¡Hola de nuevo! Aquí estoy de vuelta para compartir esta historia con vosotros. De nuevo, no sé cuantos caps tendrá ni cuando iré actualizando porque subiré los capítulos una vez el siguiente esté acabado, para ir uno por delante siempre. Y bueno, si me lee alguien pues.. espero que os guste. Enjoy! :3
Desde que regresó a la comisaría tras su ronda, aquella tarde había sido tan aburrida que parecía eterna. Le había tocado estar disponible allí durante toda la tarde mientras sus padres, Gold y Regina seguían intentando abrir un portal.
Hacía casi un año ya de la vuelta de Neverland y las cosas había cambiado mucho. Muchísimo. El pueblo estaba mucho más calmado, Gold y Regina se habían pasado al lado del bien. Bueno, más o menos, al menos ya no atormentaban a nadie, así que no solía haber problemas. Ambos habían accedido a ayudar a Snow y a David a crear el portal para poder volver al Bosque Encantado e intentar reparar el daño que la maldición hizo.
Gold había accedido porque, como la mayoría de los habitantes de Storybrooke, quería volver a vivir allí; y Regina accedió simplemente porque Emma y Henry se lo pidieron. Ella no quería regresar allí porque no quería recordar todo su pasado, pero su hijo estaba ansioso por visitar aquel lugar y Emma solo quería ayudar a la gente del pueblo, así que no pudo negarse.
Cuando el teléfono sonó Emma se apresuró a cogerlo, al fin tendría algo que hacer, un minuto después cogía las llaves de su escarabajo y salía corriendo, no podía creer aquella noticia.
Una vez llegó al pozo del bosque se quedó asombrada de toda la luz que salía de él, habían conseguido abrir un portal sin necesidad de habichuelas ni sombreros.
-Vaya… es asombroso. –Todos se volvieron hacia la rubia y esta se acercó hasta estar al lado de Regina. La morena se dejó caer levemente sobre Emma y esta la abrazó por la cintura, usar su magia de nuevo tan repetidamente le agotaba. -¿Es seguro?
-Lo único que es seguro es que va directamente a nuestro reino, aunque no sabemos dónde exactamente, y que es permanente. –Gold empezó a recoger las cosas con las que había ayudado a Regina y los libros que había utilizado.- Esta vez no se cerrará hasta que Regina lo deshaga.
-Debemos prepararnos para cruzar, una vez nuestro reino sea un sitio seguro podremos ayudar a los demás reinos. –David asintió ante las palabras de su mujer y tras cubrir el pozo con algo de magia para que nadie encontrase el portal, todos comenzaron a caminar hacia los coches.
-Yo iré en el primer viaje con vosotros, necesito pasar por mi castillo a recoger ciertas cosas. –Gold, que iba delante de los demás, no esperó respuesta, subió a su coche y se marchó.
-Bueno… Pues Snow y yo hablaremos con Mulán y Felipe, el primer viaje podríamos hacerlo nosotros, supongo que una vez cruzado el portal Gold irá por su cuenta. –David miró a su mujer, que aprobaba su plan y luego a su hija.- Emma tú te quedarás aquí por si pasa algo, no podemos dejar el pueblo solo. –La rubia asintió.-
-Tendrás que cuidar de Henry, yo también necesito cruzar. –Todas las miradas se volvieron hacia Regina, que aún no había dado su opinión.
-¿Estás loca? –Emma la miró como si hubiese dicho algo terrible.
-Si queréis que siga haciendo magia iré en el primer viaje, sino puedo cerrar ahora el portal y se acabó. –La morena se cruzó de brazos, pensaba ir quisieran o no, tarde o temprano tendría que enfrentarse a aquello y prefería que fuese ahora que aún no había nadie allí.
-Está bien, nos vemos mañana a primera hora en la sala de reuniones en el ayuntamiento. –Regina se metió en el coche de la rubia y esta miró a su padre cabreada. –Em, Regina sabe defenderse sola, ¿tengo que recordarte quién es en realidad?
-Oh cállate. –Puso los ojos en blanco y se montó en su coche a disgusto.
El camino hasta la casa de la morena fue totalmente en silencio. Cuando llegaron, al bajar del coche se encontraron con Neal que llegaba para dejar a Henry. Ambas le dieron las gracias y se despidieron de él.
Mientras Emma y Regina preparaban algo de cenar Henry hizo más amena la tensión entre ellas, contándoles detalladamente cómo le había ido el día en la escuela y luego con su padre. Cuando se sentaron a la mesa, al principio fue incómodo, pero las dos se esforzaron por que su hijo no notase nada. Henry y Emma se enfrascaron en una conversación sobre cómics y vídeo juegos y todo fue más fácil, Regina estaba demasiado cansada.
Cuando acabó la cena Henry ayudó a recoger la mesa y Emma hizo el resto mientras Regina se cambiaba de ropa. El chico se despidió de sus madres y subió a su cuarto y ellas dos se quedaron un rato más viendo la tele como hacían normalmente cuando pasaban la noche juntas tras un largo día. Se habían vuelto prácticamente inseparables y en días como aquel, en el que no se habían visto casi nada, les gustaba ese momento a solas. Pero ahora era diferente, Emma seguía enfadada.
-Si vas a hacer como si yo no estuviese puedes irte. –Regina rompió el silencio con toda la frialdad que pudo, no era justo que Emma la tratase así. La rubia la miró resoplando y negó con la cabeza.
-¿Por qué simplemente no puedes quedarte aquí? Tú no dejaste nada allí, no tienes por qué ponerte en peligro. –Emma se tapó la cara con las manos, apoyando los codos en sus rodillas. No quería que Regina fuese al Bosque Encantado, si le pasase algo se moriría.
Regina la miró unos segundos y luego se deslizó por el sofá hasta ella, apartándole el pelo de la cara y haciendo que la mirase.
-No me va a pasar nada ¿vale? –La rubia apartó la vista y Regina resopló, aquella mujer a veces era incluso más cabezona que ella.- Emma mírame. –Ante el tono serio de Regina, Emma le hizo caso. –Confía en mí, por favor… -La morena le rogó con la mirada y Emma negó con la cabeza.
-Confío en ti Regina, claro que confío en ti, pero no puedes esperar que te deje ir sin más a un sitio donde casi muero.
-Pero yo soy la Reina Malvada, Em, yo tengo magia y sé cómo manejarme allí. –Emma volvió a negar con la cabeza y Regina resopló.
-Por favor, Regina, por favor, si te pasa algo yo… -A la rubia se le encogió el corazón solo de pensarlo.- Por favor Regina, si te importo –Antes de poder seguir hablando Regina la interrumpió con sinceridad.
-¿Qué si me importas? Creo que he demostrado con creces que me importas, si tú no me lo hubieses pedido nunca hubiese creado ese maldito portal y nunca hubiese colaborado con tus padres. –Regina se levantó y apagó la televisión, intentando calmarse.- Voy a ir al Bosque Encantado Em, si me apoyas te lo agradeceré, si no… creo que necesito descansar y no quiero seguir discutiendo, mi decisión está tomada.
La rubia se levantó, algo cabreada, quiso decir algo pero simplemente se fue. No valía la pena seguir discutiendo, tenía que pensar algo para que Regina se quedase en Storybrook y tenía que pensarlo rápido.
Aquella noche ambas tuvieron pesadillas. Emma no paraba de soñar una y otra vez que perdía a su novia y no podía hacer nada y eso la atormentaba. Regina, por su lado, soñaba con los peores recuerdos que tenía de aquel lugar al que había decidido enfrentarse de nuevo.
