N/A: Es un mediodía aburrido en don de estoy, y se me ocurrió esto. Es el comienzo de capítulos sueltos sobre los merodeadores, así que necesito temas, días especiales, sugerencias, en fin. ¿A alguien se le ocurre algo?¡Para cualquier cosa, reviews!
Días merodeadores
Por Nyssel.
Capítulo 1: Lily, la susceptible.
En el Valle de Godric el verano llegó, y eso se hacía notar en el paisaje: un montón de palmeras que alineaban en la calle para no sufrir tanto el sol, brujas en hamacas, en sus jardines, y un montón de hechizos de lluvia local para que refrescara el césped.
Si nos acercamos más, podemos divisar una casita en concreto entre las demás: una que, como todas las del valle, estaba decorada de rojo y dorado. ¿Cuál es la peculiaridad? Una verja cuya entrada era vigilada por dos estatuas de leones. Cerca, tres hombres caminaban, dirigiéndose a dicha casa, cargados de bolsas llenas de regalos.
Se llamaban Remus Lupin, Sirius Black, y Peter Petigrew. Dos grandullones, mejor dicho, fornidos y atractivos, y uno chiquitín y asustadizo.
-¿Por qué se te tuvo que ocurrir la idea de ir de compras, Moony?
-Porque tu ahijado está a punto de nacer, y además, tenemos que dejar solos un rato a Lily y James.
Llegaron a la verja, donde Sirius acarició a los leones de piedra, a la vez que Peter se agazapaba, intentando no acercarse a esas cosas que tanto le aterraban cuando se movían.
-¡Joder Peter, no me agarres de la camisa, que me la estás haciendo un nudo!
-Pe-pero Sirius…
-Bah… Remus¿y por qué teníamos que dejar solos a la parejita? Ya pasan suficientemente tiempo cuando nos vamos, por la noche.
-Tienen que arreglar sus diferencias, ya sabes que no todo va bien.
-¡Pero es porque Lily es demasiado perfeccionista!
Antes de que pudiera terminar la frase, Remus le dio una patada a Sirius, por debajo de la rodilla.
-¡Ay!¿Por qué me pegas?
-Que Lily no te oiga o lo pagará contigo.
-Sigo sin entender de qué diferencias hablas. La cosa va como siempre.
En ese momento, la puerta principal se abrió, dejando escapar a un James que corría despavorido, de un rayo de color rojo. Al ver esto, los chicos enseguida soltaron las bolsas, y alzaron las varitas, preparándose para un combate. Pero en cuanto oyeron los gritos, las bajaron:
-¡Y no vuelvas a insinuar que estoy GORDA!¿Me oyes, James Potter? Si lo estuviera, que no lo estoy, es porque ¡TÚ me has hecho ESTO!
Apareció Lily en la puerta, señalando su tripa, obviamente desarrollada, ya que estaba entrando en el noveno mes de gestación. Remus susurró a Sirius:
-¿Diferencias, decías?
Mostrando una alegría exagerada, Peter se acercó a Lily, se puso a su lado, y la abrazó, intentando no lastimarla. Claro que ella se lo tomó a mal:
-¿Tú también? No puedes abrazarme de frente, porque estoy gorda¿verdad?¿Qué os pasa a todos?
-No, Lily, yo no…
-¡Bah!¡hombres!¿Sirius?¿Remus?¿Vosotros no me dais un abrazo?
Los aludidos se acercaron con miedo, Remus más que Sirius, ya que se tomó en serio lo peligrosa que puede llegar a ser una bruja embarazada, más si es pelirroja (por su carácter, según decían), y más si es Lily Evans-Potter. Sirius entonces, aprendió de la mala lección de Peter: se puso delante de Lily y la abrazó. Sí, esos abrazos de oso que tanto les gusta a la gente mimosa, y que Sirius creía que era lo que Lily necesitaba. O no.
-¡Joder, Black!¿No puedes tener un poco más de delicadeza?¡Has apretado demasiado al bebé, que está dándole de hostias a mi vejiga!
En ese momento Remus se acercó a Lily, y como no sabía cómo abrazarla, optó por agarrarse a su tripa, apoyando la cabeza en la barriga de Lily.
-Oh, Remus…
Todos se quedaron boquiabiertos, menos Lily que sintió el instinto maternal, y el cariño que Remus le daba. El padre y el padrino, con los ojos como platos, solo pudieron lanzar miradas de "pero qué morro tiene".
-Mierda, tenía que haber sabido que era así. ¿Cómo da con la solución a los problemas de mujeres?
-No sé, Prongs, pero tu mujer te sigue mirando mal.
-Esto… ¡Chicos!¿Qué tal si entramos?
El jardín de los Potter era de los más grandes del vecindario. Y de los más cuidados, por cierto. Con un sauce llorón en una esquina, justo en el borde de la pequeña piscina, hacía que pareciese muy misterioso. Una hamaca de colores brillantes, y una mesa con sillas y tumbonas a juego, completaban el kit, al lado de una barbacoa muggle, que era de decoración, más que otra cosa, porque Lily no le dejaba a James probar.
-¿Y bien?
-¿Qué quieres ahora Sirius?¿Es que encima de embarazada, tengo que hacer de sirvienta?
-No, yo no decía... Esto... no. Creo que me voy a por hielo.
Remus intervino, mientras Sirius salía del jardín con un vaso vacío, hacia la cocina.
-Lo que quería decir Sirius es que si ya sabéis qué nombre le vais a poner al bebé.
-¡Ah, claro! -Lily se balanceaba feliz en su hamaca- Si es niña, Desdémona.
-¿Qué?¿Cuándo has decidido eso...cariño?
-Ayer, cuando me dejaste SOLA, estuve leyendo a Shakespeare, y se me ocurrió. ¿No es bonito?
-Cariño, si fui a recoger tus análisis al medimago... -sintió en su persona la mirada furibunda de su mujer- Esto... ehm... ¿No te gustaba el nombre de Kaisa?
-No. Es nombre de serpiente.
-¿Y Sophie?
-De princesa malcriada.
-¿Y...?
Remus veía que todo esto iba a acabar mal, pero como quería que parase de alguna forma, solo dijo.
-¿Y si es niño?
-Oh, si es niño, Jonathan.
-¿Jonathan?¿Jhonnie Potter?¡Por Merlín!
-¿Ah sí?¿Y cuál sugieres tú, Potter?
-Amor, no vuelvas a llamarme por mi apellido... Yo creo que estaría bien... Henry.
-No quiero. Suena presuntuoso. Como tú. No lo quiero. ¿Por qué no me entiendes?¿Para qué te casaste conmigo? Para hacerme infeliz, seguro. ¿Es eso?
Lily ya comenzaba a lagrimear. ¿Acaso no comprendían que tenía todo el derecho del mundo a ponerse sentimental? Tenía kilos de más, no se sentía ni guapa ni querida, y encima, siempre le llevaban la contraria. En definitiva, saltó a llorar, en medio del jardín, balanceándose en la hamaca de colores chillones. Peter se escondió detrás de Sirius, que acababa de llegar de la cocina, con un vaso enorme, lleno de batido de chocolate, y una de las bolsas de las compras en la otra mano.
Miró el panorama.
Se acercó a Lily.
Le dio el batido de chocolate, y ella lloró aún más.
-¡Ey, peque Lily!
-¿Qué?
Ella puso una voz deliciosamente infantil, haciendo que todos los de ese jardín quisieran abrazar a esa criatura tan caprichosa como buena. La mirada de Sirius Black, tierna y traviesa, hacía ver que tenía algo planeado. Y no siempre podía ser bueno.
-He solucionado tus problemas.
Y sacó de la bolsa un peluche, con forma de snitch dorada. En el ala de la izquierda ponía "Harry", y en el de la derecha "Potter".
Y Lily lloró aún más. Pero esta vez todos la abrazaron, y rieron. Un gran abrazo que cubrió a Lily, que se sintió querida por todos. Y entre el calor del verano, y el calor humano de ese abrazo, solo pudo decir:
-Apretáis al bebé. Y me hago pis.
Y el jardín volvió a llenarse de risas.
