Pues, este fic se me ocurrió mientras me aburría. Así que pueden esperar lo que sea.

Disclaimer (o como se escriba): Los personajes de Hetalia no me pertenecen.

Les dejo el capi uno

Capítulo 1

Amplios jardines rodeaban lo que era el hogar de Alfred F. Jones, quien en ese momento disfrutaba de un agradable atardecer, sentado en una de las muchas bancas que se encontraban por todo el jardín. Las puestas de sol eran lo más…

Interrumpió su reflexión al mirar de reojo la figura inconfundible de Tony, su amigo extranjero que se deslizó con cautela por un costado de la casa llevando algo extraño en sus manos.

Alfred frunció el ceño. Hacía días que venía mirando ese raro actuar en su amigo extranjero. Si bien es cierto que de por sí Tony actúa raro, en los últimos días estaba actuando todavía más raro.

Y él, siendo muy curioso, se levantó de la banca e igual de cauteloso, comenzó a seguir a Tony, quien ajeno al seguimiento por parte del ojiazul, entró a la casa y deambulando por pasillos y más pasillos… y después de varios minutos de caminar por los pasillos, llegó a una zona que Tony mismo había diseñado para su uso personal.

El americano se detuvo a prudente distancia y miró desaparecer a Tony por una puerta que se abrió después de pulsar unos botoncitos de un panel incrustado en la pared.

— ¡Rayos!—murmuró el americano— ¿Qué está haciendo? ¿Estará planeando una invasión extraterrestre? ¿Por qué está actuando raro?

Comenzó a convencerse de que su amigo extranjero planeaba una invasión. ¡Traición! Debía hacer algo. Entrar por esa puerta y descubrir los planes que Tony tenía. Seguro detrás de esa puerta había planos, armas… ¿Y qué era esa cosa extraña que Tony llevaba? ¡Un arma extraterrestre de seguro!

Debía…

Ah, pero no ahora. Ahora tenía antojo de una hamburguesa, así que volvería más tarde, cuando Tony saliera esa noche. Desde que comenzó su ir y venir por la casa de esa manera tan misteriosa, el amigo extranjero había tomado la costumbre de salir un par de horas cada noche.

Así, Alfred se retiró del lugar y fue por su hamburguesa. Casi de inmediato, Tony se reunió con él en el comedor porque también gustaba mucho de las hamburguesas, así que cenaron en una dispareja conversación.

— ¿Saldrás esta noche, Tony?

—shdjhsigjks

— ¿Cómo que esta noche no saldrás?—gritó el americano.

—shd jhsi giks

Tony repitió lo anterior dicho porque al parecer, Alfred no le había comprendido bien.

—Oh, ya veo. Todavía se me dificulta entender lo que me dices. Muy bien. Que te diviertas y no te preocupes si te tardas más de lo normal. Ahora, me voy a dormir.

Alfred se levantó de la silla y estirándose sofocó un bostezo… bastante fingido, claro.

—ghjiyuth—dijo Tony.

—Sí, Tony, buenas noches. Nos vemos mañana.

Así, Alfred tomó al pasillo que lo conduciría a sus aposentos y Tony el pasillo que lo sacaría fuera de la casa. El americano esperó impaciente unos minutos en su habitación antes de darse a la tarea de recorrer los ya recorridos pasillos que lo habían llevado antes al área de trabajo de su amigo extranjero.

Al llegar frente a la puerta que era tan llamativa para él, miró el tablero.

— ¿Y ahora qué?—se preguntó en un susurro. Pulsó al tanteo unos botones, pero no sucedió nada— ¿Cuál era la tonadita?

La tonadita de los botones que Tony había pulsado acudió a su mente porque era el tono de un villancico que todos los años se tocaba en navidad, así que no necesitaba ser muuuuy inteligente para recordarlo.

Al pulsar los botones correctos, la puerta se abrió y el ojiazul entró con mucho cuidado. Buscó algún interruptor tocando la pared para encender alguna lámpara y así iluminar el interior que estaba muy oscuro y no veía nada. Así anduvo un rato hasta que sus manos tocaron una palanca. La tanteó con ambas manos dándose cuenta que había un enorme panel incrustado en la pared y que aparte de la palanca, había muchos botones, cientos de ellos.

— ¿Cuál de todos es el de la luz?—gritó casi histérico. Fue recorriendo con los dedos los botones hasta llegar a una parte del panel que era digital, es decir, bastó con pasar sus dedos por encima para que de pronto, muchas lucecitas se vieran brillar en medio de la enorme estancia.

Alfred se volvió dándole la espalda al panel para quedar frente a una estructura brillante. Miles de pequeños foquitos formaban una especie de nave, de tamaño mediano. La luz de los foquitos era roja y tenía el tenue suficiente para no lastimar la vista y a la vez, iluminar todo alrededor.

Muy sorprendido, Alfred miró en torno. Muchos paneles como el que había tocado rodeaban la estancia.

— ¡Invasión!—gritó el americano— ¡Estoy en una nave espacial! ¡Han venido a secuestrarme!

Su mirada detrás de las gafas estaba muy abierta y centrándola en la nave de lucecitas, caminó hacia ella. Era algo que él nunca había visto. Caminó un poco a su alrededor mientras que pasaba la palma de su mano izquierda sobre los foquitos. Éstos cambiaron el color rojo por varias tonalidades. Azul, verde, amarillo, blanco y violeta, a causa de su tacto.

—Es hermoso.

Se entretuvo pasando ahora ambas manos por la nave, quedando cada vez más fascinado. En una de esas, un sonido parecido al que hacen los cristales cuando pegan uno contra otro, se escuchó y Alfred dio un par de pasos atrás para mirar como cerca de él se abría una puerta.

Con una sonrisa de niño travieso, volvió a acercarse y sus manos pasaron de nuevo por donde habían pasado antes. Al pasar sobre ciertos foquitos, la puerta se cerró produciendo el mismo sonido que cuando se abrió.

La abrió y cerró una y otra y otra…. ¡Varias veces! Hasta que finalmente la dejó abierta para ingresar al interior de la nave.

— ¡Qué maravilla!—gritó el cuatro ojos— ¡Esto debe ser mío!

El interior de la nave era todavía más hermoso que el exterior. Aquí, las luces de colores eran intermitentes y el entorno brillaba de una manera que el ojiazul pareció ser uno con ellas.

—Veamos, qué más puedes hacer.

Palmeó con suavidad varios puntos de la nave, pasándose de un lado a otro en cuestión de segundos, sin fijarse siquiera qué efecto tenía el hacer eso, mientras que afuera, en varios paneles se encendieron focos de advertencia y unas finas notas musicales comenzaron a escucharse, como si fuera una alarma, pero adentro, la melodía que formaron esas notas fue para Alfred algo muy bello, así que continuó su pulsación en las paredes de la nave hasta que sus manos dieron con el área prohibida.

Una vez que pulsó allí, no hubo forma de detener aquello. Las paredes de la nave comenzaron a transformarse y los miles de foquitos desaparecieron para dejar solamente un círculo de luz en donde se mezclaron los colores. Estas luces fueron compactándose, encerrando a Alfred en una línea de luz.

Los intentos del americano por escapar fueron nulos. La línea de luz fue haciéndose cada más delgada hasta llegar al punto de desaparecer y no quedó rastro ni de la nave, ni de la luz… mucho menos de Alfred.

En cuanto la nave… o lo que fue la nave y Alfred desaparecieron en medio de una bella melodía, los paneles dejaron su actividad, la melodía dejó de escucharse y todo volvió a la oscuridad…

¿Dudas? ¿Sugerencias? ¿Tomates de España? ¿Maple de Canadá? ¿Algo?

Bye