Llego con algo que no es de humor, del cual comúnmente están hechos mis fics. Esto es algo muy, pero MUY diferente a lo que suelo escribir, por lo que debo poner muchas advertencias.

Primero que nada, los personajes no me pertenecen. Ni a mí, ni a nadie, pues están basados en las estrellas que participaron en la serie de Nickelodeon; Big Time Rush.

Segundo; Usé los nombres originales de los actores porque estos personajes estarán muy pero muy OoC. Lo que significa que no verás nada del comportamiento que los chicos tienen dentro de la serie.

Y por último, quiero enumerar todas las clasificaciones y advertencias que trae consigo esta lectura; esto será un thriller, con algo de drama, un mínimo toque de humor y más adelante habrá romance. Bromance y futuro Slash. Las parejas serán… Eso se los digo más adelante. Preferiría que lo averiguaran (guiño).

Es un fic serio, el único de esta clase que tengo en este fandom. Ya he escrito este tipo de fics anteriormente y suelo ser algo sádica (así me decían mis lectores, ¡eh!) así que están advertidos.

Por favor denle una oportunidad.

CAPITULO 1: La primera víctima.

—No creo que estén preparados para ver esto.

Él joven detective sonrió con burla ante las palabras del oficial que se encontraba en la escena del crimen mucho antes de que fuera llamado de emergencia.

El caso parecía ser bastante grave para que tuvieran que recurrir a él a mitad de la noche, sobre todo después de tanto tiempo en que se le habían asignado casos, que para él, eran mínimos y sin relevancia.

—Estoy cansado de estos casos —dijo desplomándose perezosamente sobre la silla giratoria que formaba parte de su oficina—. Necesito volver a la acción, donde están esos asesinos peligrosos que adoro arrancar de las calles.

—No seas presuntuoso. Todos sabemos que eres el mejor, pero de verdad necesitabas descansar de toda esa mala vibra que te dejaba estar trabajando las veinticuatro horas del día. Además, esa mujer estaba muy agradecida de que descubriéramos la infidelidad de su esposo; eso le dará las armas necesarias para ganar la patria potestad de su hijo.

—No me lo recuerdes Carlitos —dijo el hombre pálido intentando olvidar el beso que la enérgica mujer le dio frente a todos sus colaboradores—. Lo que la señora Locke hizo por agradecimiento a mi trabajo es algo que nunca olvidaré.

Logan Henderson era un detective con poco menos de diez años de experiencia en la caza de asesinos, cuyos primeros años en la ciudad de North Richland Hills, Texas le dieron la experiencia para poder pertenecer a uno de los escuadrones más importantes del FBI, y aunque la experiencia no había sido del todo satisfactoria, por lo menos lo había conducido a un puesto muy importante dentro de una de las redes más importantes de su país.

Desde que su compañero y pareja de trabajo, Carlos Pena, lo conoció, sabía que era por demás especial. El tenía muchas habilidades, pero aquella que le permitía con facilidad que la caza de asesinos seriales se le facilitara, era algo que nunca había visto en otra persona. Y estaba seguro que no lo haría.

Logan tenía la habilidad de saber la forma en la que las víctimas habían muerto y lo que sus asesinos pensaban al momento de cometer dicho delito. Con ello buscaba patrones hasta encontrar un punto hasta donde el asesino cometía un mínimo error con el que pagaría el ser encontrado y condenado el resto de su vida en una prisión donde no volvería a ver la luz del sol.

Su vida giraba en torno a su trabajo. Lo amaba, pero desde aquella vez en que las cosas salieron mal y terminó con la vida de la persona correcta en el momento equivocado, las cosas se tornaron diferentes para él. Estuvo cerca de un año encerrado en su casa, queriendo sentirse como todos esos asesinos encerrados tras las rejas. Al menos eso lo calmaba y sentía que estaba pagando por haber dejado desamparada a esa niña que desde aquél momento no salía de sus pensamientos.

Desde aquel incidente se mantuvo alejado de su trabajo, hasta que su inseparable amigo y muy entrometido jefe intentaron rehabilitarlo.

Ahora se encontraba de vuelta y no podía estar más a gusto teniendo a Carlitos como su pareja de trabajo, pero lo malo era que los habían transferido a casos de violencia intrafamiliar.

Él amaba el peligro, pero fue su jefe quien le impidió volver a esos casos para así evitar que recayera en esos oscuros días.

—¿Ya están haraganeando de nuevo?

La melodiosa voz de su jefe lo sacó de sus pensamientos cuando con una orden de panecillos y tres vasos de cappuccino entró a la oficina como cada mañana. Les entregó su respectiva bebida y puso la caja de postres sobre el escritorio de Logan.

—Buenos días, capitán Maslow —dijo un risueño Carlos.

—Litos, deja de llamarme así cuando estamos a solas. Es raro que mis propios amigos me llamen así. Detesto las diferencias.

—Pero somos diferentes —dijo Logan después de tomar un sorbo de la bebida caliente—. A ti te hicieron jefe y a nosotros nos dan casos donde debemos averiguar por qué un hombre golpea a su esposa, para que esta, a pesar de ser prostituta, pueda quedarse con su pequeño hijo de 5 años.

—¿El niño tiene 5 años? ¿Cómo es eso posible? La madre parece ser muy joven aún —el joven alto y de tez bronceada parecía sorprendido.

—Y lo es —dijo Carlos aceptando por fin el cappuccino—. Tenía 16 años cuando lo tuvo. Una niña que trabaja en eso no puede terminar de otra manera, James.

—Pero bueno, eso no es el punto —intervino Logan dándose cuenta de que estaban desviando la conversación—. James, eres nuestro jefe ahora. Me alegró volver con esa gran sorpresa y es nuestra obligación llamarte como tal. Te esforzaste, en verdad lo hiciste, así que es lo menos que te mereces.

James no parecía muy convencido de las palabras de uno de los pocos amigos que había podido conservar desde que inició su carrera en la policía, pues ambos sabían que ese puesto estaba destinado a Logan, pero desde aquél incidente, todo el esfuerzo que el joven pálido le había invertido al trabajo y a su futuro parecieron ser en vano ante los ojos del gabinete.

El ahora capitán de la policía parecía saber que Logan estaba diferente; aparentemente se mostraba bien y estable, pero por dentro aún tenía esas voces que no dejaban de recordarle la clase de persona que era. Y lo sabía porque en su cesto de basura estaban todas las tarjetas del terapeuta que le aconsejó visitar cuando uno de tantos episodios llegara sin previo aviso.

—Bien, pero fuera del trabajo me llamaran sólo James —sentenció el joven.

—Lo haré si prometes que el próximo caso serán mejor que el anterior —dijo el pálido tomando una dona de chocolate del centro de su escritorio—. Un secuestro, un violador prófugo, o un…

—Nada de asesinos, Henderson —lo vio chistar enojado—. Aún no estamos tan desesperados. Hoy llegaron muchos reportes y denuncias pero ninguno de ellos raya siquiera en asuntos de familia, así que creo que tenemos el resto del día libre.

—Me gustan los días libres —se dejó escuchar Carlos quien ya iba por su tercer panecillo.

Repentinamente Logan dejó de comer y puso su café a un lado, muy cerca del cesto de basura; justo donde iría a parar en cuanto James se decidiera por irse a su oficina, pues había perdido el apetito.

Terminaron a altas horas de la noche en un bar que hasta ahora solía ser desconocido para su pequeño escuadrón de policía. Todos parecían querer relajarse, como si detener a abusadores o madres maltratadoras de sus propios hijos fuera un gran trabajo que dejara exhausto a un grupo poco numerosos como aquél.

El equipo Cade, como llamaban burlonamente a David al ser el único dentro del equipo con un puesto así de ridículo, como lo llamaba Logan. Él era un agente especial que establecía enlaces con los medios de comunicación y otras agencias policiacas. En pocas palabras; era la cara del escuadrón. Su trabajo había demostrado ser importante innumerables veces, pero eso era lógico, pues James prefería estar lejos de los medios de comunicación al tratarse de casos pequeños y sin tanto impacto. No tenía mucho de qué presumir.

También estaba la doctora Tarver; ella era profesora de piscología en la universidad de Nueva York, y la poca pero basta experiencia que la joven había tenido había sido suficiente para el FBI, pues ahora y cuando su trabajo era solicitado por el departamento, Katelyn se convertía en agente especial, aplicando su brillante mente en la psicología de los casos. Para Logan era un verdadero desperdicio, pues su inteligencia y agudeza deberían estar en casos más delicados, no dando asistencia psicológica a familias disfuncionales. Ese era trabajo para doctores con experiencia bastante limitada.

Obviamente no podía faltar la cabeza de la cuadrilla; el capitán. No eran formalmente amigos, pero desde que pasó a ser el detective mayor en el equipo habían comenzado a llevarse bien al ser el menor y su pareja. Simplemente era una persona agradable. Con muchos defectos, pero trabajador e incansable, lo que le valió para obtener el puesto de capitán.

Ahora, siendo que James había ascendido, Logan se había convertido en el detective mayor de la cuadrilla y por ende, debían asignarle un detective menor. Aquello había sido lo mejor de volver a la rutina del trabajo, pues encontrarse con que Carlitos, su amigo de toda la vida, ocuparía ese puesto, había sido lo mejor hasta ahora.

James había sido el primero en marcharse del bar, pues tenía una imagen que mantener y lo último que querían todos era que su capitán apareciera en el encabezado del diario local con una fotografía suya tras las rejas por beber de más.

David y Katelyn parecían aguantar mucho, pero era evidente que Carlos no lo haría, así que Logan se encargó de llevarlo a casa para que pudiera descansar.

No parecía ser tan necesario, después de todo seguirían sin casos importantes por un tiempo, pero quería evitar que su amigo se perdiera en una ciudad tan peligrosa como aquella.

Después de algunas vueltas a la ciudad, llegó a su departamento, entró directo a la ducha y enseguida se metió a la cama para intentar dormir.

Pero fue en vano; seguía dando vueltas en la cama sin concebir el sueño. Todo por culpa de esa conversación que habían tenido por la mañana él y Carlos. Aquella que le hizo recordar quién era y que aún, en este punto de su vida, no estaba seguro de a dónde iba.

Necesitaba calmar sus nervios, así que se levantó para tomar algunos de sus tantos calmantes controlados, pero el teléfono lo interrumpió justo en el momento en que se estaba sirviendo un vaso con agua.

Llegó justo a la dirección que le fue dada por James cuando lo llamó, y después de estacionarse se encontró con él; estaba hablando con otros oficiales y con personas que parecían ser de la prensa. Cuando se dirigió hasta su jefe, Carlitos lo alcanzó. Al parecer venía llegando también.

—¿También te llamaron a ti? —preguntó un tanto sorprendido.

—Sí, parece ser importante —contestó el joven de apariencia latina, quien sorpresivamente parecía entero.

—¡Henderson! ¡Pena! —los llamó James en cuanto los vio—. ¡Vengan! ¡Hay algo que tengo que mostrarles!

El joven alto parecía preocupado, y todas esas luces de las incontables sirenas que rebotaban en su rostro y ropas sólo lo hacían parecer imponente ante la situación, lo cual era bueno para él.

Apenas lo notaron, pero había muchos policías y equipos médicos y científicos intentando trabajar en el mismo lugar. También, justo alrededor de ellos y fuera de las cintas que los oficiales habían puesto para que evitaran pasar a una escena del crimen, grupos completos de gente curiosa no dejaban de murmurar con especial énfasis a las palabras "pobrecilla" y "era tan joven".

—¿Qué ocurre capitán? —preguntó Logan en cuanto llegó con su amigo y todas esas personas del grupo de la policía.

—Hubo un asesinato.

El corazón de Logan se aceleró; deseaba formar una sonrisa en su rostro pero sabía que no era prudente. Sobre todo no quería adelantarse a los hechos si aún no tenía la información completa.

—Pero capitán, esa no es nuestra área —argumentó Carlos sin saber lo que estaba ocurriendo.

—Ahora sí —dijo James al mismo tiempo en que llamó a un oficial de policía—. Tú; lleva a los detectives a que reconozcan el cuerpo.

El oficial asintió y condujo a los jóvenes a un callejón que sin todas esas luces artificiales que la policía había puesto, parecería ser bastante lúgubre y obscuro.

—Disculpen el atrevimiento detectives, pero no creo que estén preparados para ver esto —dijo el policía mientras los llevaba hasta el final del callejón.

Él joven detective sonrió con burla ante las palabras del oficial que se encontraba en la escena del crimen mucho antes de que fuera llamado de emergencia.

El caso parecía ser bastante grave para que tuvieran que recurrir a él a mitad de la noche, sobre todo después de tanto tiempo en que se le habían asignado casos, que para él, eran mínimos y sin relevancia. Pero estaba seguro que aquel don del que sufría y por el cual había obtenido ese puesto, no había aparecido ahí por nada. Tenía un largo historial con despiadados asesinos, así que se podía decir que ya lo había visto todo.

Pero una vez más su soberbia le hizo una mala jugada, pues ver el cadáver de aquella forma no había sido lo más agradable del mundo, y el rostro en shock de Carlos lo decía todo.

Aquella bella mujer, rubia y esbelta, se encontraba crucificada en una pared de ladrillos y casi desvestida excepto por su ropa interior, la cual no parecía tener signos de resistencia.

Pero lo más sorprendente de aquella escena no eran los clavos en sus manos y pies, si no que tenía otra pequeña cruz marcada en el vientre, al parecer hecha con algo poco puntiagudo, pues las marcas eran profundas y gruesas.

Aún así, eso quedaba en segundo plano cuando, tanto él como Carlos, notaron una leyenda escrita justo debajo de sus pies.

"Los pecadores pagarán con su vida, aquella que arrebataron".

—¿Ella es una asesina? —preguntó Carlos a Logan, quien seguía absorto en el cuerpo de la mujer.

—Aparentemente —escucharon a James llegar justo en ese momento—. Pero lo más relevante, y por lo que los he llamado no es eso. Si no que, por si no lo han notado, esta mujer es Spencer Locke, la sexo servidora de su anterior caso.

Logan y Carlos se agacharon un poco para poder ver el rostro de la joven, pues su cabeza colgaba hacia el frente como cualquier otro de su condición.

Carlos pareció sorprendido, pues el gemido que salió de su boca sólo podía significar que la situación lo tomó totalmente desprevenido.

Por su parte, Logan no sabía que pensar, y después de observar de talladamente el cadáver, su imaginación comenzó a volar; la cara de sufrimiento de la mujer le decía que era posible una persecución en la cual ella sabía que si era alcanzada iba a morir. Al final el obviamente hombre que la alcanzó la azotó contra pared cuyo resultado fue una herida en la nuca, la cual sangró levemente. Eso lo había notado por su cabello manchado de sangre justo detrás de su espalda mientras buscaba evidencias. Después la crucificó aún estando viva, lo que significaba que el asesino le dio un mensaje antes de arrebatarle la vida. Acto seguido, marco su vientre en forma de cruz. Supo que todo esto lo hizo mientras la mujer estaba viva debido a la cantidad de manchas de sangre que había por todos lados. Los charcos habían desaparecido, pues con ellos, el asesino se tomó la libertad de escribir algunas palabras debajo de su víctima.

Al final, y no por ello menos importante, la mujer había dejado atrás toda esa tortura con un cuello roto. Aquellas marchas de dedos ensangrentados en su cuello no lo dejaban a dudas.

El asesino era alto e hizo todo el trabajo con guantes, pues por el tamaño de los dedos marcados, debía ser un hombre gigante, lo cual era ridículo, pues habría sido imposible para él esconderse y perseguir a la mujer desde un principio. Simplemente debió ser alguien alto pero delgado y lo suficientemente hábil para evitar ser visto por una mujer como aquella.

—No es un simple asesinato —dijo Logan llamando la atención de todos—. Es una venganza.

Y dicho esto, se desplomó en suelo, perdiendo la conciencia inmediatamente.

continuará.

Ya sé que este capítulo no dice mucho, pero los que han leído mis fics saben que me comprometo a poner intensidad en cuanto avanza la historia. Espero que esto no pase de diez capítulos, pues quiero evitar alargarlo tanto para no aburrirlos. Además de que prometo mis característicos giro de trama, esos que, ya me lo han dicho, gustan por lo menos un poquitín.

Por si no se dieron cuenta, la idea la saqué de una serie de televisión, la cual es mi más reciente obsesión. No les diré cual es, cuando vayan leyendo más ya se darán cuenta. Aunque es sólo una mínima parte, no toda.

En el próximo capítulo prometo incluir a cierto chico rubio que no apareció en este.

Los quiere, Miss GRavedad.