HOLA SUBIRE ESTA HISTORIA ADAPTADA, LA AUTORA ES MIA MASEN, CREDITOS A ELLA. YO SOLO LA ADAPTARE CON LOS INTENGRANTES DE LA BANDA DE ONE DIRECTION. (NIALL HORAN )
Advertencia: Es una historia rated M, escenas y vocabulario en probablemente todos los capítulos no apto para menores de 18 años, si no te gusta, abstenerse de leer
NPOV
Gotas de agua helada cubrieron toda mi cuerpo una vez que abrí la llave. Sonreí agradecido por la sensación de frescura que sentía después de una jornada de trabajo agotadora. Me acostumbré a la temperatura del agua y tomé el frasco de shampoo que Maura me había regalado la semana pasado, lo vertí cuidadosamente sobre mi cabello. Aún con 26 años mi madre lograba controlar demasiados aspectos en mi vida. La limpieza, mi trabajo, la decoración de mi casa y el departamento, mi vida sentimental y muchos otras cosas más. Yo se lo había dicho en mas de una ocación, ella sería la mujer que más amaría en toda mi vida. Perdido en mis recuerdos, no me percaté que gotas de aquel shampoo se deslizaron por mis pestañas, llegando a mis ojos y provocándome un ardor que definitivamente lograría que olvidara la grata sensación de estar en casa después de tanto trabajo.
— ¡Mierda! — grité con fuerza, aprovechando que nadie podía escucharme.
Intuitivamente llevé mi puño derecho al ojo lastimado, cerrándolo con fuerza y mordiéndome el labio. Cuando recordé que el labio se me pondría rojo, abrí con fuerza el ojo y dejé que el agua de la ducha curara la infección.
— Carajo. Carajo. Carajo. Carajo. — terminé de maldecir cuando el dolor disminuyó notablemente. Continué con mucho cuidado con el acondicionador, y me apresuré en salir para poder afeitarme. Si iba a ligar esta noche, necesitaba sentirme fresco.
Cuando terminé de afeitarme, salí del baño con una toalla puesta en la cintura y otra en la mano para secarme rápidamente el cabello. Tomé mi celular para revisar si estaba atrasado o no con la hora.
"21:44"
"3 mensajes de Holly Scally"
"4 llamadas perdidas de Holly Scally"
¡HOLLY! Había tratado de localizarme. Y sí, estaba muy atrasado.
Antes de vestirme, llamé a holly desde mi teléfono fijo. Si no la dejaba tranquila ahora, iba a molestarme en toda la noche.
Marqué el número y esperé a que atendiera. Noté con curiosidad que sabía su número de memoria. A los 2 pitidos, atendió.
— Niall — más que una pregunta, se sintió como una afirmación.
— Hola Bebé — sonreí como tonto cuando escuché su voz.
— ¿Por qué no me atendiste las llamadas? Ni siquiera contestaste mis mensajes — me preguntó con voz demandante. Lo sabía, iba a hacerme el mismo espectáculo de siempre.
— Acabo de leerlos y...
— ¿Acabas? ¿Qué estabas haciendo? — ahora si sonaba como una acusación. Holly era la mujer más atractiva e insegura que conocía. En realidad, su inseguridad inclinaba más a la paranoia.
— Mi amor, me estaba bañando. Llegué a las 9 del consultorio — traté de tranquilizarla suavizando mi voz, sabía que eso funcionaría con ella.
— Oh — contestó sorprendida — De acuerdo..
Reí sonriendo — Tontita, siempre te pones paranoica...
Y no debí usar esa palabra...
— ¿PARANOICA? ¡Cuidar de mi futuro esposo NO es ser paranoica, Niall! — aulló cambiando rotundamente el tono en su voz. Era increíble como pasaba de estar tranquila a enojada — Te conozco bien, y sé que estás rodeadas de muchas perras que están esperando a que de un paso en falso para ocupar mi lugar.
— ¡No seas exagerada! — reí con ganas.
— ¡Sabes que tengo razón! ¿Qué me dices de Jessica? Todo el día pegada a tí, mandándote mensajes y pidiendo que la lleves a casa.
— Holly, Jessica es mi recepcionista. Está pegada a mí porque le pago para que me mantenga informado con mi trabajo pendiente, además vive a unas cuadras del monoambiente, no me molesta llevarla porque sabes que esta zona de noche es muy peligrosa. — traté de contestar con seriedad, su paranoia empezaba a molestarme. Aunque era cierto, Jessica trataba de ligar un par de veces conmigo mediante indirectas muy poco sutiles. Pero para mi sorpresa seguía siendo profesional conmigo, y no podía despedirla sabiendo que era sobrina del mejor amigo de mi padre.
— ¿Qué me dices de Zafrina? — acusó inmediatamente. Sabía que no me saldría de ésta fácil.
— Ya rechacé a Zafrina. ¿Qué más quieres que haga? Yo no puedo despedir a mis colegas, Holly. De eso se encarga Bobby — contesté tratando de tranquilizarme. Me molestaba que sacara el tema de Zafrina prácticamente todos los días. Había tenido sexo con ella antes, pero mucho antes de conocer a Holly, y por supuesto, había terminado con ella antes de saber que volvería a trabajar con ella. Seguía interesada, pero solo porque se negaba a aceptar que yo había cortado con ella.
— Mmm..., hablaré con él entonces — lo sabía, sabía que esto empeoraría más y más.
— Deja de hacerte problemas por otras chicas, Holly. La única que logra ponerme más duro que una roca eres tú, y siempre lo serás.
Sentí cómo suspiraba a través del teléfono. El huracán parecía haberse disipado. Por el momento.
— Perdóname, en verdad. Quiero olvidar a todas esas chicas molestas. Es que me molesta estar lejos de ti, Niall. Te necesito, y mucho — susurró las palabras dulcemente, pero noté un dejo de doble sentido en sus últimas palabras. Sonreí maliciosamente.
— No te das una idea de cuánto te deseo yo, en mi cama, ahora — le contesté con voz ronca, tan solo recordar las noches que compartí con Holly durante éstos dos últimos años, lograba excitarme.
— ¡Niall, eres un travieso! — rió seductoramente. Esa risa lograba embobarme — Has dicho que te bañabas. ¿Sales a algún lado?
— Sí, voy a tomar un par de cervezas con Harry y Greg.
— ¿Sólo cervezas, verdad? — Preguntó pero lo sentí más como una advertencia — Sabes que no confío demasiado en Harry un viernes a la noche...
— Sí — me mordí el labio cruzando los dedos — Sólo cervezas.
— De acuerdo, me quedo tranquila entonces — contestó con bastante seguridad. Me había creído.
— Sí, te llamaré más tarde, Holly. Se supone que debo cambiarme, todavía estoy mojado y con toalla — reí dirigiéndome al cajón de bóxers.
— Mmm... ¿Mojado y con toalla nada más? — y apareció esa voz, aquella seductora voz que lograba impresionarme.
— Así es, y ahora me he quitado la toalla, estoy completamente desnudo — tal como aclaré, me quité la toalla y la dejé en el suelo, quedando completamente desnudo.
— Mmmm — suspiró, y juraría sentir que mordía sus labios — Te haría tantas cosas si te encontrara así, en mi cama...
Y había empezado su juego. Aquella tortura que me provocaba la expectación de sus palabras y la frustración de sus hechos. Comencé a jugar lentamente con la puta de mi miembro semi erecto.
— Mmmm.. Holly — suspiré.
— Niall, ¿te has estado masturbando? — preguntó con mucha curiosidad.
— Mmm... algo — mentí crudamente. A menos que "algo" implique más de 10 veces a la semana.
Holy rió a través del teléfono — Eres un tierno. Prefiero que lo hagas pensando en mí o aunque sea unas revistas, no hay problema. Con tal de que no estés con otra mujer...
Otra vez manipulaba las conversaciones en esa zona. A veces sentía que lo hacía a propósito, sólo para que le recordara que yo estaba muerto por ella. Traté de cambiarle el tema.
— Sólo tengo ojos para ti, cielo — contesté con voz ronca.
— No te preocupes, si quieres puedo darte una "mano" ahora mismo — susurró con voz lasciva. Fue lo suficiente para destruir mi autocontrol. Iba a llegar tarde, pero no me iría hasta acabar.
— No sabes "cuánta" falta me haría esa mano tuya — reí nervioso. Por alguna extraña razón, Holly lograba ponerme nervioso, muy ansioso, pero nervioso. Su voz y su personalidad lograban manipularme de formas inexplicables.
— Mmmm.. Tienes suerte que yo ya esté mojada. Facilitará las cosas — su voz sonaba ronca también. La conocía, se estaba tocando ahora mismo. Y eso, me encendía muchísimo.
Comencé a mover la palma de mi mano con mayor rapidez. Saber que ella estaba igual de necesitada que yo, e imaginármela introduciéndose dos dedos por esa estrecha cavidad que lograba volverme loco, era suficiente para imaginarla conmigo en mi cama.
No lograba contener mis gemidos, y ella se dio cuenta, al gemir también.
Y de pronto, dejé de sentir su voz. Pensé que estaría acomodándose en algún sitio para masturbarse mejor, pero me sorprendió la tranquilidad de su voz cuando me dijo:
— ¡Ah! Lo siento Niall , he quedado también con unas compañeras de trabajo y han llegado. Mas tarde hablaremos, ¿si? Ah, y no termines sin mi. Es una orden de tu futura esposa.
Y colgó. Ni siquiera pude despedirme de ella, y yo estaba con una tremenda erección a pocas sacudidas de correrme, frustrado, y cabreado.
No era la primera vez que Holly hacia esto. Llamarme con alguna excusa (en su mayoría para reclamarme que me olvido de ella, que le soy infiel, y cosas de ese estilo) para luego tratar un poco de sexo telefónico, que en ocasiones terminaría en la nada, como en esta oportunidad. Conocía tanto a Holly que sabia que, la idea de dejarme completamente excitado le generaba bastante ego y diversión, aunque eso significara un terrible caso de bolas azules al estúpido de su prometido.
Si, así es. Estaba comprometido hacia ya seis meses con Holly Scally. La conocí cuando tenia 10 años, nuestros padres son amigos de infancia. Ella y sus hermanos pasaban la mayor parte de las vacaciones de verano con nuestra familia. En ese entonces, nunca me había fijado en ella de esa manera. Su familia se había mudado a Alaska cuando ella habia ingresado a la secundaria, estuvimos separados un par de años. Hasta que volví a verla en la cena que mi familia había preparado para celebrar mi finalización de estudios universitarios. Jamás me había percatado de lo exquisita, fina y encantadora que era mi amiga de infancia. Al comienzo solo había sido una relación basada en sexo. Cuando me di cuenta que estaba a gusto teniendo sexo solo con ella y no con otra mujer, supuse que había caído en sus brazos, enamorándome de ella. Luego de dos años juntos, le propuse casamiento. Algo que para mi sorpresa, nuestras familias esperaban ansiosas hace un buen tiempo.
Nuestra boda se concretaría cuando Holly volviera de su viaje. Ella se encontraba en Chicago, realizando una maestría en periodismo con su era reconocida como una periodista joven, sensual, elegante e independiente. Todos me recordaban lo afortunado que era al estar con ella, pero para mi era la cosa mas simple del mundo. Ella era mi amiga y mi novia, nada más. Jamás la había visto como una periodista exitosa.
Por supuesto, una mujer tan bella y exitosa, no podía librarse de muchos defectos. Ella era demasiado paranoica. Aunque muchas chicas en mi trabajo se interesaban en mi, jamás había pensado la idea de engañar a Holly. Por eso supe que ella era a indicada para mi. Mi padre la amaba y cuidaba como si fuera una hija mas en la familia, mi hermana Daniella no se separaba nunca de ella, parecían mejores amigas. Mi hermano Greg y mi madre parecían no estar convencidos del todo; decían que ella era demasiado autoritaria y opacaba mi personalidad en vez de complementarla, pero siempre mi madre siempre me reconfortaba con aquella frase: "Si ella te hace feliz, yo soy feliz"
Terminé de secarme, y me puse unos pantalones negros, camisa blanca y un saco negro. Me eché un poco de perfume, y me despeiné el cabello. Llevé mis llaves, mi billetera, mi celular y mis cigarrillos en el bolsillo de mi saco. Salí del departamento cerrando la puerta con llave descubrí que mis amigos me estaban esperando en el Mercedes negro estacionado en frente.
Cuando me vieron, tocaron la bocina 3 veces seguidas, como alentándome a que me apresurara.
— ¡Vamos niña no tenemos todo el día, esas zorras nos esperan! — aúllo Harry apresurándome con la mano, una vez que entre al asiento copiloto.
— Niall atrasado, ¡Quien lo diría! — río Greg en la parte trasera, no me moleste en saludarlos, ya que los había visto esta mañana.
— Lo sé, un poco de intriga — bromee guiñándole el ojo.
— ¡Intriga una mierda! Si nos atrasamos mas, Louis nos terminara haciendo pagar las entradas. Y ese dinero no saldrá precisamente de nuestros bolsillos, Horan — dijo Harry con tono apresurado, y preocupado.
— ¿Por que te atrasaste, Niall? — pregunto Greg mas calmado, ahora en serio.
Suspire — Holly me retuvo.
Sabia que el nombre de mi prometida no les causaba ninguna gracia ni alegría, pero por respeto se quedaron callados, cada uno absorto en su propia opinión al respecto.
Había un hecho muy importante que todavía lograba incomodarme, y es que Holly no se llevaba muy bien con muchos de mis mejores amigos. Ella, decía que eran excelentes amigos de parranda, perfectos para un soltero sin preocupaciones. Cosa que yo ya no era. Y ellos, creían al igual que mi madre presentía, opacaba mucho mi personalidad con aquellas restricciones. Pero mi papa decía que era lo mejor para mi, una chica que logre calmarme, controlarme y estabilizarme, que era mi polo opuesto, una mujer organizada y a la vez seductora, una en un millón según el, por eso no debía dudar en casarme con ella.
— ¿Volvió de viaje? — pregunto Greg tratando de parecer desinteresado.
— No, me llamo por teléfono. Íbamos a tener un poco de sexo oral... — comente como quien no le interesa la cosa, pero capte la atención de mis dos amigos, que me miraban absortos.
— ¿Y? — preguntaron ambos con curiosidad.
— Nada — suspiré — Cuando íbamos a hacerlo, se despidió apresurada, tenía algo que hacer con unas amigas y me dejo una tremenda erección en los pantalones.
Harry soltó carcajadas como esperaba, le encantaban mis desgracias. Greg tampoco evito reírse, pero estaba siendo un poco más discreto que Harry.
— ¡Amigo, esa chica si que te tiene dominado! — rió Harry sin alejar su vista de la carretera.
— Eso si que te debe haber cabreado, la paciencia no es exactamente una de tus virtudes — comento Greg sin detener su risa.
— Te diría que dejes a esa chica, Niall. Desde que estas con ella, ya no salimos como en la universidad — concluyo Harry con un dejo de nostalgia en sus palabras.
— No voy a dejarla Harry, además no soy el único. Tu pareces muy contento con la chica sífilis — reí por lo bajo.
— ¿Sífilis? ¿Ángela es la chica sífilis? — pregunto Greg con curiosidad, asombro, y tratando de contener sus risas. Cosa que no logro cuando yo empecé a reírme.
— Creí que no se lo dirías a nadie, maldito. ¡No se puede confiar en los Horan! — dijo Harry con pesadez, algo cabreado.
— ¿Y que esperabas? ¡Leo los historiales médicos de mi padre todos los días, y lo sabes! — reí mientras Greg se reía aun mas fuerte — Ah, y por cierto, Maura quería llamarte para darte un pequeño consejo acerca de mujeres, la dejaste preocupada.
Ahora Harry también acompañaba a las risas, era demasiado gracioso ver a mi madre preocupada por las enfermedades venéreas de mis amigos, ella era como una madre más para nosotros.
— Yo tampoco creo que deberías estar con Holly, Nialler — dijo Greg ahora con un poco mas de seriedad — Te controla demasiado, digo.. Una buena novia ayuda a su novio en ese tipo de situaciones, no los deja calentando. Además, no le caemos bien.
— Si, eso — acordó Harry con rapidez. Supuse que estaba esperando a que Greg se animara a decírmelo — Holly no quiere a Papa Gato.
Me reí con ganas, Harry todavía utilizaba el apodo que se había ganado en la Universidad.
— No es que no les caiga bien... en fin, no es necesario que se lleven bien, mi novia es mi novia, mis amigos son mis amigos, son cosas absolutamente separadas. Lo que yo haga con ella es de nosotros dos...
El auto se silencio. Note que Harry no estaba de acuerdo con mis palabras y como Greg evaluaba mis palabras para darle el visto bueno o protestar nuevamente.
— ... Y por supuesto, lo que hago con mis amigos, queda en mis amigos — termine mi frase, y ambos exclamaron un 'si' con ganas, celebrando la razón de la salida de esta noche.
— ¡Así se habla, hermano! — bramo Greg emocionado, golpeándome el hombro.
— ¡A buscar mujeres! — exclamo Harry riéndose con ganas.
Le había mentido a Holly con respecto a la salida de esta noche. Si bien, íbamos a salir los 3 a un club nocturno para tratar de ligar un par de chicas, pero solo esta noche. Harry, Greg y yo manteníamos un lema muy claro: "No es engaño estar con una chica una sola noche". Seria un polvo de una sola noche, algo así como una buena masturbada. Y después volvería a mi vida normal, y ella a la suya. Sin compromisos. Después de todo, mi corazón quedaba intacto ya que solo tenía ojos para Holly. Es un lema que nunca nos había traído problemas, además nos parecía coherente ya que el hombre tiene sus propias necesidades físicas. No es que estuviese con Holly y saldría a buscar mujeres. Ella no estaba, y necesitaba liberarme de toda esta frustración sexual. Además estas chicas, solo serian chicas de una noche, ni que fuera a enamorarme. Si me enamoraba —cosa que no sucedería— podría considerarse engaño y aceptaría que he sido infiel. Pero yo no podía enamorarme de nadie mas que no sea Holly.
— Muy bien señores, celulares apagados. No quiero interrupciones ni de novias, familiares, trabajo, NADA — aclaro Harry una vez que estaciono el auto en el estacionamiento del club nocturno. Desde afuera se escuchaba la estrepitosa música electrónica de adentro. Genial.
— Ni de chicas sífilis — agregue yo en voz baja, lo suficiente como para que se escuchara. Greg rió silenciosamente y Harry me golpeo de nuevo el hombro. Esta vez me dolió.
— Al menos yo tengo sexo, tu no — rio Harry con mirada divertida, gire los ojos sarcásticamente, el siempre tan infantil.
— Oye, Harry, ¿y los condones? — Greg fue el primero en apagar su celular y guardarlo.
— Están en la cajuela, sácalos Nialler — me indico Harry mientras abría la cajuela. Habían muchos papeles y artículos de limpieza que, supuse, eran para el mercedes. Debajo de ellos, encontré un envoltorio color cobre.
Trate de leerlo en la oscuridad — Fecha de vencimiento: 21 de Junio del 2011..
El auto se silencio por un momento. La respuesta era clara, si hoy era 22 de Junio, esa cosa no iba a funcionar.
— Ni loco — Greg fue el primero en hablar, ignorando por completo el envoltorio.
— Yo menos — conteste dejando el condón sobre la cajuela.
— No vamos a desperdiciarlo — Harry estaba decidido en usarlo. Le miramos como si le hubiese salido un tercer ojo — ¡No voy a desperdiciar dinero, si esta ahí, alguien tiene que usarlo!
Harry y su estúpida obsesión de "Si lo compre, tengo que usarlo", "Si esta ahí, hay que aprovecharlo" con tal de no "perder" dinero. Miro a Greg, convencido de que aceptaría. Greg era el mas influenciable de nosotros cuando se trataba del "bien" del grupo.
— Eres un completo imbécil si crees que voy a usar eso — Sin embargo, Greg se aferraba mucho a sus ideas, por eso bastaba con una mirada seria para saber que no iba a cambiar de parecer.
— Te quedas con esto Niall — me señalo el condón con la mirada — De todas formas, no vas a llegar tan lejos — rio bromeando, lo fulmine con una mirada enfurecida.
— ¿De que hablas? ¡Claro que voy a utilizar unos cuantos, pero no voy a arriesgarme a usar ESE, No quiero un bastardo por ahí! — era increíble como Harry estaba convencido de que nunca mas iba a volver a acostarme con otras mujeres. Le tire el envoltorio encima — Úsalo tu, es tu auto, tu dinero y tu condón.
— Ni lo pienses. Yo siempre uso nuevos — dijo Harry. Estuvimos un rato en silencio, hasta que accedió — De acuerdo, lo tirare
— Vamos a comprar mas ahora — Greg trato de convencerlo amablemente.
— Estamos llegando tarde. Edward es la mariquita de la noche, se encargara de comprarlos ahora — Harry salió del mercedes, igual que Greg y yo. Utilizábamos la expresión "mariquita" cuando alguno de nosotros había actuado como un maricon. La ultima vez le había tocado a Harry cuando un travesti trato de invitarlo a bailar en una discoteca. Con razón me llamo así, quería quitarse de encima el apodo.
— Ustedes adelántense. Los pagare yo y los veré en la entrada — les dije cuando cerraba la puerta del mercedes. Asintieron, y fueron directo a la entrada del Club, mientras yo me iba a la dirección opuesta, donde me encontré con una pequeña tienda de compras. Entre rápidamente y fui directamente a la caja, donde pude ver que se ubicaba un gran variedad de tipos de condones.
— Buenas noches — salude a la chica que atendía, tenia la piel blanca y pecas en su rostro, el cabello largo atado en una cola, de color castaño rojizo. Se quedo un par de segundos mirándome, casi embobada. — ¿Hola?
— Si, perdón, hola — saludo sonrojada mientras reaccionaba. Cuando sonrió, note sus brackets. Debía ser una niña todavía.
— ¿Podrías darme nueve de esa marca? — pregunte señalando a la dirección donde se encontraban los condones, fingiendo completa seguridad. Odiaba comprar condones, y mas cuando necesitaba muchos. La chica se sorprendió y su rostro se puso colorado, no supo disimularlo. Ahora es cuando deseaba aclararle: Son para mis dos amigos y yo. Pero iba a quedar como un idiota. Note con vergüenza que la mujer al lado mío que cargaba a su bebe me miraba con vergüenza, ladeando la cabeza de un lado a otro.
Me gire a ver a su bebe, y le sonreí cuando este me vio. Al menos así supondría que me gustaba los bebes. Aunque era irónico comprando tanto condones. La chica me guardo los condones en una bolsa de plástico y me cobro. Los guarde y le pedí fuego para encender mi cigarrillo, lo cual acepto mientras se trababa en sus palabras. Era una mascara. Fingía ser elegante, serio, adulto. Pero en realidad me sentía como un imbécil adolescente dentro de un adulto que no tenia sexo hacia dos meses ya.
Cuando salí de la tienda, me fui corriendo hacia la entrada del Club, donde encontré a Harry y a Greg esperando en la entrada, y no en la fila. Lo cual fue extraño.
— ¿No deberíamos estar en la fila? — pregunte, dándole una pitada a mi cigarrillo.
— No te preocupes, Harry lo tiene bajo control — me aseguro Greg mientras Harry hablaba con el guardia en la entrada. Un hombre robusto, afroamericano, vestido casi como yo pero mucho mas elegante. — Quédate con los condones por ahora.
— De acuerdo — me encogí los hombros, guardándolos en mi bolsillo. Recordé que todavía tenia mi celular en el bolsillo y me fije si tenia algún mensaje.
— ¡Todo listo! Louis vendrá en seguida y nos dejaran entrar — dijo Harry con una gran sonrisa de victoria, como si hubiese sido un gran triunfo convencer al guardia. Me miro y puso una mala cara — ¿Que haces con ese celular prendido? ¡Apágalo!
— Ups, perdón — me disculpé mordiéndome el labio, y lo apagué al ver que no tenía ningún mensaje.
— No quiero interrupciones esta noche. Ni trabajo, familiares, ni otros amigos.. ni Holly ni su verso "no-me-quieres-me-estas-engañando" otra noche mas — dijo Harry riéndose, sabia que jamás olvidarían esa cena que tuvimos con un par de amigos mas cuando estuve ausente media hora discutiendo con Holly en el teléfono y sus constantes reclamos que repiqueteaban por toda la habitación.
— Pueden pasar, Louis los espera adentro — nos dijo el guardia de seguridad, dejándonos pasar. Sentí muchas miradas sobre nosotros, la gente que estaba en la fila que se preguntaba quienes éramos para pasar gratis.. Lo cierto es que Harry había conocido hace rato a Louis y le había prometido ir a su nuevo "Club H" una vez que pudiésemos salir todos.
La discoteca se dividía en dos pisos. El primer piso se dividía en dos pistas. Una con luces rojas y una barra de tragos donde mucha gente pedía tragos a lo loco. La segunda pista era la pista de baile, donde en lo mas fondo pudimos ver al DJ. Habían cinco, seis, siete o mas tubos de baile de color rosa fluorescente donde mujeres bailaban con muy poca ropa. Me mantuve distraído mirando a las mujeres y al espectáculo de lásers que el DJ ofrecía acompañado por la música movida y la gente enloquecida bailando eufóricamente. Sentía muchas ganas de quedarme aquí, solo para distraerme y contagiarme de la excitación del lugar.
— ¡Harry! — exclamo Greg en voz alta, tratando de hablar en medio de la música — ¿Utilizaste nuestro apellido para entrar?
— ¡Y el de Holly! — rio harry entre toda la música mientras seguíamos a uno de los guardias que nos llevaba al segundo piso.
— ¿Holly? ¡Y tanto que la odiabas! — grite entre todo el ruido molesto. Greg me hizo seña de despreocupación, como si lo ignorara por ahora porque luego lo hablaríamos con tranquilidad, entre toda la gente y la música era imposible hablar coherentemente. No me gustaba que usara mi apellido ni el de Holly, porque ahora significaba que existían mas posibilidades de que Holly se terminara enterando de mi salida de juerga. Y eso no era nada bueno.
Llegamos al segundo piso donde la música no se escuchaba con tanta potencia como en el primer piso. Era un poco mas discreto, rodeado de luces rosadas y violetas. Había un fuerte olor a tabaco que me hipnotizaba. La barra de tragos no era tan extensa como en el primer piso, pero tenia asientos y luces celeste fluorescentes. A diferencia del primer piso, aquí había muchos hombres mayores, empresarios, periodista, doctores, abogados y todos acompañados con alguna mujer que le llevaba probablemente 20 años menos. Nos invitaron a sentarnos en una mesa con luces fluorescentes pequeña, justo dando vista al primer piso. Ya había un par de botellas y vasos pequeños para beber. Cuando nos sentamos, apareció un hombre alto y algo simpático . Saludo sonriente a Harry por lo que supuse que se trataba de Louis, el dueño del Club. Nos saludo a mi y a Greg con mucho entusiasmo y nos pregunto si estábamos cómodos o si necesitábamos algo. En broma le dije que me sentiría bien con un par de shots de tequila, se lo tomo tan en serio que mando a traernos una botella entera de tequila, pagados por la casa. Nos saludo antes de irse y hablo tres palabras cortas a Harry mientras el lo saludaba.
— Tragos gratis, genial — Greg celebro tomando de un solo trago el tequila de su vaso.
— Harry, ¿por que Louis nos pregunto si estábamos cómodos? — sospeche mirando detenidamente el diseño del club, era impresionante.
— Louis se asegura de que todos sus clientes estén cómodos con el servicio del club — tomo un largo trago de su ron — Ah y porque le emocionaba tener famosos aquí.
— Lo sabia, sabia que ibas a usar el nombre de nuestro padre — le mire de mala gana mientras Greg ignoraba el asunto bebiendo otro trago de tequila.
— Use el de ustedes, y el lo asocio con Carlisle. No fue mi intención, lo siento — se disculpo mientras volvía a tomar.
— ¿Y el de Holly? — le pregunte levantando la ceja.
— Bueno, ese si fue por conveniencia. Anda, tomate algo — contesto con voz ronca mientras me servía un trago.
— Solo quieren publicidad, Niall. No es que nos venga mal — trato de consolarme Greg, pero en realidad estaba ocupado sirviéndose otro trago. ¿Cual era su necesidad de embriagarse tan rápido?
— Yo no quiero publicidad. Holly se terminara enterando, y Bobby también — gruñí bastante molesto, ya se estaban poniendo torpes y yo todavía sobrio y cabreado.
— Le diré a Louis entonces que no diga nada hasta después de que venga tu novia, ¿si? — ahora la voz de Harry sonaba muy ronca por el alcohol.
— ¿Por que están tomando tan rápido? — pregunte curiosamente, agarrando mi primer trago de la noche.
— No queremos estar consiente cuando tengamos que pagar a las prostitutas — Harry contesto como si lo que dijese tuviese toda la lógica del mundo, y Greg lo acompaño encogiéndose los hombros. — Anda, embriágate, las chicas llegaran pronto, te pedimos una rubia — y me guiño el ojo. Le mire con la boca abierta. ¿Era en serio?
— ¡Lo menos que quiero esta noche es cruzarme con una rubia! — bufe tomando el trago — Si quería una, me hubiese quedado en casa masturbándome al lado del teléfono.
Me reí y ellos me acompañaron, pero riéndose a carcajadas. El alcohol ya les estaba haciendo efecto. Yo tardaría un par de horas para estar ebrio. Una parte de mi cerebro me pedía que me calme y tratara las cosas con cuidado. No era un club común y corriente, asistían muchos profesionales amigos de mis padres y quizás socios de Holly presentes.
Mi padre era un famoso y distinguido doctor en todo Nueva York. No solo por su increíble historial de trabajo impecable, sino porque había sido medico personal de muchos políticos y deportistas, uno muy bien recomendado. Así que no era cosa rara que sus hijos fuesen reconocidos también. El Padre de Holly también era periodista como ella, aun mas conocido todavía. No se encontraba aquí, pero pude distinguir a muchos socios de el presentes en el club. Harry no se cansaba de repetirme que ellos estaban en la misma situación que yo, si me delataban, yo podía delatarlos. Encontré a muchos doctores que habían trabajado con mi padre allí. El cirujano Bradley estaba al lado de una chica vestida de colegiala, el cardiólogo Willems estaba en la barra con otra mujer de aspecto mayor. Me dio mucha pena, Maura era muy amiga de su esposa. Hasta el padre de una de mis ex estaba alli, el abogado Yerkley.. me dio mucha pena por Susan, espero que ella nunca se enterara de que su padre todavía seguía siendo el mismo mujeriego que había engañado anteriormente a su esposa cuando todavía estábamos juntos, aunque nuestra relación solo duro un mes.
Por alguna extraña razón me sentí un poco triste, eran familias muy bien construidas. Si alguien se llegaba a enterar de algo, se destruirían, y probablemente todo su carrera y dinero estaban a juego. Pero en parte eso me dio seguridad. Nadie podría acusarme, ni mucho menos dejarían entrar periodistas aquí con tantos profesionales. Cuando me dispuse a tomar nuevamente mi trago, mire hacia mi derecha, por el nuevo hombre que llegaba a la habitación.
El cuerpo se me heló por completo.
Era Josh, el hermano de Holly, mi futuro cuñado.
Me ahogué repentinamente con el tequila y conseguí respirar cuando sentía que el corazón se me iba a la boca. Necesitaba escapar de aquí y pronto.
— Harry, dame las llaves de tu mercedes, ya — le pedí con urgencia acercándome a el, en voz baja.
— ¿Que? ¿Para que las quieres? — su voz era completamente ronca y sus pronunciaciones lentas, ya estaba ebrio, y divertido.
— ¡Necesito escaparme, mi cuñado esta allí, y se lo dirá a Holly, necesito irme de aquí hombre! — se lo decía en serio, y no me presto atención, solamente se reía de mi entrecejo preocupado.
— ¡Carajo! ¡Greg ayúdame! — le pedí a Greg, que aunque parecía ebrio, parecía un poco mas consiente.
— Harry, Nialler necesita las llaves o le romperán el trasero — trataba de convencerlo Greg entre risas.
— ¿A quien? — pregunto Harry sorprendido.
— ¡A mi! — conteste rápidamente.
— ¿Quien te pateara el trasero? — pregunto nuevamente confundido.
— ¡Josh, idiota! — rio Greg.
— ¿Por que? — Harry seguía bebiendo, aun mientras se confundía con nuestras palabras.
— Porque le romperán el trasero — volvió a repetir Greg.
— ¿A quien? — volvió a preguntar Harry.
— ¡Carajo! Se esta acercando — vi a Eleasar acercarse casi a nuestra mesa, necesitaba darle la espalda así no me reconociese. Estaba asustándome.
— Pídele a Papa Gato — me aconsejo Greg volviendo a tomar.
— Papá Gato — lo llamé, y Harry me miro fijamente a los ojos — Papá Gato, dame las llaves del auto.
— ¿Para qué? — me preguntó sorprendido.
— Para comprar condones, Papa Gato necesita condones — le repetí apresurándolo con la mano.
— ¡Oh si! — Harry se sorprendió y me dio las llaves. Antes de entregármelas, se detuvo — Oye, ¿no habías comprado ya?
Le miré absorto — ¿Te acuerdas de ESO pero no asocias nada de lo que digo?
Harry solo empezó a reírse y antes de dármelas, volvió a detenerse — Oye y cómprame caramelos, Papá Gato las necesita.
— De acuerdo — le sonreí y me entrego las llaves, le di pequeñas cachetadas a su mejilla — Gracias Papá Gato.
— ¡Adiós! — se rio el mismo y vi de reojo como las chicas llegaban a nuestra mesa. Bueno, al menos tendrían 3 chicas para 2. Me lo terminarían agradeciendo.
Salí lo mas rápido posible, tratando de no mirar atrás a ver si Josh me había identificado. Una vez que salí del club, me fui directamente al estacionamiento, entre al Mercedes y me dirigí hacia la carretera.
Suspire aliviado, esperando que Josh no me haya reconocido. El era capaz que quebrarme las costillas si se enteraba que estaba en un club nocturno mientras su hermana estaba de viaje. No me sentí culpable, porque yo se perfectamente que la amo. Pero lo entendía, si alguien hiciese esto a mi hermana, por mas lógico que sonara, le rompería la mandíbula.
Empezó a conducir a la deriva. ¿Que iba a hacer? No podía volver al club, y no iba a ir a otro club solo. Y ya era muy tarde. Encontraría una chica que quisiese pasar solo una noche conmigo, pero estaría demasiado ebria. Y cualquier chica sobria a esta hora, querría algo mas que una sola noche. Estaba frito. Mi salida nocturna se había echado a perder. Quizá era obra del maldito destino, recordándome que si Holly se enteraba iba a ser hombre muerto. Tal vez si me quedaba a beber allí, Josh me hubiese visto y mi relación con ellos estaría acabada. Probablemente fue suerte.
Decidí que lo mejor era ir a mi casa. No estaba cansado, pero si abrumado por el miedo a ser descubierto. Quizás podría masturbarme y todo estaría solucionado. O al menos esperaría milagrosamente el llamado de Holly para concluir lo de hace un par de horas anteriores.
Bufe. No lo haría, y con masturbarme no seria suficiente. No quería darme una ducha fría de nuevo. Gruñí.
Fue entonces cuando me detuve al notar el semáforo rojo, en una de las calles que estaba a unas diez cuadras de mi monoambiente. Era una zona roja. No pasaban tantos autos como creí, y la temperatura había disminuido notablemente. Vi que en la cuadra siguiente habían un par de chicas en una esquina, mirando los autos que pasaban por allí.
Quizás... Pensé un momento. Quizás una verdadera prostituta no me vendría mal. Lograría mi objetivo de esta noche, me desahogaría y no me comprometía a nada. Quizás era peligroso, no sabia con que tipo de chicas me estaría metiendo, quizás tendrían alguna enfermedad venérea, o peor, terminarían contándoselo a algún periodista chismoso. ¿Me arriesgaría?
Cuando el semáforo dio en verde, acelere lentamente, para ver que tipo de chicas eran las que esperaban allí en la esquina. Si la cosa se ponía sospechosa les terminaría pagando por su silencio, pensé.
Una vez que llegue a la esquina, detuve el auto lentamente, y una de las chicas se me acerco. Baje la ventanilla del Mercedes desde el control automático, para verla mejor.
Era una rubia despampanante, tez blanquecina, labios pintados con un rouge fuerte. Ojos azules, caderas y bustos muy bien proporcionados, llevaba un vestido animal print con un corte el medio dejando a la vista sus enormes senos que parecían naturales a simple vista, botas negras y juraría que usaba una tanga, y un cinto en el medio de su estomago plano. Llevaba un abrigo de piel encima y fumaba un cigarrillo.
Una voz dentro mía gritaba alejarme de ella. Me quería matar. Otra rubia.
— Hola bombón — me saludó guiñándome el ojo y dándole una pitada a su cigarrillo.
Le sonreí por cortesía — Hola hermosa — iba a ser sincero, era demasiado hermosa... como mi novia.
— ¿Buscas un poco de diversión? — me pregunto lascivamente. Era igual a Holly. Quería gritar.
— Veremos — le conteste poniendo la mejor de mis sonrisas seductoras falsas. Me llamo la atención cuando vi a dos chicas atrás de ella, apoyadas en la pared.
Vi rápidamente que una de ellas llevaba el cabello corto con picos en las puntas. Una campera debajo de lo que note un vestido y botas. Estaba dándome la espalda ya que estaba en frente de otra chica, que note tenia el cabello castaño largo hasta los senos, estaban hablando de algo.
— ¿Podrías llamar a tus amigas, hermosa? — le pregunte tratando de sonar amable, pero ella me sonrió falsamente, y se dirigió hacia sus amigas. No debía recibir muchos rechazos frecuentes.
Vi que la rubia se acerco a estas dos chicas que la miraron mientras ella les decía algo, dándole una pitada a su cigarrillo. Ahora la morena de pelo corto se dio vuelta a verme, dejándome ver a la segunda morena detrás de ella.
Y me sorprendí mucho al verla.
Tenia el cabello largo, castaño, era blanca, un poco mas que la rubia. Llevaba una blusa strapless, dándome una buena vista de sus senos pequeños, pero firmes, una falda negra demasiado corta, y sus piernas pequeñas pero hermosas, con sus pequeños tacos negros. Solo llevaba una chaqueta de jean, lo suficiente para notar que pasaba frio.
La chica de pelo corto le dijo algo, y me miraron las dos nuevamente. Supuse que se había dado cuenta que la llamaba a ella, Le guiñe el ojo y le indique que se acercara. Ella, dudando, accedió, la chica de pelo rubio le dijo algo y se acerco a paso firme, sin mirarme a los ojos. Cuando se acerco a la ventanilla del Mercedes, puse observar mejor su maquillaje. Ojos verdes, como los míos, delineados con negro, mejillas rosadas, y labios al natural. Una delicia.
— Hola — le sonreí con ganas.
— Hola — me saludo pero mirando hacia otros costados, como esperando a que pasara otro cliente. Me sentí algo decepcionado pero aliviado. No me reconocía.
— ¿Te gustaría acompañarme un rato? — le pregunte tratando de sonar seductor. Se me daba muy bien fingir en estas cosas, siempre y cuando la chica estuviese embobada viendo mi cuerpo o mi rostro, pero ella no me miraba. Parecía incomoda. Era extraño.
— Claro — apretó los labios y le abrí la puerta del mercedes para que entrara. Su dulce aroma a fresas inundo el mercedes. Me gustaba mucho.
— Hmm.. Hueles delicioso. Usas un buen perfume — la alague, sonriéndole lo mas que podía, ella a penas me miraba, llevaba los brazos cruzados, como si tratara de protegerse.
— No uso perfume — me aclaro sonriéndome a medias. Me quede sorprendido. ¿Entonces era su olor natural?
— Bueno, sea lo que uses, te sienta bien. Eres muy bonita — estaba conduciendo, pero trate de alagarla para hacerla sentir mas cómoda, con una sonrisa verdadera, realmente era cautivante.
— Gracias — contesto asintiendo, pero mirando a la ventana.
Rayos, esto era frustrante. ¿Me estaba ignorando?
— ¿Te llamas...? — trate de sacarle un poco de conversación hasta que se me ocurriese algún lugar donde ir.
— Marie — me contesto después de unos segundos. Obviamente, no era su nombre verdadero, lo había inventado.
— Nombre bonito, para una chica bonita — le sonreí y ella me dedico una sonrisa fingida.
Espere a que preguntase algo, pero seguía igual de callada.
— Entonces.. no preguntaras por el mío — supuse tranquilamente.
— No es necesario — me contesto relajadamente — Puedes inventar uno también.
Ja. Ella sabia que me había dado cuenta de su nombre inventado. ¿O es que así funcionaban las cosas?
— James— le conteste claramente — No es inventado, pero nadie me llama así.
— Segundo nombre — capto ella rápidamente. La mire sorprendido. Era rápida para pensar.
— Eres lista — le sonreí nuevamente.
— Gracias — lo dijo lentamente, como si realmente lo agradeciera, vi por el espejo retrovisor que sus mejillas se tornaba rosáceas.
Hmmm... me gustaría besarla.
— ¿Te apetece ir a un hotel, Marie? — pregunte como quien no le interesa la cosa.
— Claro... eh.. — empezó a dudar, detuve el auto por un semáforo rojo, y le mire a los ojos. Eran igualmente verdes como los míos, eso me llamaba la atención. También su rostro confundido, como si se debatiese internamente por algo.
— ¿Te molestaría si yo.. escogiese el hotel? — me pregunto mordiéndose el labio superior. Mis ojos inmediatamente se dirigieron a ellos, lo había hecho tan seductoramente que había quedado embobado.
— ¿Eh? — volví a reaccionar confundido.
— Es barato, y es de confianza, te lo aseguro — me aseguro con algo así como una media sonrisa. Me gusto verla sonreír aunque sea un poco.
— Claro, donde te sientas mas cómoda — le dije dulcemente con una sonrisa — El dinero no es realmente un problema.
— Lo se — se rio, mirando el mercedes.
— No es mío — le aclare, y me miro sorprendida — Digo si pero no. Ósea, no es robado, no creas eso. No hago esas cosas. Es de un amigo — conteste casi trabándome, ella se rio bajito. — Tengo auto, por supuesto, pero bueno...
— Entendí — contesto ella deteniéndome. Se lo agradecí mentalmente.
— ¿Como se llama ese hotel? — le pregunte con curiosidad.
— Full House — me contesto tímidamente.
— Er.. no me suena, lo siento — le conteste con honestidad.
— Esta a 5 cuadras derecho, y luego doblas a la derecha — me indico con seguridad.
— De acuerdo.
El trayecto fue silencioso. Trate de hacerle cumplidos para hacerla sentir cómoda, pero seguía igualmente fría y reservada. Quizás ella era así, o yo no le generaba tanta confianza. Trate de no pensar en eso, me concentre en su rostro, sus labios, y esas piernas cruzadas de las que no podía apartar la vista de encima.
Una vez que llegamos, vi un pequeño hotel con las letras color neon "FULL HOUSE". El hotel era demasiado pequeño y simple. Había un pequeño estacionamiento para apenas 5 autos, y el Mercedes ocupada casi dos lugares. Me sentía muy inseguro dejando semejante mercedes en un callejón como este.
Baje del auto, y quise rápidamente abrirle la puerta, pero ella misma se abrió y lo cerro tranquilamente. Puse seguro a las puertas, y rogué a Dios que protegiera el auto sobre todas las cosas.
Entramos al hotel juntos, cuando la recepcionista nos vio, pase mi mano por su cadera, tratando de fingir aunque sea que éramos una pareja. Pero no me sentía muy a tono con mi ropa de marca en un hotel donde las paredes no estaban bien pintadas. La recepcionista era una chica rubia.
¡Dios! ¿Otra rubia?
— Buenas noches, ¿desean una habitación? — nos pregunto ella amablemente.
— Si por fa..
— La 5 — Marie contesto rápidamente y con seriedad. Note que hubo un pequeño intercambio de miradas entre ellas dos. ¿O era mi imaginación?
— De acuerdo — contesto la recepcionista. Y nos entrego la llave, en realidad a Marie. — Tengan la 5. Pasen una buena noche y muchas gracias.
— Gracias — le di las gracias, pero Marie ya se había adelantado a mi e iba caminando con seguridad hacia la puerta con el numero 5. Y la abrió con seguridad. Me apresure a alcanzarla.
Entramos a la habitación y ella la cerro, ahora con tranquilidad.
— ¿Por que la 5? — pregunte con curiosidad.
Se encogió los hombros — Es la mejor que tienen.
Reí — No tenia ningún problema en pagar un mejor hotel, sabes..
Trate de no sonar como un creído rico niño de mama, pero la habitación solo tenia una cama matrimonial con sabanas de mala calidad. Era pequeña, con dos ventanas juntas, unas cortinas naranjas, un habitación aparte que era el baño y un televisor pequeño. Podíamos pagar aunque sea de 3 estrellas..
— Lo siento — me contesto mirándome a los ojos, y cruzando los brazos.
Le mire a los ojos, parecía lamentada realmente. — No te preocupes. Esta bien, supongo.
— ¿Me dejas ir un segundo al baño a cambiarme? — me pidió señalando el baño.
— Si. Claro — asentí — Tomate tu tiempo, si quieres.
Ella me sonrió a medias, y entro al baño y cerro la puerta. Me sorprendí pero decidí yo también comenzar a desvestirme un poco. Ahora que lo pensaba, esto era muy frívolo. Normalmente la chica se me tiraba encima y teníamos sexo. O intimábamos un rato y luego lo hacíamos. Con ella ni siquiera he podido acercarme lo suficiente. ¿Que se supone que debía hacer? ¿Acercármele y seducirla? ¿O decirle exactamente lo que quería que hiciera? En ese caso, ¿lo sabia? ¿Que es lo que yo quería de ella?
Comencé a ponerme nervioso, por lo general, las mujeres empezaban y yo lo terminaba. Pocas veces me había tocado empezar a mi. Pero trate de tranquilizarme, y recordar que no era Holly. Ella no tomaba la iniciativa. Yo tenia la oportunidad de hacerlo, y lo aprovecharía al máximo.
Me quite el saco y la camisa blanca. Los coloque en una silla que se encontraba cerca de la cama. Dentro del saco, guarde mi celular, mis cigarrillos, mi billetera y mis llaves. Recordé de paso, que me había quedado con todos los condones comprados.
— Mierda — me lamente sorprendido. ¿Que harían los idiotas sin los condones? Deje la bolsa dentro de mi saco también. Quizás no eran tan estúpidos y se darían cuenta... o quizás las chicas se estarían cuidando. Diablos.. los acababa de meter en un gran lio.
Me tiré boca arriba sobre la cama y suspiré enterrando mis dedos sobre mi melena ya muy despeinada. Se suponía que esta noche iba a ser mi noche de descanso, y ya me había metido en más problemas de los que tenía esta mañana. Me concentré en el ventilador de techo y una pequeña mancha en esa zona del techo. ¿Qué estaría haciendo Holly ahora? ¿Eleasar me habría visto? ¿Cómo se las arreglarían Greg y Harry?
La puerta del baño se abrió lentamente, y reaccioné levantándome nervioso. Me ponía nervioso no saber por qué diablos me ignoraba de esa manera. Ella salió del baño, con las mismas ropas que llevaba cuando llegamos a la habitación.
La miré confundido.
— Pensé que te cambiarías de ropa — reí tratando de romper el hielo de esta situación algo incómoda.
Ella me miró sorprendida y dejó su cartera encima de mi saco sobre la silla.
— No, lo siento — rió tímidamente — Sólo fui a refrescarme un poco.
— Oh, claro — le contesté sonriéndole. Nos quedamos un par de segundos en silencio. Ella esperaba a que yo reaccionara... Pero yo no tenía idea cómo. Estaba en blanco.
— Antes que nada, necesito decirte un par de cosas — dijo con un poco de timidez, y las mejillas sonrojadas. ¿Por qué era tan tierna?
— Ah, ¿las tarifas? No te preocupes, eso lo veremos más tarde — le aseguré despreocupado. El dinero no era necesariamente algo que me preocupara.
Ella rió — No, son unas cuántas condiciones que tengo..
Le miré sorprendido — ¿Condiciones? ¿Te refieres a... qué tienes permitido hacer? — reí.
Se sonrojó, estaba incómoda — Que tienes tú prohibido hacer...
Eso si que me confundió bastante.
— ¿Cómo? ¿Tengo prohibido ciertas cosas? — le pregunté como si no lo hubiese escuchado bien. Luego, mi cabeza hizo click. Estaba hablando de algún tipo de prendas y juegos sexuales... ¿o no? — ¿Te refieres a ser dominante y sumiso?
— No — me aseguró mordiéndose el labio. Tenía las piernas cruzadas, los brazos cruzados, no la conocía, pero apostaba a que era su manera de protegerse cuando se sentía incómoda o sentía vergüenza.
Suspiró fuertemente — Mira, hay ciertas cosas que no quiero que hagas. Lamento no habértelo dicho antes, no sé por qué lo he olvidado. Entiendo si prefieres volver y escoger a otra de las chicas..
— Oye, espera, espera — le detuve rápidamente — No me has dicho todavía que es lo que no quieres que haga.
Ella me miró sorprendida, y se mordió el labio. Me daba mucha curiosidad saber qué era lo que podía y no podía hacer con ella.
— Nada de chupones — aclaró con su mano levantando el dedo gordo, como si los enumerara — No quiero tener marcas, lo siento.
Le miré un rato.. no era algo tan terrible, es más, podría dejarlo pasar. Aunque, pensandolo bien, se me antojaba besar cada parte de su hermosa piel blanquecina...
— Está bien — asentí seguro. Tomó valor y volvió a enumerar.
— No me beses en los labios — dijo con mucho valor, y la miré aturdido. ¿Nada de besos, entonces?
— ¿Puedo preguntar por qué? — le pregunté frunciendo el seño, esto se estaba limitando bastante.
Me miró a los ojos y suspiró lentamente — Quiero que aquellas personas que me amen besen mis labios. Solamente eso...
Me sorprendió mucho lo que había dicho, había sonado tan tierno, inocente y dulce.. y más me sorprendió mi reacción, sentí cómo algo dentro mío se ablandaba. La misma sensación cuando escuchas a un niño decir algo tierno, o cuando alguien te confiesa un secreto que en realidad no es tan raro. Y es lo que ella acababa de hacer. Había tenido la valentía de confesármelo. Pensé con curiosidad que quizás la historia detrás de ella era más interesante de lo que aparentaba.
— Soy rara. Lo sé — admitió riéndose, casi enseñándome su sonrisa. Eso me gustó, y mucho.
— No eres rara — le contesté dulcemente — Eres muy dulce, en realidad.
Abrió los ojos sorprendida — ¿En serio?
— Sí — suspiré — Te entiendo, y respeto tu decisión. No creo que sea un gran impedimento.. a menos que sea el mismo caso en tus otros labios.
Le dirigí una mirada sugestiva hacia su falda, y ella se sonrojó violentamente mordiéndose el labio.
— No, en eso no hay problema — me dijo en tono bajo.
— De acuerdo, ¿algo más? — le pregunté levantándome de la cama.
— Nada de sexo anal — lo dijo ahora sin vergüenza. Ella era muy extraña, pero extraña en buen sentido. Le daba vergüenza admitir cosas tan simples y tiernas, pero para estas cosas no.
— Oh — me tomó por sorpresa — No estaba pensando en eso, de todas formas. ¿Algo más?
— No, eso es todo — me sonrió — Espero que no sea un problema.
— Para nada, no te preocupes. Se supone que debemos estar cómodos los dos para pasarla bien — le aseguré con una sonrisa. Ella se quedó mirándome directo a los ojos. Llevaba una cara de póker indescriptible, difícil de descifrar. Y no tengo idea por qué, eso me calentó aún más, ella era todo un misterio para mí.
— Apagaré la luz — me dijo dándose la vuelta para apagar la pequeña lámpara en la mesita de luz. Antes de que pudiera hacerlo, la retuve sujetándole de la mano y acercándola a mi cuerpo. Ahora mi respiración estaba a pocos centímetros de su oreja.
— No la apagues. Quiero ver cada centímetro de tu cuerpo con claridad — susurré con voz ronca. Noté sorprendido que no estaba fingiendo, no estaba apresurado por follar ahora. Quería verla sonrojada, gimiendo, exclamando mi nombre tras varios orgasmos. Me había entrado tanta curiosidad por esta chica. No era como todas, que ante pocas palabras y un poco de alcohol (o a veces nada) estaban dispuestas a hacer lo que sea. Ella me había puesto límites, y los límites eran retos. Y este reto, me fascinaba. ¿Aguantaría sin probar sus deliciosos labios?
Ella suspiró lentamente, le había sorprendido mi movimiento. Acerqué lentamente mi nariz hacia debajo de su lóbulo, acariciando su deliciosa piel suave. Podía aunque sea darle pequeños besos, no necesariamente chupones. Deposité pequeños besos húmedos lentamente por la extensión de su cuello, y luego sus hombros.
Ella gimió un poco — Oye...
— Shhh — suspiré suavemente — No me he olvidado, nada de chupones. Pero tu piel.. es irresistible, necesito probarla.
Deslicé con cuidado mi lengua por todo su cuello, una, dos, tres veces seguida. Mis labios apenas tocaban su piel, traté con mucho cuidado de no excederme. Noté cómo de a poco, su cuerpo dejaba de tensarse y se entregaba de a poco a mis caricias. Mis labios se dirigieron hacia detrás de su lóbulo, cuando lentamente acaricié su espalda con mis manos. Bajé lentamente hacia su espalda y su cadera. Volví a ascender sin prisas, agarré sus senos y comenzó a masajearlos.
Gimió cuando sintió mis dedos pellizcando lentamente sus pezones ya erectos.
— Me gustan tus pezones — le susurré al oído mientras su respiración era errática.
Su strapless tenía el cierre detrás en su espalda. Comencé a bajárselo lentamente hasta que finalmente se lo quité. Ella levantó sus brazos, invitándome a dejarlo en el piso. Ahora pude sentir perfectamente la contextura de sus senos. Eran suaves, delicados, pequeños, pero redondos, igualmente tiernos. Lo suficiente para mantener mis manos entretenidas. Lo hice suavemente, pero cuando sus jadeos se hacían más roncos, aumenté la velocidad mientras depositaba besos mojados en su hombro derecho.
— O-Oye.. no t-tan rápido.. — jadeó tratando de mirarme a los ojos. Maldita sea la hora en que me dijo eso, nada me calentaba como una chica resistiéndose.
A continuación, empujé mi cadera hacia las suyas, para que pudiese sentir mi erección. Gimió girando su cabeza, me miró sorprendida.
No pude contenerme, y con mi mano derecha, me deslicé hacia su falda. Desprendí el botón y bajé su cierre. Me llevé una sorpresa.
No llevaba ropa interior.
Inevitable, un gemido ronco salió de mi pecho.
— ¿Sin ropa interior? Mmmm.. chica traviesa — mordí su lóbulo suavemente, y deslicé dos dedos hacia su entrada.
Mi dios. Estaba empapada y caliente. Soltó un gemido alto cuando sintió mis dedos sobre sus labios. Mis dedos se movieron de arriba hacia abajo, sintiendo toda la humedad de su vagina. Así que después de todo la estaba excitando, eso me hizo sentir muy bien. Usé mi dedo gordo para empezar a mover en círculos su clítoris.
— ¡Ahhhh ahhhh! — gimió estirando su cabeza hacia atrás, me dio una vista perfecta de su cuello y tuve que utilizar todo mi autocontrol para no devorárselo.
Poco a poco aumenté la velocidad en mis movimientos, y si fuera posible, la sentía aún más húmeda y caliente. Podría fingir indiferencia, pero esto le estaba gustando demasiado. Y ella no paraba de gemir, aunque eran palabras incoherentes, sonaba tan dulce y fresca, con un toque seductor.
Lentamente, introduje mi dedo mayor en su cavidad. Sus gemidos aumentaron, y se retorcía entre mis brazos.
— Si te pones así con un dedo, muero por verte con mi polla adentro — reí al lado de su oído. Sabía que a las mujeres les gustaba que les hablaran sucio al oído. — Dios — jadeé — Necesito sentir tu estrecha, mojada cavidad sobre mí...
Supe que le gustaban mis palabras, porque debes en tanto giraba su rostro para verme, y al estar tan cerca, lográbamos mucho contacto visual. Cada vez era más difícil evitar besarla, no cuando me miraba con tanta excitación. Cuando vi que estiraba su pecho hacia afuera, y a veces acercaba sus caderas hacia las mías, me di cuenta que ella deseaba esto tanto como yo, quizás no tanto, yo no tenía sexo hacía meses.
Moví mis dedos con mayor rapidez, quería verla correrse, sentirla, saborearla, y necesitaba penetrarla de una buena vez, pero no sin antes verla disfrutar de mis caricias.
— Vo-Voy a...a.. — jadeaba con fuerza y su cavidez se estaba estrechando más y más. ¡Eso es! Estaba a punto de correrse, decidí mover con mayor fuerza mis dedos...
Fue entonces cuando nos vimos interrumpidos por un golpeteo en la puerta.
— ¡Estamos ocupados! — jadeé tratando de seguir con los movimientos, pero Marie ya había reaccionado por el golpeteo, ahora respiraba tranquila.
— Disculpen la interrupción, necesitamos comprobar unas cosas si no es mucha molestia — era la voz de la recepcionista detrás de la puerta, sonaba bastante tranquila como para ser algo de suma importancia.
— Carajo — refunfuñé retirando mis dedos de su cavidad — Yo atenderé, ponte cómoda en la cama.
Asintió y fue directamente hacia la cama. Abrí la puerta a medias, tenía en las manos el aroma de su escencia y una tremenda erección entre mis pantalones.
— Buenas noches señor, disculpe la interrupción — me sonrió la recepcionista con amabilidad.
— Sí, ¿necesita algo? — le pregunté de mala gana, con mucha prisa.
— Acaban de llamarnos los técnicos de la iluminación del hotel, dicen que hubo una pequeña falla en este sector de la zona. ¿Ustedes no han tenido algún problema, verdad?
¿Sólo para eso? ¿Para saber si un estúpido foco se nos había apagado? Le miré de mala gana, no me parecía una excusa coherente para interrumpir un orgasmo.
— No. No hemos tenido ninguna falla — le aseguré tratando de fingir amabilidad.
— ¿No notó ningún problema usted, señorita? — preguntó ella dirigiendo su mirada a Marie. No me gustó en lo absoluto, me interpuse entre ella para que no la viese.
— ¿Podría respetar un poco nuestra privacidad? — le pregunté con la ceja alzada, la recepcionista estaba sorprendida, temí haberla ofendido, pero realmente me molestaba cómo interrumpía nuestra intimidad — ¿No hubo problemas en el baño, verdad? — le pregunté a Marie, estaba desnuda y tapada por las sábanas de la cama.
Ella me sonrió y negó — No. Ningún problema, todo está bien.
Me sorprendió esta sonrisa. Era distinta a las que había visto hace minutos antes. Parecía sincera, y satisfecha. Quise creer que yo tenía algo que ver, pero quizás fuese por otra cosa.
— ¿Podría darnos privacidad ahora? — le pedí tratando de calmarme un poco ahora. Ella supo entender, y me sonrió.
— Absolutamente, disculpe por la interrupción, tengan ustedes una buena noche — se despidió sonriéndonos y se marchó rápidamente. Bueno, había entendido que su interrupción no había sido en el mejor momento.
Suspiré — ¿Interrumpir en mitad de la noche? Sabes, esto no pasaría en otro tipos de hoteles — Me di vuelta para verla, y lo siguiente que vi me quitó todo el aire de los pulmones.
Marie estaba masturbándose, con 3 dedos en su cavidad yendo a una velocidad bastante rápida. Su otra mano agarraba con fuerza las sábanas. Le tomó casi nada para correrse, con la cabeza atrás, un gemido gutural muy sensual y su pecho hacia adelante, dándome una maravillosa vista de sus senos y pezones erectos. Terminó de correrse, pero aún así seguía con lentos movimientos para prolongar el orgasmo.
Me sentí un idiota al quedarla mirando fijo, pero no pude mover ni un solo músculo de mi cuerpo, había sido el espectáculo más grandioso que había visto en mucho tiempo, sus movimientos no eran elegantes pero eran excitantes, sobre todo cuando cerraba sus ojos y se mordía sus labios, con el rostro completamente rosado por la excitación y su voz dulce, suave y tierna.
— Bueno, eso estuvo mal — me aclaré la garganta y me acerqué a la cama.
Ella me miró sorprendida — ¿Por qué?
— ¿Te di permiso para masturbarse esta noche? — le pregunté una vez que estuve a su lado en la cama, me acercaba lentamente, como un felino, y ella parecía retroceder con una ceja alzada.
— No, lo siento es que.. no podía aguantarme — me miró a través de esas pestañas, con una mirada inocente, mordiéndose los labios. Sabía que no era intencional, y por eso me encantaba.
— No voy a aceptar disculpas de tu parte — fingí estar enojado y puse mi mejor cara seria. Ella por un momento lo creyó, pude notar en su reacción que lo sentía — En vez de eso, voy a castigarte.
— ¿Castigarme? — me miró desafiante, eso me sorprendió. Podía sentir que estaba a la defensiva por mi propuesta. Quizás ella pensaba una especie de castigo con dolor, pero no era fanático del sadomasoquismo.
— Así es, señorita — me acerqué peligrosamente a sus labios — No te correrás hasta que yo lo autorice. ¿De acuerdo?
Abrió los ojos, sorprendida. Eso no se lo esperaba en absoluto. Se mordió el labio.
— ¿Qué pensabas? No iba a lastimarte — le confesé en voz baja.
— Lo sé, perdón — bajó la mirada y me dedicó una media sonrisa. Me sentí hipnotizado por cada una de sus reacciones. Cuando desviaba la mirada, cuando se sonrojaba, se mordía los labios o me sonreía.
Me levanté rápidamente de la cama — Iré por los condones, no te masturbes mientras — le reprendí apuntándola con mi dedo índice.
Ella se rió por lo bajo, y fui en dirección hacia mi saco, saqué la bolsa con los condones. Saqué uno entre los nueve que había. Desde el rabillo del ojo noté cómo ella me miraba con los ojos abiertos.
— No son todos míos, se supone que debía darle unos cuántos a unos amigos, pero me olvidé — me reí mientras me quitaba los boxers de un tirón. Cuando quise quitarle la envoltura a uno, me distraje al ver cómo ella me observaba con atención mis caderas.
Me sonrojé.
— ¿Te gusta lo que ves? — pregunté tratando de jugar, era mi mecanismo de defensa cuando alguien me cohibía.
Ella reaccionó sorprendida, mirándome ahora a los ojos. Se sonrojó y me dedicó una media sonrisa. Mientras me ponía el condón, noté que jamás apartó la vista de mi anatomía, y eso me excitaba.
— Abre las piernas — le indiqué una vez que estaba listo. Ella apartó las sábanas y me abrió sus piernas lentamente. Sus líquidos brotaban de sus labios. No pude evitar gruñir, podía sentir su olor desde el metro de distancia que me encontraba. Vi que su mano derecha todavía seguía mojada con semen.
Y fue todo lo que necesité para destruir mi autocontrol.
Con un gruñido, abrí sus piernas con urgencia. Consideré la idea de entrar despacio, pero ella era experta en esto, o al menos eso lo sugería su profesión, además le pagaba por estas cosas, pero por alguna extraña razón deseaba asegurarme que pasara un buen momento y lo disfrutara. No era como con otras chicas, donde me concentraba en mi propia satisfacción, quería demostrarle el buen amante que me consideraba.
Tenía un brazo apoyado al costado de su cuello, con mi otra mano levanté sus caderas, y entré lentamente y pude sentir sus líquidos rodearme, gimió de anticipación, cuando sentí que tenía la mitad de mi cuerpo en ella, empujé con fuerza para enterrarme completamente.
Respiré hondo, ¡hacía tanto que no disfrutaba esta sensación! La humedad, la calidez y la estrechez de una mujer rodeándome. Bajé mi mirada hacia ella que me miraba mordiéndose los labios, con la respiración errática, sus pechos al descubierto, su cuerpo debajo del mío. Sentí una sensación extraña en el estómago, una mezcla entre emoción y excitación. Le sonreí entre dientes y me dediqué a morder sus pezones mientras empujaba a una velocidad rápida.
Debo admitir que la primera vez, no pensé en absolutamente nada, sólo quería sentir, y consumirme en todas las sensaciones que sentía. Mi vista se centró únicamente en sus senos, pequeños, redondos y firmes, sus pezones rosados eran sumamente tiernos, podía estar la mayor parte de la noche mordiéndoselos, lamiéndoselos, podía perderme en ellos y no me iba a importar absolutamente nada. Aumenté el ritmo de las estocadas, hasta casi hacerlo insoportable, sentía una gran presión en la parte baja de mi abdomen, sabía con seguridad que iba a explotar de veras. Cuando me sentí en mi límite empecé a jadear con fuerza y de un último empujó, exploté.
No pude evitar cerrar los ojos con fuerza y estirar mi cuerpo por completo. Fue casi un grito mudo, después de un par de segundos de empujar lentamente —para intentar prolongar el orgasmo— reaccioné, y no me percaté en ningún momento si ella se había corrido o no. Por un momento me sentí culpable. Me gustaba disfrutar únicamente de mi propio placer, pero no quería.. decepcionarla.
Me recosté a su lado respirando con ganas, cuando vi que ella respiraba tranquila, me di cuenta que ella no me había alcanzado.
— ¿Fuerte? — me preguntó ella con curiosidad, sonriendo.
Asentí con ganas — No te das una idea de cuánto lo deseaba.
— Me di cuenta — me dijo ella sin dejar de mirarme. Sentía que le debía algo, definitivamente.
Me levanté de la cama, para poder tirar el preservativo. Luego, agarré uno más de la bolsa y me lo coloqué, de espaldas, quizás ella no tenía idea qué estaba haciendo. Me di la vuelta y vi como ella se sentaba en la cama, esperando algo.. no sabía qué era, pero me dio la extraña sensación de que ella pensaba que se había acabado.
— No hemos terminado aún — le dije con una sonrisa traviesa. Ella me miró sorprendida.
— ¿No? — preguntó confundida — Digo .. no, — se quiso retractar, quizás había pensado que eso podía ofenderme, en estas circunstancias era capaz de durar más de 1 asalto sin duda alguna.
— Por supuesto. No te he castigado todavía — le recordé, acomodando sus piernas cerca de mis caderas — Y no te has corrido todavía.
Su cara de sorpresa me sorprendía aún más a mí. ¿Esperaba que no me diera cuenta?
— N-No es necesario que...
— Shhh — la callé con mi dedo índice entre sus labios — Deja que me encargue de esto.
Dicho esto, levante su pierna derecha y la ubiqué por encima de mi hombro. El ángulo de penetración permitiría más profundidad, y sin más preámbulos, entré rápidamente.
— ¡Aaaah! — gimió con fuerza, cerrando los ojos.
Respiré hondo, no quería correrme tan fácilmente con su cavidad tan estrecha y húmeda. Empecé con estocadas tranquilas.
— ¿Sabes? — le comenté con la respiración agitada, mis ojos nunca se apartaron de los suyos — He.. notado.. que.. tus ojos, son .. del mismo color.. que.. los .. míos...
Y no dijo absolutamente nada, sólo me miraba mientras gemía con cada estocada. A continuación, utilicé mi dedo pulgar para mover en círculos si clítoris.
— ¡Oh, Dios! ¡Oh, oh! — enterraba la cabeza en la almohada. Empecé a sospechar que quizás ella era multiorgásmica.. o quizás era fácil de provocarle orgasmos.
Con mi dedo pulgar, deslicé un poco sobre sus labios, y recogí un poco de su escencia. Ella vio cada uno de mis pasos, luego toqué sus pezones con mi pulgar, dejándolos mojados. Me acerqué para poder lamerlos.
¡Mmmm! Sabía delicioso. Quizás debía aprovechar y haberla probado antes. Maldición.
Decidí torturarla un poco más, y salí de golpe de ella. Me miró sorprendida, y me arrodillé.
— Date la vuelta — ordené, con voz ronca. La voz me había salido bastante autoritaria.
Ella comprendió, hasta vi que incluso le gustó, porque se dio la vuelta, y se posicionó en cuatro, dándome una increíble vista de su trasero y su centro mojado. Dios sabía cuánto me gustaban las vaginas depiladas...
Tomé sus dos puños y los posicioné atrás, y volví a introducirme en ella.
— ¡M-mierda! — gimió con fuerza. Interesante. Había descubierto que me excitaba escucharla maldecir.
— ¿Y ese vocabulario, señorita? — bromeé riéndome, ella se giró para verme y yo sujeté con más fuerza sus puños a la vez que comenzaba a penetrarla frenéticamente.
Nuestros gemidos se ahogaron en toda la habitación. Casi lamentaba encontrarme en este hotel de porquería, las paredes debían ser sumamente delgadas y todo se podría escuchar, pero en ese momento me daba igual, no podía apartar la mirada sobre mi miembro hundiéndose en su estrecha cavidad.
— ¿Te gusta? — pregunté lascivamente cuando lo hacía con más fuerza, no contestó, por lo que detuve un poco el ritmo — ¿Ah?
— ¡Sí! — exclamó ella entre gemidos altos. Después de todo era ella quien más gritaba.
— ¿Mucho? — volví a detenerme y ella gruñó frustrada — No puedes correrte hasta que lo digas.
Volví a penetrarla con mucha más fuerza que antes, sabía que le quedaba poco, y estaba advertida.
— ¡Aaargh, m-mucho, me gusta mucho! ¡Ah! — chillaba con ganas, fue lo único que necesité para sentir que volvía a tocar el cielo.
— ¡Córrete! — exclamé, y se vino con mucha fuerza. Sentía cómo apretaba con fuerza mi miembro, y exploté en un gruñido ronco.
Terminé de correrme y salí de ella con mucha pereza. Ese si que había sido un orgasmo fuerte. Ella se recostó boca arriba, casi respirando con fuerza. Yo volví a tirar el segundo condón, y me recosté a su lado.
— ¿Estás bien? — pregunté, y me miró en silencio. ¿Por qué le preguntaba eso? ¡Claro que estaba bien!
— Eh.. sí — respondió ella respirando pesadamente — ¿Debería prepararme para una tercera ronda?
— No — le contesté riéndome — Es suficiente, mañana necesito levantarme temprano.. ¿qué hora es?
— Las dos de la mañana — me dijo ella, viendo el reloj en la pared de la habitación.
— Mierda.. seis horas para dormir — me lamenté con los puños en los ojos, estaba agotado.
— Apagaré la luz, entonces — me indicó ella levantándose y apagándola. Me sorprendió que llevara un poco de las sábanas para cubrirse. Pero si ya le había visto todo..
— Gracias — le agradecí de corazón, me daba pereza levantarme.
Ella volvió a la cama, y entre la oscuridad recosté la cabeza sobre la almohada. Noté cómo ella mantenía una discreta distancia entre nosotros. Ella en un extremo, yo en otro. Me pareció un poco frívolo, pero trate de no darle importancia.
Acomodé la almohada y me acosté en dirección a ella, viendo su espalda en la oscuridad.
— Buenas noches, Marie — le saludé mientras le sonreía. Ella a penas se dio vuelta para verme y volvió a recostarse.
