Bienvenidos y gracias a todos los que han decidido pasarse a leer~
Primero que nada, quiero decir que no soy una escritora de fanfics, soy roleplayer. He dejado de escribir fanfics hace mucho (al menos cinco años) así que regresar es un poco duro para mí, un poco incómodo, quizás. Para que me tengan paciencia, nada más.
Espero que aún así lo disfruten.
Aclaración respecto al contenido:
NO planeo que la historia termine así (para que no me maten, vale). Es probable que sea un two-shot o algo así, breve, pero iré viendo como me acomodo.
Disclaimer: Los personajes no son de mi propiedad. Todas las hurras a Furudate.
Ahora sí.
Para Janet, feliz cumpleaños.
I love you (even though I don't like you right now)
I love you
Even though I don't like you right now
(...)
We got
Really high highs
Really low lows
But I still love you
Even though I don't like you right now.
Cuando las demás personas piensan en Oikawa Tooru, piensan en alguien guapo, inteligente, bueno en el volley, con una personalidad un poco de mierda pero con un don para comunicarse que hace que la misma pase desapercibida.
—Hey.
—¿Hm?
—Estás actuando como si estuvieras molesto, ¿ha pasado algo?
Así es como los demás ven a Oikawa Tooru. Esconde lo peor de sí mismo bajo una capa de buenos modos, usando una máscara inocente y luciendo angelical para que el resto de las personas no vea sus oscuros, para que nadie se dé cuenta de que en realidad, el verdadero Oikawa Tooru está lleno de defectos e inseguridades, es un cúmulo de errores y malas decisiones.
—¿Ha~h? No ha pasado nada, Iwa-chan, nada de nada. Así que no te preocupes por eso.
—Bien, vamos a suponer por un momento que me estás diciendo la verdad o que yo soy un imbécil y me creo lo que estás diciendo. Debes mirar por dónde vas o te vas a hacer daño.
—Todo está bien, Iwa-chan. Sé lo que ha... —le dijo, mas se interrumpió a media oración cuando se llevó por delante un poste de alumbrado público. Oikawa se giró a ver a su mejor amigo con los ojos llorosos y la nariz sangrando.
—Te lo dije, subnormal —respondió Iwaizumi, dejando escapar el aire que retenía en sus pulmones en un suspiro de puro cansancio —. ¡Inclina la cabeza, burro, te estás ensuciando la camiseta!
En pocas palabras, Oikawa Tooru es ligeramente diferente a la impresión que las demás personas poseen de él, pues dejando de lado sus habilidades, es en realidad como un niño pequeño.
—¡Me duele la cara, Iwa-chan!
—Espera... justo así —pronunció el ace del Seijoh, intentando parar la hemorragia con ayuda de un pañuelo de papel que sacó de su bolsa.
—¡Auch, auch, auchauchauch, Iwa-chan! ¡Me haces daño!
Caprichoso, inmaduro, con un leve aire de fragilidad.
—Pues jódete, idiota. Ahora sí que vas prestar atención al camino.
Haciendo morros, Oikawa se encogió suavemente en el lugar.
—Estás como salido de la época de las cavernas, Iwa-chan.
—Te lo estás buscando, capullo.
Oikawa posó la mirada a un lado al oír aquello, acentuando aún más el pequeño puchero en sus labios.
—No es mi culpa —pronunció por lo bajo, como excusándose —. Ese poste salió de la nada, claramente, o lo hubiera visto.
Y perfecto.
A pesar de todo, Oikawa Tooru es perfecto y a decir verdad, todos sus movimientos me ponen ansioso.
—Los postes no salen de la nada, cacho subnormal —masculló Iwaizumi, y suspiró una vez más antes de revisar el pañuelo intentando no parecer demasiado preocupado. Había parado de sangrar. Bien, mejor, ahora sí que le podía dedicar sin culpa una mueca de profunda desaprobación —. Te vas a dejar la cara como un cuadro...
Los ojos de Oikawa se posaron expectantes sobre los suyos, con esa expresión de cachorro que usaba cuando buscaba que le quisieran, que él le quisiera.
—¿Vamos a comer algo juntos, Iwa-chan? Por favor...
Iwaizumi sabía lo que se venía, y sabía además que a pesar de haber pasado toda una vida juntos, nunca había aprendido a hacerle frente.
—Tengo cosas que hacer, Oikawa. Tarea, estudiar, dar una mano en casa, no puedo...
—Por favor, me duele —lo interrumpió Oikawa. Hajime pasó saliva duro, las mejillas algo rosadas —... por favor.
A veces sospecho que Oikawa lo sabe.
—¿Iwa-chan?
Que siento algo por él.
—¿¡Qué con esa cara tan linda, Iwa-chan!? ¿La puedes hacer de nuevo? Por favor, por favor, por favo~r.
Siempre usa las debilidades y los huecos que crea en las demás personas a su favor. Es sólo que... en todo lo que implica "gustar" hay amor, lujuria y afecto. ¿Cuántos de todos esos sentimientos en verdad poseo?
—¿Hah?
Iwaizumi lo miró un momento, inexpresivo, posando después una mano encima de su cabeza sin decir nada. Empezó con un suave mimo. Le jaló los cabellos de repente.
—¿Iwa-? ¡Ay, ay, ayayay, duele, Iwa-chan, me dejarás calvo!
Honestamente no creo que se haya dado cuenta todavía.
—¿Es verdad que rompiste con tu novia? —preguntó el moreno de repente, comenzando después a caminar para adelantarse un poco. Podía a llevar a Oikawa a un restaurante familiar, barato, de esos que los estudiantes se pueden permitir sólo con la mesada. Un favor, nada especial.
—¿Hah? Iwa-chan, siempre eres tan poco delicado para decir las cosas...
—Entonces sí rompiste con ella.
Te lo tienes bien merecido.
—¿Y sabes lo que dijo Iwa-chan?
Iwa-chan.
Iwa-chan, Iwa-chan, Iwa-chan.
Nunca me había parado a pensar en lo bien que suena.
Iwa-chan.
Me gusta su nombre, me gusta mucho su nombre.
—"Rompiste con ella porque no sabes ni puedes mantener una relación". ¿Te lo puedes creer? ¿Yo, incapaz de mantener una relación? Tonterías.
—¿Así que peleaste con Iwa-chan por eso?
Oikawa, que se hallaba acostado en la cama de su ex novia, se impulsó suavemente hacia adelante hasta quedar sentado en el colchón.
—¡Hey! ¡Yo soy el único que le puede decir Iwa-chan a Iwa-chan!
—Aquí vamos de nuevo —pronunció con algo de gracia, peinando sus largos cabellos color café con ayuda de sus dedos. Se quedó en silencio, como si precisara de un momento para procesar las banales quejas de su ex pareja, y retomó el habla un par de segundos después —. ¿Te digo algo, Tooru? Realmente eres una mala persona.
—¿Qué quieres decir con eso? —le preguntó en voz baja, ligeramente alarmado, como si aquel simple dicho hubiese golpeado un punto sensible en algún lugar de su pecho.
—Para empezar, conoces a Iwaizumi. Ya sabes cómo es, conoces sus reacciones, sus gustos, sabes lo que piensa —. Explicó, la mirada posada en las uñas de sus pies que se hallaban prolijamente pintadas de un lindo color rosado —. Aún así, estás constantemente haciendo cosas que sabes más que bien que molestan a Iwaizumi. Como si quisieras desesperadamente su atención.
—¿Hah? ¿Entonces así es como se ve? —preguntó Oikawa intentando hacerse el desentendido, intentando simular que toda esa parrafada no hace que le escuezan un poco los ojos.
—Pienso que así es como es —masculló y se giró a mirar a Oikawa a los ojos, seria —. ¿Recuerdas por qué terminamos, Tooru?
—Uhm... sí, dijiste que nunca podíamos estar juntos.
—¿Y eso es mentira?
—Pues no. Te descuidé mucho, siempre tenía compromisos y... bueno, eso.
—¿Compromisos con quién?
—Con Iwa-chan, con el club, con...
—Con Iwaizumi —lo interrumpió —. Entonces terminamos porque pones a Iwaizumi por encima de todos, porque lo ponías incluso por encima de mí cuando teníamos una relación.
—Yo... supongo que sí.
—¿Y vienes a hablar de eso conmigo? ¿En serio?
Oikawa se quedó en silencio hasta que lo comprendió. Comprendió de qué hablaba, comprendió que desahogar con su ex novia sus problemas con Iwa-chan era despiadado; denotaba indeferencia, desinterés, desamor. Y sabía que le debía como mínimo un poco de consideración, como compensación, como disculpa, pero ahí estaba, arruinándolo de nuevo.
—Joder... dios, joder.
Posó sus manos en su cara. Negó suavemente con su cabeza. Se dejó caer de nuevo a la cama.
—Dios, dios, dios, lo siento. Lo siento, lo siento de verdad, no debería haber venido...
—¿Ves de qué hablo? Deberías dejar de buscar en los demás algo que sabes sólo Iwaizumi te puede dar.
—Lo sé, lo sé, pero no puedo —respondió Oikawa, dejando reposar ahora sus manos encima de su abdomen —. No puedo porque Iwa-chan nunca me verá de ese modo. Yo... nunca seré para Iwa-chan lo que Iwa-chan es para mí.
Cuando le dije eso, mi ex novia fingió molestarse llamándome 'idiota' y me pidió que no regresara.
Entonces la vi. La mueca de compasión jalando una de sus comisuras hacia abajo. Fue un instánte, un segundo.
Qué amable...
Siempre pensé que era demasiado buena. Demasiado buena para mí, demasiado buena para lo que le hice.
Y no era capaz de amarla, pero realmente lo intenté.
—Oikawa.
—¿Ha~h? ¿Acaso es una voz eso que escucho?
—Capullo, no empieces a hacer el imbécil. Más, porque llevas al menos dos putos días haciendo el imbécil.
Iwaizumi sabía que tenía la paciencia contada. A cuentagotas. Su mejor amigo llevaba TODO el día ignorándolo descaradamente, pasándole los recados del club usando a Hanamaki, escudándose con Matsukawa para no tener que hablar o bien, estar con él. Jodido capullo, Oikawa de los huevos. Tenía cojones.
—Escucho algo pero no veo nada, qué raro. Es como si el dueño de esa voz fea fuese... ¿cuánto? ¿cinco centímetros más bajo?
Ahora sí. Ahora sí las tenían. Le iba a dejar la cara como un rompecabezas. Jurado. No lo iba a reconocer ni su madre.
Inspiró hondo una, dos, hasta cinco veces antes de agarrar a su mejor amigo por el cuello de la camisa.
—Vamos a ir a casa. Juntos. Y vas a dejar esas contestaciones de mierda porque juro que te voy a abollar la cara a golpes —le dijo, mas liberó a su mejor amigo a los segundos al no obtener una buena reacción a su amenaza.
Raro. Oikawa está raro. Muy raro. ¿Desde cuándo?
—¿Siempre eres así, Iwa-chan? ¿Siempre arreglas todo con violencia? —le preguntó el castaño con un suave, pequeño puchero engreído adornando sus labios. Guardó sus zapatos en la taquilla que le correspondía.
—¿Me estás tomando el pelo, Oikawa? —le preguntó Hajime, casi chirriando los dientes.
—Para nada, Iwa-chan —respondió el menor con jocosidad, sacando ahora un calzado de calle. Se los puso con cuidado, cerró después el casillero con llave —. En verdad pienso que te deberías buscar un hobby para liberar tensión. O algo. Es una opinión.
Iwaizumi chasqueó la lengua visiblemente molesto, pero no respondió. Simplemente se sacó los zapatos para andar por la escuela, los arrojó a su armario, sacó los que tenía para andar por la calle, se los puso y cerró con llave luego de dar un golpe. Señaló la salida con la cabeza.
—Camina. Ya me has colmado los huevos, es obvio que los dos tenemos que hablar.
—¿Qué? —Oikawa refunfuñó como un niño y salió a paso ligero. Iwaizumi le siguió de cerca —. No quiero hablar, Iwa-chan. Estoy bien.
—Por supuesto que sí —masculló Iwaizumi con las manos en los bolsillos —. Ya basta de intentar verme la cara de imbécil, Oikawa. ¿Qué es? ¿Es porque dije que eras incapaz de mantener una relación? ¿Es eso?
—No, Iwa-chan, no es...
—Lo siento, ¿bien? —interrumpió Hajime, levantando las manos por encima de su cabeza, exasperado —. Ya sabes que no hablaba en serio, nos conocemos desde siempre. No puedes pe...
—¡Es verdad! —Oikawa acalló a Iwaizumi al levantar la voz. Tenía los puños presionados a los lados —. Es verdad, no puedo mantener una relación. Pero tú seguro que sí puedes.
—¿Yo? No estamos hablando de mí...
—YO SÍ —respondió, intentando mantenerse calmado —. Yo sí. Iwa-chan seguro haría muy feliz a una de esas niñas. Le dedicarías muchas horas, la besarías bajo la blusa...
Oikawa se conocía lo bastante como para saber que estaba a punto de irse de boca, de hablar de más. Y se iba a arrepentir, mucho, eso también lo sabía. Tengo que parar. Tengo que parar AHORA. YA.
—¿¡De qué demonios me estás hablando!? —preguntó Iwaizumi, descolocado —. Ya está, se te acaba de ir completamente la olla.
Tarde.
—Le acariciarías por la línea del escote, tendrías sexo con ella, acabarías dejándome tirado por correr a sus brazos...
—¿¡Te estás escuchando, imbécil!? ¡Yo no tengo una novia!
—¡Sé bien lo que digo! —respondió Oikawa con las mejillas coloradas de enojo, de vergüenza. Los ojos llenos de miedo —. Me lo reprochas porque sabes, ¿no? Lo de las relaciones. Lo haces porque lo aplicas. Lo sé.
—¡Ni siquiera me gusta una de... esas chicas de las que hablas! —le dijo Hajime, levantando las manos justo por debajo de su cara, como desquiciado.
No podía estar pasando. Oikawa NO podía estar haciéndole una escena de esas a ÉL. A su puto mejor amigo. Tenía que haber algo mal, una cámara escondida o alguna gilipollez de esas.
—¿En serio? —preguntó Tooru. Puro veneno —. Entonces quién era esa chica. La del pasillo.
—La del pasi...
Ah.
—Hablaban como si se conocieran desde siempre. Se reían juntitos. Te dejó un roce con los dedos desde el codo hasta el hombro. ¿Y bien? ¿Quién es?
AH.
Hajime lo recordaba. Vagamente, al decir verdad, pero lo recordaba. La "chica" de la que Oikawa hablaba era Okakura Nakayama, una chica bastante agradable que se había acercado a él durante el receso a pedir sus apuntes de química e informar, de paso, que no se perdería el próximo juego del equipo.
En pocas palabras, eran compañeros de clase, nada más. La escena que le estaba montando en ese momento su mejor amigo teniendo en cuenta eso era de proporciones bíblicas.
—¡Somos compañeros de clase, Oikawa, compañeros, nada más!
—Seguro, por eso dejabas que te tocara, ¿no, Iwa-chan?
—¡Estás exagerando un roce de mierda, para ya!
—¿¡Por qué ella y no yo!?
Cómo.
—¿Qué?
Por qué.
—¿Qué dijiste?
—Dije —Oikawa comenzó a respirar pesado, jadeaba de la ansiedad, del pánico que comenzaba a comérselo desde adentro —... por qué ella y no...
Qué acabo de hacer, qué carajos acabo de hacer.
—Oikawa... —Iwaizumi avanzó un paso en su dirección.
—¡No!
—¡Oikawa! —lo llamó de nuevo, intentando ahora sujetar su muñeca.
—¡No me toques!
Hajime enmudeció de repente, sorprendido ante el chillido desgarrador que escapó de labios de su mejor amigo.
—Calma, Tooru, no...
No quiero que me odie, no quiero que Iwa-chan me odie. Pero tampoco puedo decir que estaba bromeando, no va a creerme.
—Tú... Iwa-chan...
—¿Te gusto? —preguntó. Los ojos de Oikawa parecían querer salirse de sus cuencas.
Tiempo fuera.
—Es lo único que se me ocurre. ¿Te gusto, es eso? —preguntó nuevamente, pausando un poco las palabras. Oikawa posó el dorso de su mano encima de sus labios con las mejillas rojas.
¿Qué acaba de...?
—¿Es eso? ¿Me quieres?
Hajime se inclinó en su dirección un poco, poniéndose apenas en puntas de pie para alcanzar la palma de su mano con sus labios.
—Porque también te quiero. Te quiero muchísimo...
Tooru se agarró el pecho con su mano libre visiblemente confundido, sin saber qué decir o cómo reaccionar.
Pero entonces Iwaizumi habló de nuevo.
—Aunque creo que... ahora mismo no me gustas.
Y lo siguiente que escuchó, fue el eco de su corazón haciéndose añicos.
