El Potterverso es de Jotaká.


Este fic participa en el reto "Viñeta" del foro I solemny swear.


"ADORABLE"

Por Victoire Black.


Una pequeña niña rubia acababa de abrir sus ojos a primera hora de la mañana, cuando se percató de que las cortinas de su ventana estaban abiertas. Parpadeó con sueño y se dio la vuelta en la cama, hasta que algo se hizo presente en sus pensamientos... ¡Era Navidad! No es que sus padres fueran asiduos a festejar con emoción dicha festividad, pero no perdían oportunidad de hacerles regalos a sus tres hijas.

Y si había algo que Narcissa Black adoraba, eran los regalos.

Se sentó en la enorme cama adoselada con tul, y miró a su alrededor. Aquel pequeño dragón de peluche —vestido de rosa, su color favorito— había sido un regalo de sus tíos dos años antes, y en su cumpleaños, pocos meses antes, el diminuto camisón beige que tenía puesto —su preferido— había llegado envuelto en un papel lleno de colores. Nada típico de su familia, pero sí de esa niña de mejillas arreboladas y pasiva expresión.

Todos la adoraban, todos adoraban darle regalos.

Se sacó las sábanas de encima, pero cuando se disponía a colocarse las pantuflas para poder bajar de la cama, encontró sobre esta algo inusual. Normalmente, los regalos eran dejados en la parte de abajo del enorme árbol de Navidad que su padre solía cortar para complacer a sus hijas y sus sobrinos. ¿Por qué se suponía que había un pequeño paquete envuelto sobre su cama, si no era su cumpleaños?

La curiosidad amenazó con dominar los impulsos de una niña a menos de un año de comenzar el colegio, pero ella no se dejó invadir. Con su tranquilidad usual, bajó de un pequeño salto de la cama, ya con las pantuflas puestas, y se dedicó a observar —sin tocar en ningún momento— el irregular paquete que descansaba allí, sobre el acolchado de plumas.

A decir verdad, le sorprendía todo de ese regalo, comenzando por estar sobre su cama en Navidad, y finalizando en el horrible papel de periódico en el que estaba envuelto el regalo. ¿A quién diablos se le habría ocurrido dejarle esa cosa allí a ella?, pensó. Pero de igual modo la curiosidad la venció.

A Narcissa todos le regalaban cosas adorables, tal como ella misma.

Y ese fue el motivo de su gran error. Había una persona en esa casa que no la veía de la misma forma que los demás, y dicho ser en cuestión era un infante de cinco años, dispuesto a despeinar las largas trenzas de su prima con tal de tener un poco de diversión en la monotonía de la Noble y Ancestral casa de los Black. Pero Narcissa no se puso a pensar en ello hasta que no tuvo —no sin cierto miedo— el paquete en sus propias manos. Lo apretó, y lo primero que dedujo fue que se trataba de un peluche. Otro más para la colección que rodeaba su habitación.

—Adorable —ironizó con su voz musical, rodando los ojos mientras habría el regalo. Y en el instante que vio el interior del paquete, lo que tenía en sus propias manos, soltó un grito que hizo correr a muchos en la mansión, y en particular reír al niño del piso de abajo.

De más está decir que los calcetines sucios de un niño de cinco años no son lindos. Y mucho menos estando en manos de una muy adorable —y nada tolerante— Narcissa Black.