Estoy en un prado amarillento, hay flores marchitas y una gran árbol muerto a lo lejos. ¿Qué es esto?

Quiero caminar, por lo que me levanto. Pero al dar el primer paso siento algo caer por mis piernas, al bajar la cabeza puedo ver como sangre cae al suelo ¿Qué ocurre?

Intento correr pero una sombra aparece frente a mi.

—Sálvalo

El susurro fue tan bajo que por poco no lo escucho. Parece una mujer.

—¿A quién? ¿De qué hablas?

—Sálvado por favor...

—¿Quién eres? ¿A quién debo salvar?

Me estoy desesperando, la sombra no responde. De pronto, un grito agudo se escucha en todos lados, miré alrededor pero no encuentro la fuente. La sombra está desapareciendo.

—¡SALVALO!

(...)

Desperté con mi rostro lleno de sudor, y mi respiración agitada. Miré la hora, eran las nueve y media, mejor me levanto.

Fui al baño y me mojé el rostro tratando de calmarme. ¿Qué había sido eso?

Me duché por media hora para despejarme y salí directo al ropero. Tomé un vestido de tirantes color blanco, ajustado hasta la cintura y cayendo con vuelos dos dedos sobre la rodilla. Me puse una sandalias tipo romanas con taco color rosa palo. Dejé mi pelo suelto, que ya me llega hasta la cintura, con una pequeña diadema del mismo color que las sandalias. Agarré una liga-cinturón en la que estás mis llaves y la puse en mi muslo derecho, por debajo de la falda. Me puse el collar con la llave rota de Aquario y me fui al gremio sin desayunar.

()

Al entrar saludé como siempre y le pedí a Mira un batido de menta y vainilla. Me senté en la barra a esperar y a mi lado estaba Cana.

—¿No te parece muy temprano para estar bebiendo?— le pregunté, señalando el barril de ron que abrazaba

—Lo estoy guardando para el almuerzo— dijo con voz monótona—. Muero de aburrimiento

—¿Quieres que hagamos algo?

—Ya sé, te tiraré las cartas— sin dejarme opinar comenzó a mezclar la baraja.

Después de un rato la colocó frente a mi.

—Elige tres

Saqué tres y ella alejó el resto. Me miró, y tomó la primera.

—El Mundo. Tus proyectos se cumplirán, serás feliz.

Su voz era entusiasta, le sonreí y dió vuelta la otra.

—El carro. Gran vitalidad y salud, familia estable.

Sin dejarme siquiera respirar dió vuelta la última carta.

—El sol... —su mirada se posó en mi, tenía un extraño brillo— Representa grandes beneficios en tus metas personales, felicidad.

Iba a decir algo mas pero no lo hizo. La miré interrogante pero sólo sonrió.

—Aquí está el batido Lucy— dijo Mirajane con una sonrisa, Cana aprovechó y se fué con Macao, quien estaba tomando cerveza.

—Gracias Mira.

Tomé el batido en silencio, y al terminar me dirigí al tablero de misiones. Miré los pedidos con calma, pues debía conseguir una con buena paga.

Natsu y Gray se fueron a una misión juntos como castigo por destruir una ciudad. Y Erza estaba con fiebre, por lo que Wendy la cuidaba. Eso significaba que, o esperaba a que los chicos volvieran y Erza se recuperara para ir de misión, o tomaba una en solitario.

Vi una que me llamó la atención, se necesita investigar un gremio oscuro desde adentro para que pudieran arrestarlos. Era una misión de infiltración, duración de un año, pero la paga era de cinco millones de jewels y cuatro llaves celestiales.

La tomé y subí a la oficina del maestro para avisarle que la tomaría, si se lo decía a Mira pondría el grito en el cielo.

Toqué la puerta tres veces y recibí un «pase» por respuesta.

Al entrar pude notar como el maestro estaba hablando con Laxus.

—Perdón la intromisión

—Tranquila hija, pasa. ¿Qué necesitas?

—Quisiera su permiso para esta misión Masta

Noté la confusión en sus rostros.

—¿Mirajane no está? —preguntó Laxus

—Si, pero no me dejaría— contesté con una mano en la nuca, dándole la misión al maestro.

La leyó con cuidado un momento y me preguntó si estaba segura de querer tomarla.

—Si maestro, sólo debo infiltrarme, no me tomará mucho conseguir la información.

—De acuerdo hija, puedes ir. Pero envía un reporte de tu situación todos los meses.

—Claro maestro, no se preocupe. Partiré hoy mismo.

Me miró algo preocupado, por lo que Laxus tomó la hoja y la leyó. Sus ojos se abrieron de manera inperseptible y me miró de reojo.

—Bueno, hasta pronto chicos— dije con una sonrisa y me di la vuelta, sentí como Laxus también salía pero no le tomé importancia.

Cuando llegué a las escaleras sentí un brazo sujetarme levemente, vi como Laxus me miraba serio.

—¿Laxus? ¿Pasa algo?

Me miró por un momento y me soltó, susurrando un «cuídate rubia». Se dió la vuelta para volver por su camino, sonreí.

—Claro que sí, rubio.

()

Llegué a mi casa y me puse un short de mezclilla con mis botas marrones de siempre. Una camiseta blanca y guardé mis llaves en el collar de Aquario, debía esconderlas. La llamé a Virgo, le entregué las llaves para que ella las guardara hasta que la misión terminara, y necesitaba que me ayudara con las cosas que me iba a llevar. Una vez terminamos le di las gracias y miré la ropa que me pondría para poder infiltrarme. La guardé en una mochila de cuero negro y salí a la calle.

Caminépor diez minutos hasta llegar a la estación de tren. Era el mediodía, el sol estaba horrible. Compré un boleto hasta Kristal, una pequeña ciudad en la que estaba el Alcande que pidió la misión.

Cuando miré el boleto casi muero, eran tres días hasta llegar a la ciudad. Mi trasero iba a quedar plano...

El tren llegó y subí, busqué un compartimiento libre, y encontré uno en el tercer vagon. Entre y me acomode, había una especie de camilla clavada al suelo, pues era un tren de larga distancia. Me senté en el asiento de enfrente a la cama y miré por la ventana. Empecé a alejarme de Magnolia, acompañada por el traqueteo del tren.

Me entretuve con un libro de magia celestial, este último año estuve entrenando la magia de cuerpo espacio. Una muy parecida a la de Jellal, así ya no tendría que depender siempre de mis espíritus. Y ahora me viene perfecto, no puedo tener las llaves durante la misión, o me descubrirían.

A eso de las tres de la tarde me dió hambre. Así que salí directo al vagon-comedor.

Compré una tarta de jamón y queso, tres empanadas de carne, una porción de pastel de chocolate y una botella de jugo de manzana.

()

Saqué la vista del libro al sentir que el tren aminoraba la velocidad, estaba llegando a Kristal. Puse el marcador en el libro y lo guardé en mi mochila, me la coloqué al hombro y salí del aparcamiento, al salir vi como Hugo, el encargado, estaba llegando a mi lado.

—Señorita Lucy, estaba por llamarla. Hemos llegado a Kristal.

Hugo es un hombre de pelo canoso, tiene cincuenta y tres años, se volvió un buen amigo en estos tres días.

—Gracias Hugo, espero verte de nuevo cuando vuelva.

—Claro señorita Lucy, un placer.

Baje del tren saludando a Huho con la mano. Salí de la estación y pregunté a un guardia por la alcaldía.

Camine hasta el lugar indicado y entre en el edificio. Llegué a un escritorio en el que estaba una chica de treinta y tantos.

—Buenas tardes ¿Qué desea?

—Buenas tardes, quisiera hablar con el alcalde, soy del gremio que solicitó.

—¿Puede mostrarme la marca señorita?— preguntó, y le mostré el dorso de mi mano— Por favor, siga derecho por ese pasillo, el alcande la espera.

—Gracias.

Le hice caso y fui por el pasillo indicado. Me encontré con una puerta de madera, golpeé.

Un hombre gordito me atendió y me dejo pasar.

()

Después de recibir las indicaciones fui a buscar un baño público. Debía cambiarme.

Al entrar a uno de los baños abrí mi mochila y saqué la ropa. Me desnudé y tiré la ropa vieja a la basura. Me puse un pantalón negro de jean, unas botas taco aguja del siete de cuero negro. Un corsé rojo vino de escote corazón, una capa rojo vino que me llegaba a los tobillos. Apareció Virgo con la llave de Cáncer, como se lo había pedido. Lo llamé y me cambió el pelo, ahora lo tenía negro y me llegaba a las rodillas, me lo ató en una coleta alta, dejando dos mechones contorneando mi rostro, el cual ahora tenía una cicatriz que comenzaba en la punta izquierda de mi labio y terminaba cerca de la oreja. Me delineó los ojos de negro y me puso polvo color rojo vino en los párpados. Mis labios eran de color negro y mis ojos ya no eran chocolate, ahora eran rojos, como los de Gajeel.

Le agradecí y se fueron, no los vería por mucho tiempo...

Mi marca del gremio ya no estaba. Y tenía unos extraños tatuajes. En mi brazo derecho tenía una enredadera de espinas, y en mis dedos de ambas manos estaba la palabra «Death».

A partir de ahora, mi nombre sería Aki Mirk, una huérfana con instintos homicidas que no tenía a dónde ir.

Prepárense gremio Niebla De Sangre, que allá voy.

Ya sé, ya sé. No debería empear una nueva historia si todavía ni termine el tercer capítulo de la otra ;-;

Pero no podía sacar esto de mi cabeza como para seguir la otra. Por lo que voy a hacer un esfuerzo por completarlas cuanto antes. (Y empezar los otros nueve poyectos que tengo(?)

Perdón por el error de recién, pero hasta ahora no me dejó corregirlo ;-;

¡Nos vemos!