Disclaimer: Los personajes y todo lo relacionado con Arrow no me pertenece.

Aviso: Este fic participa en el Reto Temático de Marzo del fandom de "Arrow: Oliver y Felicity" del foro La Revolución de los Fandoms.

Nota de la autora: Como todos los seguidores de esta pareja necesitamos, este fic estará situado en la segunda temporada, donde Oliver aun es CEO de la empresa familiar, y donde aun no había tanta tensión como la que hoy nos encontramos. Espero que lo disfrutéis.


De una secretaria guerrera.

Los tacones de Felicity resonaron por toda la entrada de mi despacho, hasta que llego a él, donde me encontraba yo, sentado de espaldas, esperando la bronca de mi secretaria.

- Oliver Jonas Queen.- La dureza de la voz de Felicity me hizo sonreír levemente. Tras haberme enfrentado a Malcon, al Conde Vertigo y a mil personajes cien veces más locos que ellos, el enfado inocente de mi compañera me hacía sonreír.- Dimito como tu secretaria y como tu compañera de galas elegantes.

- Felicity…- Me gire en mi silla quedando frente a ella, escondiendo mi sonrisa tras un semblante serio.

- No, Felicity no. ¿Sabes cómo me mira la gente cada vez que bajo a hacer una fotocopia o simplemente para ir al baño? Oliver, todo el mundo se piensa que soy una golfa.

- Pero tú sabes que no lo eres.

- Vete a explicarles tú, como la chica IT del departamento de tecnología ha ascendido a secretaria personal del CEO de la empresa.- Me levante de la silla, colocándome frente a Felicity, aun intentando aguantar la risa.- Es hasta normal que piensen que nos hemos acostado, y ojalá… esto… quiero decir, ya sabes, estas muy bueno y… yo no debería haber dicho eso, pero la culpa es tuya, que te dedicas a pasearte por mi cara sin camiseta todas las noches y debería callarme ya.

- Vas mejorando, no hace falta que nadie te interrumpa.- Dije sin poder ya esconder mi amplia sonrisa. Me encantaba verla balbucear.- Y ahora, tranquilízate. Es una cena de empresa. Y te necesito a mi lado. Diggle también irá, y los tres sabemos cuál es nuestra misión allí.

- ¿La sabemos?- Preguntó ladeando la cabeza.

- Estar unidos por si acaso hay alguna emergencia y tenemos que salir rápidamente.

- En el momento que me uní al equipo me caíste bien. Cuando me ascendiste a secretaria, deseé matarte pero me aferre a la relación que habíamos ido forjando. Ahora te odio.- El rostro que acompañaban las palabras de Felicity era dulce y con una sonrisa que me hacían entender que todo aquello era una broma. Alargué mi brazo, apoyándolo sobre su hombro.

- Lo sé.- Le seguí la broma.- Y ahora… ¿podrías traerme un café?

Felicity frunció el ceño, respirando profundamente. Mordió su labio, intentando acallarse, pero su carácter no le dejaba hacerlo.

- Váyase a la mierda, señor Queen

Y con un gesto nada acostumbrado en mi chica viernes, y esas palabras, se giró, dirección a su escritorio, sin que yo pudiera evitar una carcajada.

.

Diggle y yo esperábamos fuera del coche a que Felicity bajará de su casa. No era la primera vez que habíamos salido juntos, pero esto tenía como una cierta tonalidad a una cita, y me ponía nervioso. Y sabía que Diggle lo notaba.

Me arregle el cuello de la camisa, y tosí levemente, ante la atenta mirada del ex – militar que iba acompañada de una sonrisa socarrona. Gire mi rostro, para clavar mis ojos en los suyos, y mi fruncida de ceño le hizo reír más. Odiaba que me conociera de esta forma.

La puerta del portal de Felicity se cerró llamando nuestra atención, y pudimos ver como la joven se acercaba a nosotros, vestida con un corto y pegado vestido verde. Me quede completamente embobado viendo a aquella maravillosa mujer, hasta que comenzó a hablar con Diggle, haciéndome volver.

- ¿Nos vamos?- Dijo dirigiéndose a mí.

- Estamos todos.- Le respondí, y abriéndole la puerta del coche, comenzamos nuestra noche.

Cuando llegamos a la casa de los Miller, el lugar de celebración de la gala, un centenar de personas estaban esparcidas por el jardín; quizás sólo una decena de ellas fueran a dar algo de dinero para poder salvar algunas de las casas que fueron derribadas tras una gran explosión en los Glades, el resto eran agentes de seguridad, prensa y algún mirón.

Mordí mi labio inferior, aguantando la rabia que aquello me producía, cuando me giré y pude observar como en una pequeña caja acristalada, Felicity echaba un sobre, con lo que supuse que era dinero. Me acerque a ella con sigilo.

- ¿Qué era eso?- Le pregunte haciendo referencia al acto con el sobre.

- No soy millonaria, por lo cual no puedo apostar una fortuna para todas las cosas que esta noche sortearan aquí. Pero por suerte, trabajar en Industrias Queen da un buen salario, y ahora que alguien me ha subido de categoría, cobro más, lo que me deja donar algo de dinero para aquellas familias que lo necesitan.

- Eres muy buena persona, Felicity.

- Bueno.- Felicity giró su rostro, mirándome fijamente a los ojos.- trabajo con alguien que también lo es.

Nos quedamos mirándonos durante unos segundos más, sin decirnos nada. No nos hacía falta. Con Felicity todo era así de sencillo; una simple mirada y sabía todo lo que estaba pasando por su cabeza. Y ella sabía lo que pasaba por la mía. Si todo fuera realmente tan sencillo como ser Oliver Queen y Felicity Smoak…

La tos de una persona ajena a nosotros hizo que nuestros ojos pudieran separarse, aun sin quererlo. Mire al frente y me encontré al dueño del recinto, sonriéndonos amablemente.

- Oliver Queen, que placer tenerle por aquí.- Dijo apretando mi mano.- ¿Y usted es?

- Felicity Smoak.- Miller alzó sus cejas en mi dirección, y Felicity continúo hablando ante su gesto.- Trabajo en Industrias Queen, y para su información soy brillante trabajando con ordenadores. Si me disculpan.

Felicity se esfumo de nuestro lado, dirigiéndose dentro de la casa. Respire profundamente, intentando calmarme, y tras una serie de palabras entre Miller y yo, desaparecí buscando a mi compañera.

La encontré en la cocina, abrazada a una copa de champagne y a un bocadito de atún. Sonreí ante aquella imagen y me acerque a ella, quedándome justo en frente. Felicity hizo un mohín infantil antes de que pudiera decirle nada.

- Ya lo sé. Lo siento.- Dijo en apenas un susurro.- Pero te estaba echando esa mirada de "hey, mira la rubia que lista, se ha tirado al guapo de Oliver Queen y además se ha ganado un sueldo".- Felicity imitó la voz de Miller haciéndome reír.- No pude evitarlo.

- Quieres dejar de preocuparte por lo que dice el resto del mundo y centrarte en que estas aquí, conmigo, por ser excelente en tu trabajo. Yo lo sé. Tú lo sabes. E indirectamente, Starling City también lo sabe.- Mis palabras parecieron hacer entrar en razón a Felicity, y sonreí levemente, cogiéndola por los hombros.

- La culpa la tienes tú por hacerme ser secretaria.

- Ya hemos hablando de eso.

- A Diggle tampoco le gusta su juego de guardaspaldas negro.

- Y no se queja ni la mitad de lo que te quejas tú.- Ambos sonreímos, sin apartar la vista del otro.

- La próxima vez que te miren de esa forma cuando se refieran a mí, harás algo.

- ¿Qué tiene de malo que te relacionen conmigo? ¿Te avergüenzas de mí?- Ni yo mismo me reconocía haciendo estas bromas, pero, rayos, Felicity Smoak conseguía todo en mí.

- No tiene nada de malo, vaya que ya me gustaría.- Felicity paro de hablar, frunciendo el ceño.- Sabías que iba a empezar a hacer esto. Eres horrible. Te voy a denunciar como el peor jefe del mundo. Dentro y fuera.

- Eh, yo no me avergüenzo de ti, al contrario que tú, que quieres dejar claro que no hay nada entre nosotros.- Dije haciéndome el ofendido.

- Oliver, para.- dijo evitando una sonrisa.- Sabes perfectamente porqué lo digo.

- Lo sé.- Aleje todo signo de broma en estas palabras, y le retire un mechón de pelo que intentaba implantarse en mitad de su hermoso rostro.- Y ya te he dicho que no tienes por qué preocuparte. La próxima persona que quiera acercarse a hablar con nosotros sabrá antes que cualquier cosa que eres el mejor técnico de toda la empresa, ¿te parece?- Felicity afirmó con la cabeza.

- Gracias.

- Te tengo consentida.

- Soy tu secretaria favorita.

- Aunque no me traigas café.

- Lo hice una vez.

- No voy a darte las gracias.

- Deberías.

Ambos sonreímos, sabiendo que en aquella conversación, había mucha más afinidad que la que nosotros podíamos manejar, más cariño del que quisiéramos sentir y mucho miedo por lo que pudiera pasar.

Tragué saliva, intentando ingerir aquellos pensamientos para hacerlos desaparecer. No los quería. No esta noche. Alargué mi brazo, ofreciéndoselo a Felicity.

- Ya que estamos aquí, vamos a disfrutar. ¿Quieres bailar conmigo?

Felicity afirmó con la cabeza, y con una sonrisa iluminando su rostro, agarró mi brazo, saliendo en dirección al jardín, donde poder pasar una noche como Oliver y Felicity, sin ningún tipo de etiquetas.