Disclaimer: HQ! y sus personajes son de Furudate-sensei.
—Cercanía—
[4] Tocar.
La piel de ella es suave, tersa y sin muchas imperfecciones salvo algunas cicatrices o manchas procedentes del sol, incluso algunas marcas de nacimiento o lunares escondidos. Pero de todos modos su tono es muy blanco, pálido, contrasta demasiado con la mayoría de la gente y eso ya es mucho decir debido al color de su pelo. La piel suya, en cambio, es seca y áspera, con los dedos y palmas de sus manos callosas por culpa de las constantes prácticas de las cuales al final no se arrepiente en lo más mínimo porque sabe que es algo que ama, en lo cual quiere dar la vida en ello esforzándose para luego sentirse orgulloso de sí mismo diciendo que él pudo llegar ahí por sus medios, por no rendirse. Su piel y cuerpo está lleno de imperfecciones; tiene pecas en la cara e incluso en partes de la espalda, la piel es tan seca que sabe no es muy placentero el acariciarla, su complexión para ser un hombre es delgada, le toma mucho tiempo subir de peso al mismo tiempo que desarrollar músculo, sus piernas y brazos son muy largos, y en sí él no es muy cómodo para estar cerca.
En cambio a ella no parece importarle.
A Hitoka esas cosas no le interesan. Le dan igual. Todo lo que sea eso le da exactamente lo mismo porque no le preocupa, no se inmuta a las veces que él repite en voz baja que quizás no es lo que ella merece, o cosas de esa índole que en ciertos momentos le hacen entrar en pánico e incluso echarse a llorar porque no quiere que él piense eso de sí mismo.
Le gusta poder acariciar la piel de Yamaguchi y sentirlo cerca de ella. Es en momentos íntimos en que se encuentra contenta de poder abrazarlo o recostar la cabeza en su pecho, que es amplio y largo en comparación a ella misma, por lo cual perfecto para descansar del mundo y escuchar el latido de su corazón que da la impresión de ir sincronizado con el suyo,como si tocaran en una orquesta juntos . Le alegra, saca sonrisas el saber que puede mirarlo directamente a los ojos y trazar líneas con los puntos en su piel, haciéndole cosquillas y reír, logrando que ella misma ría porque la risa de Yamaguchi es contagiosa. Le gusta entrelazar los dedos de sus manos en un contacto coqueto pero al mismo tiempo adorable, comparando el largo de los miembros y riéndose por nimiedades que sólo le pertenecen a ellos:
—Al lado tuyo mi mano es muy pequeña, Yamaguchi —comenta siempre con una sonrisa en la cara.
El poder tocarse y palpar el cuerpo del otro es un claro argumento para poder convencerse de que están vivos, que lo que tienen al frente es real y ambos están muy agradecidos por ello.
