Una dulce mentira para dormir mejor.
Resumen completo.
Las mentiras que nos decimos a nosotros mismos a veces superan a las que les decimos a los demás.
Hay substancias altamente adictivas que pueden cambiar tu percepción del mundo pero también la vida que llevas… estas no solo te afectaran a ti si no también a quienes te rodean, a veces hay presas fáciles para estas substancias, Luffy ah tenido la mala suerte de caer en ellas por un descuido o azares del destino quizá ¿Qué pasara con esta pobre alma en desgracia que ahora forma parte de una sombría y fría estadística?
(SaboLu)
Temas sensibles: drogadicción, abuso, depresión, suicidio.
Todos los personajes pertenecen a oda.
No apruebo en ningún momento y bajo ninguna circunstancia el uso de las drogas y aun cuando estas puedan tener efectos "positivos" en ciertos estados de ánimo sus riesgos son mucho más, por tanto quiero dejar muy en claro que este trabajo no va para nada a alentar el uso de estas si no todo lo contrario.
Vivan sin drogas (?) quizá suene a broma pero lo digo muy enserio.
Pues este iba a ser un one shot pero le eh cortado ahí porque tengo otros compromisos (con el gato(?)) y pues así…pero no creo que vallan a ser mas de 2 capítulos, y bueno, con todo el amor y la hierba gatera que el gato merece espero que no me odie por esta historia, y ya lo eh dicho antes pero no apruebo, bajo ningún fin o circunstancia el uso de las drogas, esto solo lo escribo por el potencial de escritura que tienen, pero no las fomento y si están pensando en ello no lo hagan.
Advertencia: Lemon, uso de drogas.
Capitulo 1
Dulces con sabor amargo.
-Luffy...- El aludido respondía, el rubio se acerco a la cama del menor para remover su cuerpo que parecía completamente inerte, sumido en un sueño fuera de los normal el azabache había abierto los ojos apenas un poco para mirar con desinterés a quien le hablara antes de volver a cerrarles, removiéndose en la enorme cama con dosel para que el otro no le molestara, tenia sueño y quería dormir un poco mas.
Dejando el desayuno en su bandeja a un lado de la cama del menor, sobre la mesita de noche, el ojiazul fue subiendo a la cama de a poco, colocándose sobre el cuerpo de su pequeño hermano, tomando con su mano la mejilla del azabache con dulzura.- Vamos Lu, es hora de que tomes tu desayuno...- al ver que no había respuesta Sabo comenzó a bajar su mano por el rostro del chicho hasta rosar los resecos labios del menor con su pulgar, relamiéndose los propios hambrientamente, el moreno aun estaba en aquel estado semiinconsciente que el opio le provocaba, la noche anterior había sido especialmente cruel con su pequeño hermanito en cuanto a los dolores de la recesión y para calmarle había sido necesario inyectarle aquel "sedante" que le ayudase a conciliar el sueño y a calmar el "retorcimiento" que la metanfetamina comenzaba a causarle, sabía que no debía ser débil ante aquel niño, pero su suplicante carita de ángel siempre le ganaba a la razón, o casi siempre, siempre que sabía que podía permitírselo, mas aun cuando el muchacho usaba su "persuasión" de maneras especialmente deliciosas.
Inclinándose sobre el pequeño hasta alcanzar a rosar sus labios había podido sentir a este removiéndose bajo su cuerpo, reaccionando al instante en busca de contacto, al menos aquello lo tenía bien aprendido, si el rubio le buscaba de aquella manera no le convenía decir que no.- Sabo-nii... - el débil susurro al separarse de aquellos labios le había hecho estremecer de anticipación, apenas la noche anterior le había poseído pero ya le deseaba de nuevo.
-¿Si, Lu?- Apenas si podía disimular el deseo en su voz mientras besaba el cuello del menor con suavidad, haciendo que aquel comenzara a suspirar.
-¿Me darás mi premio si me porto bien?- jalando las sabanas y el pijama del chico había dejado al descubierto aquel hermoso pecho que a pesar de lo esbelto y frágil que se había vuelto seguía siendo igual de deseable, incluso más quizá, la piel macilenta y casi grisácea por la falta de sol y el efecto de las substancias psicotrópicas que mantenían al chico al borde de la inconsciencia era un lienzo mucho más llamativo para todas las marcas en tonos rojizos y morados que el rubio había pintado en su cuerpo con dientes y manos, incluso los pezoncitos ligeramente cafés resaltaban de manera hermosa contra aquella piel.
-Mmm... ¿Desde cuándo te has vuelto tan interesado cariño? ¿Ya no te gusta complacer a tu hermano?- Sabia perfectamente que si el moreno le permitía tocar su cuerpo era solo para que le procurase sus dosis pero la dulce mentira de que se le entregaba por amor era mucho más preferible, cualquier clase de amor, incluso el falso que aquellas substancias a veces le provocaban, el estricto control que mantenía sobre las substancia que el pequeño consumía no era casual, no permitiría que aquel llegase al punto en el que habían caído antes, no, jamás volverían a pasar por eso, tener al pequeño gritando desesperado por un gramo de aquellas substancias no estaba en sus planes de momento, prefería tenerle gritando por otras cosas.
-Lo siento... no... no quería decir eso...- la manera entrecortada y casi temerosa como el pequeño hablaba lejos de hacerle sentir culpable solo le estaba haciendo despertar aun más aprisa, sin delicadeza alguna había arrancado los shorts de la pijama ajena junto con su ropa interior, haciendo que el chico abriera bien las piernas antes de comenzar a palpar su entrada de manera descarada con un par de sus dedos, encontrando aquella aun húmeda con la esencia que dejase en el cuerpo del menor la noche anterior.- Ahhh...Te... Te amo Sabo-nii...- la dulce mentira le había hecho sonreír, al introducir sus dedos en el apretado interior había acabado derramando un poco de los fluidos que llenaban aquel menudo cuerpo mientras el menos comenzaba a gemir para él, si le amaba o no en realidad no importaba, entre el opio y las atenciones que le daba a su cuerpo el menor no hubiera podido resistirse así lo quisiera, porque cada sensación se veía incrementada inclementemente por aquella droga, y el estadio de somnolencia y sedación aun no se diluía por completo dejando al más joven reducido a un desastre de jadeos y gemidos que apenas si podía moverse en cuando comenzara a tocar su cuerpo.
-Si amor, te daré un premio al terminar, pero solo si acabas con tu desayuno además de hacerme acabar a mi.- el asentimiento apenas consiente de aquel muchacho que ya con los ojos ensombrecidos por más que el sueño se le entregaba completamente había sido suficiente para complacerlo, desabrochando sus propios pantalones había liberado de su prisión el duro y palpitante miembro que mas que deseoso aquella estrecha entrada recibiera sin problema alguno, tan acostumbrado estaba a hacer el amor con aquel chico que el interior del moreno le acomodaba casi perfectamente, apresándole de manera cómoda y placentera mientras el rubio se dedicaba a embestirle con fuerza, haciendo que aquella entrada se cerrara en torno a su miembro cada que chocaba con algún punto sensible en el interior ajeno, aunque cada vez era más difícil hacer que el pequeño disfrutara de forma real, era consciente de ello.
-Ahhh... Sabo... Sabo...- la deliciosa forma de gemir del menor le ponía aun mas, forzándole a ser aun más violento, con una de sus manos acariciando el miembro ajeno mientras la otra le rodeaba la delicada cintura que se levantaba en busca de mayor contacto cada que le envestía, el rostro un tanto ido de placer mientras el rubio le sudaba aquella maldita calentura encima resultaba demasiado hermoso.- Ahh... mas... córrete dentro de mi Sabo...- tan divino ¿Cómo podría negarle algo? mientras el pequeño hacia lo propio manchándole la camisa él se había terminado descargando en el cuerpo del menor como este había pedido para llenar de semilla fresca aquel dulce interior, sabía que el otro dormiría aun mas después de aquello pero le dejaría con gusto.
-Te amo Luffy...- saliendo lentamente del interior del pequeño para no lastimarle con nuevos movimientos bruscos deposito un suave beso en la frente del menor antes de rosar sus labios con suavidad, la tierna sonrisa que encontrara en los labios de su hermano no había podido evitar responderla, aunque aquella pronto se había torcido en una ligeramente amenazante mientras la mano que acariciaba la mejilla del pelinegro bajaba a su cuello para presionar aquel suavemente, dificultando el paso de oxigeno a los pulmones del más joven- y más vale que no me entere que vuelves a tirar la comida o no tendrás nada de nada por una semana por muy bien que folles cariño.- el terror que había visto en los perdido ojos color chocolate le grarantizaba al rubio que su orden no sería desobedecida.
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/Meses antes/
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El error de los hermanos fue nunca preguntar.
A pesar de que se le había advertido al pequeño que guardase el secreto el chico les habría dicho de haberle preguntado, el era así, demasiado honesto y crédulo para su propio bien, Luffy era como un niño pequeño en muchas cosas, si le decías que algo era comida se lo llevaba a la boca sin pensarlo, así es como el chiquillo se había enganchado después de todo. ¿Quién lo había enganchado? no lo sabían, realmente carecía de importancia para aquel punto. Aunque las discusiones sobre quién de los hermanos tenia mayor culpa en el asunto no se habían hecho esperar, Ace que entre sus amigos y el colegio no le prestaba demasiada atención más que para salir a divertirse con el chico o Sabo que entre el trabajo y los estudios solo se dignaba a hablar con el monito cuando le iba mal en algún examen.
Quizá no fuera tan fortuito que al chico le hubieran gustado los efectos causados en su cuerpo por aquella substancia ajena a él después de todo.
La droga que el pequeño había ingerido creaba una sensación falsa de felicidad, confianza excesiva, hiperactividad y energía, pero debido a que todo eso ya estaba en la naturaleza del azabache nadie realmente había notado nada raro salvo por la pérdida de apetito del chico, de no haber sido por ello quizá se habrían dado cuenta demasiado tarde, cuando le llevasen a realizar los exámenes médicos por la forma como había estado perdiendo peso de manera acelerada el resultado había impactado en sobremanera a sus hermanos. Los problemas no se habían hecho esperar después de eso ¿Quién tenía la culpa? Ninguno de los dos parecía dispuesto a aceptarla sin echarle bronca al otro.
Una cosa era clara, no podían dejar que siguiera consumiendo aquellas substancias, pero tampoco podían mandarle a ninguna especie de clínica o lugar de rehabilitación, conociendo al chico solo escaparía de ellas y la cosa resultaría peor, no le querían vagando por las calles en su estado, eso sería muy peligroso, sobre todo al entrar en el periodo de retraída, habían pasado 40 días casi normales desde que le hicieran prometer al menor que no volvería a consumir esas substancias, todo parecía ir bien al principio, Luffy era un chico honesto y no rompería su promesa normalmente, el problema es que no era él quien quería romperla si no su propio cuerpo, cuando le encontraron de nuevo bajo los efectos de aquella substancia que quien sabe cómo había conseguido las cosas tuvieron que ponerse un poco más estrictas, no se le permitía salir de casa sin supervisión. Entonces comenzó el verdadero infierno.
Primero llego la depresión, no se le podía convencer de que se moviera de la cama, de que comiera, de que hiciera cualquier cosa, el chico tan lleno de vida que Ace y Sabo siempre habían conocido estaba como desaparecido, secuestrado y remplazado por un extraño en su pellejo que si se les acercaba era solo para suplicar lo que "necesitaba" Ace había dejado de salir con sus amigos para cuidarle pero él no podía solo, Sabo había sido quien pidiera un permiso en la escuela y el trabajo al final, todo para poder cuidar a su hermanito que para aquel momento comenzaba a mostrar los síntomas de ansiedad de manera mucho más notoria, no era en ningún momento una experiencia agradable.
Con el tiempo el rubio había aprendido a temer a los momentos de silencio tanto o más como los ataques de agresividad repentinos del menor, porque con la ansiedad y la depresión habían despertado los arranques de histeria y los impulsos suicidas que en repetidas ocasiones había tenido que frenar, cerrar la puerta no ayudaba a amortiguar los horribles gritos de desesperación del chico y el que estos cesaran no le daba tranquilidad alguna, el único motivo por el que no le ataba a la cama amordazado era que al mirar a aquellos ojos cafés tan extraviados y desesperados la culpa de que si le hubiera puesto más atención al chiquillo quizá aquello no hubiera pasado le consumía, las insistentes suplicas del menor poco a poco iban haciendo mella en su cerebro.- Por favor Sabo... Hare lo que tú quieras... solo una vez mas ¿Acaso no amas a tu hermanito?- la melosa y dulce voz del pelinegro le torturaba ya fuera al oído ya fuera al otro lado de la puerta, incluso en sus sueños le veía suplicando en ocasiones.
Al final había cedido... la calma posterior a aquel desliz había sido tan perturbadoramente deliciosa que algo se había quebrado en ambos, una complicidad obscuramente sublime
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/Antes que eso/
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Conseguir aquellos dulces que le ponían tan feliz no era difícil, una pequeña cantidad de dinero que podía pedir a cualquiera de sus hermanos le era suficiente para conseguir aquellos dulces en cualquier fiesta a la que acompañara a Ace, no les tomaba tan seguido, solo cuando se hallaba triste... de esa forma no preocuparía a sus hermanos que estaban demasiado ocupados para entretenerse con él y sus tontos problemas, no era para tanto, sabía que la escuela era importante para los mayores y que Sabo debía trabajar para pagarles los estudios, Ace también ayudaba, hasta él tomaba trabajos temporales de vez en cuando para ayudar, le gustaba ayudar, comprar carne para él y sus hermanos, ver una película juntos un día que los mayores tuvieran libre, escuchar música, ir a la playa, le gustaba estar con ellos, salir con Ace era divertido, al menos cuando el pecoso no le ignoraba por hablar con sus amigos... una pequeña pastilla le garantizaba un mínimo de 8 horas de felicidad, cuando la tomaba no importaba que Ace siempre tuviera algo mejor que hacer que jugar con él y que Sabo se la pasara trabajando para "darles una buena vida" y nunca estuviera en casa.
Con un pequeño dulce en forma de pastilla sus preocupaciones dejaban de existir, a veces si tenía suerte había quien se los regalaba en la escuela o en las discotecas, en ocasiones acompañaba a Ace a estas a pesar de sus quejas solo para ver si tenía suerte y cuando la tenia no le importaba si el mayor hablaba y bailaba con todos menos con él, solo estar sentado escuchando la estridente música era suficiente cuando conseguía alguno de aquello dulces... el problema era que últimamente ya no les conseguía con tanta facilidad, en la escuela ya no eran gratis y en las fiestas a veces no le daban aquello que él quería, pues había dulces que le hacían sentir bien y otro que le daban demasiado sueño, que hacían que el mundo se volviera tan lento y aburrido que deseaba únicamente ir a casa a dormir pero su cuerpo no le respondía, aquellos no le gustaban tanto, pero tampoco estaban tan mal... entre sueños a veces veía cosas agradables, era divertido incluso ver a las pequeñas gotitas de agua en su bebida, o los hielos flotando a la deriva en ese mar de vodka con jugo que tras tomar aquellas cosas parecía extenderse por kilómetros y kilómetros... quizá podría sumergirse en él y dejarse flotar también... a veces incluso podía sentir que volaba.
El problema era que cuando se despertaba en casa a por la madrugada no podía volver a dormir, la extraña ansiedad que le asaltaba le hacía temblar bajo sus cobijas y últimamente esta era tan insoportable que no pudiendo aguantar más se levantaba y a hurtadillas entraba al cuarto de Sabo solo para acostarse en la misma cama que el mayor (quizá hubiera ido a molestar al pecoso a veces si este no se burlase de él diciéndole que era un crio miedoso la primera vez que lo había hecho), cuando tenía mucho cuidado aquel no lo notaba, aunque en realidad prefería no tenerlo, si le decía al otro que había tenido un mal sueño el rubio le abrazaba aún medio adormilado y le decía que todo estaría bien, que aquel sueño no podía hacerle daño... la cálida sensación que el dormir entre los brazos del mayor le causaba tal alivio que incluso esas malas noches no le parecían tan mal.
A veces sin poder conciliar el sueño observaba el rostro de su hermano tan cercano al propio y respirando su aliento se imaginaba cosas que sabia no estaban bien... si estaba en el entremedio de sentirse feliz y ansioso a causa de los dulces se acercaba a él con el corazón pulsándole en la garganta y lenta, muy lentamente colocaba sus labios sobre los del rubio haciendo que un millón de estrellas explotasen en su cerebro y se olvidara de lo que era ser precavido y por mil años no se separaba de aquellos labios, los segundos traidores tras separarse sin embargo duraban aun mas.
Por algunas semanas había sido feliz solo con eso, sus noches en la calidez de la cama ajena le eran suficientes para llenar al menos parte de los solitarios días, querría haber sabido antes que aquello solo acabaría peor, cuando Sabo llevase a casa aquella chica se había sentido estúpidamente traicionado, ella era linda y amable, le trataba bien, Ace había dicho que tenia lindos pechos, a él le parecían igual a los de cualquier chica, su hermano tenía tiempo para una chica durante el día pero no para él... al final Sabo era igual que Ace, los demás siempre estarían primero, que estúpido había sido al pensar que el rubio le querría mas solo por dejarle dormir en su cama, tanto el rubio como el pecoso al final acabarían abandonándole por otros, ya lo sabía, normalmente se habría vengado comiendo todo la comida del refrigerador... pero últimamente casi no tenía hambre.
La comida ya no le hacía feliz eh incluso estar con sus hermanos ya no era divertido si no tomaba algún dulce antes... pero cada vez era más difícil conseguirles, los mayores comenzaban a cuestionarle porque necesitaba tanto dinero y con lo que ganaba en su trabajo a tiempo parcial no le alcanzaba... encima Sabo insistía que se estaba poniendo muy delgado y que debían ir al doctor, casi se había pensado no dormir con el más para que no notase como sus costillas comenzaban a notarse de manera muy ligera por debajo de la piel, pero su estúpido rostro comenzaba a perfilarse de sobremanera, idiota cuerpo que al parecer no podía mantenerse sin comer pero que no solo no sentía hambre si no que acababa vomitando si le forzaba a comer, eh idiota Sabo que solo cuando le viera de aquella manera había comenzado a fijarse mas en el, eh idiota Ace por meterle en la cabeza a su hermano que ir al doctor lo arreglaría todo.
El ir al doctor había sido lo peor que podía haber hecho.
No era tan malo... se forzaba a pensar que no era tan malo, Ace estaba ahí, no importaba que se quejase por teléfono con sus amigos cuando creía que no le oía de que tenía que hacerla de niñera, juagaba con él y le trataba bien, casi podía sentir que le quería, Sabo había dejado a aquella chica, le dijo que no era su culpa, no le creía pero tampoco se sentía mal por ello, de hecho incluso le hacía feliz (sabía que era una mala persona por sentir aquello pero no le importaba), el rubio llegaba más temprano del trabajo y a veces faltaba a clases solo para estar con él, no pasaría nada por un par de días, no pasaría nada.
Pero aun con los mayores ahí no le gustaba aquello, quería sus dulces, les necesitaba, cada cosa que hacían o decían le parecía cada vez más absurda, mas idiota, sentía ganas de golpearles y salir corriendo ¿Quiénes eran ellos para prohibirle cualquier cosa? ya les enseñaría, ya les enseñaría... pero había hecho una promesa, no podía romper sus promesas ¿Que si después le odiaban? Ya le odiaban ahora, seguramente le odiarían aun mas después, quizá si comía algo no le odiarían, o si se convertía en comida, quizá cuando muriera le comerían, le comerían por que le amaban, el les amaba.
Que absurdo era todo aquello ¿No podían darle solo un dulce? ¿Si gritaba se lo darían? ¿Si lloraba? ¿Si exigía? Sabo estaba ahí todos los días ahora, seguro que tenía tiempo para darle solo un poco, dolía bastante, a veces dolía más de lo que podía soportar, quizá si ya no le querían y ya no le necesitaban lo mejor era desaparecer, si, desaparecer estaría bien, ya no le dolerían la cabeza ni se sentiría mareado todo el tiempo, gritar hacia que le doliera la garganta y de cualquier manera el rubio no abriría la puerta, si solo insistía una vez mas... no, quizá simplemente se cortase las vena, en el baño de Ace había un rastrillo... ¿Cuando había sido la última vez que viera al pecoso? quizá solo quería ver a su hermano y todo estaría mejor, quizá Ace había ido a traerle dulces.
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Un pastel no era lo mismo que un dulce, pero no había estado tan mal, al principio pensó que Sabo intentaba calmarle con comida como cuando eran pequeños, a punto había estado de lanzarle aquel trozo de pan de chocolate a la cara pero viendo lo nervioso que estaba y cuanto había insistido en que Ace no podía enterarse de aquello incluso su desorientado cerebro había comprendido que el rubio le estaba dando aquello por lo que tanto había estado suplicando... o quizá no precisamente eso, pero al menos algo parecido que ayudaría a calmar su dolor, había estado tan feliz y emocionado con aquello que no se había podido contener a besar de manera efusiva los labios de mayor, aunque al caer en cuenta de lo que había hecho los nervios le habían invadido de manera imposible, para calmarlos se había comido el pastelillo en 3 mordidas, todo, el efecto le había tardado un poco en llegar pero la ola de placentera calma que le inundase cuando llegara le había hecho olvidar incluso sus nervios por el beso que le había dado a su hermano.
De hecho ahora que lo pensaba mejor el otro no le había reclamado por el beso, de hecho no recordaba que hubiera dicho nada solo lo había dejado solo en su cuarto, quizá le había gustado... una risa algo boba se había apoderado del pequeño al pensar eso, aunque no estaba muy seguro porque le parecía tan divertido... con la risa extrañamente había llegado el hambre también, extraña sensación, no había sentido hambre verdadera en meses, se sentía bien.
Yendo a la cocina se había encontrado al rubio cabeceando sobre un plato de comida, a ese paso casi le recordaría al pecoso, las bolsas obscuras que no había notado ante en el rostro del mayor no sabía porque pero le parecían bonitas, quería verles más de cerca, quizá comer algo de lo que comía el rubio.- Sabo...- el aludido le había mirado un poco somnoliento aun, aquello había hecho al menor sonreír ampliamente.- tengo hambre...- la mueca que había puesto el rubio antes de frotarse los ojos le había parecido bastante graciosa, tanto como ver a este mirar alternativamente de su plato de comida al menor y de regreso antes de ofrecerle aquello a el chico que había negado con la cabeza antes de abrir la boca.- Ahhh...- el rubio no había tardado en captar la indirecta y comenzar a alimentar al menor como si tratara de un bebe mientras aquel reía tontamente entre bocado y bocado hasta dejar el plato limpio.- Sabo-nii... te quiero mucho...- recostándose un poco en la mesa mientras observaba al rubio aun con aquella idiota sonrisa pudo sentir la suave caricia del otro a su cabello y no pudo evitar cerrar los ojos para disfrutar mejor de aquel contacto.
Sabo había tardado bastante en reaccionar a todo aquello, con lo cansado que estaba aquellos últimos días casi no había cabido de su sorpresa cuando el menor le pidiera de comer, sin querer perder momento le había ofrecido su propio plato de comida y al ver al otro pedirle que se la diera en la boca a pesar de la leve incomodidad que aquello le causara no se había negado. Casi agradecía que el chico cerrase los ojos para decirle que lo quería por que el sonrojo que aquellas palabras le habían provocado había sido mayor al que le gustaría admitir.- También te amo monito.- el susurro aunado a la suave caricia en el cabello ajeno que parecían relajar al chico de manera que no lo había visto en semanas, casi no podía creerse la paz de aquel momento, la hermosa, hermosa paz de tener al otro sonriendo, riendo, hablando casi normalmente... comiendo.
Casi se había olvidado del incidente del beso incluso.
Las palabras del rubio le habían hecho eco en la cabeza varias veces, había escuchado mal, seguro que había escuchado mal.- Sabo ¿Que fue lo que dijiste?- pregunto levantándose de la mesa para mirar en aquellos ojos azul opaco que lo veían de manera casi incrédula.
-Eh dicho que también te quiero.-
El menor negó insistentemente con la cabeza.- Te amo, has dicho te amo.- la enorme sonrisa seguida de una risa infantil y maravillosa apenas si se habían detenido para poder dejar al menor hablar de nuevo.- Te amo, también te amo.- con una sonrisa un poco dormilona el azabache se había inclinado ligeramente hacia el frente hasta rosar los labios del mayor aun sonriente.- También te amo Sabo shishishi.-
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Continuara…
De nuevo parece que escribiré más de lo que había planeado en un principio…bueno pero dudo que tenga más de dos capítulos igual… gracias por leer y los comentarios son apreciados. Crédito a fatfancyunhappycat por meterme la maldita idea de esta historia en la cabeza con sus cosas de drogas y un sensual Luffy drogadicto.
P.D. gatito no uses drogas, te quitare los besitos de coneja si me entero que las usas, pero puedes comer hierba gatera. Te amo.
