DISCLAIMER: Esta historia está basada en el universo creado por J.K. Rowling y los personajes pertenecen a ella.


RE-EDITADO 05/FEBRERO/2015


Era una noche fría en el Valle de Godric. Las calles, adornadas debido a Halloween, se encontraban oscuras y solas, un claro reflejo de los tiempos que corrían. La gente evitaba salir de su casa durante las noches, en el día andaban con la cabeza gacha tratando de no entablar contacto visual con nadie, porque los vigilaban. El mundo mágico se encontraba sumido en la guerra de pureza más sangrienta y terrible de los últimos siglos; Muggles y defensores de los mismos, torturados y asesinados por un grupo de magos encapuchados y con máscaras de plata: Mortifagos, los cuales, eran comandados por el más grande mago oscuro desde tiempos Grindewald, Voldemort.

El Valle de Godric era conocido en el mundo mágico por ser de los pocos en el cual los Magos convivían con un reducido número de Muggles que habitaban el lugar. Era una pequeña comunidad conformada por una iglesia, un cementerio, una oficina de correos, un pub y otros pocos negocios. Muchos magos históricos han vivido en este pueblo, incluyendo a Godric Gryffindor (de quién el pueblo recibe su nombre), la familia Dumbledore, Bowman Wright (Quien creó la primera Snitch en la Edad Media), Bathilda Bagshot (Famosa historiadora de magia), entre otros.

Aquí también vivían los Potter, una de las familias mágicas más antiguas, defensores de Muggles y participantes activos en la reciente guerra. Lamentablemente, el matrimonio de James Potter y Lily Evans, se encontraba escondido bajo el encantamiento Fidelio, por lo que no podían continuar en el frente de guerra. Lo único bueno que sacaron del obligado aislamiento, es que podían criar a su recién nacido hijo Harry, alejado de la brutalidad del mundo, encerrado en su burbuja de felicidad.

El encantamiento Fidelio se encarga de esconder el lugar donde se lanza el hechizo; su poder radica en la elección de un Guardián de Llaves, que se encarga de mantener la localización del lugar en secreto y el único que puede revelarla. Por eso mismo, se tiene que seleccionar una persona de completa confianza, alguien dispuesto a morir sin revelar nada. James Potter obviamente escogió a Sirius Black, su mejor amigo, pero a Sirius se le ocurrió un plan brillante para fortalecer más la protección, escoger en secreto a otro como Guardián mientras él aparentaba serlo, de esa manera irían tras Sirius pero él jamás sería capaz de romper el encantamiento y se llevaría a la tumba el nombre del verdadero Guardián de ser necesario. Al principio a James no le gustó la idea; pasaron horas y horas discutiendo las ventajas y desventajas del plan pero al final, Lily convenció a su marido de que el plan de Sirius era bastante bueno y le daría más seguridad a su hijo. Tomaron la decisión de nombrar a Peter Pettigrew, otro viejo amigo de la infancia, el Guardián de Llaves. Era un hombre regordete y bajito, no tenía el porte de hombre valiente ni mucho menos de a quien le confiarías tu vida, pero los Potter lo hicieron.

La verdadera razón de la búsqueda en contra de los Potter muy pocos la sabían. Semanas atrás, Sybill Trelawney había revelado una profecía a Albus Dumbledore, lamentablemente el Mortifago Severus Snape también la escuchó e inmediatamente la conto a su líder. Esta profecía señalaba a un recién nacido como el destinado a detener a Voldemort, el cual señaló al hijo de los Potter como el niño de la profecía y fue tras él. Después de este suceso, Snape (quien fue un gran amigo de Lily Evans) advirtió a Dumbledore y le pidió proteger a los Potter, él a cambio, empezó a trabajar como espía dentro de los Mortifagos.

Volviendo a la noche de Halloween, los Potter cenaban tranquilamente, ajenos a lo que los rodeaba. Más temprano, habían recibido la visita de Sirius pero no se quedó a cenar alegando que tenía una "celebración" pendiente con una gran sonrisa en la cara, los Potter rodaron los ojos. Sirius Black era lo que se podía llamar mujeriego. Solía salir con diferentes chicas cada día en sus días de estudiante y ahora, con la guerra asolándoles, a veces se permitía una noche libre para salir a buscar mujeres y tener "Aventuras de 3 horas" como solía llamarlas Lily.

Durante el transcurso de la cena, la chimenea rugió. James se levantó como un resorte y corrió varita en mano para encontrarse con un sonriente Albus Dumbledore. Esa noche Albus vestía una túnica color morado con detalles dorados dándole una apariencia formal, desentonando con la sonrisa divertida que dibujaba su cara. James soltó un largo suspiro y se dejó caer pesadamente con el cejo fruncido.

—Casi haces que le dé un infarto a James, Albus —saludó divertida Lily, James refunfuño en su asiento.

—Perdón por estar alerta —murmuró, —deberías avisarnos antes cuando vas a aparecer por la chimenea.

—Oh, disculpa por eso, pero sabes James, mi chimenea es la única conectada con la de ustedes —contestó un muy divertido Albus. James decidió no refutar y volvió a centrarse en su cena.

—Y… ¿Qué te trae por aquí? —preguntó Lily mientras trataba de alimentar a Harry, el cual, parecía haber decidido que detestaba la papilla.

—Sólo pasaba a saludarles de manera rápida antes de marcharme hacía el ministerio a una no muy agradable comida por las festividades —Albus ensombreció un poco su rostro, —pero hay rumores de un posible ataque de Mortifagos, parece ser a gran escala.

—Tengan mucho cuidado y James —se volteó con su marido, —será mejor que avisemos a Sirius, no quiero que esté borracho en caso de un ataque.

—Tienes razón, si mal no recuerdo nos dejó anotado en algún lado el bar donde iba a pasar las fiestas —James se levantó y se puso a ver unos cuantos papeles que estaban en una mesita, —… Remus nos manda saludos… Peter dice que está bien… aquí está, el bar Pezuña de Cabra, menudo nombre.

—Pondré en aviso a Sirius, no tienen que preocuparse por eso. En fin, me temo que debo retirarme —se despidió, le guiño un ojo a un divertido Harry y salió de la casa.

La casa se sumió en silencio, incluso Harry había dejado de pelear con su comida. James sentía una creciente desesperación mientras Lily una opresión muy grande en su pecho, sabían que algo andaba mal.

—Bueno, terminemos de comer y hay que hacer algo, ¡es época de celebración! —clamó James en un intento de tranquilizarse a sí mismo y a su mujer, no lo consiguió pero Lily captó el mensaje.

—Tienes razón, aún queda un rato para acostar a Harry, puedes montarlo en su escoba mientras yo limpio.

Pasó casi una hora hasta que Lily terminó de arreglar y dejar limpia su cocina. Lo había hecho "a lo Muggle" para distraerse un poco. Salió de la cocina y encontró a su marido lanzando pequeñas chispas de su varita para diversión de Harry. Se perdió en esa escena que evocaba felicidad y olvidó que había dejado la varita en la mesa de la cocina mientras limpiaba.

Todo sucedió muy rápido. La puerta se abrió de portazo y Lily supo al instante lo que sucedía: Voldemort los había encontrado. Su mente estalló en un torbellino de pensamientos, trabajando a su máxima capacidad y corrió junto a su familia.

— ¡Sube rápido con Harry, salgan de aquí! ¡Lo detendré lo más que pueda! —dijo apresuradamente James. Lily sin poder impedir que las lágrimas escaparan de sus ojos, tomó a su hijo y corrió rumbo a las escaleras.

James se apresuró hacia la estancia y se dió cuenta que había olvidado su varita, se maldijo pero siguió corriendo. Había tomado su decisión, sabía que moriría pero conseguiría el mayor tiempo que le fuera posible. Voldemort apareció en su rango de visión y su sangre se le heló; tenía ojos rojos, dos orificios donde debía ir la nariz y una túnica totalmente negra. No pensó las cosas, dejó que la ira lo envolviera y le lanzó un jarrón que estaba en la estancia. Voldemort lo rechazó fácilmente con un movimiento de varita y lanzo una maldición. James pudo esquivarla por los pelos y cargó nuevamente, lamentablemente no fue tan rápido como la primera vez y la maldición esta vez le pegó de lleno en un costado. James Potter se desplomó sin vida en el suelo y Voldemort soltó una risa seca.

Lily se encerró en la habitación de su hijo y apiñó los muebles para trabar la puerta. Se encontraba furiosa, con Pettigrew, con Voldemort, con el mundo, pero más importante, con ella misma. Había dejado su varita en la cocida y ahora estaba aquí indefensa, separada por una puerta y unos muebles de uno de los magos más temibles de la historia, incapaz de sacar a su hijo de ahí. Escuchó un jarrón romperse, un par de maldiciones y una risa macabra. Lily ató cabos rápidamente y a pesar de que se encontraba destrozada, dejó a Harry en su cuna y trató de sonreírle.

—Tranquilo Harry, papá estará bien, todo está bien —no pudo evitar que unas lágrimas corrieran por su mejillas. La habitación retumbó y salieron volando pedazos de madera destrozada.

—¡Harry no, Harry no, por favor no Harry!

—Apártate estúpida…

—Harry no, por favor no, mátame en su lugar

—No te lo volveré a repetir muchacha

— ¡No a Harry! Por favor… ten misericordia… ¡Harry no!

— ¡Apártate! —de su varita salió una maldición de luz verde y Lily se desplomó, con las últimas lágrimas corriendo libremente por sus mejillas ya frías…

James Potter abrió lentamente los ojos y se encontró con la luz del sol golpeándole fuertemente la retina. Parpadeó varias veces hasta que se acostumbró a la luz y se incorporó. Se encontró a sí mismo, en la orilla de un lago, un lago que conocía muy bien. Imposible, pensó; se dio la vuelta lentamente y un castillo enorme le restregó en la cara la verdad: estaba en Hogwarts. Cerró los ojos y trató de recordar cómo había llegado ahí pero no consiguió nada. Su último recuerdo era lanzarse a una muerte segura para conseguirle tiempo a Lily, pero eran como un sueño lejano, ¿Perdí la memoria?, un escalofrío recorrió la espina de James, ¿qué había sido de su familia? Él claramente estaba bien, pero ¿su hijo?, ¿su Lily?

Trató de aclarar su mente y pensar un plan; primero iría a ver a Dumbledore, estaba en Hogwarts después de todo. Con esa idea en mente se acercó al lago y se echó agua en la cara para ayudarle a refrescarse y acomodar sus ideas. Casi le da un infarto. Su reflejo de 11 años le regresó la mirada; primero creyó seriamente haber sufrido algún daño mental, luego pensó en que era una broma y empezó a reírse como demente, risa que murió minutos después, cuando su cerebro le ordenó al resto de su cuerpo reaccionar, ¿qué mierda…?

Su mente aún se encontraba bastante confusa por lo que se encaminó rumbo al castillo con el pensamiento de que en la oficina de Dumbledore se encontraría a un sonriente Sirius diciéndole ¡Es Halloween!, ¿te gustó la broma?, Lily ayudó con la transformación… No, incluso en su mente sonaba una locura que fuera una broma, ni siquiera Sirius haría una broma así con los tiempos que corren y luego estaba su difuso último recuerdo: su muerte.

El castillo estaba curiosamente silencioso; ahí cayó en cuenta que no podía ser Halloween, no con el día soleado fuera, su temor fue en aumento y agudizo sus sentidos. Alrededor de 10 minutos pasaron hasta que se encontró con Minerva McGonagall, una bruja que usualmente tenía una mirada severa y con la que tenía grandes recuerdos de su época de estudiante, aquellas épocas en las que ella lo castigaba por las bromas que solía hacer con sus amigos. Le sonrió de manera sincera pero la mujer de gafas de montadura cuadrada le apuntó con la varita con una expresión estupefacta. A James la cabeza le quería explotar de confusión ¿Ahora Minerva me quiere atacar?

—¿J-J-James P-Potter…?

—Sí —contestó sin rodeos James, —y me encantaría que no me apuntes con tu varita Minerva, a pesar de los viejos tiempos creí que te agradaba —le dedicó una sonrisa.

—Por supuesto que me agradabas… me agradas, ¿pero cómo es posible? —Se corrigió Minerva y bajó la varita aunque no la guardó.

— ¿Esto? —preguntó señalándose a sí mismo, —ni idea, con lo que me costó crecer y ahora voy y me convierto en un enano de nuevo —refunfuño molesto James.

—No sólo tu apariencia Potter, ¡tú! ¡¿Cómo por Merlín es posible que estés aquí si moriste hace 10 años?!

James no supo que contestar, por segunda vez en el día entró en shock. No había nada mal en sus recuerdos, ni en su mente, él sí que había muerto y ahora estaba aquí, con 11 años y en el futuro. Un único pensamiento cruzó su mente… ¿Qué demonios está pasando?