Disclamer: Los personajes de la Rowling y la idea, mía.

Advertencias: Incesto, twincest para ser exacto. Y slash.

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Efímero

(Es normal, incluso cuando ellos tengan un concepto distorsionado de lo que eso significa).


Es lo normal. Bueno, tomando en cuenta que ambos tienen un concepto muy distorsionado acerca de lo normal. Sin embargo, siempre es diferente (porque nada en esa familia podría ser habitual).

A veces Lorcan sonríe, con ese brillo travieso en los ojos y se acerca rápidamente, mordiendo más que acariciando lo que encuentra en su camino. Tocando, inspeccionando, marcando territorio. Diciendo 'eres mío' en cada roce que, furiosamente, sus dedos tocan en la piel de su hermano.

A veces es Lysander el que empieza. Siempre suave, tranquilo. Con una paciencia demasiado grande y unos sentimientos muy marcados. Mima, lame, susurra. Hay un 'te quiero' oculto pero a la vez visible, en cada beso que da (que le da).

A veces son ambos, cuando se aburren de estar persiguiendo a sus padres por toda Suecia buscando mandrágoras mudas y se detienen (allí, contra el árbol. Incómodo pero, ¿qué más da? Es su ambiente) a tomar un descanso. A veces muy breve ('más abajo, rápido y más abajo, Lorcan' suplica aunque en tono exigente) y a veces no tanto.

Y a veces no es ninguno y sólo sucede, porque es natural en ambos el terminar con los cuerpos enredados bajos las sábanas y la lengua de uno en la garganta del otro, con los perfumes más mezclados de lo corriente y las risas resonando en su habitación. A veces es que simplemente lo necesitan (vaya marca de heroína que tienen...) y pasa, así, como un plis.

—Tienes que enseñarme como demonios haces eso con los dedos, Sandy, o tendremos problemas —Gruñido ronco y poco entendible, despegándose sólo lo necesario de los labios de su gemelo. Porque a veces no se necesita varita para hacer magia.

—Me vuelves a llamar Sandy y tendremos algo más que problemas —El tono es demasiado bajo, incluso para ser el amante de los libros y del silencio que suele ser Lysander.

—¿Cómo qué? —Sonrisa gamberra y con malas intenciones. Pero Lysander también sabe sonreír, también sabe dominar, aunque pocas veces lo haga.

—Como esto.

Y luego es sólo calor y besos y caricias y lenguas en lugares ocultos a la vista pública. Y ya no hay nada que le importe al mundo porque todo se vuelve demasiado furioso, demasiado ardiente. Porque en ese instante efímero son sólo ellos, dos gemelos y hermanos besándose como si quisieran succionarle el alma al otro, lo que realmente vale la pena.