La grandeza de un ideal no es alcanzarlo,

sino luchar por él,

alcanzarlo es sólo una recompensa.


Combatiente

Botas negras hasta las rodillas, en lugar de zapatos y medias largas; falda tableada también negra de cuatro palmas de largo; camisa blanca; jersey gris con decoraciones verdes en el cuello y un símbolo de una serpiente del lado del corazón; la corbata: rayada de colores verde botella y plateado, la llevaba mal atada y algo floja. Andar seguro, con un leve contoneo de caderas; un paso delante del otro en línea recta; posición altanera y arrogante; aires refinados y elitistas; movimientos cuidados y sumamente envarados; sangre pura. Cabello negro, como su alma, y largo hasta la mitad de la espalda, completamente lacio; orbes oscuros y opacos; mirada astuta y fría; rostro lívido y afilado.

Así se la veía a Pansy Parkinson por los pasillos, así la veían las demás Slytherins, así la veían los muchachos y así la veía el mundo; sin embargo, allí faltaba un adjetivo más.

Por mucho tiempo había sido la envidia de toda joven perteneciente a la casa de la serpiente y Malfoy había sido el orgullo de todo muchacho. Estaban hechos el uno para el otro, no porque se amaran, sino porque formaban una pareja implacable. Sus caracteres eran imponentes y subordinaban a toda culebrita que apareciera. Él, las enloquecía, ella, los provocaba. ¿Qué más se podía pedir?, quizás más de lo que cualquiera se imaginaría.

Sin embargo, con el tiempo había comenzado a quererlo (aunque en realidad lo admiraba, adoraba, como a un Dios) a pesar de su genio (insufrible, estúpidamente frío e insoportablemente arrogante) porque pensaba que él vivía de lo mismo que ella (las máscaras, la tiranía, la pretensión). Los días que tan solo servían (porque los otros no tenían sentido) eran aquellos en los que su linaje se hacía valer (su interminable obligación, le recordaba su Voz-Interior), en donde podía demostrar quien valía más (o quien rebajaba más al otro) en todo el colegio. Cuantos más Gryffindors (gatitos con complejo de héroes que siempre se salían con la suya), Ravenclaws (fríos come-libros que se mantienen en una estúpida imparcialidad) y Hufflepuffs (inútiles a los cuales se los consuela señalándolos como trabajadores) se pudieran dejar en ridículo mejor. ¿Qué más entretenido que eso? Pasar tiempo con Draco (Malfoy, se obligaba a recordar).

Si lo pensaba un poco, Draco siempre había estado con ella. Desde niños, podría decirse (desde que sus familias se hicieron insoportablemente frías). Siempre juntos, de un lado para el otro (desfilando en realidad, por aquí y por allá). Mostrarse junto a Draco era lo mejor que podía hacer para aumentar su reputación (su sucia, desprestigiada y pro-mortífagos reputación, pero al mismo tiempo sumamente poderosa) y él iba con ella porque era hermosa, femenina, auto-suficiente, independiente y casi tan lista como él (casi, porque le faltaba astucia, agilidad, pero a la vez tenía un gran potencial). Y por eso, ella le quería (porque sí tenia corazón) de manera disimulada (hasta el punto de temer acercarse demasiado como para acrecentar sospechas), solitaria (porque su órgano palpitante no tenía respuesta) y hasta rota (porque a veces le odiaba, y tan rota que de vez en cuando tan solo les unían hilachas de viejos tejidos).

Pero Malfoy, era un caso aparte (como en todo). Porque él no se transformaría en un príncipe azul con solo ser amado (porque para él eso es un sentimiento debilitante, que estorba). Querer el poder de los Parkinson era quizás su empuje para ello, y por suerte Pansy encajaba en sus planes (porque jamás sería un estorbo, era lo suficientemente inteligente como para no entrometerse en sus asuntos). Además, el sabía que lo quería (por más que disimulara) y que por el haría cualquier cosa, sin importar el qué, cómo, cuando y donde.

Y fue por eso que a ella le dolió tanto la verdad (que intentó no ver por tantos años, pero que siempre estuvo allí a la vista. Y es que nunca había querido siquiera abrir los ojos, porque aunque lo negara, le dolía más que cualquier otra cosa. Pero ella no debía sentir, no tenía que.), porque él no la quería (y eso era obvio, siempre lo había sido, pero el amor siempre fue algo irreal para ella, porque no era merecedora de amar). Siempre la había usado para el paseo (el cotidiano y el que los hacía tan, pero tan superiores que se regodeaban por completo) y la había enloquecido con su jueguito de seducción (porque no tenía otro nombre. Y, sin embargo, no había sido un jueguito cualquiera). Pero el día en que la desconfianza (que jamás había dejado de estar latente, porque a pesar de todo era muy observadora y sabía lo que era capaz de hacer Malfoy, aunque en el fondo pensara que podía hacerlo cambiar aunque fuera un poco) había rebasado todo límite, las cartas debieron ser puestas sobre la mesa (y allí fue cuando Draco se dio cuenta de que era más lista de lo que pensaba). Es que ella estaba harta (porque su avaricia la había vendido sin ninguna vergüenza y ella había sido demasiado estúpida como para no verlo).

Cansada (porque por más hipócrita que ella pudiera ser, todo eso le oprimía tanto el pecho que se le hacía dificultoso continuar atando cabos),

Traicionada (porque había estado anestesiada por tanto tiempo que jamás se había percatado de las cicatrices que tenía en la espalda por tantas puñaladas) y

Vacía (está bien, siempre lo había estado, pero creyó que un poco de humanidad había crecido en su interior con solo el recuerdo de Malfoy).

Y aún así, a pesar de todo, él se había convertido en la víctima (Oh, sí, en esa víctima tan asquerosamente superior que manejaba a todos con hilillos) y el ridículo había tocado a su puerta, sin dejarle descansar un solo segundo. Y era en esos momentos en que no podía dejar de envidiar al Trío Mágico de Hogwarts (porque eran El Trío. No un trío cualquiera, los mejores amigos que uno, menos ella claro está, querrían tener).

Potter siempre era el héroe (aunque secundado por sus dos fieles compañeros, que siempre serían eso: fieles y leales, que jamás lo dejarían solo. Porque lo adoraban como a un hermano y él a ellos, porque no les importaba tener el papel secundario mientras todo estuviera en calma),

Granger era siempre la salvación (tan preciada, tan idolatrada incluso, pero también envidiada e insultada, despreciada y desprestigiada. Pero que a la vez salía a flote gracias al apoyo de sus chicos, gracias a la incontenible furia del pelirrojo que salía en su rescate cuan caballero sobre corcel),

Weasley siempre tan fundamental (tan deshonrado, y considerado el más estúpido, pero que a la vez era el motor, el hilo que los mantenía unidos en el camino, ya fuera correcto o incorrecto. Era el que siempre estaría para Potter, tan solo por ser su hermano adoptivo, a pesar de que le sobraran lazos fraternales; y era el que siempre socorrería a Granger, por ser su debilidad más grande, más que las arañas).

Pero aún así, Malfoy había estado equivocado al pensar que estaría para él siempre que lo deseara (porque no era ni tan estúpida ni tan sumisa) y también estaría equivocado al pensar que podía tener algún tipo de resentimiento (porque dentro de su estúpida historia había crecido más de lo pensado).

Y es que era más fuerte (porque un Malfoy no le haría daño, ya que sus músculos se habían endurecido y destruiría cualquier roca que se cruzase en el camino),

Más trabajadora (porque ahora la confianza ya no se le otorgaba a algunos privilegiados, sino que no le era dada a nadie, porque ahora trabajaría para ella, el doble, el triple o lo que fuese necesario, pero solo para ella),

Su piel era más gruesa ( ahora era impenetrable, y porque los sentimientos no avanzarían más allá de lo estrictamente controlado o permitido),

Porque ahora era más lista (más que Draco y su padre juntos, más que Potter, Granger o Weasley, porque ellos aún confiaban y eso les perjudicaría más de lo imaginado),

Y porque ahora luchaba por sus medios (y por eso debía agradecerle a Malfoy)

Porque todo en su mundo (pequeño, frío, absurdo, elitista y refinado) estaba bien. Porque luchadora no se nace, se hace.