Rurouni Kenshin no me pertenece. Nació de la imaginación de quien lo plasmara en papel, el señor Nobuhiro Watsuki. Yo tomo sus personajes e intento recrearme con ellos escribiendo estos fanfics, por los cuales no gano ni un peso, pero al menos, espanto los malos pensamientos de mi cabeza.

Alma Sentenciada

Primera parte

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Seguía un camino para mí sin ataduras, viajando de un lugar a otro impartiendo justicia según mi capricho, hasta que una noche su voz llamó mi atención y me detuvo. Nunca, en aquel primer encuentro imaginé todo lo que se me vendría cuando ella, enfadada, me recriminaba actos que yo no había cometido en contra de la honra de su dojo, aunque parecían juegos de niño en comparación a todo lo que yo alguna vez había hecho.

Era una chica de lo más común. O eso me pareció a mí.

Nada en su aspecto era especialmente llamativo… al menos, poseía una estatura menuda, como la mía, aunque era más baja y mucho más joven, sin duda. Su cabello, negro como la noche, me hizo evocar en alguna ocasión a otros cabellos de ese mismo color. Negros cabellos amados… y perdidos.

Nunca, en aquel primer encuentro, pensé en cuánto podría llegar a amarla.

Ni todo lo que sería capaz de hacer por retenerla.

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Los días se hacían más cortos a medida que nos acercábamos al invierno. Lo de Enishi y su venganza era parte del pasado. Tomoe misma era parte de mi pasado y su presencia en mi memoria era cálida y confortante, porque sabía que ella, esté donde esté, comprendería que yo jamás la olvidaría, que fue importante para mí en una época… ella comprendería que Kaoru era una mujer buena… la mujer que sería mi nueva compañera.

Que Kaoru es la mujer de la que ESTOY enamorado aunque me costó darme cuenta de ello.

No sé con mucha certeza en qué momento comenzaron a cambiar las cosas para nosotros. Tal vez la lejanía de Sanosuke y Megumi, nuestros amigos, fue determinante para lo que sucedió con ella o quizá, según el médico, hubiera sucedido igual.

Si alguien entonces me hubiera pedido una descripción del carácter de Kaoru, yo le hubiera dicho sin dudar, que Kaoru era una mujer muy alegre, fuerte, cálida y sobre todo generosa. A veces podía ser exasperante y de un carácter explosivo, pero me parecía una joven tan buena que realmente eso no me importaba. Todos tenemos defectos, ¿no? Incluso Yahiko pensaba lo mismo que yo.

Yo sabía que a Kaoru le gustaba quedarse en cama hasta tarde en las mañanas cuando no tenía nada que hacer. A veces conseguía libros cuya lectura devoraba. Otras veces leía el periódico o comía golosinas que dejaba preparadas previamente y así alargaba el momento de levantarse para enfrentar el nuevo día.

Fue durante una semana en especial cuando notamos que algo andaba mal con ella…

Se levantaba tarde, lo que tal vez era usual en ciertos días, pero no cuando debía trabajar entrenando chicos en su dojo que ya contaba con tres estudiantes o en el dojo Maekawa, porque ella siempre fue una chica responsable. Dormía mucho y continuamente se encontraba cansada, prefiriendo estar sola. Ya no asistía a sus compromisos… se estaba volviendo descuidada.

Era extraño además, que alguien como ella, estuviera tan callada. Eso me tenía muy desconcertado. Y las veces que hablaba conmigo, desviaba continuamente la mirada.

Le pregunté qué le pasaba, y me respondió que nada. Y temprano, se retiraba a su cuarto, aun cuando teníamos cosas domésticas que discutir.

Creo que fueron en esos días en los que supe con certeza cuán enamorado estaba de ella.

Hasta el momento, siempre la había tenido a mi alrededor, revoloteando como una mariposa, sonriéndome, confortándome con sus sonrisa o recriminando mi descuido con mi salud, y para mí era fácil dejarme llevar por su entusiasmo y su cariño, sin preocuparme demasiado de demostrar el mío, pensando que con el tiempo nuestra relación iría evolucionando de manera natural. Pero en esos momentos, cuando ella se alejaba voluntariamente de mí, supe que la necesitaba desesperadamente conmigo, porque sentía que de alguna manera su alma se estaba perdiendo ante mí y yo me sentía un estúpido por haber dejado pasar tanto tiempo sin tomar medidas concretas para atarla a mi lado.

Una mañana fui a su cuarto, portando, como excusa para entrar, su desayuno.

Dormía. Aún así noté sus párpados algo rosáceos y muy hinchados. Había estado llorando…

La contemplé hasta que despertó, preguntándome si sería yo el causante de tales lágrimas. Ella abrió sus ojos poco a poco y con dificultad enfocó su vista en mí. Sin duda, después de tanto llorar, le dolería la cabeza y vería un poco borroso.

Examiné su mirada. No era el azul luminoso que yo conocía… era un azul apagado e inquietantemente calmo. Se acomodó de costado y se hizo un ovillo frente a mí, mirando con tristeza hacia el piso.

-¿Qué le sucede, señorita Kaoru?

Ella sonrió en una media mueca mientras comenzaba a derramar nuevamente, una a una, cristalinas gotitas, evitando mi mirada. Su labio inferior temblaba y yo estaba al borde de la histeria.

¡Ella estaba llorando una vez más!

¿Qué le habría podido suceder?

Yo estaba como en estado de shock, mirándola sin comprender… y ella no gimoteaba ni se lamentaba de manera alguna. Solo mantenía la vista fija y trataba de cubrirse con la manta.

-Dígame por favor, ¿Qué le sucede? Si alguien le ha hecho daño, yo…

Pero ella continuaba evitándome. Ahora entiendo que a ella le daba un poco de vergüenza que yo la viera en ese estado. Pero en ese instante, me estaba volviendo loco con las posibilidades de qué era lo que le pudieron haber hecho para que estuviera tan triste.

Pienso que esa locura momentánea fue la que me llevó a tomarla sorpresivamente por los brazos y obligarla a sentarse y a decirme qué le sucedía. Lo admito… no fui suave. Tomé su mentón con una mano para observar su rostro de cerca mientras la otra la mantenía en su espalda para evitar que se deslizara nuevamente sobre el lecho.

Ella abrió la boca para decir algo, pero no salió palabra alguna de ella. Ni siquiera algún sonido. Su pecho se estremeció con más sollozos y sólo pude estrecharla contra mí.

Sentí que apoyaba su cabeza en mi hombro y se acomodaba entre mis brazos. La cubrí con las mantas, la escuché suspirar y la sentí limpiarse la nariz cada cierto tiempo porque se le tapaba. También temblaba… y yo sentía como su tristeza se abría paso dentro de mi corazón para tomar posesión de él.

-Señorita Kaoru… dígame… dígame algo.-le pedí en voz baja. Pero ella se negaba a darme ese descanso. Traté de evocar entonces cada momento de las últimas semanas, buscando en esos recuerdos algún indicio, algún cambio en especial de actitud que me indicara que en ese día pudo haberle sucedido algo. Pero aparentemente, salvo sus largas horas de descanso, todo estaba bien.

La abracé aún más fuerte. Ella había dejado de llorar, pero estaba muy quieta. Sentía su respiración caliente en el cuello, su fresco aroma llegar a mi olfato e invadirlo e invitarlo. La aparté suavemente de mí, para enfrentarla. Su fleco caía descuidado sobre su rostro, pegado a sus mejillas húmedas aún. Con cuidado lo retiré y la miré con sumo interés.

Aún con la punta de su nariz roja y sus ojos brillantes, para mí era hermosa.

Pero sus ojos no buscaban los míos como en otras ocasiones. Y los cerraba.

Acaricié su mejilla con mis dedos, reemplazándolos con mis labios. Y así llegué a su boca.

La tomé. No me importó besarla… pienso que intuía que no sería rechazado, pero desconocía que no sería aceptado.

Sentía sus labios húmedos bajo los míos, inmóviles… recién me percataba de mis acciones y solo era consciente de que no quería detenerme, pero ella no estaba conmigo y por eso, besarla era un poco violarla.

Por eso la solté.

Kaoru no dijo nada. Simplemente se recostó y cerró los ojos, quedándose dormida casi de inmediato.

Salí de la habitación enfadado, exasperado… algo pasaba con ella que escapaba de mi control y eso me tenía al borde del colapso nervioso. Vi a Yahiko salir de la cocina. Estaba con su espada de bambú a la espalda y un morral se encontraba a sus pies.

-¿Se ha levantado Kaoru? Debemos ir a dar clases.

-La señorita Kaoru no se encuentra bien de salud, Yahiko. Creo que lo mejor será llamar al médico. ¿Puedes encargarte de eso? Por favor, llama a Genzai y avísale al señor Maekawa que Kaoru tampoco asistirá hoy.

El chico se asustó.

- ¿Qué tiene Kaoru, Kenshin? Sé que se comporta de manera extraña...

-Por favor, Yahiko, llama al médico y dile que se apresure en venir. Yo cuidaré de Kaoru hasta que él llegue.

Yahiko me obedeció. Dejó el morral olvidado, pues no lo necesitaría y corrió a casa del médico. Yo en tanto fui a velar el sueño de Kaoru.

Desconocía lo que le sucedía en verdad y no me explicaba el por qué de su radical cambio de actitud. Al menos, mientras dormía, no lloraba, por lo que desistí de mi idea de despertarla para interrogarla nuevamente.

Genzai llegó al cabo de una hora. Kaoru aún no despertaba y se acercaba el mediodía. El buen medico me sorprendió saliendo de su habitación.

-¿Qué pasa, Kenshin? Yahiko me ha dicho que Kaoru me requiere…

Miré al suelo sin saber qué decir; lo había mandado a llamar por un impulso. Realmente no sabía si podría ayudar a Kaoru. Después de todo, llorar es algo normal, no una enfermedad… ¿o sí?

-Kaoru… duerme mucho desde hace algunos días. Sale poco de la casa y se encierra en su habitación. Doctor Genzai… usted la conoce de mucho más tiempo que yo y quizá usted pueda orientarme. Kaoru no se queja de dolores pero esta mañana ha llorado mucho y me temo que anoche sucedió lo mismo.

El médico me miró seriamente.

-¿Te has fijado en si come lo mismo?

Traté de hacer memoria.

-Come poco.

-Está muy callada, ¿no?

-Si. Tengo la impresión de que busca estar sola.

Ante lo último, el doctor suspiró.

-En ese caso, es poco lo que puedo hacer, Kenshin.

-¿Qué?- Yo no podía creer lo que me decía.

-Kenshin… escúchame… porque debes ser fuerte por Kaoru.

En ese momento empecé a asustarme bastante.

-¿Qué pasa? ¿Por qué debo ser fuerte?

Yahiko llegó corriendo en ese momento, después de avisar de la ausencia de Kaoru ante el señor Maekawa. Genzai le hizo ademán de acercarse y el chico, sudoroso, lo hizo.

-Escuchen bien los dos… porque lo que se viene no va a ser agradable para ninguno de los tres… pero Kaoru necesita que más que nunca, en estos días, estén con ella. Su vida puede correr peligro.

Yo iba a decir algo, pero el médico me acalló con un gesto.

-Kaoru… desde jovencita atraviesa periodos complicados para ella y me temo que está entrando en uno de esos.

-¿Qué periodos? ¿Qué le sucede?

Genzai me miró directamente a los ojos.

-¿Has oído hablar de la gente que padece la Tristeza Extrema?

-¿Tristeza Extrema?

Genzai se sentó. Yo no pude hacerlo.

-Es una patología de la que no se habla mucho. De hecho, yo mismo he visto pocos casos. Lo peor es que no existe una cura conocida para eso.

Yahiko se adelantó a mi pregunta.

-¿Pero de qué se trata?

El médico se tomó el mentón, buscando las palabras adecuadas.

-Verán… es normal sentir una profunda tristeza cuando muere un ser querido o uno sufre de alguna experiencia dolorosa. Pues bien… en teoría, lo anormal es sentir ese pesar cuando no hay causas aparentes… Kaoru se siente muy triste y ni siquiera ella puede saber bien el por qué… es como si desgarraran su corazón. De pronto los problemas se tornan infranqueables en su mente. Se menosprecia a si misma por considerar que carece de valor y no puede evitar pensar esas cosas aunque sea conciente de que no es cierto… lo peor es que esto con el tiempo no mejora.

-Pero eso no es lógico, doctor.- dijo Yahiko, preocupado.- Ella sabe que es valiosa y que la queremos… no puedo entender que se sienta así.

Yo a duras penas me mantenía calmado. Había algo más de la Tristeza Extrema que Genzai aún no nos revelaba. Él continuó.

-Así es, Yahiko… ella se siente tan mal que busca estar sola, se aísla, se siente cansada de luchar contra sus pensamientos autodestructivos y duerme en exceso. Aunque en otros casos no se puede conciliar el sueño. Nada le importa y descuida sus deberes. Yo mismo no comprendo esa actitud, pero es lo que he observado… y como te he dicho, no existe cura para eso. Por eso… desde ahora… ustedes deben estar atentos.

-¿Por qué, doctor?- pregunté.- ¿Acaso ella puede morir de Tristeza Extrema? ¿Es realmente una enfermedad?

-Es una enfermedad… del alma, Kenshin. Y si… puede ser mortal.

En ese instante sentí que me quedaba sin aire. Me encontraba perturbado… ¿Me estaba diciendo que Kaoru podía morir?

-Eventualmente ella no morirá porque algo en su cuerpo funcione mal. Ella puede morir por su propio deseo.

-¿Kaoru?... ¿Puede cometer suicidio?

Genzai no dijo nada… pero esta vez mis piernas no pudieron sostenerme y me senté a su lado. Parece que a Yahiko le sucedía lo mismo, porque lo noté pronto, como yo, sobre un sitial en la habitación.

-Como habrás notado, Kenshin, los suicidios que no son por mantener el honor se cometen en instantes de locura, porque sientes que no vales nada, o que no hay solución a los problemas. Kaoru sufre de esta condición desde hace tiempo. En algunas personas es sostenida y generalmente acaban muertas. En el caso de Kaoru, le da por periodos… más o menos una o dos veces al año y sin causa aparente, aunque he notado que pareciera activarse con la llegada de la Primavera o del Otoño. En la última ocasión estuvo a punto de morir, porque su padre se había ido a la guerra y ella tuvo que enfrentar su Tristeza a solas. Afortunadamente vine de visita un día y la encontré inconsciente… algo había bebido, Kenshin.

Yo no podía dar crédito a lo que escuchaba.

-Ella buscará estar sola… Kenshin, lo único que podemos hacer por ella, de momento, es tenerla sedada para que duerma o esté tan atontada que no pueda actuar de esa manera. Deberás vigilarla…todo el día y toda la noche. En aquella ocasión, después de encontrarla, la traje a vivir conmigo. Al recuperarse, regresó a este dojo y empezó a vivir contigo, lo que fue bueno.

-No puedo creerlo… Kaoru es tan alegre... – musité.

-Cuando Kenshin se fue a Kyoto, Kaoru estuvo muy mal… estuvo días llorando en el futón y no se levantaba… - dijo Yahiko, sorprendiéndome con la revelación. Genzai asintió.

-Es verdad, Kenshin. En ese momento pensé que empezaría de nuevo con su enfermedad. Y coincidió con la primavera.

-Estaba muy triste.- prosiguió Yahiko, sorprendido al notar que ahora, más que nunca le encontraba explicación a las acciones de Kaoru.- Viajamos en barco y se la pasaba encerrada en su camarote. Kenshin, yo una vez la miraba cerca de la barandilla, mirando fijamente el agua. Como Sanosuke me había dejado la tarea de reunirlos, yo no la dejaba sola. A veces la veía tomando cosas y durmiendo mucho. Cuando se encontró contigo se mejoró.

-La Tristeza puede durarle unos días o semanas enteras- dijo el médico.- Posiblemente la que tuvo en aquella ocasión era de origen natural, debido al alejamiento de Kenshin… pero por lo que me cuentan ahora, creo que está pasando por la enfermedad.

Cerré los ojos. No entendía, no entendía nada…

-Ella se siente muy infeliz. Y es en este momento cuando más los necesita. Superado este episodio, ella volverá a ser la chica que ustedes conocieron, alegre y animada.

-Pero usted dice, doctor, que esto volverá a suceder.- dije en voz muy baja.

-Si, Kenshin. Por eso… ustedes deben estar concientes que estar con ella implica un compromiso real. Lo que Kaoru requiere es cariño verdadero por ella. No agradecimiento.- acotó, mirándome fijamente.- Kaoru a ustedes los ha tenido en esta casa y nunca ha pedido algo a cambio. Por eso es natural sentir esa inclinación a ser leal con ella por agradecimiento. Pero ella necesita cariño, porque es el cariño lo que a ustedes los llevará a soportarla, cuidarla y animarla.

-Yo la quiero como si fuera mi hermana mayor.- dijo Yahiko poniéndose de pie, enérgicamente.- Y no dejaré que ninguna Tristeza Extrema me la arrebate. Ella es toda mi familia. Dígame qué tengo que hacer, doctor.

Admiré a Yahiko como nunca cuando dijo esas palabras. Él era un valiente, en cambio yo… yo sólo me mantuve en silencio, sintiendo la mirada de esos dos hombres sobre mí.

-Tienen que estar al pendiente de ella día y noche. Háblenle, manténganla distraída, sáquenla a mirar la mañana. Lo importante es dejarle poco espacio para que piense demasiado. Lo ideal sería que la vigilaran también durante la noche. Yo les entregaré medicinas especiales: Unas son para provocarle apetito. Las otras deben administrárselas con cuidado y manejarlas ustedes bajo siete llaves, porque estas medicinas la harán dormir o bien la mantendrán aletargada. Deben dárselas cuando ella esté llorando mucho o cuando esté silenciosa y noten que su estado anímico decaiga, porque es cuando se pone peligrosa.

-Usted está diciendo que debemos dejarla… ¿como inactiva?- preguntó Yahiko, espantado con la idea.

-Ella es un peligro para si misma. En el fondo, lo que les doy es para hacerla inofensiva. Es como atarla para que no se mueva. Esas medicinas son la única opción no violenta para ella. Yahiko, vamos a mi consulta, allí te daré las medicinas y las instrucciones. Kenshin quédate y vigila a Kaoru.- me ordenó.

El doctor se puso de pie y Yahiko salió delante de él con premura. Antes de dejar el cuarto, Genzai de volvió hacia mí, colocando una mano sobre mi hombro y mirándome fijamente.

-Kaoru está triste continuamente, pero esto no merma en medida alguna su razonamiento. Lo que te quiero decir es que ella comprende todo lo que le dicen y lo que pasa a su alrededor y aunque es incapaz de actuar de acuerdo a ello, te aseguro que será capaz de recordarlo claramente una vez supere este periodo y será capaz también, de tomar las medidas necesarias. Cuando ella haya superado este episodio, Kenshin, debes tener más claro que nunca qué es lo que sientes hacia ella.

El doctor me dejó solo, completamente inmóvil y helado. Yo… claro que tenía muy claro mis sentimientos por ella. Lo que sucede es que me cuesta verbalizar lo que siento. Nunca se me ha dado bien.

Cuando pude moverme, puse a calentar agua y fui a la habitación de Kaoru. Estaba despierta y comía el desayuno que le había llevado horas antes, aunque ya estaba frío. Su silencio, sus párpados hinchados y la mirada vidriosa me hicieron pensar que esa mujer no era la Kaoru que yo conocía. Que no era mi Kaoru, la que me daba la bienvenida, la que me hacía sentir en casa. La que me hacía ver que a pesar de mis faltas, yo también podía ser amado.

Esta Kaoru no hablaba y me daba la impresión de que no deseaba mi presencia cerca de ella, importunándola. Me ignoraba, parecía que estaba en un mundo propio.

Genzai había dicho que había que animarla y sacarla del cuarto. Esbocé una sonrisa y le tomé una mano.

-Hace un lindo día afuera. El cielo está muy azul y algunas nubes corren allá arriba. Vamos a mirarlas y luego nos tomamos un te caliente.

Me sonrió con timidez, poniéndose de pie.

-Discúlpame.- me dijo en voz muy baja.- Por ser tan tonta. No quería causar molestias. Yo no sé por qué me pasa esto.

Noté como nuevas lágrimas amenazaban con desbordarse de sus ojos.

-No se sienta mal, señorita Kaoru. No es algo que pueda controlar. Hablamos con Genzai que nos puso al tanto de lo que le pasa y nos dará medicinas para curarla. Con Yahiko la cuidaremos día y noche.

Caminamos al patio, con su mano aún apresada en la mía. Una vez allí, hice ademán de soltarla para ir a la cocina a preparar el té. Pero esta vez ella cerró sus dedos en torno a mi muñeca antes que pudiera alejarme demasiado.

-No sabes… no sabes lo oscuro que está allí, ni el miedo que tengo. – Dijo con la cabeza gacha, mirando sus pies. Por el temblor en sus hombros supe que lloraba una vez más, pero esta vez no me dejaba ir.- Por favor, por favor… no me sueltes… no me dejes sola allí, de nuevo.

No podía comprender a qué se refería. ¿Oscuridad? ¿Miedo? Yo los había experimentado en mi culpa y por eso no podía creer que Kaoru, que nunca le había hecho daño a nadie, estuviera sintiendo esas cosas. Pero la forma desgarradora en que lloraba no me dejó mucho espacio para pensar en una respuesta razonable que le hiciera entender que no debía pensar en eso. Simplemente la abracé, con toda mi fuerza, y dejé que se desahogara de lo que sea que la tenía así.

Y al abrazarla, finalmente pude reconocerla una vez más. Era Kaoru… mi Kaoru. Sólo ella podía caber de ese modo entre mis brazos y confortarme a pesar de estar ella misma con el alma enferma, cayéndose a pedazos. Porque esa misma alma había sido capaz de salvar la mía y por eso yo… yo también haría lo posible por salvar la de ella.

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Fin primera parte.

Diciembre 21, 2006

Notas de Autora:

Hola!!!

Este fanfic lo escribí por ahí por Junio más o menos, cuando recién comenzaba mi tratamiento por la depresión. Lo encontré hace poco y después de unas correcciones me decidí a subirlo.

Es sin duda mi obra más personal y cuando la escribí, quería dejar constancia a través de Kaoru cómo me sentía. Aún así, les pido una disculpa por exorcizar mis demonios con una historia de Kenshin. Al menos les puedo contar orgullosamente que estoy mucho mejor y hace muchos meses que no sufro una crisis de esas.

Ignoro qué tanto se sabía de la depresión en esa época, por eso traté de explicarla de modo más o menos simple. El fic consta de dos partes, así que el próximo capítulo es el final.

Un beso enorme a todas y se viene el capítulo nueve de Actuación Tsukio-Hen. Hasta entonces.