Disclaimer: Vocaloid no me pertenece, todos los créditos van a sus respectivos creadores/dueños; Yamaha, Crypton, etc. La saga del mal tampoco me pertenece, no obstante el personaje que crearé ahora es alguien totalmente ajeno y nuevo en la historia. Decidí darle un lugar con éste fic, espero que les guste. Mensajes de la autora al finalizar el fic.
Historia del mal; el Conde de Blanco.
Prólogo.
El castillo que se encontraba en medio del amplio pueblo de Trev era enorme; lleno de distintas habitaciones, enormes ventanales, puertas en cada rincón que daban entrada y salida a cada habitación perteneciente al castillo. ¿Quién más podría habitar ahí si no era el Conde Philiph II junto con su esposa e hijos? La esposa del Conde siempre fue una mujer perfecta para éste; de cabello albino, ojos rojizos y una hermosa figura. No obstante, quien era ahora Condesa, anteriormente fue una fiel sirvienta de la familia del conde, por obligación tuvo que contraer matrimonio con éste, pero con tiempo y, más que todo paciencia aprendió a quererle. Philiph y Elizabeth tenían sus diferencias, no obstante, por más raro que fuera y que así todo el mundo lo viera; por esas diferencias ambos sentían una atracción bastante pasional, lo que en ambos provocó un amor intenso que dio frutos; tres jóvenes muchachos salieron del matrimonio del Conde y su anteriomente sirvienta; Gilbert, Robert y el menor y más problemático; Adelbert.
Gilbert y Robert heredaron el cabello de su padre; azul oscuro. No obstante, Adelbert fue quien heredó todo rasgo de su madre, no obstante, la actitud de él era un tanto... diferente en tanto no trataba con su madre. Le gustaba tocar melodías en el piano por la tarde con su madre mientras sus hermanos practicaban esgrima, cosa que a su padre le desagradaba.
El sol brillaba en Trev, el salón de música del castillo tenía las cortinas de los ventanales abiertas para que los rayos del cálido sol entraran y le hagan compañía a la tranquila y suave melodía que salía del piano que Adelbert tocaba. Su madre se hallaba a su lado, observando atentamente el suave, delicado y hermoso movimiento de los dedos de su joven hijo de apenas ocho años… era totalmente hermoso; tanto él como su música.
━ Adelbert, deja ya ese ruido. Ve a practicar esgrima con tus hermanos. – Ordenó el conde, quien obtuvo la atención de la joven mujer que se hallaba observando a su hijo tocar piano. No obstante, Adelbert no detuvo su melodía; fingió no escuchar a su padre. –
━ Philip, por favor… Adelbert irá luego… déjalo expresarse, él es…
━ ¡Es ridículo, mujer! ¡La música no es algo con lo que pueda protegerse de los peligros de éste mundo!
Como siempre, Adelbert podía escuchar a sus padres discutir debido al tiempo que le dedicaba a la música; que era muy poco, por cierto. A penas y podía pasar media hora tocando piano (con mucha suerte), que ya aparecía su padre totalmente enfurecido, exigiendo que él practique esgrima con sus hermanos. No obstante… el tono de voz triste de su madre mezclado con aires de defensa hacia él era lo que le daban esperanzas para continuar la melodía que él y sólo él podía interpretar en el piano del castillo. Pasaron algunos minutos hasta que Adelbert dejó de tocar notas; una por una, despacio y lentamente hasta así acabar con su melodía. En cuanto lo hizo, le dio la bienvenida al ambiente que sus padres le otorgaron; una pelea.
━ Philip, deja ya esas cosas, él sólo hace lo que le gusta…
━ ¡Y no hace lo que debe! – Y, con aquel grito soltado por el conde, Adelbert fue forzado a practicar esgrima con sus hermanos.
En el camino, su padre le explicaba de manera formal por qué era tan esencial en su vida el arte del noble esgrima. Adelbert escuchó cada palabra que salía de la boca de su padre mientras lo seguía, algo cabizbajo. Su albino cabello sostenido en una coleta resaltaba en el pasillo del castillo, parecía una pequeña linterna resplandeciente con vida. Al acabar de hablar su padre, Adelbert se adentró a la habitación de práctica con un empujón que sirvió para darle algo de ánimos, no obstante, esos ánimos fueron cortados por una rápida reacción que tuvo en cuanto una espada fue lanzada hacia él; tomó el mango de la misma y se puso en guardia noble. Todo estilo de esgrima que él aprendió, todo estudio que realizo… todo era relacionado con la nobleza. Adelbert siempre tuvo curiosidad por saber qué era lo que había más allá del mar que rodeaba la pequeña pero, al parecer, enorme isla de Trev. No obstante, nunca pudo ni se le estuvo permitido realizar viajes al exterior, ni siendo tan pequeño, ni adulto. Así es, su padre había creado una ley para que sus hijos no pudieran salir al exterior, por temor a las guerras que había en los otros reinos, que estaban en alerta en la actualidad. No quería perder a sus tres hermosos hijos, tampoco a su esposa, por lo que a ella también le impidió la salida al exterior… aún así… ella nunca lo abandonó o intentó escaparse… Adelbert nunca pudo saber el por qué de ello, tampoco se lo pregunto. Trev siempre fue un pueblo pacífico, nunca buscó guerra con otros reinos, y fue por eso quizá, que el Reino de Amarillo se tentó a explotarlo…
Adelbert se encontraba practicando esgrima tranquilamente con sus hermanos, cuando con un golpe brusco, las puertas de la habitación se abrieron, lo que hicieron que el pequeño se distraiga y recibiera un corte en el rostro por parte de su hermano; el mismo fue un corte fino, no logró alcanzar su ojo, pero sí llegó a un lugar cercano, apenas debajo de su ojo izquierdo realizó una corta línea roja de sangre que comenzó a brotar lentamente. La escena era totalmente dramática; un padre seguido de su madre totalmente asustados adentrándose en la habitación para hablar con sus hijos, éstos angustiados, sirvientes y guardias cerrando el palacio y alertando al pueblo…
━ ¿El Reino del Amarillo? ¿Quiere atacarnos? ¿Por qué papá? – Preguntó Adelbert con un enorme tono de inocencia en su voz. –
━ Porque son unos miserables… porque… - El conde realizó un corto silencio en el que se dedicó a observar a su esposa e hijos con gran melancolía y tristeza en sus ojos. – Ustedes… son lo más valioso que tengo, y por nada del mundo quiero perderlos, ¿Lo saben?
━ Papá, deja de decir tonterías, ¡Combatamos a esos idiotas! – Protestó Gilbert, tomando con fuerza el mango de su espada que aún no había soltado. –
━ Gilbert, tu padre está hablando. – Interrumpió Elizabeth, alzando una de su mano a su hijo en señal de que bajase aquella arma que portaba. El joven, al observar a su madre asintió con su cabeza y envainó su espada. –
━ Éste mundo es cruel… está lleno de cosas totalmente horribles que no quiero que ustedes observen, cosas cómo… el infierno mismo. No deben salir al exterior. Deben quedarse aquí en Trev y permanecer seguros, fue por eso que les impedí la salida al exterior; por su bien. Quiero asegurarme de que las personas que amo permanezcan con vida, los encerraría en una jaula si tuviera que hacerlo. Yo… no quiero perderlos, por nada del…
Y Philiph fue interrumpido. ¿Por su esposa? ¿Alguno de sus hijos? No… Philiph fue interrumpido por una enorme bala de cañón que fue lanzada desde uno de los buques del ejército del Reino de Amarillo. ¿Cuándo fue que ese ataque llegó? Adelbert no lo supo exactamente, pero sí sabía que jamás podría olvidarlo; el cuerpo de sus seres queridos haciéndose pedazos por los restos del palacio y él… salvándose por un misterioso campo de fuerza que cubrió su cuerpo, pero… aquel campo no cubrió a su familia… ¿por qué? ¿Por qué solo él se salvó y nadie más en el palacio logró quedar con vida? ¿Por qué bombas continuaban cayendo si su familia ya había sido destrozada junto con el palacio en el que había vivido ocho años… sólo ocho años y ya tenía que ver su familia morir frente a él. No pudo evitar soltar un grito, un grito que recorrió todos los restos del palacio que se encontraban alrededor de él. El misterioso campo de fuerza que lo rodeaba, aún no había desaparecido, y él ni si quiera sabía lo que sucedía o qué era aquella cosa que tanto lo protegía… si quiera el por qué lo hacía. Sin prestarle atención a aquello, Adelbert se dirigió hacia el cuerpo de sus familiares e intentó quitar los restos de cuadros, polvo, paredes caídas, artefactos… no podía mover si quiera un mísero resto de pared destruida, no tenía la fuerza suficiente, no después de ver a sus seres queridos desaparecer frente a sus ojos. Maldiciéndose a sí mismo una y otra vez en voz alta, con sus ojos totalmente humedecidos y derramando lágrimas a más no poder, el pequeño albino comenzó a golpear el suelo con sus puños una y otra vez, sin darse cuenta que detrás de él se hallaba una presencia… una misteriosa presencia que levitaba en el aire y llevaba cubierto todo su cuerpo con una capa, lo que hacía de ésta presencia un total misterio.
No los recuperarás soltando todos esos palabreríos. – Aquella voz parecía ser proveniente de una mujer, predijo el pequeño. Quién rápidamente volteó para abrir sus ojos totalmente sorprendido con lo que se encontró; una… ¿persona levitando? ¿Cómo era eso posible? –
━ ¿Qué demonios… ¿Eres alguien del Reino de Amarillo? – Preguntó Adelbert, emitiendo una especia de gruñido al acabar aquella pregunta para así desenvainar su espada y apuntar hacia la misteriosa presencia que se hallaba frente suya. – ¡Te exterminaré aquí mismo, maldita…
━ No pertenezco a tal lugar, pequeño. – Respondió la joven, entre que dirigía sus manos a su capa para así quitarse la capucha de su cabeza y dejar ver una rubia cabellera con unos ojos dorados que ardían cómo el mismo sol. –
━ ¿Quién… quién demonios eres tú y qué haces aquí? – Interrogó Adelbert a la joven señorita que había descubierto su rostro. Algo en ella le inspiraba confianza, por lo que envainó su espada nuevamente y se dedicó a limpiar las lágrimas que aún brotaban en su rostro. –
━ Soy tu Mim. De mí aprenderá el arte de la magia Generalla, mi señor. – Respondió la joven rubia, postrándose ante el menor con una pequeña sonrisa en su rostro. -
Mensajes de la autora: Segunda historia, ahora les traigo un nuevo personaje en ésta famosa y hermosa saga; la saga evil. ¿Y qué mejor que Dell ocupe un papel importante en la saga, tal y cómo Haku lo hizo? Juntarlos en un futuro… quizá, se verá en el tiempo, tengo esperanza con éste fic y espero no fallarles tanto con la historia cómo con los personajes. Adelbert es Dell, obviamente, dejaré referencias cómo éstas al finalizar del fic. No utilicé el nombre de "Honne Dell" en el personaje, ya que en la saga Evil Rin no es "Kagamine Rin", es Riliane Lucifen d'Autriche, tanto en ella cómo en los demás personajes de la saga el nombre cambia. Siendo así, espero que les guste ésta historia tanto cómo me está gustando a mí, me despido hasta el primer capítulo.
