Hola a todos!

Aquí traigo mi segundo fic *-*

Cómo no soy muy buena en estas cosas, les ruego que me tengan paciencia y compasión. (Si no les gusta ya pueden cremarme viva después (?) xD)

Espero que esta historia les sea de su agrado n.n

Sin más…

Capítulo I: Ángel: Rin Namine.

- ¡Por favor denme otra oportunidad! – se escuchó por vigésima vez en la blanca recámara, su fina voz estaba completamente sumergida en la súplica, sus largos cabellos rosados estaban suelos elegantemente y vestía con un gran vestido color nieve con unos cuantos detalles plateados y dorados, estaba arrodillada, con la mirada gacha, ocultando sus ojos azules con su flequillo, el pobre ángel como respuesta sólo recibió una penetrante mirada negativa de parte de su superior, miles de lágrimas caían de sus orbes azules, rodando de sus mejillas hasta impactar en el blanco suelo. Su vida había acabo, su error fue tan grande que fue sentenciada a el peor castigo que con el que se le puede torturar a un ángel…

Ser desterrado al mismo infierno

Todos los ángeles estaban presenciando el juicio, incluso sus amigos, ninguno cambiaba el semblante frío que poseían, ninguno sentía ni la más mínima pizca de tristeza por ella ni en su expresión ni en su corazón, sólo una de ellos sentía que podía romper en llanto en cualquier momento, una pequeña aprendiz recién creada, con un corazón que se rompería con sólo un segundo más de tortura para la pobre juzgada, sus piernas temblaban y hacía un gran esfuerzo por no dejar caer lágrimas al igual que su desafortunada amiga juzgada.

- Ángel conocido hasta ahora como Luka Megurine, perteneciente al grupo de los 7 Arcángeles, serás ejecutada en este mismo instante – dijo firmemente un hombre de cabellos negros y ojos ambarinos, perteneciente a la mirada más firme y el que contenía el poder máximo en el cielo para un ángel.

- ¡Se lo ruego Rei-sama, sólo una oportunidad más, nunca antes le había fallado, por eso es que soy una de las Arcángeles! – al oír a su amiga tan desesperada en el intento de salvarse de algo lo cual era inocente, causó que el pesar del corroedor sentimiento de culpa aumentara aún más. Sus piernas fallarían en cualquier momento si no dejaba caer ni una sola lágrima como si tuviese un corazón de piedra al igual que los demás ángeles.

- Lo lamento, pero tu puesto como una de los Arcángeles sólo empeora la gravedad de tu pecado. Sí no tienes nada más que decir… – dijo buscando alguna señal de objeción en el rostro del ángel, mas este sólo ocultó sus llorosos orbes con su flequillo, dándole a entender una respuesta negativa – ¡Tómenla! – ordenó, rápidamente los que alguna vez llamó compañeros la rodearon, la levantaron del suelo inmovilizándola tomándole de ambos brazos, la chica dedicó un última mirada a su superior, en busca de alguna señal de inseguridad o duda, mas no la encontró, rendida, cuando ya perdió todas las esperanzas de salvarse de esa situación, miró con ternura a la pequeña de mirada dolida, que se encontraba de pie entre los demás ángeles, divisó su expresión de gran terror y le dedicó una sonrisa dulce, en un intento de clamarla. Imposible, la pequeña no podía salir de su estado.

- ¿Cuáles serán tus últimas palabras? – preguntó antes de que los demás la empujaran dentro de la puerta infernal, era de color blanco con muchos y muchos decorados de dorado y plateado, era muy hermosa a la vista, lo horrible era la inimaginable realidad sobre lo que ocultaba detrás de ella, el mismísimo infierno.

La chica levantó la mirada y lo último que vio fue el techo color nieve que les cubría, pensó que era gracioso, por el hecho de estar en el cielo siempre miró hacia abajo con desprecio y superioridad, pero nunca pensó que había algo aún más arriba que ella, ahora que lo había descubierto era demasiado tarde, estaba a punto de ir a lo más bajo conocido, dejó salir un suspiro de sus labios y con una voz sincera pronunció:

- Dios… No me arrepiento de nada – al oír eso a Rei le dio un ataque de ira, no soportó escucharlo, así que se deshizo de ella como si de basura se tratase, lo más rápido posible.

- ¡Llévensela! – tan rápido como terminó su orden, los 2 ángeles le empujaron dentro de la puerta, la pequeña no lo soportó, cerró los ojos en ese instante, no podía tolerar el hecho de que la pobre ángel sea enviada al infierno por salvarla a ella, una simple aprendiz. Unos segundos después de que introdujeron a Luka dentro del portal, salió de la oscuridad que la puerta abierta permitía ver, un pequeño dije color dorado con forma de clave de sol y con una pequeña piedra naranja en medio de él – ¿No es precioso?, un fragmento de un corazón puro y noble de un verdadero ángel, que pena que Luka no lo supo utilizar… Adecuadamente, de seguro morirá dentro de poco sin él. Ángel recién llegado, pase al frente – la pequeña dolida acató la orden como pudo, las piernas no le respondían como ella deseaba, pero logró llegar al lugar indicado.

- Sí, Kagane-sama – respondió con la voz más neutral que pudo.

- Toma – dijo entregándole (con una fuerza desconocida porque él no hizo ningún tacto físico) el dije a la pequeña rubia, esta lo recibió entre sus manos cómo si de una figura de cristal se tratase, una que con el más mínimo tacto se desintegraría en sus manos.

- Gracias, Kagane-sama – respondió, todos los demás ángeles quedaron expectantes con una expresión de estupefacción. Rei sonrió.

- No es necesario, puedes llamarme Rei-sama – le corrigió dulcemente, mas no importaba toda la dulzura del cielo, ella nunca olvidaría como desterró a Luka, aquel lado malévolo y peligroso que posee.

- Gracias, Rei-sama – se corrigió.

- Bien, ahora para tu bautizo, lee el nombre que se encuentra grabado detrás del dije – la chica le obedeció, aún cuidadosamente dio vuelta el dije y leyó con gran tristeza en su corazón.

"Rin Namine"

Tragó con fuerza en un nuevo intento de no romper en llanto, su corazón estaba dolido a más no poder, no podía creer la nobleza y la gentileza de Luka hasta su último momento – No voy a dejar que tu esfuerzo por salvarme sea en vano – pensó cambiando el semblante de sus ojos azules, de uno dolido a uno de decisión.

- Y bien, ¿Cuál será tu nombre? – pregunto dulcemente de nuevo Rei.

- Rin Namine – dijo firmemente.

- Pues entonces, muy bien Rin Namine, desde ahora tú serás oficialmente un ángel principiante – declaró Rei.

Una vez esto terminó, todos abandonaron la blanca recámara de juicios en menos de un santiamén. Las piernas le fallaron a la nueva ángel, se quedó completamente sola en el lugar rompiendo finalmente en el llanto que tanto se había guardado, apretó fuertemente el dije entre sus manos como si en cualquier momento se lo fueran a quitar, cerró los ojos intentando que cesaran las lágrimas y lleva ambas manos con el dije en medio, a su pecho intentando calmar la culpa, el dolor y le tristeza.

- No dejaré que tus esfuerzos sean en vano Luka… definitivamente no lo haré…

- ¡Rin, no puedes ser tan descuidada! – le reprochó Lily, la chica estaba con los ojos cerrados, inclinada pidiendo disculpas, mientras otras dos ángeles recogían los fragmentos de la figura de porcelana que ahora se encontraba rota en el suelo, gracias a la mala puntería de la rubia con el arco y la flecha, se encontraban en el campo de entrenamiento de magia y combate.

- Lo lamento mucho Lily… – dijo con gran tristeza pero la chica le siguió espetando furiosa.

- ¿¡Acaso crees que con eso se soluciona! ¡El cielo también se puede destruir! – le volvió a gritar con gran furia – ¿¡Cómo puede ser que no puedas lanzar una simple flecha sin lastimar a alguien y romper algo, por el amor al cielo!

- Lily-san, ya está todo limpio – le informó uno de los otros ángeles.

- Gracias – respondió amargadamente – Respecto a ti Rin, tus clases terminaron por hoy, puedes irte.

- Sí, Lily, gracias… – dijo tristemente mientras se iba del lugar directo a su habitación.

Al llegar a su recámara suspira con pesadez y se tumba en su cama, luego se incorpora de inmediato y con tristeza y arrepentimiento saca su dije de color dorado de entre sus ropas, admira con un poco de nostalgia la piedra ámbar y luego los toma entre ambas manos, cierra los ojos y se disculpa – Lo siento mucho Luka, no he podido llegar a ser tan buena como tú, de hecho estoy muy lejos de eso – dice con suma pesadez y tristeza en un susurro de súplica.

- ¡Rin! – escuchó la rubia que le llamaban a lo lejos, ella deja de observar y vuelve a guardar su dije entre sus ropas con un suspiro, su vestimenta consistía en una camina sin mangas de color nieve con un gran moño celeste en el cuello, unas blancas mangas aparte que se sostenían en su brazo amarrándolas con una cinta de color azul, unos shorts de color blanco con cuadrilles azul, los cuales también poseían unos lazos azules que se amarraban, cayendo elegantemente sobre sus piernas, unos zapatos de color blanco muy simples y finalmente un moño color azul que junto con unos broches blancos en su flequillo, recogían algunos mechones de su dorada y larga cabellera, la cual cubría gran parte de sus pequeñas alas blancas, la ángel voltea y se encuentra con los orbes azules de Luna.

- Sí, ¿Qué sucede ahora Luna? – le pregunta son otro suspiro.

- Kagane-sama te busca – al oír eso se le erizó un poco el pelo, creyó que había hecho algo malo, pero luego repasó todo lo que había sucedido estos últimos 3 meses desde que llegó y no encontró nada… nada demasiado grave claro.

- Gracias Luna – le dice con una gran sonrisa y alegría, suele confiar en todo los que se encontraban ahí, incluso los que tenían mala fama, después de todo ella misma la tenía por ser muy torpe, como suelen llamarle

Caminó por los pasillos llegando finalmente al santuario de Rei. Tocó la puerta antes de entrar.

- Permiso… – como respuesta sólo recibió una gran sonrisa de parte del ángel una vez que se encontró dentro pudiendo observar su rostro.

- Bienvenida seas Rin – le recibió Rei.

- ¿Qué se le ofrece Rei-sama? – preguntó el ángel amablemente.

- Tengo una misión para ti –le dijo causando una expresión de estupefacción el la rubia.

- Una misión… ¿Para mi? – preguntó dubitativa.

- Sí, resulta que necesito que vallas al infierno para asesinar a Rinto Kagamine, es el hijo mayor del señor de los demonios, necesito que muera antes de tomar el trono, si tienes problemas puedes buscar este símbolo, es el del señor de los demonios, de seguro si te guías por ello lo encontrarás pronto – dijo mostrándole un peculiar signo, era de color rojo opaco y un negro desteñido, con forma de alas de demonio, lo que más le llamó a atención a Rin es que en medio de estas había un signo de una clave de Fa, Rei sólo le mostró una imagen claro, la cual volvió a guardar – ¿Entendido? – preguntó como se de algo normal se tratase, la rubia quedó estática con un semblante de sorpresa, atinó a asentir con la cabeza.

- ¿¡ASESINAR! – preguntó Rin en un profundo shock.

- Así es "matar" – dijo con una dulce sonrisa de la que la rubia se sorprendió aún más.

- P-Pero, ¿Usted cree que una principiante puede hacer algo así? – preguntó intentando ocultar sus nervios en vano.

- Claro, es algo primordial para el orden de ambos terrenos, por eso mismo te envío a ti, querida Rin – Rin juró que nunca había oído a Rei llamar así a alguien, sintió como se le erizó la piel – Vamos, vamos Rin, aquí tienes tu maleta – dijo muy animado pero aún así con aquella expresión serena en su rostro entregándole una mochila ya lista, mientras que esta seguía mirándole estupefacta.

- P-Pe…

- ¡No te olvides de tu bastón ni de tu tarjeta de crédito, no bebas agua! – dijo mientras la empujaba fuera del palacio y Rin sólo seguía estática – Buena suerte – se despidió con un pañuelo blanco que había conseguido de quien sabe donde.

Cuando Rin intentó reaccionar afueras del gran palacio del cielo, sintió como las gigantes puertas se cerraron detrás de ella.

Tal y como dicho antes el cielo consistía en un gran palacio, uno de color níveo con pequeños toques de un pálido celeste, fuera de este hay un hermoso jardín de hermosas flores blancas, las cuales Rin adoraba ver, respecto al resto del espacio, pues bien, hay muchos edificios más donde la almas van a vivir temporalmente hasta que les toque nuevamente el turno de nacer en la Tierra, ¿Cuál era la gran diferencia entre el palacio y el resto de los edificios?, muy simple, en el palacio habitaban los seres llamados "ángeles eternos", los cuales nunca habían vivido como humanos ni nunca lo harán, ellos son los que cuidan del cielo en todo momento, ya que ese fue ese el propósito por el que nacieron, mientras que los otros son almas humanas que buscan un descanso pasajero en el cielo antes de volver a la tierra.

Rin comenzó a caminar a través del jardín lleno sólo de flores blancas del palacio, hasta llegar al final de este, observando por primera vez el cielo desde fuera del palacio, todos los edificios estaban conectados al jardín del palacio con un lago de aguas tranquilas, donde se podía ver claramente el reflejo de uno mismo, la chica con un pie saltó dentro de las aguas, sumergiéndose en ellas, por unas horas de profundo sueño, esperando llegar a su destino para llevar a cabo su nueva misión.

- ¿Realmente está usted seguro de esto Rei-sama? – le pregunta su mano derecha, Kiyoteru, sus cabellos eran de color café, al igual que sus ojos, los cuales no emitían emoción alguna nunca.

- ¿Acaso estás dudando de mí Kiyoteru? – le pregunta con voz relajada, al oír eso Kiyoteru se exaltó y se apresuró en enmendar lo que había dicho, conocía como era Rei de sobra, sabía como podía castigar a quien se oponga a él.

- N-No Rei-sama, para nada, sólo es que he oído que Rinto Kagamine no es ningún demonio cualquiera, por eso es el mismísimo hijo del señor de los demonios, creo que será una tarea ardua para la pequeña Rin – dijo intentando no cometer el error de decir la palabra "dudar".

- Tienes razón – dijo con voz relajada sin ninguna expresión en su rostro.

- ¿Entonces por qué razón envió a una simple aprendiz?, es que no logro comprender muy bien su propósito Rei-sama – le dijo Kiyoteru mientras se acomodaba los anteojos con su dedo índice.

- Muy simple, es algo esencial para el balance del cielo y el infierno – dijo con voz tranquila, Kiyoteru le siguió observando con confusión, mas no siguió objetando, no podía entender muy bien el por qué de su extraña manera de actuar con Rin y creyó no entenderlo nunca, después de todo Rin tenía la fama de ser la aprendiz más distraída de todas, pero aún así la trataba como si fuese el mejor ángel de todos los que habitaban en el palacio.

"Ese Rei… Cree que por ser el ángel encargado del cielo puede hacer lo que le plazca… Y esa Rin es una arrogante también sólo por ser la favorita de él… ¿Cómo le estará yendo a esa atolondrada aprendiz?, creo que no sobrevivirá en el infierno por más de una semana si tiene suerte"

- Duele – se quejó la chica una vez que despertó, con su mano se sobaba una parte de la cabeza que fue afectada por un golpe cuando llegó, cuando se dignó a abrir sus ojos y divisar el lugar, descubrió que ya no se encontraba en el cielo, ya había llegado a su temible destino, pero por más de un momento creyó que se había equivocado, estaba en una zona desértica, habían más que nada… rocas, muchas rocas, si se observaba hacia arriba lo que se podía divisar claramente era un cielo de color celeste con unas pocas nubes, había un gran sol que iluminaba todo el lugar, no había nadie, en aquel panorama solo se encontraba ella y ella misma.

Comenzó a recorrer el lugar, creyendo que un lugar así podría ser la Tierra, quizás no descendió lo suficiente y cayó en ese lugar, comenzó a recorrer y recorrer sin rumbo fijo, sólo en busca de una señal de vida, repentinamente escuchó una conversación, no se oía muy claramente, sólo los murmullos, pero se podía saber de que alguien mantenía una conversación con otro ser, discretamente se acercó escondiéndose detrás de una gran roca que se encontraba cerca, sólo asomó ligeramente su cabeza para ver quiénes hablaban y se sorprende un poco al ver un espantapájaros con cabeza de calabaza y un dragón de color verde con dos cuernos, uno a cada lado, hablando naturalmente, ahora estaba segura de que no se había equivocado de lugar.

- Así que estos son los demonios… Nunca había visto uno en persona, este realmente debe de ser el infierno. – vaciló.

Todos siempre decían que eran unos sucios truhanes en el cielo, pero al verlos conversando tan normalmente ahí les parecieron muy pacíficos, había otros demonios más un poco más lejos de allí, pero estaban en la misma que los demás, no haciendo nada malo, Rin los miró detalladamente por un buen rato, se veían tan inofensivos y amables que por un momento le parecieron simpáticos, fue a hablarles pero fue un gran error.

- Disculpen, ¿Saben dónde se encuentra el castillo del señor de los demonios? – preguntó amablemente, los demás le observaron con algo de desprecio, la chica esperaba una respuesta, pero no la recibió.

- ¿Por qué te interesa eso? – le preguntó el dragón con indiferencia, el ángel giró levemente la cabeza para verle de frente, estaba con el seño fruncido y aparentaba estar de mal humor, pero la chica pasó eso por alto.

- Necesito encontrar a Rinto Kagamine, por favor, ¿Podrían ayudarme? – preguntó inocentemente, los demonios le miraron extrañados, giraron levemente para verse entre ellos buscando una respuesta a una pegunta similar, pero al no encontrarla volvieron a ver a la rubia que tenía en frente.

- ¿Cómo es que una humana como tú sabe sobre Rinto? – pregunta el espantapájaros o calabaza o lo que sea, el tenía un semblante un poco más suave que su amigo. La chica soltó una pequeña risita al oír aquello, y luego les respondió dispuesta a corregirles.

- No soy una humana, lo lamento lo olvidé, soy Rin Namine, la asesina del cielo – dijo inocentemente, ambos demonios dejaron caer su quijada ligeramente, no podían creer la estupidez de la chica.

- Eres un ángel – dijo el dragón con desconfianza, la cual era abrumada más que nada por la sorpresa. La chica sonrió.

- Bueno podría decirse que sí – dijo mientras jugaba con sus dedos.

La mirada de ambos demonios cambia drásticamente a una muy dura, en un movimiento rápido el espantapájaros sacó una daga de una de sus mangas y la lanzó en dirección a la chica, ella logró esquivarlo por suerte.

- ¿¡Qué fue eso!– preguntó enojada, pero luego el coraje se le fue a los suelos al ver las miradas malévolas de ambos tipos, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo.

- Lo lamento señorita, pero no está permitido que un ángel esté divagando por el inframundo… – dijo el espantapájaros mientras sacaba como por arte de magia otra daga de su manga mientras se acercaba a paso lento con el dragón hacia Rin, ella sólo retrocedía un poco como podía ya que el hecho de estar en el suelo le dificultaba.

- Así que no nos queda de otra más que asesinarla – terminó el dragón, quien se preparaba para atacar a la chica igual que su amigo, Rin no necesitó una palabra más para entender que tenía que correr, correr lo más rápido que pudiera, se levantó y efectivamente hecho a correr a todo lo que daban sus piernas.

- No, eres un angelito malo, no debes correr – le dijo el espantapájaros, Rin se estremeció al oír su voz atrás, y se asustó más a ver que venían detrás de ella, el espantapájaros estaba siendo llevado por el dragón quien tenía una gran ventaja por el hecho de poder volar con sus alas. Rin sacó su bastón lo más rápido que pudo y con el hizo un hechizo, de hecho lo primero que se le vino a la mente.

- ¡Lumiere! – gritó desesperada rogando que funcionara, efectivamente, de la punta de su bastón salió una luz que cegó al dragón y al espantapájaros, causando que ambos impactaran contra una alta roca – ¡Lo siento! – se disculpó, no quería hacerles daño, sólo que le dejaran de perseguir, no esperó más y se fue corriendo al primer refugio que encontró, el cual fue una construcción peculiar, estaba "bien" decorada por dentro con distintas figuras de roca, figuras sobre distintos tipos de demonios en cada muralla, pero no había nadie.

Para entrar tubo que echar abajo la puerta, así que se adentró lo más posible para que si por si acaso volvieran esos demonios ella pudiera estar bien escondida. Pero error, comenzó a caminar por un lado que se encontraba inestable, por lo que el piso se desmoronó en el acto.

- ¿Qué? – fue lo único que logró articular pero porque luego ya se encontraba en lo que se suponía el subterráneo de aquel lugar.

Estaba literalmente lleno de sólo basura, no había nada importante ahí, sólo artefactos descompuestos u objetos inservibles, Rin abrió los ojos y reaccionó al sentir nuevamente un fuerte dolor en su cabeza.

- Ay… – volvió a quejarse – Valla suerte la mía… – vaciló mientras comenzó a examinar su alrededor, pero no halló nada que le pudiera ayudar a salir de semejante lugar, había caído por lo menos unos 3 o 4 metros de altura y no tenía como subir de nuevo – No puede ser, tango que salir de aquí si o si… – se dijo a si misma, se puso de pie y comenzó a recorrer el lugar, pero nada, cuando se estaba dando por rendida cayó nuevamente por la obstrucción de algo – Y ya es la tercera… – se dijo mientras se incorporaba como pudiera en aquel irregular piso del lugar – Y ya estoy hablando sola… – se dijo con ironía con una gotita en la sien, suspiró y miró el objeto con el que se había tropezado, se emocionó al ver el signo del señor de los demonios en él – Eso ha sido más fácil de lo que creí, ahora sólo debo dar lo mejor de mí – dijo con confianza mientras se ponía de pie, daba unos cuantos pasos hacia atrás y retomaba su bastón.

Apuntó hacia el objeto de forma hexagonal de color negro, pero se detuvo en seco para meditar bien qué haría, observó hacia todos lados, aún no había nadie ni nada útil, así que con magia convirtió su bastón en un arco con una flecha y apuntó firmemente contra al objeto.

- ¡Holy Arrow! – y con esto le dio por primera vez en el blanco – Sí, le di, aunque creo que fue porque no estoy a la misma distancia de siempre – se dijo a si misma, el polvo que había levantado la flecha comenzó a disiparse y dejó ver que no había sucedido nada con el objeto – Así que nada… – dijo con un deje de tristeza.

Lo meditó por unos segundos y tomó una decisión, después de todo ahora estaba como mal perdedora ante el dichoso objeto.

- ¡Lo haré a mi manera!

Con esto lanzó unas dinamitas desde lejos cubriéndose con unos escombros, nada. Sacó un mazo gigante y lo golpeó, nada. Con una lanza, nada. Con tres hachas, nada. Muchos explosivos más desconocidos, nada. Un cañón, una bazuca, ¿Quién sabe qué más?, pero nada de nada.

- ¡Toma esto! – gritó cuando ya se encontraba al borde de la ira, se subió en una aplanadora y pasó sobre el cajón negro, al ver que no reacciono hizo algo peor, de alguna manera saltó de ella y la autodestruyó, causando una gran explosión, luego espera a que se disipara nuevamente el polvo: nada, sólo había logrado desgastar un poco la pintura.

Suspira agotada, pero antes de que intente algo más siente que el cajón negro se muevo sólo, cree que es su imaginación, pero se asusta un poco al ver que se vuelve a sacudir y de él se abre un agujero y sale una mano, las cual se mueve otro poco y luego se oprime y ocasiona una gran explosión de energía negra. La pobre intenta mantenerse de pie pero le es inútil, sale rodando hacia atrás.

- Duele – se quejó por cuarta vez.

- Te lo mereces – al oír una respuesta de parte de otra voz Rin sintió que se le iba el alma del miedo – ¡POR DESPERTAR AL GRAN LEN KAGAMINE DE SU SUEÑO! – dijo una gran y poderosa voz, Rin esperó a que el dichoso polvo saliera de nuevo, con mucho miedo, pero se sorprende al ver a tan solo un chico de cabellos rubios con un poco de morado y piel pálida, cargaba un traje muy peculiar.

En su torso, debajo de todo llevaba una camisa color amarillo pastel, encima de este una chaqueta amarilla y negra formal, una pequeña corbata gris la cual salía por sobre una pequeña capa color negro de bordes puntiagudos e irregulares, la cual estaba sujeta por cinturones color naranjo y amarillo. También llevaba unos shorts con delgadas líneas grises verticales, llevaba puesto unos cinturones color morado en la cadera y el la terminación del short, o sea justo debajo de la rodilla, llevaba unos zapatos negros que se habrían sobre el empeine, dejando apreciar mejor sus largas calcetas color morado, las cuales casi alcanzaban los shorts, habían como unos 6 o 7 centímetros entre ellos. Mientras que su peinado era una corta coleta rubia, la cual dejaba suelto su flequillo rubio con un poco de morado y lo que sostenía su coleta era una rosa color carmesí.

No pudo apreciar sus orbes sino hasta que el chico terminó de bostezar y posó su mirada sobre ella, sus ojos eran realmente únicos, un par de ojos celestes muy profundos y hermosos.

Rin no podía dejar de detallar cada complemento que se armaba con los otros para crear al ser que tenía en frente. El chico le miró con algo de curiosidad después de un rato, no muy largo pero tampoco breve.

- ¿Qué es este lugar? – le pregunta con un deje de molestia, el ángel reaccionó al escuchar que le hablaba a ella, pestañeó varias veces antes de responder.

- A decir verdad parece ser algún tipo de vertedero – dijo la chica observando a su alrededor.

- ¿Un vertedero? – preguntó incrédulo el rubio alzando una ceja – Se supone que estaba en el castillo del señor de los demonios – dijo mientras examinaba de brazos cruzados el lugar.

- Yo recién acabo de llegar por equivocación – le informó Rin, mas el rubio hizo como si no le hubiese oído y siguió inspeccionando.

- No hay nadie más aquí, eso quiere decir que tú me despertaste – dijo con un poco de enojo pero luego agregó un poco extrañado por la apariencia de la chica – Por cierto… ¿Qué se supone que eres?

- Sí, lamento haberte despertado, soy Rin Namine, la asesina del cielo – se presenta haciendo una reverencia. La furia comenzó a surgir en los azules ojos del chico.

- ¿Qué…? – preguntó intentando controlarse un poco. La inocente de Rin creyó que no había oído bien.

- Dije que soy Rin Namine, la asesina del cielo – dijo con más claridad, esto molestó al chico.

- ¿Un ángel como tú intenta matarme? – preguntó ocasionando una grandes ventiscas, Rin intentaba refugiarse entre sus brazos.

- Te equivocas, puede que me halla encontrado con la persona… Digo con el demonio equivocado – dijo corrigiéndose intentando amansar el enfado del rubio.

- ¿Y eso? – preguntó extrañado.

- Tengo una pequeña pregunta.

- Sí sólo hazla rápido – dijo con un poco de fastidio.

- ¿Quién dijiste que eras? – preguntó Rin.

El chico sonrió de lado, colocó rebeldemente una pierna en un montículo de basura de un fuerte pisotón, se acomodó la capa y con una ancha sonrisa llena de egocentrismo y arrogancia pronunció a todo pulmón.

- ¡Yo soy el gran Len Kagamine, el príncipe de los demonios!

Continuará…

Espero que les guste, como dije mis fics no son los mejores y estoy al tanto de eso

¿Tienen alguna duda o quieren que continúe con este fic?

Déjenme un review con todo lo que me quieran decir.

Acepto: opiniones, halagos, críticas constructivas, insultos, palabrotas, amenazas de muerte… (?)

Hasta la próxima, este capítulo es un "experimento" xD

Así que si desean que continúe con este fic déjenme un review y yo lo leeré.

Se despide agradecida de que se quedaron leyendo mi fic hasta aquí:

Alice (Marie-Rin-Love)