Disclaimer: Todo es obra de Mr. Collins, y lo saben. Sólo una historia para entretenimiento, sin fines de lucro.

Cronología: Durante "Los Juegos del Hambre"


Declaración.

–Creo que no funcionaría. Ganar... no ayudará, en mi caso.

–¿Por qué no? –pregunta Caesar, perplejo.

Tomo un largo respiro. Siento mi cuerpo temblar. Mi garganta cerrándose. El calor sofocante de los reflectores no ayuda. Hay un silencio sepulcral en la audiencia. Mentalmente, viajo al doce. Mi familia observando la transmisión sin perder detalles. Rostros oscurecidos por el carbón arremolinándose frente a las pantallas, con sus ojos brillantes y ansiosos. Esto es sólo un espectáculo para ellos. Y de alguna manera, sonrió. No pensé hacerlo, sólo se dio. Pero es una sonrisa de un condenado: triste, resignada y genuinamente pacífica. Todo terminará pronto.

No había marcha atrás.

Si contestaba esa pregunta, sería aplastante e irrevocable la reacción que ello podía provocar. Días antes, se lo confesé a Haymitch. Ahora creo que fue un error, aunque él se aferrara a llamarlo brillante. Ingenioso. ¿Qué tendrá de ingenioso cuando ella escuche la respuesta? ¿Me rechazará? ¿Creerá que es una farsa, qué me cuelgo de su imagen para ganarme al público? ¿O quizá, en el más remoto de los casos, me correspondería?

No Peeta.

Se realista. Me repito una y otra vez. No te corresponde. Apenas y conoció mi nombre de la boca de Effie, cuando lo leyó escrito en esa papeleta. ¿Cómo se puede estar rebosante de felicidad y horror al mismo tiempo? ¿Cómo puedo estar aterrorizado y dichoso de pasar los últimos días de mi vida junto a ella? Así que esta es mi última oportunidad. No es la manera en la que me hubiese gustado confesárselo. Pero ahora, ¿qué más da? En unos días, terminaré frío, tirado en algún punto dentro de la arena. Dentro de poco, nada valdrá guardar secretos. Me iré, y todo lo que he sentido por ella desde el primer momento que la vi, se irá conmigo. Lo único que puedo ofrecerle es mi protección. Mientras mi corazón siga latiendo.

Y confesarlo, la protegerá.

O al menos, eso quiero creer.

Haymitch lo pronosticó: los ojos de Panem estarán sobre ella. Le lloverán regalos de los patrocinadores. Todos la amarán, y verán lo hermosa que es. Tal como yo la veo. La amarán, tal como yo lo hago. Eso la salvará. O le comprará una oportunidad real, de ganar. Si eso puede protegerla, tengo que hacerlo.

Una parte de mí se pregunta qué será de su vida después de mi muerte. ¿Regresará a al 12? ¿Podrá reencontrarse con aquel chico de la Veeta? ¿Formará una familia? Recrear la imagen de ellos dos juntos oprime mi pecho. No lo sé. No tengo forma de averiguarlo. Pero dentro de mí, deseo que así sea. Que mis insulsos sentimientos sirvan de algo. Que olvide esta pesadilla, la injusticia, la crueldad de este mundo. Que olvide al tonto chico del pan, y que sea feliz.

Ella vivirá. Mi madre me lo dijo. El distrito lo sabía. Es fuerte, inteligente, astuta. Sobrevivirá a esto. Puedo admirarlo en la tenacidad que impregna sus ojos, y que me hace trastabillar cada vez que los veo. Ella no puede morir. Rechazo la simple idea. Es un absurdo en mi mente. Suelto el aire dentro de mis pulmones, abatido por el frenético latido de mi corazón, bombeando irracionalmente sangre a todo mi cuerpo, a mis piernas, brazos. Mis mejillas ardiendo.

Y rezo en silencio, porque ella me crea.

Clavo la vista en la mirada expectante de Caesar, esperando por mi respuesta. De alguna manera, las palabras salen de mi boca.

–Porque...

Porque la chica que amo, ahora es un tributo.

–Porque...ella está aquí conmigo.


Uno de los primeros puntos de inflexión en la obra. El momento en el que la historia de Katniss cambió, y sin duda, la de Peeta también. Y, ¿qué es lo que pasaba por la atormentada mente de nuestro chico del pan? Aquí un intento de atisbo de su pensamiento.

Opiniones, comentarios, pensamientos o pañuelos, en el recuadro de abajo. Gracias por leerme.

Bethap.