"Tears of an angel"

Prólogo. Sonrió con orgullo y felicidad al verla, se veía tan hermosa con aquel vestido blanco y ese lazo celeste en su cabello rubio y brillante. Marron era hermosa, era su felicidad y la muchacha de sus sueños. Aún no podía creer que ellos estaban saliendo. Era increíble. Cada vez que se acordaba una felicidad utópica lo invadía, era indescriptible todo lo que le llenaba tener a Marron para él sólo.

Todo había comenzado hace mucho tiempo. Si mal no recordaba, Trunks había sentido muchas cosas extrañas que lo disgustaba por Marron. Se ponía nervioso al ver a esa niña gordita y bajita cerca de él, con ese vestido rosa pálido que siempre hacía juego con sus mejillas sonrojadas a toda hora. Era bonita, y era la única niña que no le causaba tanto asco. Pero él era un niño y Goten era su mejor amigo, y detestaba ver que el pequeño Son quería pasar tiempo con Marron, como si los tres fueran un trío de amigos inseparables y felices. Pero Trunks no quería, nunca, porque se sentía demasiado incómodo cuando ella estaba cerca. Incluso más que ella misma.

Su madre siempre decía que Marron era una muchacha divina, inteligente, respetuosa y preciosa. Y Trunks, con el paso del tiempo, pudo ir apreciando que su madre tenía mucha razón, y lo hizo de una manera casi perfecta. Sin darse cuenta, se había enamorado de Marron; la niña rubia, antes gordita, bajita, sin nariz... Pero Marron lo hacía feliz, demasiado.

Recordaba esas mañanas en el Colegio, cuando el momento más deseado de todo el día era el timbre del recreo, para salir y poder cruzarse con ella; una palabra, un saludo, una mirada, una sonrisa... lo que fuera, siempre y cuando pudiera verla y que ella a él. Porque él sabía, o sentía demasiado bien, que Marron gustaba de él, un poquito o mucho, no importaba, sólo sabía que él a ella le agradaba y eso era suficiente para darle tantas fuerzas como para animarse a acercarse.

Trunks nunca fue un chico precisamente seductor. Era guapo, y mucho, pero se consideraba tímido al momento de intentar acercarse a una chica, especialmente hablarle si gustaba de ella. Era complicado, le costaba hablar de buena manera y no sentirse cohibido. Pero todas las chicas de las que él había llegado a gustar eran muy rápidas, eran buenas en el arte de la seducción y si él no se podía desenvolver hacían todo el trabajo ellas. Pero Marron no se parecía a ellas, siempre fue tan tímida e inocente.

Los recreos, tres veces al día, de apenas diez minutos cada uno, no eran absolutamente nada para Trunks que deseaba tener las veinticuatros horas del día para mirarla. La veía desde lejos, con las manos cruzadas hacia adelante, una sonrisa tímida, mientras estaba en el círculo de sus amigas; siempre callada, o casi siempre. El uniforme le daba un aspecto tan tierno, el celeste que competía con ser más claro que los ojos hermosos de ella, el cabello rubio recogido en una coleta roja, la falda meciéndose con cada paso cuidadoso de ella... Era perfecta. Y más allá de todo eso, Marron era la mujer que Trunks amaba, como nunca antes lo había hecho.

Era increíble pensar que después de un año entero, e incluso más, de miradas y sonrisas en el recreo ellos estaban allí, juntos. Hablándose sin tener que usar como pretexto un "estaba yendo al baño y justo me cruzo contigo" o "¿Profesor, puedo hablar con Marron?" para decirle que Bra quería tal cosa; que siempre terminaba siendo una piadosa mentira.

A medida que se acercaba, a Trunks se le hinchaba el pecho de tanta felicidad. No le cabía tanta alegría. Su vida era perfecta, hace dos meses su vida era tan perfecta que los cuentos más románticos debían envidiarlo. Marron, su Marron, era realmente suya y ambos estaban completamente seguros de que sí se querían.

Ella sonrió de una manera especial, tan hermosa como siempre, al verlo acercarse. Se levantó de la banca de la plaza y se dirigió a él mientras se acomodaba un mechón tras su oreja; un pendiente brillante colgaba de ella, un regalo de Trunks por su primer mes. Ella le había regalado un pequeño oso del color lila, como su cabello. Hoy era el segundo mes oficial que estaban juntos, y nada mejor que una salida por el parque para pasarla bien.

—Gracias, Trunks —dijo ella, con voz cálida, mientras agarraba el helado que su novio le ofrecía.

Él sonrió al escuchar su nombre en su boca, era maravilloso. Todo era maravilloso. Trunks le dio un suave beso en la frente y recorrió la espalda pequeña de la rubia mientras se abrazaba a ella. Marron correspondió gustosa, y con un rubor nada inusual en sus mejillas se puso de puntitas de pié para alcanzar los labios de su novio. Trunks recibió el beso con tanta dulzura que creyó estar en el cielo.

—Te amo —susurró él, una vez llegaron a la parte central de la plaza, en donde una fuente cascada estaba encendida y llena de colores, la Navidad se acercaba lentamente.

—Yo también —contestó ella, mirándolo con adoración— Gracias...

Levantó la cabeza, aturdido por lo que acababa de decir su novia. ¿Acaso había pasado algo malo y él no lo sabía? La sonrisa contagiosa que ella emanaba lo tranquilizó hasta cierto punto, pero no lo suficiente.

—¿Sucede algo, Marron? —preguntó, preocupado.

Ella largó una pequeña risita y giró al rededor de él un poco, su helado seguía en su mano y había terminado manchando de frutilla su hermoso vestido blanco. Trunks sonrió, sintiéndose extremadamente grato. Observó con complicidad y adoración el helado que caía desde la cinta del vestido hasta un poco más abajo de los pechos. Ella le golpeó en el hombro, de alguna manera retándolo pero sin querer lastimarlo.

—¿Por qué? —preguntó ella, sonriendo— Por todo, Trunks, me haces la mujer más feliz del universo... —se acercó y lo abrazó, colocando su cabeza en su pecho fornido— Te amo, Trunks. Te amo demasiado.

La dicha nuevamente penetró en cada parte de su ser y pudo apreciar una vez más otra sonrisa hermosa y completa de Marron. A veces desearía cortar el tiempo, dejarlo en ese mismo instante; en donde ella sonreía de aquella manera, le brillaban los hermosos ojos y su pequeña nariz se hacía aún más respingona. Pero ese deseo era sustituido por el segundo; el de permanecer abrazados de esa forma por siempre.

—Yo aún más, Marron, yo aún más...

La intensidad del beso que se produjo luego de aquello fue explosiva, puro fuego. Trunks se retuvo, sabiendo que estaban rodeados de gente y especialmente niños. Ambos rieron al encontrarse de esa manera, con sus frentes fuertemente unidas.

—Tengo algo que mostrarte... —canturreó ella, mientras giraba y se corría a un lado.

Trunks la siguió con una enorme sonrisa, se puso sus manos en los bolsillos mientras la seguía. En ese momento algo inexplicable sucedió. Miró para los costados y pudo ver a un niño caído en el centro de la calle, Marron enmudeció ante la escena al observar también como un autobús se acercaba con mucha velocidad.

Todo pasó demasiado rápido.

Corrió ultrajada hacia el pequeño niño y lo abrazó. Para cuando intentó levantarse con el niño en brazos, no pudo. El niño se aferraba de tal manera a su camisa que ella podía sentir que se sofocaba. El niño era rubio, de unos ojos del color del cielo y era pequeño pero tan increíblemente pesado.

Las manos fuertes se colocaron sobre su hombro, y la impulsaron hacia un costado con fuerza. Lo último que Marron vio fue la mirada asustada de Trunks... y lo último que escuchó fue el impacto.

...


El dolor de su corazón no se asemejaba a ningún sufrimiento que antes había llegado a tener. La impotencia de haber perdido lo más preciado de su vida le hacía sentir imponente y al mismo tiempo estúpida. Deseaba poder levantarse y acompañar a su familia y a los Brief en tan doloroso momento, pero la verdad es que no podía hacerlo porque el dolor que tenía en el alma la retenía rotundamente.

Era como si alguien acabara de quitarle parte de sí misma, un fragmento enorme de ella que ahora le hacía inmensa falta; no podía comer, no podía hablar, no podía moverse, incluso no podía llorar más. No sabía si era porque ya había echado suficientes lágrimas, o porque sus ojos se negaban a quedarse secos. Pero Marron ya no podía soltar ninguna lágrima por su amado ex-novio...

No podía creerlo. No podía asimilarlo. Trunks estaba muerto. Había desaparecido. Ya no estaba más. Ni él, ni sus sonrisas, ni sus abrazos, ni sus besos. Trunks no estaba, había desaparecido, y se había llevado junto a él no un fragmento de su corazón, se lo había llevado completamente y Marron no quería tener su corazón nuevamente, después de todo ya no había a quién amar.

La oscuridad de su habitación ya no era una lámpara apagada, para Marron toda esa oscuridad cernida sobre ella ya era una dolorosa y eterna realidad. Y por más duro que pareciera, sabía que su felicidad no podía encenderse nuevamente con sólo apretar el botón del encendedor.

Ya no recordaba cuanto tiempo había permanecido allí, encerrada. Hace tiempo le dolían los músculos, pero ya no más. Hace unos minutos su cabeza parecía explotarle del dolor, y de un momento a otro ya nada de eso pasaba. Incluso había sentido el olor a sangre inundar sus fosas nasales, hace apenas unas horas, pero sólo había sido su imaginación.

Trunks la dejó ayer, por la tarde, en el día veinticuatro, mejor llamado su segundo mes de noviazgo feliz. La dejó porque, inesperadamente, las vueltas radicales de la vida que le habían tocado eran las peores que a alguien alguna vez le podía suceder. Se sentía enferma, destruida, desolada, incapaz de hacer nada más que enterrar su cabeza en sus rodillas o brazos. El cosquilleo doloroso de su cuerpo había desaparecido, pero en su lugar quedó el sentir de no tener extremidades o incluso músculos. Se sentía una bolsa, un trapo, que no se podía mover.

Estaba segura de que movía sus pupilas, de que miraba, pero todo era oscuro y negro. Ni siquiera la pequeña luz de hace unos minutos, que parecía provenir de debajo de la puerta de su habitación, estaba acompañándola en tanto negro. El poder de sentirse incapaz de siquiera creer era lo más intenso que le había sucedido, luego del amor irrevocablemente enorme que sentía, y siente, por Trunks.

Porque ella sabía que él no estaba, que no podía verlo más; solamente en sus pensamientos, que no podía abrazarlo nunca más; solamente en sus recuerdos, y que no podía besarlo más; solamente en sus sueños.

Frustración. Dolor. Aflicción. Qué malvada la vida, y que arrebatadores son los segundos. Un momento uno está junto a ese ser que ama, siendo amado, y a los otros ya no está más. Es incomprensible... cómo la vida te da tanta espera para tener lo que siempre se ha querido, y que luego de unos segundos, cuestión de nada, te lo quita de las manos de la manera más cruel y frívola.

La vida es así; da, amor y felicidad, y quita, lo que tanto costó obtener.

Sabía que estaba mal no responder al llamado desesperado de sus padres. Podía escuchar a su madre, o al menos lo hacía hace unos minutos, llamarla con desesperación por su nombre. Probablemente creía que ella estaba queriendo suicidarse o algo por el estilo, y la verdad es que no estaba tan lejos de la realidad. Pero Marron no se asesinaría a sí misma, sobretodo porque sabía que Trunks no lo querría de esa manera. Había llegado a sentir a su padre llorar, hace también unos minutos, con desesperación y dolor. No era extraño, Krillin había querido un montón a Trunks, pero parecía llorar por ella y no por el ser precioso que había muerto.

Marron giró su cabeza, intentando establecerse. Ni siquiera supo si lo hizo o solo creyó hacerlo, pero estaba segura de que se había movido. Necesitaba estrujar algo, precisamente a Trunks, porque no recordaba haberlo hecho y sobretodo porque lo extrañaba infinitamente. No lo sentía cerca, cómo suelen decir las personas que pierden a un ser querido. En realidad lo sentía demasiado lejos, pero levemente compungido.

Entonces sonrió, o hizo una maldita mueca, pero sonrió. Porque había algo que nadie podía quitarle jamás y eso era sus recuerdos, los mismos que él había creado junto a ella. Aquellos hermosos momentos que marcaron un inicio y un final en sus vidas. Esos recuerdos que la mente almacena por años, y de la cual todos somos dueños. Marron sintió ganas de llorar, dichosa, porque aún podría sentir a Trunks cerca de ella. Porque todavía podía tenerlo a ella. Por más que tendría que mentirse, creyendo ser parte del tiempo en una escena que no es más que un recuerdo, pero que alguna vez lo vivió y lo volvería a vivir, de otra manera, claro, pero al menos lo haría...


Los personajes son invención de Akira Toriyama (Disclaimer).