El Potterverso es de Jotaká.
Este fic forma parte de "¡Desafía a tus musas!" del foro Amor de Tercera Generación.
«CHARIS»
Por Victoire Black.
El reloj marcaba lo poco que faltaba para la medianoche… Tic, tac. Tic tac. En minutos comenzaría otro día, pero no podía dejar de pensar en la mujer que había visto en su tienda aquella tarde. Tic, tac. Tic, tac. Túnica escarlata, cabello claro al viento inexistente de su abarrotada tienda de varitas. Tic, tac. Tic, tac. Su mujer durmiendo a su lado, ignorando los pensamientos de su marido. Tic, tac. Tic, tac.
Medianoche. Un nuevo día.
Aún así, Garrick Ollivander no se podía sacar de la cabeza la imagen de aquella mujer. Y eso lo sofocaba. El reloj parecía no escucharse más y la respiración de su esposa a pocos centímetros de él había desaparecido.
Sabía bien quién era ella: una de las Black. La había conocido en su época en Hogwarts, a pesar de que fuera unos años mayor. Ella estaba en clase de Cuidado de Criaturas Mágicas cuando un bowtruckle la había lastimado. Garrick, que volvía de ver los entrenamientos del equipo de Quidditch de su casa, había sido el encargado de llevarla a la enfermería. Se había quedado allí hasta que la enfermera le había asegurado que estaba bien.
Ahora ese recuerdo le parecía algo sucedido hacía miles de millones de años. Pero el tiempo se había detenido. No había más reloj, no habían más agujas haciendo eco en el silencio de la habitación. El tic, tac, tic, tac, tic, tac ya no se oía. Pero Garrick recordaba. Claro que lo hacía.
La había visto también en una fiesta, en un casamiento doce años atrás. Otra de las Black, su hermana Callidora. La recordaba vistiendo un vestido verde... Se recordaba a sí mismo queriendo sacárselo a toda costa. Los recordaba con claridad a ambos, encerrados en el baño más alejado de todos en la fiesta, dando rienda suelta a sus pasiones.
Ahora parecía que el aire de la habitación que compartía con su esposa se hacía cada vez más y más pesado. La temperatura subía, y Garrick no se podía concentrar en evacuar sus recuerdos. Se volteó una y otra vez, pero no funcionó. No le quedaba más remedio que seguir soñando despierto con aquella Black que una vez había conocido, otra vez había amado, y otra vez había envidiado.
Porque el día anterior se había aparecido por su tienda con una niña, una pequeña niña que era su viva imagen. La había presentado como Lavanya. "Significa belleza en sánscrito", le había dicho con una sonrisa. La niña, al oír eso, había apoyado sus codos sobre el mostrador con impaciencia.
—¿Qué pasa si no encuentro ninguna varita que me quiera? —había preguntado Lavanya, y Garrick había sonreído primero a ella, y luego a su madre.
—Te aseguro que habrá una varita que te elija —le había corregido, para luego voltearse pensando en qué núcleo sería mejor para aquella niña ansiosa e inquieta. Para la hija de un Crouch y una Black.
Pero el aire en la habitación se volvió frío, pesado y duro como el hielo. Lavanya. La hermana menor de Callidora. El casamiento de esta hacía doce años. Aquella extraña nota en el bolsillo de la túnica que encontró mientras se preparaba para irse a dormir. Todo pareció cobrar sentido de repente, un sentido que hizo estremecer a Garrick Ollivander, haciéndole olvidar el calor de hacía unos instantes.
—Charis —gruñó.
Porque todo apuntaba en la misma dirección.
