Disclaimer: La película no me petenece, esto lo hice sin fines de lucro.
Turn Your Face
El invierno había llegado a la ciudad como cada año, aunque de igual manera, con cada año que pasaba se sentía más frío que el anterior. Quizá solo era el frío de la soledad que aumentaba con el pasar de los años.
Tomó un trago a la humeante taza de chocolate caliente que tenía en las manos, la dejó en la mesa de al lado y tomó el control remoto que se encontraba ahí, encendió el televisor y cambió de canal y dejó uno al azar, era el programa de dibujos animados que veía hace años.
El fugaz recuerdo de ella en el departamento de León el día que asesinaron a su familia se implantó en su mente. Como si no fuese suficiente, revivió cada uno de los momentos que vivió a su lado como si de una película se tratará.
Ese maldito de León, a final de cuentas, nunca le importó nada de lo que le pasara a ella. Tras lo pasado con Stan, él apareció frente a ella de la nada, corrió hacía él y lo abrazó con todas las fuerzas que tenía.
Si se trataba de otra mala broma de su mente, no importaba, se sentía tan real, que tampoco le importó que desde el último día que le vio, ya habían pasado varios meses.
León nunca correspondió a su abrazo. Se limitó a permanecer estático en su lugar, sin embargo Mathilda lloró hasta que no pudo más, cuando descubrió que no era una alucinación producto de sus ganas de volver a verlo, le asaltó con preguntas, y solo hacia pausa para decirle lo mucho que lo había extrañado. Pero León no respondía nada, parecía más una estatua que hombre. Tras apaciguar su euforia, Mathilda le recordó lo que le había dicho antes de que la obligara a salir del edificio y le exigió cumplirlo con una tierna sonrisa en sus labios; sonrisa que borro cuando León se limitó a decirle que se alegraba de que estuviera sana y salva. Se dio la vuelta y sin decir nada más, se alejó ignorando los gritos de Mathilda llamándolo y suplicando que no se marchara otra vez.
Mathilda se derrumbó sobre el suelo y lloró con más fuerza.
Desde ese día se prometió no volver a llorar por León.
No lloró más, pero con cada día que pasó, lo extrañó más que el anterior. El nudo en el estómago que alguna vez tuvo, volvió junto a una gran sensación de vacío. Se acostumbró a vivir con ello.
Cuando tuvo la edad suficiente de conseguir un buen trabajo y vivir de el, dejó de visitar a Tony.
Vivía en un pequeño apartamento en un quinto piso, rodeada principalmente de familias que le recordaban a la que alguna vez tuvo.
Alguien llamó a la puerta, apagó el televisor y se dirigió hasta la puerta. Miró a través de la mirilla de la puerta y no vio a nadie. Tomó un viejo palo de golf y con cautela abrió la puerta sin quitar la cadena.
Para su sorpresa, ahí, frente a su puerta estaba un decaído León; era evidente que los años habían hecho mella en él.
Ninguno de los dos decía algo, solo se miraban el uno al otro.
Era injusto que tras abandonarla, años después apareciera de nuevo frente a ella. Sentía como todas las lágrimas que había guardado durante estos años, luchaban por salir.
— ¿Mathilda? —fue lo único que se atrevió a decir León.
Cerró la puerta, y se apoyó en ella, las piernas le temblaban y su corazón estaba a mil por hora. No era nada justo.
Solo quería que él se diera la vuelta y se alejara como lo había hecho hace años.
Este pequeño escrito lo tenía desde hace meses, de un día que volví a ver la película y terminé abatida como me pasa cada que la veo, pero bleh.
Si llegaste hasta aquí, ¡Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer!
Lu.
