Todo comienzo parte de un final, mi final fue éste:

-¿Estás seguro? – dijo Ron Había un ligero rastro de anhelo en su voz mientras miraba la Varita de Saúco.

-Creo que Harry tiene razón, - dijo Hermione tranquilamente.

-Esta varita da más problemas de los que vale – dijo Harry -. Para ser honestos, - se alejó de los retratos, pensando ahora en solo en la cama de cuatro postes que le esperaba en la Torre de Gryffindor, y preguntándose si Kreacher podría llevarle un sándwich allí -, ya he tenido suficientes problemas para toda una vida.


Capítulo 1: La Reconstrucción de Hogwarts

Una figura imponente atravesaba las puertas del ascensor acompañada de una mujer bajita con unos apuntes bajo el brazo. La figura apretó un botón y el ascensor cerró sus puertas.

-¿Está seguro de que cumpliremos el plazo, señor Ministro? – dijo la mujer.

-Hogwarts es nuestra máxima prioridad, Dianne – comentó Kingsley.

Una voz sonó tras detenerse el ascensor: "Sexto piso: Departamento de Transportes Mágicos".

Ambos atravesaron el umbral dirigiéndose por un estrecho pasillo. Kingsley y su secretaria llegaron a una puerta que rezaba "Oficina de Trasladores". Kingsley llamó a la puerta y se escuchó al otro lado:

-Adelante.

-Buenos días Martins – saludó Kingsley tras entrar.

-Buenos días Señor Ministro – respondió éste, y dirigiéndose a Dianne – Señorita Runppeway.

-Señor Pokrov.

-¿Ya está listo mi traslador? – Preguntó Kingsley.

-Desde luego, se accionará en dos minutos.

-Bien.

-Disculpe Señor Ministro, permíteme sugerirle que actualmente disponemos de medios mejores para el transporte… - dijo Martins balbuceante.

-Necesito fluidez, Martins-atajó el Ministro-. La red flú es insegura en estos momentos y viajar mediante escobas resulta demasiado lento para las necesidades actuales.

-Pero Cathan comentó…

-El señor Ronwert no se da cuenta de que su departamento no opera con el personal adecuado para asegurar la red flú, confío en que usted sea consciente de ello.

-Si, señor.-dijo finalmente vencido Martins.

-Bien. Mi regreso será al anochecer, tenga preparado el traslador de retorno.

-Como usted diga, Señor Ministro.

Ambos se apretaron afablemente la mano y unos segundos más tarde, Kingsley junto con Dianne desaparecían del despacho de Martins.

En un lugar alejado del Ministerio de Magia, descansaba sobre una butaca situada detrás de una amplia mesa una mujer de avanzada edad. Por su rostro, se podía aventurar que llevaba unas semanas bastante ajetreadas. Tras suspirar, un ruido sonó en la puerta.

-Pase – dijo la mujer.

-Buenos días Minerva – la saludó el Ministro.

-Tan puntual como siempre, Kingsley – dijo McGonagall tras ver pasar a su despacho el Ministro de Magia.

-¿Hay nuevas noticias del chico? – Preguntó Dianne al pasar.

-Buenos días a usted también, señorita Runppeway.

-Si, hola profesora McGonagall – dijo la aludida sin quitarle el ojo de encima al Ministro.

-El señor Potter sigue en la Madriguera, descansando junto con la familia Weasley – dijo Kingsley y agregó preocupado - supongo que todas las protecciones que se han colocado allí funcionarán a la perfección.

-Todos los profesores han colaborado tras lo ocurrido, no creo que debamos inquietarnos sobre la seguridad del chico. – comentó McGonagall.

-Bien. ¿Lo sabe aún?

-Aún no es momento para que lo asimile, Kingsley.

-Pero Señor Ministro – comenta Dianne – no sabe el peligro que corre.

-Aún no sabemos a qué nos podemos enfrentar, pero está claro que todo esfuerzo que el chico ha realizado durante el año pasado no ha sido en vano. De todas formas a su debido tiempo le contaremos lo ocurrido, si ya no se enteró por otros medios – insistió McGonagall.

-Bien – dijo Kingsley – Por ahora dejémoslo como está. Hoy he venido a revisar la situación de la reconstrucción del castillo, Hogwarts deberá estar operativo para el inicio del nuevo curso.

-Sin problema, Kingsley, proceda.

-Buenos días Minerva.

-Buenos días profesora McGonagall – agregó Dianne – y espero que se cuide.

-Se lo agradezco señorita Runppeway, lo necesito.

El Ministro y Dianne salieron del despacho con paso acelerado y tras cerrar la puerta McGonagall se puso de pié y girándose, comentó:

-Espero que esto lo hayas planificado también Albus, no creo que el chico pueda volver a lograrlo sólo. Aún cumple dieciocho años la semana que viene.

El retrato del profesor Dumbledore la miró fijamente y dijo:

-Lo se, y aunque no había barajado la posibilidad, ahora tiene muchos más aliados que antes, Minerva.

-Ahora hasta Slytherin está de su lado – dijo Phineas desde otro retrato.

-Espero que sea suficiente – dijo McGonagall esperanzada.

-Yo también. Confío en el chico – le respondió Dumbledore.