'The sun is in the sky and it gonna be a glorious day!', me han despertado, la verdad es que da gusto despertarse así, pero me hubiera gustado quedarme un rato más en la cama... Han debido de quedar en casa para ensayar... Decido quedarme un poco más en la cama, empiezo a pensar en lo diferente que era mi vida hace un año y en lo mucho que me alegro de haber tomado ciertas decisiones...
Creo que debería presentarme. Me llamo Luna, tengo 23 años, soy madrileña, pero hace algo más de un año vivo en Londres. Que ¿cómo llegué aquí? Es una larga historia... Digamos que todo empezó por huir un poco de la rutina; decidí lanzarme a la aventura y venir a estudiar mi último año de la carrera lejos de casa. Aún recuerdo cómo todo el mundo decía que me había vuelto loca, que qué pintaba yo aquí, a miles de kilómetros de mi gente, sin conocer a nadie...
[...]
Era el último día de agosto, y acababa de volver de una tarde de piscina con mis amigas. Empezaban las despedidas. Siempre las odiaba, siempre acababa llorando, no sé cómo lo hacía. Esta vez iba a ser incluso más difícil, me iba todo el curso a terminar la carrera a Londres. Mis amigas, mi hermana y mis padres seguían intentando convencerme de que aquello era una locura y de que no había un lugar en el que iba a estar tan cómoda como en casa. Sinceramente, creo que todos pensaban que volvería a casa dos meses después, todos menos mi padre, que no sé cómo, pero a día de hoy pienso que sabía perfectamente que no volvería.
*A la mañana siguiente*
- Hija, ¿llevas todo?
- Sí mamá, llevo todo, o eso creo...
- Revisa las maletas, que te conozco, y no quiero volver corriendo porque se te ha olvidado todo...
¿Llevaba todo? No lo sé, cómo saberlo cuando dejas toda una vida atrás y tienes que meter todo en una maleta que no sobrepase los veinte kilos. Temblaba como un flan de los nervios y no había podido ni desayunar, así que después de mirar un poco la maleta, dije que llevaba todo y nos montamos en el coche. No pude hablar apenas en todo el camino, pero mi hermana no paraba, había ido de fin de curso con el instituto hace un par de años allí y no paraba de decirme los sitios que tenía que visitar. Yo oía todo aquello como un sonido ahogado y mi cabeza no paraba de pensar si había tomado la decisión correcta. ¿Por qué siempre tenía que darle tantas vueltas a todo? Y justo en ese momento, mi madre, que me conoce mejor que nadie y había estado callada todo el camino, habló:
- No lo pienses más, te vamos a echar de menos, pero seguramente hayas tomado la decisión correcta, además, tienes edad de equivocarte... Piensa que es lo que has querido siempre, ¿recuerdas cuando tenías 15 años y decías que te irías de aventura a estudiar fuera?
Y, en ese momento, ocurrió lo que llevaba intentando evitar todo el viaje. Rompí a llorar. Los iba a echar tanto de menos...
Cuando llegamos al aeropuerto, vi un grupo de chicas y no me lo podía creer. Me había despedido de ellas la tarde anterior. Y allí estaban, a las seis de la mañana, esperándome. Salí corriendo a abrazarlas a todas. No sabía que decir, me estaban haciendo arrepentirme de mi decisión.
Unos tropecientos abrazos después, y unas mil lágrimas más tarde, estaba dejando mi móvil en una bandejita y pasando por el arco de seguridad. Sola. Allí empezaba todo. No sabía qué iba a pasar, pero cuando se me habían secado ya las lágrimas, sentí que todo aquello era lo correcto. Y estaba en lo cierto.
Ya ha pasado una hora desde la despedida, y aquí estoy, en un banco frente de la puerta de embarque. Sólo estamos una familia y yo. Es pronto todavía, y yo me aburro muchísimo. Aparece un grupo de chicos, cuatro para ser exactos. Me fijo porque llevaban guitarras a sus espaldas. Uno de ellos, moreno de ojos azules se sienta a mi lado. Yo sigo leyendo mi libro de los Beatles hasta que el chico comienza a hablarme (en inglés):
- ¿Te gustan los Beatles? Upps, bueno, a lo mejor no hablas inglés, ¿hablas inglés?
- Sí, hablo inglés, si no no sé cómo iba a empezar mi vida en Londres... Y sí, me encantan los Beatles, a ti también?
- Sí, es mi grupo favorito. ¿Eres de aquí y te mudas a Londres?
- Sí, ¿me vas a decir que es una locura como toda mi familia y mis amigas? Jajaja He decidido estudiar mi último año allí. ¿Eres londinense?
- ¡Qué valiente! ¿No conoces a nadie de allí? Sí, lo soy.
- Pues no, voy sola y nunca he estado allí, así que...
- Pues ya conoces a alguien. Me llamo Harry, encantado.
- Yo me llamo Luna, encantada.
- ¿Y qué estudias?
- Diseño.
- Diseño, ¡Suena interesante! ¿Y en qué zona vas a vivir?
- A mí me lo parece jajaja Pues en la residencia de la universidad, la verdad es que no tengo ni idea de qué zona -es, estoy perdidísima, y además la orientación nunca fue lo mío...Siempre me pierdo en el metro. Y tú no me has dicho a qué te dedicas o qué estudias...
En ese momento, aparecen los tres chicos que le acompañaban.
- Pues, tengo un grupo con estos tres -dijo señalando a sus amigos- Os presento: Luna, este es Danny -dijo señalando a un chico con unos enormes ojos azules y unos brazos repletos de tatuajes que sonrío y me da dos besos-, este es Tom -el chico rubio de ojos castaños se acercó a saludarme- y por último, este es Dougie -el chico rubito de ojos claros se me acercó tímidamente para saludar.
No me da tiempo a decir más, una azafata avisa por megafonía que ya podemos embarcar. Así que, ya que ellos me dicen que esperan a su manager o algo así, me despido y voy a embarcar.
Llego a mi asiento, me ha tocado la zona del avión con filas de tres, me siento al lado de la ventanilla y la señora mayor que está en mi fila me sonríe, hay un asiento de separación entre nosotras, quizás no lo ocupe nadie y más tarde pueda dejar mi bolso allí.
Han pasado cinco minutos desde que he embarcado y sigue entrando gente, odio esperar, me pongo muy nerviosa, no es que me de miedo volar, pero la espera es lo peor. Mientras miro el reloj, aparecen Harry, sus tres amigos y un señor que supongo que será su manager. Tres de ellos se sientan justo delante mía, el hombre que les acompaña, al lado de éstos. Y el chico de los enormes ojos azules y los tatuajes, Danny creo que se llamaba, (¡qué mala soy para los nombres!) se sienta en el asiento que queda libre junto al mío. Sospecho que no me voy a aburrir mucho durante el viaje.
Y no me equivocaba, han pasado apenas diez minutos desde que Danny se sentó junto a mí y creo que no he parado de reír ni un segundo, él tampoco, y con la risa tan escandalosa que tiene medio avión nos observa, si las miradas mataran, nosotros ya estaríamos muertos...
Ahora se dedica a hacerle coletitas a Dougie, que está sentado justo delante de él y se ha quedado dormido. Harry no para de reír y Tom se dedica a echarle fotos. Dougie sigue sin inmutarse durmiendo como un bebé. De repente aparece la azafata y pregunta si queremos comer algo, la cara que se le queda cuando ve a Dougie es un poema, Danny empieza a reír (por casi me deja sorda) y despierta a Dougie, que, cuando ve la cara de la azafata y se da cuenta de lo que han hecho sus amigos mientras él dormía se pone rojo como un tomate y se quita las coletas rápidamente. Danny silba disimulando, pero Dougie parece conocerle muy bien, se da la vuelta y le dedica una mirada de odio, que a mí me hace reír y los demás me siguen, Dougie acaba riéndose también y me fijo que cuando lo hace se le achinan los ojos, qué gracioso.
Las azafatas avisan que vamos a aterrizar y se enciende la lucecita para que nos pongamos los cinturones, ¿han pasado dos horas? ¡Me han parecido diez minutos!
Harry me ayuda a bajar equipaje de mano y salimos todos a esperar a que lleguen nuestras maletas. Siempre me pongo muy nerviosa en estos momentos desde mi viaje a Praga en el que me perdieron la maleta y no me la devolvieron hasta el último día de viaje... Me empiezo a comer las uñas y Dougie se da cuenta de que estoy algo nerviosa.
- ¿Qué te pasa?
- Me pongo siempre muy nerviosa cuando espero la maleta desde el día que me perdieron una y estuve una semana de viaje sin mis cosas...
- No te preocupes, seguro que llega, eso pasa muy pocas veces...
- Espero que tengas razón, porque soy un poquito gafe...
- A mí me la perdieron una vez que fuimos a Japón y no me la devolvieron. No teníamos tiempo de ir a comprar con la promo y los conciertos, así que me dedicaba a robarle ropa a los chicos, cada día a uno...
- Jajajaja lo peor no es la ropa, es la cantidad de cosas que llevo en la maleta; mis libros, cds...
Mientras hablábamos la pantalla que indicaba de qué vuelo eran las maletas que salían por la cinta cambió. Todo el mundo tiene sus maletas menos nosotros dos. Qué bien. Lo dicho, soy gafe.
- Dougie, ha cambiado la pantalla, todos tienen sus maletas, nosotros no...
- ¿Qué? No, seguramente sea un error, y aparezcan ahora mismo.
Pero, llevamos diez minutos esperando y no aparecen. A mí me están entrando unas ganas terribles de llorar, estás cosas sólo me pasan a mí ¿por qué? Tom propone ir al mostrador de la compañía para poner una reclamación o lo que se suele hacer en estos casos.
Llegamos al mostrador y hay una cola tremenda. Al parecer no somos los únicos a los que les han perdido las maletas.
Empiezo a pensar en todo lo que iba en esa maleta y no puedo evitar romper a llorar pensando que quizás no lo recupere. Para colmo, estoy muy lejos de casa. Qué mal empieza mi nueva vida...
Harry se acerca y me abraza. Bueno, quizás no haya empezado tan mal... Qué majos son, si se me hubiera perdido la maleta y estuviera sola no sé que hubiera hecho.
Es nuestro turno, me separo de Harry sonriéndole y Dougie y yo nos acercamos al mostrador. La chica nos dice que es posible que nuestra maleta se haya quedado en España o vaya en otro vuelo.
Nos dice que tenemos que rellenar unos papeles para que nos avisen cuando lleguen y entregarlos en el mostrador de al lado, Dougie pide también una hoja de reclamaciones y nos sentamos a rellenar las hojas.
- ¿Qué dirección se supone que tengo que poner? Voy a la residencia, pero allí vive mucha gente y no sé siquiera el número de mi habitación.
- Pon la mía si quieres, así tenemos excusa para vernos otra vez también – dice Dougie, ¿se puede ser más mono? Creo que no...
- Vale, si no te importa...
- Claro que no, pon también mi número y así me avisan cuando las vayan a traer. Ahora me das el tuyo y cuando sepa algo te aviso.
Entregamos los papeles y la chica nos dice que nos avisarán en cuanto sepan algo.
- ¿Cómo vas hasta la residencia? - me pregunta Tom
- En taxi, ¿dónde puedo coger uno?
- De eso nada – contesta Harry – te llevamos nosotros
- No hace falta, de verdad chicos
- Insistimos – dice Danny
- Muchas gracias
Nos acercamos a la gran furgoneta que conduce su manager y le doy la dirección. Cuando llegamos, nos despedimos e intercambiamos teléfonos.
Desde luego, mi llegada a Londres ha sido de lo más peculiar.
