobre él, apretando el abrazo y haciéndole sentir su excitación, apretaba ambos cuerpos fundiéndolos sin dejar de besar su cuello y luego pasó su lengua haciendo escapar otro gemido a ella.
- Ron – llegó a decir cuando él abrió la bata dejando sus senos expuestos, y comenzaba a acariciarlos, ella instintivamente comenzó a moverse sobre él, presionando su masculinidad, él gruñó dándole a entender que le gustaba lo que estaba haciendo y continuó, moviéndose lentamente ejerciendo más presión, cuando los labios de Ron se posaron sobre su pecho un escalofrío recorrió su espalda y tiró su cabeza hacia atrás sintiendo que todo su cuerpo se estremecía, no pudo describir cual fue la sensación que la embargó cuando fue su lengua la que tomó posesión de su pezón, pero de repente la razón llegó.
- Aguarda, no Ron, así no – Se incorporaba al tiempo que él lanzaba un gruñido de frustración – Te amo, pero no quiero hacerlo como una necesidad de alejar todo el dolor que nos envuelve, no por ese motivo, quiero hacerlo cuando sea el momento justo, por las razones apropiadas.
Ron estaba con los ojos cerrados, y las manos a los costados, respirando para calmarse, esperaba una reacción infantil, alguna réplica o pregunta de ¿Cuándo sería el momento adecuado? Pero no, él se levantó, la miró y dio un beso suave en los labios.
- Tienes razón, te amo y ya tendremos oportunidad de amarnos cuando sea el momento correcto. Me iré así te cambias tranquila.
En ese momento Hermione debía haber reaccionado, debería haber saltado en su brazos y decirle que ese era el momento correcto, que él era un hombre maravilloso, y ella estaba desesperada por ser amada por él, pero Ron no le dio oportunidad, salió cerrando la puerta tras él.
Acomodó sus cabellos que se habían alborotado y luego de arreglarse lo encontró en la sala aguardándola.
De regreso a la madriguera habían terminado de cenar y Arthur le daba la mala noticia.
- Todo traslado está suspendido, no hay excepciones, por tiempo indefinido, aún hay muchos mortífagos sueltos y estamos en plena etapa de reorganización.
Se hizo un silencio.
- Entonces deberé viajar por medios muggles – Miró a Ron - ¿Tienes pasaporte?
- ¿Pasa qué? – preguntaron todos los Weasley a la vez.
Harry y ella se miraron.
- Es una libreta para salir del país, como la de identidad.
- Me temo que no – Contestaba Arthur.
- ¿Harry, tu tienes pasaporte?
- Si.
- ¿Podrías traerlo? Si no es mucha molestia.
- No lo es– Y el moreno desapareció.
- ¿Irás con Harry?
- No Ron iré contigo, pero también con Harry - Y ante la cara interrogante del pelirrojo aclaró – Ya entenderás. Debemos preparar un bolso de mano, es por sólo un par de días, además llevaré mi monedero especial por las dudas.
A los quince minutos Harry regresó con algo más que su pasaporte, portaba una maleta también.
- Me echaron – declaraba haciendo alusión a los Dursley – No me sorprende – Se dirigió a Arthur y Molly – ¿Me permiten quedarme un tiempo más aquí, hasta que restaure Grimauld place?
- Hijo, quédate todo el tiempo que quieras – Le contestaba Molly.
- Lo siento – decía Hermione y Ron palmeaba su hombro, mientras que Ginny lo abrazó acaparando toda su atención, lo cual ya no era ninguna novedad.
- Estoy bien – Y Harry entregó la libreta a Hermione, quien a través de un hechizo cambió la foto de Harry por la de Ron luego volteó a verlo y declaró.
- Ahora eres Harry James Potter.
Apenas un par de días después ambos estaban rumbo a Sydney.
La cara de pánico de Ron dentro del avión era graciosísima.
- No entiendo ¿No es que te gusta volar? – Preguntaba ella divertida.
- Me gusta volar cuando yo manejo.
-¡Oh! ¿Tan joven y ya piloto? – Decía una señora metiche sentada junto a Ron.
- ¡No! Yo vuelo en mi escoba – Respondió tranquilo y Hermione lo codeó fuerte - ¡Auch! – Gritó mirándola y luego volteó a ver a la dama que lo observaba sorprendida.
- Siempre bromeo cuando estoy nervioso.
- Ven del lado de la ventanilla – Le decía Hermione y por lo bajo – Para que no metas más la pata – Ron la miró haciendo un puchero y ella le guiñó un ojo.
Era increíble como al estar junto a él todas las amargas experiencias, si bien no desaparecían eran mitigadas en su mente y su corazón; si bien ninguno de los fallecidos eran familiares directos de ella, eran buenos amigos y personas a las que había llegado a querer como si fueran sus allegados. Pero al verse reflejada en los cristalinos ojos de Ron, el dolor parecía aminorar.
Luego de un par de horas Ron se hallaba descansando con los ojos cerrados, sabía que no dormía puesto que de tanto en tanto sus dedos repiqueteaban en el muslo de ella, ya que él había decidido colocar la mano allí y ella se lo permitió.
Hermione leía una revista cuando notó que las azafatas estaban nerviosas, y antes de intentar dilucidar que sucedía una especie de alarma sonó.
-¿Qué sucede? – Preguntaba Ron alarmado aferrándose a su varita dentro de la campera muggle.
- No debe ser na…- Pero las máscaras de oxígeno cayeron impidiendo que completara la frase.
Los pasajeros se dejaron llevar presas del pánico y sólo se oían gritos y exclamaciones como.
- ¡Nos vamos a estrellar!
- ¡Todos vamos a morir!
Ron miró por la ventanilla y la acercó a las mismas.
- ¿Qué significa eso? – Preguntaba señalando un motor que acababa de explotar.
- Nada bueno – Llegó a decir ella asustada.
- Allí hay unas islas, enfócate en aquella con la montaña al centro y desaparécenos. ¿Podrás?
- Creo que sí – Tomó fuertemente de la mano de Ron y desaparecieron.
Lo último que Hermione sintió fue el agua helada del océano invadiendo su cuerpo.
