Reader = Cada vez que esto aparezca en el texto, debes poner tu nombre o el que quieras ponerte ;P

Tu cara estaba roja de ira, cubierta entre trocitos de tarta que acabaron en ti después de que tu regalo aterrizase sobre ella, antes de que pudieras pedir un deseo. Miraste a la persona que la había destruido. Solo te sonreía, con nervios, como intentando hacer plática contigo. Ya estabas acostumbrada a recibir ese tipo de regalos por su parte, pero por decimosexta vez, solo por esta decimosexta vez ibas a hacer uso de ellos. ¿Qué si odiabas a esa persona? ¿Qué si odiabas a... esa persona?

LA ODIABAS.

Recostaste tu cuerpo en la cama, dándole la espalda a… esa persona. En algún momento, él llegó y se posó a tu lado, en el colchón que habíais puesto entre tú y tú madre en el suelo, sabiendo muy bien que siendo tu cumpleaños, esa persona se quedaría a dormir contigo esa noche. En un buen principio te alegraste de que se quedara, pero después de ver tu regalo, se te pasaron todas las ganas. Cerraste los ojos. Mañana sería un largo día usando ese regalo esta vez. ¡Le darías una lección por todo este tiempo dándote esos regalos que solo usaba él en su favor! ¡Eso es! Antes de que pudieras dormir notaste cómo él subió deliberadamente a tu cama, y apartando un de los mechones de tu pelo que te cubría cuando dormías, te susurró:

-Feliz cumpleaños. (Nombre)…-tu no le respondiste. Y es que aquello que te regaló, fue el colmo de los colmos. Besó tu mejilla suavemente y después volvió a su cama. Abriste los ojos un momento, notando aun sus labios sobre ti, pero ahora no era el momento de ablandarse, ¡y mañana se lo demostrarías hiendo a jugar a esa mierda de la que no tenías ni idea!

Cerraste los ojos y decidida, dormiste con tranquilidad, aunque nerviosa… ¿qué pasaría mañana? ¿Harías el ridículo o simplemente…? No querías pensar más. Al fin, después de mucho, dormiste.

Notaste tus pies húmedos por aquellos zapatos que ni siquiera eran de tu talla. Era incómodo, pero no ibas a rajarte por tan poca cosa. Esa persona aún seguía en tu casa. Tú queridísima madre le había dejado quedarse hasta que sus padres regresasen del extranjero. Bueno, al menos estaría presente ante tu victoria (que realmente no sabías cómo te iba a salir la jugada pero estabas confiada eso sí). Pisaste tu pista con inseguridad. Miraste a tu alrededor, un hombre atractivo, rodeado de mujeres y algún que otro hombre que no coqueteaba con él si no que ponía cara de fastidio, marcaba strikes cómo el que más en esa sala. La bola pesaba, pero no te importaba, estabas sorprendida por aquel hombre que en tú opinión, era todo un rompecorazones. Era impresionante lo bien que jugaba. No podías dejar de mirar cómo ganaba sin problemas a esos hombres, y cómo las mujeres se volvían locas ante tales actos. Cuando al fin jugó con éxito su última jugada, cogió el dinero que dedujiste que habían apostado entre sí y entonces fue cuando ocurrió. Vuestras miradas se cruzaron, fundiéndoos ambos en el color del otro. Aunque eras tú la que más se derretía con él. Intentaste disimular, desviando tu mirada de él (que aunque no lo vieras, seguía con su mirada sobre ti) para lanzar por primera vez la bola. Esta rebotó un par de veces sobre la pista, dejando de un lado la tuya para saltar sobre la barra que os separaba a él y a ti y cruzarse en su pista, comiéndose uno de sus bolos. Volviste hacía él que miraba tu bola con sorpresa.

-Lo siento…-dijiste tímida, lo que le causó alguna que otra sonrisa ladeada que no pudiste percibir. Tu bola volvió a salir de aquel aparato del que no sabías ni el nombre por su lado. Fuiste para recogerla, encontrándote de bruces con él, que cogió tu bola, admirándola un poco.

-No pasa nada-te respondió al fin-. Esto…-observó que había un nombre en la bola antes de pasártela. Era el nombre de esa persona por supuesto. Del ahora desgraciado que te hizo ese regalo que ahora usabas. El hombre te pasó la bola diciendo aquel nombre que no querías escuchar. Del que no querías saber nada por el momento-…Eren-gruñiste un poco por escucharlo, pero al fin recuperaste tu bola, alejándote de él hacía la pista que habías conseguido cuando llegaste. Le miraste ladeada, sujetando con ambas manos la bola, alzando sin querer tu pecho.

-No… Eren-gruñiste de nuevo pensando en él-… Eren es el nombre de mi bola-comenzaste, yéndote un poco más lejos-. Me llamo Reader-Fuiste hacía tu pista, y lanzaste de nuevo, tal y cómo hiciste antes, tirando otra vez, un solo bolo. Sin darte cuenta, aquel hombre apareció a tu lado y cogió la mano con la que lanzaste, acariciando con sensualidad los dedos, rozándolo con las yemas. Curiosamente, no te pusiste nerviosa por aquello. Pero por dentro notaste que te desvanecías, como la nieve en verano.

-Tienes unos dedos muy finos-comenzó sin dejar de acariciarte-, muy femeninos-te miró directamente a los ojos. Todavía te acariciaba-. No va con la bola que utilizas. Ten-al fin soltándote, alcanzó su bola al otro lado y te la ofreció. En un buen principio te negaste con todas tus fuerzas, pero él acabó convenciéndote para que lanzaras, y lo hiciste. Y por primera vez, conseguiste dar a todos los bolos.

-¡Vaya!-soltaste, un poco ingenua por ver aquello que tú misma acababas de hacer gracias a la bola de… entonces te diste cuenta de que no tenías ni idea de cómo se llamaba. Volteaste tu cuerpo hacía él, mirándole con unos ojos inocentes. Parecían brillar, cómo los de un niño pequeño-¿Cómo te llamas?

-Levi Ackerman. Pero tú puedes llamarme Levi.

-Levi…-susurraste.

-Reader…-susurró cómo tú hacías, jugando con vuestras miradas. Cuando al fin parecía que ibas a dejarte deshacer en cuerpo y alma, el habló, rompiendo aquel… extraño juego-Quiero enseñarte-dijo, sorprendiéndote.

-¡N-No! No hace falta, en serio….-moviste muy rápido tu cabeza, hasta que te escondiste, bajando la vista.

-Pero yo quiero enseñarte.

-¡Es que no quiero ser un rollo!

-Reader-cada vez que decía tu nombre tu cuerpo se deleitaba, lleno de electricidad que fluía por él. Le miraste otra vez a esos afilados ojos azules-. Déjame enseñarte. Mira-te pasó su bola de nuevo-Lanza. ¿Me has visto jugar, no? Intenta imitarme-a regañadientes cumpliste e intentaste hacerlo cómo él lo hacía. Imitaste sus movimientos con torpeza, pero con ello tiraste ocho bolos.

-¡Oh!-soltaste otra vez sorprendida. Era un buen profesor a pesar de que solo te había dicho que le imitases. Le alagaste al ver lo que habías hecho con sus sencillos trucos-¡Eres muy buen profesor!-él volvió a sonreír, acompañado de una risa.

-¿Ves?-hizo una pausa, dejándote a ti envuelta en tus pensamientos, cómo que era buen profesor (cómo le habías hecho saber) y que… quizá no estaría tan mal que te diera clases. Seguías queriendo darle una lección a él, y tal y cómo estabas ahora poco podrías hacer. Lo único que conseguirías sería que se riera de ti. Le diste tu mano, indicándole con ese gesto que podía darte clases. Él la toqueteó cómo antes, estremeciéndote en el proceso.

-¿Cuánto cobras?-preguntaste, ignorando los roces que hacía contra tus dedos.

-25 €.

-¿¡25 €!?-lo pensaste un poco más. Era caro sí, pero debías darle una lección a esa persona. Eso era lo único que te importaba. Suspiraste un par de veces antes de darle tu respuesta definitiva-… Está bien…-él sonrió-¿Cuándo empezamos?

-Reader

-¿Sí?

-Ya hemos empezado-acercó bruscamente su rostro al tuyo, sacándote algún que otro gesto de sorpresa, acompañada de un adorable rojizo en tus mejillas.

Los días transcurrieron rápido, pero contenían un mensaje tan intenso que no descubriste hasta que tu cuerpo, tu alma, todo tu quedó rendido ante… él.

Los bolos cayeron cuando tu bola consiguió tocarlos de un solo tiro que tú misma lanzaste. Levi te aplaudió, contento por lo mucho que habías mejorado desde que empezasteis con sus clases. Fuiste a apuntar tu puntuación a la mesa, cuando Levi te dijo algo que chocó dentro de ti como una bomba nuclear.

-Reader. Quiero que nos veamos fuera de la bolera.

-¿Eh?

-Conozco una cafetería aquí cerca. Quiero vayamos.

Te quedaste pensativa un momento antes de volver a preguntarle algo que no tenías claro desde hace muchos días.

-¿Cómo amigos, no?-dijiste, sonriendo con alegría, borrándose al instante cuando él dijo eso.

-No.

-¿Uh? ¿No somos amigos? Por qué yo creía…-se acercó a ti. Al estar sentada fue mucho más fácil pegar tu frente a la suya, sujetándote de los cabellos y quitándote el habla de repente.

-Reader. Tú y yo ya sabemos lo que hay aquí, ¿no? Sabes muy bien que lo que yo siento por ti no es pura amistad o cariño porqué seas mi alumna. Y tú…-casi rozó tus labios con los suyos, descontrolando tu respiración, al igual que el rosado de tus mejillas que se tornó carmesí-… tampoco no sientes por mí solo amistad, ¿no? ¿Reader?-cómo pudiste, le apartaste de ti, apoyando las manos en su pecho. Estabas tan nerviosa que no conseguías recuperar el aliento. Respirabas por la boca, buscando desesperadamente aire al que aferrarte. Pero, entonces lo pensaste. ¿Era cierto? ¿Sentías algo más por él? ¿Algo que no era… solo amistad? Puede que fuera verdad. Necesitabas salir de aquí. Esto se estaba descontrolando, y a pesar de que seguías un poco enfadada con él, seguías siendo su novia. No. No. No. Quieres irte. Quieres irte ¡Ya! Te levantaste de tu silla, y sin reparar en cómo Levi te llamaba, o qué ibas descalza (ya que te deshiciste de los zapatos de los bolos durante el camino), te fuiste a casa. Ya no podías pensar más.

Estabas deshecha.

Llegaste a casa y cómo si alguien te persiguiese, te metiste en la cama de un salto, cubriéndote hasta la cabeza, sin reparar en qué Eren estaba allí. Al que despertaste.

-¿Reader?-preguntó, encendiendo la luz para verte mejor, aunque poco te dejabas asomar bajo la colcha que te cubría.

-S-¡Sí!-era imposible que ignorases lo que había pasado. Tú voz te delataba con tanta facilidad… Seguro que si se hubiese acercado a verte vería ese carmesí en tus mejillas del que no lograbas deshacerte. Por tu tono, el chico supo que no solo habías jugado a los bolos esa noche, quizá, había pasado algo más allí que él desconocía. Paró la luz y tristemente, volvió a llamarte mientras se acurrucaba en el colchón que tú y tu madre pusisteis para él. Todavía conservaba un poco tu olor, lo que aún le hacía deprimirse más.

-¿Reader?-al sentirle llamarle, te levantaste de golpe, descubriéndote al fin de bajo las sabanas. Él estaba de espaldas, acurrucándose cada vez más.

-¡Dime!-dijiste con desesperación. Aunque no quisieras reconocerlo, le añorabas y querías oírle decir tu nombre, pero ahora era Levi el que hacía eso… Tu cabeza daba vueltas otra vez.

Hubo un incómodo silencio antes de que él volviese a dormir.

-Nada… Buenas noches…

Estabas deshecha. Y cada vez más. Volviste a dormir, cómo el hizo.

-Buenas noches…

Levi y tú estabais frente a frente, mirando el catálogo que la camarera os había servido hace un rato. No parabas de pensar, con cierto nerviosismo, que finalmente aceptaste aquella cita con él. Aunque preferías pensar que no era una cita, sino una pequeña escapada con un amigo o… algo por él estilo. Pero ni tú te lo creías. Levi cerró el catalogo para mirarte.

-Creo que pediré el mimosa-te soltó. Estabas tan absorta en aquellos pensamientos que solo escuchaste "mimosa", lo que te hizo saltar chispas de rosa en tus carrillos.

-Levi, no me llames así, por favor…-dijiste, tímida, desviando la vista.

-¿Qué?-cuando al fin lo entendió soltó una risa-Vaya. Eres tan inocente y mona que pensabas que te había soltado un coqueteo-río otra vez, y tú solo sólo pudiste avergonzarte cuando fuiste tú la que se dio cuenta también de lo que realmente había pasado.

-Perdona…

-Tranquila, tranquila. A mí me gustas así, Reader-eso solo pudo disparar tu rojo. ¿Por qué te sonrojas si solo es una cita entre tú y tu amigo? Te repetiste hasta que el rojo desapareció. Eso te hizo sentir orgullosa e inconscientemente sonreíste.

Reader!-te sorprendió alguien que conocías muy bien, robándote la sonrisa. Esto no pintaba bien-¡Yuhuuu! ¡Reader! ¡Soy yo! ¡Petra! ¡La novia de Auruo! ¡Hola! ¡Hola!-se acercó a vuestra mesa, quedando parada en el medio y con una cara que brillaba de felicidad. Esto no pintaba nada bien.

-Sí. Hola, Petra-la saludaste desinteresadamente. Ojalá se fuera rápido y te dejase en paz. Pero era difícil con una chismosa como ella.

-¡Buff! ¡Lo que son las cosas! ¿Eh? Entro a este café y ¿a quién me encuentro? ¡A Reader! Qué está sentada en un café con alguien que no es su novio, y me he dicho ¿Por qué no la saludo? ¡Y aquí estoy!

-Petra, esto no es lo que…

-Perdona-dijo Levi, interrumpiéndote-, solo le estoy dando clases de bolos-volvió a mirarme-. Reader, presta atención-sabías lo que pretendía, y le seguiste el rollo.

-Sí-respondiste, poniendo toda tu atención en él. Comenzó a explicarte lo que ya sabía, pero daba lo mismo, ya que así os desharías (si un milagro de Dios os ayudaba) de Petra. Esta miró un par de veces vuestra pequeña clase, hasta que se cansó.

-¡Bueno! ¡Yo ya me voy! Adiós, Reader. Nos vemos en el instituto.

-Sí. Adiós, Petra.

-Adiós, Petra-te acompañó Levi también hasta que esta salió de la cafetería. Entonces se dirigió a ti-Tú amiga es una fisgona. Seguro que algún día su querido Dios le lanzará un rayo a esa lengua viperina-no era tan gracioso, pero te reíste. Parecía la cosa más graciosa del mundo en ese momento. Él no pudo evitar sonreír al verte tan feliz por lo que había dicho-Me encanta cuando te ríes-hizo una pausa hasta que acabaste de reírte-Reader-intentó coger tus manos entre las suyas, pero las alejaste de él-. Voy a decirte algo que puede que te choque. Quiero verte otra vez.

-Eso no me choca.

-Pero no en la bolera. Ni en la cafetería-intentó volver a atrapar tus manos, pero las alejabas más y más a medida que él se acerca a ti, guiado por estas. Cuando por fin consiguió atraparlas te mantuvo presa en una red de enlace entre vuestros dedos-En mí… apartamento-él tenía razón. Te chocó de verdad. Estabas mareada por tal insinuación, pero podías seguir escuchando lo que decía-Está en el barrio Capital, calle Subterránea, nº 41. Te esperaré en la puerta-tu mareo iba a más, aunque pudiste formular algunas palabras, echa un matojo de nervios.

-¿Y-y-y q-qué quieres que hagamos en t-tú a-apartamento?-preguntaste ingenua. Él solo se limitó a acercarse más hasta quedar su boca pegada a tu oído, para susurrarte algo.

-Si tú quieres, podemos… hacerlo. ¿Me entiendes? ¿Reader?-shock. Un shock tan grande que solo pudiste dejar la mente en blanco. Tu cuerpo cayó al suelo, sin aguantarlo más. Veías borroso, hasta que ya no viste nada más. En tu mente seguían resonando esas palabras.

- Si tú quieres podemos… hacerlo. ¿Me entiendes?-

De pronto apareció la voz de Eren. Se entremezcló extrañamente con la de él.

-¿Reader?-

(…)

Despertaste unos minutos después. La gente de la cafetería te mirabas desde arriba. Estabas tirada en el suelo. Levi sujetaba una de tus manos, dándole pequeñas palmaditas y pronunciando tu nombre, a tu lado. Estabas seria. Sorprendiendo a Levi que parecía preocupado, le hablaste con naturalidad.

-¿Te va bien el jueves?-eso le sacó (cómo muchas veces) una sonrisa satisfactoria.

-Sí. Me va bien el jueves.

Preparabas el desayuno. Tu especialidad: sándwich de sobrasada con queso (recomendado por la autora :3 Calientes están de muerte :3:3). Eren… solía decirte que estaban deliciosos… El susodicho entró en la cocina. Estaba listo para ir al trabajo que hacía los fines de semana. Cogió el sándwich que le habías hecho de la mesa, guardándolo en la mochila.

-Me voy a trabajar.

-Vale.

Nos os mirasteis, pero ambos tenías expresiones tristes en vuestros rostros aniñados. Sin poder creértelo, él se paró en la puerta de la cocina, viéndote de espaldas, ya que tú no te giraste.

-Reader.

-¿Sí?

-Tus sándwiches me siguen pareciendo deliciosos-paraste de untar por un momento, prestando atención a sus palabras, después de mucho tiempo. Aun así no te giraste-He probado, los de mucha gente, pero los tuyos siguen siendo los mejores. Tienen algo especial. ¡Pero no me preguntes que es! Sabes que… soy un poco idiota para estas cosas…-a medida que seguía hablando, te apenabas cada vez más, notándose esto en tu mirada-Solo quería que lo supieras-cómo si fuera a estallar en lágrimas (igual que tú), le oíste salir de la cocina a paso cansado. Tú volviste a untar el pan. Algunas lágrimas no aguantaron más y cayeron sobre la sobrada. Fundiéndose en esta.

Caminaste hacía el apartamento de Levi. Esta vez no pensabas en nada. Solo querías…. No lo sabías. Miraste a tu alrededor. Nada llamaba tu atención. Todo estuvo tranquilo hasta que llegaste al cruce. Uno se dirigía hacía Shiganshina, donde Eren trabajaba hoy. El otro se dirigía hacia la Capital, donde Levi te esperaba. En un buen principio fuiste hacía Capital, pero volviste atrás para coger el otro camino, hacía Shiganshina, pero de nuevo, volviste atrás, quedando en medio de los dos cruces.

¿Qué era lo correcto? ¿Ir con Eren a quién, a pesar de todo, sigues queriendo? ¿O con Levi qué te dio algo que hacer cuando más lo necesitabas y al que también quieres?

Esto es un amor a dos bandas, pensaste con ironía, para intentar bajar la tensión de la que no conseguías librarte.

No parabas de mirar de un lado a otro.

Shiganshina. Capital.

Shiganshina. Capital.

Eren. Levi

Mejor dicho.

¿Eren o Levi?

¿Eren o Levi?

¿Qué podías hacer?