Wow, hace muchísimo que había escrito este fanfic (Aunque aún no lo termino -.-'). ¡Espero les guste!

Disclaimer: KHR ni KnB me pertecen (Obviamente ;_;), este fanfic fue creado solo para fines de entretenimiento.


Capítulo 1

Las luces se apagaron dejando el lugar en una cómoda oscuridad, dando a entender que la razón del por qué tanta gente que fácilmente podría usar oro como vestimenta, solo para tirarlo al tacho al día siguiente, estaba reunida con elegantes antifaces en el gran auditorio.

Tsuna no pudo evitar soltar un imperceptible bufido lleno de la impotencia y molestia que sentía, mientras se hundía en el cómodo asiento. Sin estar consciente, agradeció que las luces se prendieran después de su imprudente muestra de desagrado, después de todo, se suponía que estaba de infiltrado.

El castaño solo pudo respirar hondo y acomodarse en una pose arrogante, dejando descansar el costado de su barbilla en su puño derecho, a la vez que su pierna izquierda se doblaba sobre la otra, mostrando una falsa imagen de un chico adinerado con complejo de superioridad.

El terno negro acentuaba su figura, su largo cabello, sedoso y liso por el frente y con una cola delgada por detrás, descansaba sobre su hombro. La camisa ligeramente gris estaba abierta por los primeros botones dejando ver un sensual collar de plata (con un gravado característico de la familia Scorpione), y un antifaz del color blanco puro con decorados detallados de oro, aprisionaba parte de su rostro, disminuyendo las probabilidades de ser reconocido.

Sexy... cualquiera que se pusiera a verlo, tendría esa impresión.

El lugar se iluminó con luces esmeraldas, un tono tan delicado y bello que regalaba una sensación refrescante. Que pena que tal ambiente había sido usado por esos despreciables e inhumanos motivos. Tsunayoshi hizo su mejor esfuerzo por contener el malestar que le causaba estar presente en un evento así.

En el centro del lugar, al frente de todo el importante público, se encendieron luces blancas y los telones se abrieron.

Decenas de aplausos y ligeras aclamaciones inundaron la sala.

Y así, la subasta empezó.

El pecho le dolía al saber que sería testigo de aquello que, según su conocimiento, se había estado haciendo desde hace décadas.

Tráfico de humanos.

No pudo evitar sentirse triste al pensar en las miles de almas que fueron vendidas en ese mismo lugar, y que conocieron un infierno peor que la muerte al estar bajo el mando de las más repugnantes y desgraciadas familias mafiosas. Apretó los puños y su acompañante lo notó. Aquel lugar estaba lleno de personas del bajo mundo. Muchas de ellas con serios problemas con los fetiches, consumidos por la lujuria y con unas ansias inmensas de un nuevo juguete sexual.

Asco... No podía sentir más que eso.

Mientras el castaño adulto con porte imponente materializaba su repulsión mentalmente, el pelinegro a su costado sonreía ante ello. Este ya estaba consciente de la predecible forma de actuar de su pupilo. Incluso con estos años de ser golpeado y abofeteado por la dura realidad, aquel niño puro y bondadoso con un pequeño toque (bueno, grande) de Dame, no había desaparecido del todo.

Un negro antifaz descansaba en su refinado rostro, así como un sensual peinado sedoso y liso, que le daba un aspecto mucho más joven. Já, quién diría que su verdadera edad no estaba ni cerca de lo que aparentaba.

Nadie sabría el esfuerzo que tomó ocultar las inconfundibles y características patillas rizadas.

No muy lejos de donde se encontraban aquel par, un guardia de cabello plateado, los observaba sin llamar la atención. Ondular su cabello había sido una decisión que sólo por su querido décimo, llegó a tomar.

Las cosas empezaban a moverse, y nadie se percataba de ello.