No hacía mucho tiempo que llevaba en aquél sitio extraño, vivía con unos padres asignados y le trataban muy bien, le querían. No se podía quejar, podía haber nacido en un distrito de menor rango y mayores problemas pero estaba ahí. Una vida tranquila sin lujos ni penurias, decente pero vacía.

Una semana y otra... Al mes transcurrido en aquél sitio sentía cierto desasosiego una sensación interior desagradable que no le permitía estar tranquilo ni un momento y para su desazón, iba en aumento cada día. Cuanto más aumentaba la extraña sensación más observado se sentía, notaba hablar a algunos adultos a sus espaldas y no le gustaba.

Cada vez que se lo comentaba a sus padres se miraban con cara de preocupación y respondían lo mismo: "Oh Soki cariño, algunas personas son especiales, pronto lo entenderás"- y añadían una sonrisa tranquilizadora que calmaba los ánimos del joven.

Una buena mañana pocos días más tarde, se levantó y había un gran revuelo en su barriada era la presentación a examen para entrar de académico de shinigami. Unas pruebas muy duras que sólo gente de zonas nobles bien entrenados o gente con mucho potencial llegaban a superar aplastando los sueños de muchos candidatos que veían frustradas sus aspiraciones a una vida mejor, o al menos eso era lo que le habían dicho sus padres a Soki. Eran las primeras pruebas de acceso desde que él hubiera llegado.

Un gran evento pues la gente se arremolinaba en las calles y portales de las casas de rudimentaria construcción, despidiéndose, llorando y gritando. Vamos una gran algarabía de la cual ni formaba ni le interesaba (o al menos eso pensaba de momento).

Días más tarde se enteró que el hijo de su vecino había logrado pasar las pruebas y sintió que él mismo podía haberlo hecho. Pensó en su amigo y pensó en los ratos pasados jugando en la calle... se mareó y se fue a casa. Allí se extrañó de no encontrar a sus padres pero al ver su rostro en el espejo se alegró de que así fuera, después pegó un grito que por suerte no alarmó a nadie, pero su cara ya no era tal sino la de su amigo, sin embargo la presión interior había desaparecido y esto le agradaba. Más aliviado y exhausto se sintió cuando vio que el rostro volvía a la normalidad de sus facciones poco destacables. Dejó una nota a sus padres y se fue a acostar con una sensación extraña que sólo los primeros días había conseguido experimentar y le gustaba.

Pero se preguntó el porqué y no halló respuesta, ¿por qué estaba tan cansado? Lo único que había hecho hoy era estar tumbado pensando, un gran esfuerzo sin duda, bueno dejando aparte el hecho de que por unos minutos tuvo la cara de su amigo.

A la mañana siguiente antes del alba salió de casa, solía ir a una colina a apoyarse en un tronco caído a pensar mientras veía el amanecer cambiar de color hasta pasar al día. Pensó en cómo cambiaría la vida de su amigo al ser un shinigami y no encontró manera alguna que le llamara la atención así que decidió pasar el resto del día en el lugar. Estaba cansado y no le apetecía irse a ninguna parte, además ya había vuelto el agobio diario y eso también le dio qué pensar.

Pero siendo un niño como era le faltaban muchos conocimientos, bostezó y se fue a su casa, al fin y al cabo era tarde.

Se despertó en mitad de la noche, pero no lograba recordar el sueño. Había oído una voz muy suave que venía desde la Corte de los Espíritus Puros y sabía que nada bueno salía de ahí si no eras shinigami, y desde luego él no lo era. Fue corriendo al cuarto de sus padres para explicarles que había oído una voz desde la Corte, pero al llegar se paró en seco, al escuchar a sus padres en plena conversación: "Cariño no podemos seguir así con Soki, cada vez me cuesta más estar en su presencia. La respiración se me entrecorta algunas veces"- su madre parecía preocupada.

Firmemente su padre dijo- "El próximo año tendrá que tomar clases en la Academia"- una lágrima resbaló por la mejilla de su padre que intentando disimular su dolor se giró de espaldas a su madre. Soki no daba crédito a lo que estaba oyendo ni viendo a través de la rejilla. Sus padres tenían que mandarle fuera para poder vivir normalmente, ¡por su culpa estaban sufriendo! Así que decidió entrar sin más haciéndose el sobresaltado de un sueño nocturno. Empezó a hablar sinsentidos pero finalmente soltó la bomba...

"Mamá papá, he oído una voz que viene de la Corte de los Espíritus Puros y..."- sin embargo nada comentó de los cambios que sufrió en la cara el otro día

"¿Y qué cariño?"- su madre parecía poco extrañada.

"Y... no es... muy normal... supongo"- respondió con voz entrecortada el chaval.

"Bueno este no es tema de tratar a estas horas, eres un Sora y eso no va a cambiar. Trataremos de este tema mañana por la mañana"- su padre zanjó la discusión, lo más sensato por el momento y así Soki se fue a dormir otra vez, bueno realmente a tumbarse en la cama y taparse los oídos para intentar no escuchar los lamentos de alguien que parecía terriblemente solitario.

Una vez más se levantó antes del alba, tenía mala cara y era de dormir poco, más bien nada, e hizo su rutina habitual se fue a su colina y pasó un rato allí pensando qué les diría a sus padres.

Finalmente se levantó y emprendió la marcha hacia su casa.

Ya en la entrada se detuvo, tomó aliento y entró. Sus padres ya habían desayunado, su madre fregaba los platos y su padre estaba sentado en la mesa esperándole.