"Creo que nadie puede resumir debidamente lo que he sentido estos últimos meses -pensaba ella entre tanto la brisa le movía sin misericordia sus cabellos, haciendo de ellos una nueva maraña que tardaría mucho en cepillar-, pero estoy segura que cuando pueda verlo voy a terminar de entender lo que siento. Algo deberá pasar... no puedo seguir tan confundida, tan llena de desaliento..."
Fijaba sus ojos desde lo alto de la colina, sabiendo que había sido el lugar donde le había revelado quien era él, para con esa revelación comenzar a traer a su memoria demasiados recuerdos... aunque en un inicio no había sido así.. habría querido abrazarle agradecida sintiendo como si un remanso de paz la hubiese inundado, él era su amigo, su confidente, muchas veces y de muchas maneras su protector, sabiéndose su amiga y durante mucho tiempo compañera en el Magnolia...
Después de esa comida donde todos charlaban tan animadamente, él se había despedido, pero su abrazo fue tan corto... Parecía que la vista de él al regresar había perdido mucho de su brillo y en un momento una vez más se había marchado. No pudo entonces contener la sensación de abandono y lo vio partir con un nudo en la garganta. Su corazón no sintió la misma pena por ver a Archie partir, mientras su amiga se decidía a quedarse a acompañarla aunque solo fue por pocos días, quizá porque sabía que la empresa que Albert iba a iniciar lo llevaría a vivir mayores responsabilidades que de algún modo los separarían nuevamente de un modo más definitivo.
La vida de Albert iba a ser tan distinta a partir de haber sido presentado como el patriarca de los Andley, pensaba ella, imaginando lo difícil para el alma libre que siempre él había sido, el tener tanta carga bajo sus hombros. Reflexionaba entonces, ¿cómo era que a pesar de que no había sido conocido como quien realmente él era, la familia entera le consultaba por cartas y telegramas sus mayores decisiones...? ¿o no fue así que un grupo de chiquillos motivados por saber la injusticia que estaba cometiendo la familia de Eliza al enviarla a México, habían recurrido a él?
De algún modo se daba cuenta de que no conocía demasiado de su amigo, quizá solo un poco más de lo que él mismo sabía en el tiempo que había perdido la memoria, cuando ella con dedicación se dio a la tarea de ser todo el apoyo que él necesitaba.. y recordaba el Magnolia nuevamente, fue tan lindo vivir ahí todo ese tiempo... cuántas cosas les había tocado vivir juntos!
Cerró los ojos unos momentos aspirando el aroma del lugar que tanto significaba en su vida y se dio cuenta de que en algún momento debía regresar al hogar. Su mente se fijo en el lugar que conocía tan perfectamente. Los niños crecían tan rápido, el hogar necesitaba ser ampliado un poco más, requería algunas reparaciones; podría quedarse si quisiera y seguro que la srita Pony y la hna. María verían con agrado que así lo hiciera, pero sabía que debía volver a Chicago, le hacía falta continuar con sus estudios porque una enfermera al igual que los médicos necesita el continuar capacitándose. Ya vería el modo de que fuese aceptada nuevamente en algún hospital a pesar de las artimañas de los Leegan. Tanto que hacer, tanto que aprender.
Estaba confrontando su necesidad de irse, continuar su vida, pero también de volver a dejar a quienes eran sus madres, de dejar el lugar de múltiples recuerdos, pero pensaba también que yéndose a Chicago sería mas probable mirarlo a él, aclarar todo lo que estaba sintiendo y que muchas veces se veía incapaz de admitir, si tan sólo supiera que él estaría allí.
Extrañaba a Albert.. cualquier mínimo detalle le hacía acordarse de él, en muchas ocasiones se descubrió a sí misma sumida en una profunda melancolía y eso le resultaba extraño. No alcanzaba a entender si era por estar en ese lugar, si acaso yéndose nuevamente se disiparía todo lo que estaba sintiendo o de algún modo con verle se daría cuenta de qué era lo que estaba pasando en esa mente confundida y de algún modo también en su corazón. No podía ser que lo extrañase tanto, mucho más de lo que nunca había extrañado nada y tampoco a nadie y eso generaba un dolor agudo en su corazón.
Regresó al hogar, continuando con la idea fija de comunicarse de algún modo con Archie, de pedirle que encontrara la manera de localizarle, aunque sabía que eso representaba que él tendría que pedir informes a la tía abuela. Con cuánta dureza había visto mirarla aquella última ocasión ante la artimaña de la familia de Neil, al pretender casarla con ese bribón orgulloso y malintencionado. Para entonces seguro ya habría estado por casarse con él si Albert no hubiese intervenido.
La srita. Pony dándose cuenta de que Candy entraba suspiró aliviada.
- Últimamente subes mucho a la colina.. -le dijo con una media sonrisa- ¿Todo bien?
Candy sonrió con su dulzura característica pero no podía ocultar del todo la melancolía que había estado sintiendo.
- Creo que extrañaré demasiado este lugar en el momento que tenga que regresar a Chicago..
- ¿Regresarás? -preguntó tierna con un dejo de velada decepción - Creía que a partir de que te habías ofrecido a ayudar al Dr. Rogers, tus intenciones eran quedarte por más tiempo. Apenas se estaba acostumbrando a tener a una ayudante tan capacitada, ya ves que la enfermera Melly es muy mayor. Requerirá que solicite otra en cuanto le digas que piensas irte.
- Precisamente pienso en eso srita. Pony, pero cuando observo que complicaciones surgen en consulta me doy cuenta de que necesito capacitarme mucho más. Si fuera posible tendría el atrevimiento de matricularme en Medicina, pero no sé si pudiera ser admitida allí, principalmente porque la Universidad de Cornel está en Nueva York.
- Donde se encuentra Terry.. -suspiró la srita. Pony
- No pensaba precisamente en eso... -contestó por un momento contrariada. Había olvidado que él vivía allí al contemplar a esa universidad como una opción.- ...pero de hecho, ni siquiera puedo decir que lo haré, solo pensaba ir a Chicago, buscar a mis maestros y tratar de incluirme en algún curso.. con suerte habrá una clínica que pudiera recibirme.
- Dijiste que lo habías intentado...
- Pero ya han pasado varios meses, seguro que habrá alguna manera de solucionar este problema.
- Candy, tantas cosas que han pasado, por tu noble corazón que no soporta ver la aflicción del ser humano... - y suspiró - Necesitas cepillar ese cabello..
- Debería darme una ducha... si no, no podría pasar por entre los cabellos el cepillo - y soltó una sonora carcajada que hizo regresar el brillo a sus enormes esmeraldas que tenía por ojos. La srita. Pony también sonrió.
- Entonces necesitas darte prisa, ya falta muy poco para servir la cena.
- Así lo haré...
La srita. Pony la observaba, pero a pesar de la risa que tenía muchos días sin escucharle, se preguntaba el por qué parecía haber cambiado tanto. No le era oculto que la mayoría de las veces se iba a la colina para recibir el amanecer o pasaba casi toda la tarde ahí. También solía recostarse muy temprano y sus pláticas diarias se habían visto carentes de un buen ánimo genuino. Quizá extrañaba demasiado al joven Grandchester.
