Kai seguía disparando, pero a los quirópteros eso no les hacía ningún daño, Haji defendía, en cambio, a Saya con su gigantesca funda y atacaba con sus manos mientras ella atravesaba los cuerpos de los soldados con su katana. Cuando Solomon la capturó y se la llevó volando, Haji desplegó sus propias alas y voló tras él…

La persecución podría haber seguido con o sin resultados, pero la historia de la que nadie se ocupó fue de la de Kai. El único que era humano, amaba a Saya tanto o más que Haji y quería protegerla, dijo que lucharía a su lado contra lo que fuera, pero ¿cómo luchar si no fuiste hecho para eso? Todos se alegraban cuando, luego de largas peleas ella volvía a salvo pero al que más le alegraba era a Kai. Le hubiese gustado tantas veces decirle todo, pero eso era poco importante para los problemas que todos estaban teniendo. Siempre le tendrían ventaja, después de todo ¿cuál era su mérito? Él se enamoró de ella luego de adoptarla en su familia y cuidarla desde que eran niños, pero eso no era nada si tomabas en cuenta que Haji la ha seguido y protegido durante su real nacimiento siglos atrás, sin embargo, ¿quién le entendería que él no era inmortal?

Cuantas veces tuvo que ver la misma escena ante sus ojos: quirópteros que raptaban a su Saya de toda la vida y como Haji en un parpadeo estaba siguiéndolos a su inhumana velocidad y él, bueno él se quedaba solo quizás buscando pistas o simplemente volviendo con los demás. Es cierto, siempre aportó su grano de arena, pero frente a las rocas monumentales que eran los demás ciertamente más parecía suciedad.

El amor te puede dar la voluntad de enfrentarte al dragón, pero no la habilidad para derrotarlo.