Como se sabe K no es mio. Hago esto para beneficio propio.


LOBO

Condenado mocoso.

Eso era lo único que podía hilar en un momento como aquel.

Un lobo con piel de oveja. Eso era justamente, definición más acertada que esas veinte letras componiendo una frase no existía, o fue lo más cercano a una explicación obtenida por la mente del bartender.

El rubio hundió los dientes en la piel del hombro de Yata, desquitándose de infantil manera con él por arrastrarlo a toda esta tortuosa parodia. El gemido del cobrizo contra el oído del mayor desvió el foco de sus sentidos de manera brusca mientras la zurda del hombre acariciaba la coronilla del muchacho en busca de los característicos cuernos de un vil demonio.

¡No! ¡No había nada!

Izumo no entendía la falsedad de un hecho casi asegurado, porque, tener al muchacho sentado en sus piernas subiendo y bajando a una lentitud aberrante no podía clasificarse como humano, no cuando él estaba dentro suyo. No cuando la temperatura estaba así de alta y se sentía condenadamente bien.

No cuando él quería ir por más.

Nota mental; no volver a subestimar al vanguardia de Homra. Acto imprudente casi como firmar una larga sentencia sin leer la letra chica, analfabetos ojos asegurando un documento sin conocer su contenido.

Nota mental sobre nota mental: Iba a vengarse con intereses; y todas las recargas incluidas.

— Yata-chan... — Suspiró contra su cuello, apretándolo contra sí, tratando de resistir la urgencia de tumbarlo contra el sofá y obsequiarle un par de embestidas hasta dejarlo sin aire. De no ser por el "trato" hecho antes de toda esta parodia, Yata no sabría quién era a estas alturas.

Los dedos del rubio subieron por la espalda del menor, deleitándose con el temblor azotando al chico. Tomó los labios de la contraparte adjudicándose su poder dentro de todo esto, reglones extraídos de quien sabe dónde. Una obra anónima desarrollándose en el departamento del bartender sin él poder modificar el transcurso de esta odisea.

O

Quizás

Sí.

Izumo apenas logró contener la fuerza con la que sus piezas dentales atentaron la epidermis de Yata, provocando un largo gemido descolgándose de las cuerdas vocales del más bajo.

El cobrizo volvió a subir lentamente, masacrando todo intento por parte del rubio de mantener la calma -palabra abstracta dentro de todo esto-. Enredó los dedos en el cabello del chico enfrentando sus miradas, devoró la boca de Yata con brío dándose por vencido en este sube y baja de la muerte, no podía mantenerse impávido a las peticiones del cuerpo propio, no cuando era tentado y provocado de esta forma.

Con pericia cambió las posiciones evidenciando la derrota en la sonrisa victoriosa curvándose en los labios de Misaki. Habría sido una gran expresión de no ser por las mejillas arreboladas.

—Usted dijo...

—Ya me tienes, boy.

Y no hubo más quejas. Desde ese punto Kusanagi pudo cobrar la venganza maquinada minutos atrás. Después de todo, aceptó la derrota de esta batalla ¿no? Un poco de recompensa por ello era lo justo.


Esto lo tenía listo hace siglos, lo subí en un impulso de idiotez.