Esta es una nueva historia que decidí empezar, así que les pido a todos aquellos que lean esta historia, perdonen mis faltas de ortografía y bueno sin nada más que decir les dejo la historia.
Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, sino a su respectivo autor.
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Se oía el ruido que provocaban los rápidos pasos de una joven azabache, que apresurada trataba de encontrar la forma de salir de este bosque y encontrar a alguno de sus aliados en su recorrido. Hace un poco más de una semana habían llegado a una aldea en la que planeaban quedarse por un tiempo dado que no tenían la más remota idea de donde se encontraba Naraku, en el camino se habían cruzado con Kouga y Seshoumaru, de alguna forma todos le habían perdido el rastro al ser que buscaban aniquilar. Pero aparte del hanyou malvado, existían otras criaturas que deseaban la perla de Shikon para sus propios propósitos, en esta ocasión el ser que quería apoderarse de los fragmentos de esta valiosa joya, había resultado ser una youkai que empleaba venenos, ella y sus subordinados lograron separarlos y ahora Kagome no tenía ni la más mínima idea de donde se encontraban los demás, ahora mismo se encontraba huyendo de un demonio, ya que a pesar de tener su arco, sus flechas se le habían agotado .
- ¡No escaparás! – Ese rugido solo le hizo darse cuenta de que por mucho que había corrido no había podido perderle. Siguió corriendo a todo lo que sus piernas podían, sin embargo su respiración agitada era signo de que estaba bastante cansada y además ya estaba anocheciendo.
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- ¡Suéltame! – Inuyasha forcejeaba tratando de que su adversario que poseía la forma de un ave le liberara, tal criatura se había aprovechado de un descuido suyo para tomarlo entre sus garras y alejarlo del grupo – Ya verás – De alguna manera libero uno de sus brazos y uso sus garras para herirle las patas. Ante ese acto la criatura dio un alarido y lo lanzo contra las rocas que se encontraban de bajo.
- Bastardo – Se incorporó – Eso me dolió, pero me la pagaras ave de pacotilla – Trato de olfatear, sin duda esa ave le había alejado demasiado de su grupo, era difícil precisar donde se encontraba cada miembro.
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- ¡Déjame en paz! – Siguió corriendo lo más que podía, sin embargo oyó murmullos más adelante, solo esperaba que fuera alguien que podría ayudarla a salir de la situación.
- Ahí estas – El youkai que la perseguía se preparó para blandir la espada, ella trato de huir lo más rápido posible, para bien o para mal una raíz lo impidió y tropezó, sin embargo, esto le permitió esquivar el ataque que paso centímetros por encima de su cabeza, en tanto ella rodo unos metros por la velocidad a la que corría.
- Auch – Levanto la cabeza y pudo divisar la silueta de otros dos seres que se hallaban en el lugar - ¿Seshoumaru? – Era el Daiyoukay que con su espada desenvainada yacía parado frente a la culpable de sus desgracias, por otro lado Kagome no sabía si sentirse aliviada, vamos aceptémoslo probablemente el dueño de ojos ámbar no la salvaría, además le ignoro por completo cuando le menciono. De un momento a otro, ambos personajes entraron en batalla, y eso pareció ser el momento preciso para el monstruo que la perseguía, el hecho de ponerle fin a su vida, cerró los ojos, mas nada sucedió, antes de que llegaran a herirla, un característico látigo de veneno acabo con la vida de este.
- ¿Qué haces ahí? – Seshoumaru intuía que Kagome era el objetivo – Levántate y vete ahora.
- Gracias – Después de todo el peliplata la salvó – Creí que moriría – El Daiyoukay le miro y con la mirada molesta pareció decirle "Por qué rayos todavía sigues aquí"
- ¡No lo permitiré, esa mujer tiene en su poder los preciados fragmentos de la perla! – Esta demonio estaba desquiciada, de ninguna manera ella le entregaría los fragmentos a un ser como ese.
- Nunca los obtendrás – Kagome le hizo frente con una cara llena de determinación, esa mujer se parecía a muchos otros demonios que solo querían los fragmentos para obtener poder.
- Si ya terminaste – Menciono el ambarino, procediendo a atacar - Ahora vete.
- Uhum – Kagome dio la vuelta, mas no había forma de que esa youkai le permitiera irse, quiso atacarla pero el peliplata lo impidió, enfrascándose así en una batalla en la que esa demonio fue herida, la azabache pudo notar el horror en la mirada de la adversaria de Seshoumaru, mientras que el aludido se acercaba cada vez más con el propósito de matar a aquella demonio, esta en un intento de salvarse, suplicó por su vida, mientras rogaba, una de sus manos se dirigían a uno de sus venenos pero no quedaba ninguno, solo un pequeño frasco con muy poco contenido, pero si tuviera la oportunidad, tal vez eso serviría para salvarle la vida.
- Patético – De todas formas el peliplata estaba dispuesto a darle fin a su vida, cuando Kagome vio esto, se compadeció, trató de acercarse pero se detuvo, el Daiyoukai le dirigió una mirada de furia, sin embargo ese pequeño momento creo una distracción para que la desquiciada demonio tomara uno de los frascos que tenía para lanzárselo a su rival con la mayor velocidad que tenía, una vez que logro su objetivo esquivo a duras penas un último ataque del Daiyoukay y se fue.
- Ahg, que era eso – Seshoumaru cayo de rodillas al piso, sus sentidos se le estaban entumiendo, su vista se hacía borrosa y no podía moverse a completa libertad.
- ¡Seshoumaru! – Kagome se acercó rápidamente, en un intento por ayudarle, a lo lejos diviso un pequeño frasco, se acercó y lo tomo por un instante, pero eso bastó para que sus ojos dejaran su brillo característico, parecía como si alguien la dominara.
Para el demonio no era diferente, al cabo de unos minutos recupero la completa movilidad de su cuerpo, pero su mente parecía nublarse, la cabeza le daba vueltas, sus sentidos no percibían nada y tal como había pasado con Kagome su mirada perdió brillo.
Lo siguiente que ocurrió seria el comienzo de todo, sin pensarlo y como dos almas poseídas, ambos cuerpos fueron acercándose poco a poco, se miraron mutuamente y sus rostros se acercaron iniciando un beso, aquello no se detuvo ahí, el solo hecho de unir sus labios no pareció ser suficiente, en aquella noche, ambos se habían entregado mutuamente, sin ser conscientes de lo que hacían, ¿el culpable? Sin duda era el efecto de aquel veneno.
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Cuanto tiempo había pasado y por qué sentía que su cuerpo había hecho un gran esfuerzo, trato de incorporarse pero sintió el calor de otro cuerpo junto al suyo, abrió los ojos con pesadez, pero lo que visualizo jamás se compararía con nada que vio durante toda su vida.
Ella recostada en el pecho del Daiyokai más temido en toda la era sengoku, se asustó y abrió la boca de la impresión, el peliplata yacía profundamente dormido, estaba semidesnudo, de la cintura para arriba no había nada que le cubriera, con ella no era muy diferente, su camisa estaba rasgada en el suelo y a ella solo le cubría su brasier y su falda mal acomodada.
- ¿Qué paso? – Tomó su cabeza en un intento por negarse la realidad, entonces todos los recuerdos del día anterior se le arremolinaron en la cabeza, rememoro cada escena vivida - No puede ser – Movió la cabeza frenéticamente y se levantó rápidamente, tomando así sus prendas, huyo rápidamente del lugar, corrió lo más rápido posible, alejándose del lugar con la cabeza gacha, no fue consciente de cuanto marchó, cuando se hubo alejado bastante del lugar en el que se encontraba el peliplata, paró abruptamente cuando noto una laguna y sin detenerse siquiera a pensarlo se metió con todo lo que traía puesto a las heladas aguas de la noche.
- Que hice – Se había acostado con Seshoumaru, rememoro los hechos una y otra vez, buscando los detalles de lo que podía haber provocado aquello, porque ella no era consciente de lo que hacía y en sus recuerdos el demonio peliplata parecía tener la mirada perdida – Ese frasco, fue ese frasco.
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- Ah, no puede ser – Inuyasha había logrado vencer al pajarraco, pero mientras volvía, otros demonios le salieron al encuentro, mientras más mataba, mas aparecían – ¡Largo de mi camino! – Tenían que acabar con estas cosas rápidamente y buscar a los demás miembros de su grupo.
- No hemos encontrado ningún rastro de la señorita – Un monje preocupado acompañado de Sango, Shipou y Kirara se dirigían a donde quiere que se halle su preciada amiga.
- Inuyasha tampoco ha vuelto – Sango fue testigo de cómo alejaron a Inuyasha del grupo.
- Probablemente le tomo mucho tiempo vencerlo – Añadió esta vez el pequeño Kitsune.
- Ya casi amanece – Sango esperaba que nada le hubiese pasado a su amiga.
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Kagome paso horas en las aguas frías, se había sumergido muchas veces en aquella laguna, mientras las saladas gotas surcaban por sus mejillas, quería negárselo, que aquello no hubiese ocurrido, ella amaba a Inuyasha, sin embargo el destino se había empeñado en esto, ni siquiera sabía qué hacer de ahora en adelante, tal vez podía fingir que nada sucedió, pero no era tan fácil.
- Muchacha, si sigues ahí te enfermaras – Kagome dirigió su vista a la voz que le había sacado de sus pensamientos, era una mujer mayor que le sonreía cariñosamente.
- Si – Kagome abandonó la laguna, mientras con las manos trataba de borrar los vestigios de haber estado llorando, aquella anciana le tendió algo con lo que cubrirse.
- ¿Por qué lloras pequeña? – Su amable voz la hizo sentirse mejor.
- Es solo que mis compañeros y yo nos separamos, temo que les haya sucedido algo – Mintió, al final dejo que aquella anciana la guiara, caminaron bastante, hasta llegar a una cabaña.
- Esta es mi casa, solo está un poco alejada de la aldea, pero es un lugar muy tranquilo – La mujer la invitó a pasar, ella le agradeció el gesto, al cabo de unos minutos esta amable anciana le tendió algo caliente para beber.
-A propósito – La anciana le miró detenidamente – No te he dicho mi nombre, me llamo Ami.
- Soy Kagome y gracias por todo – En otras circunstancias hubiese sonreído y charlado con esta mujer, ahora mismo solo quería desconectar de la realidad.
- ¿Qué hacías tan temprano en esa laguna?
- Bueno, a mí me gusta sumergirme en el agua – Kagome no quiso dar explicaciones – jejejejeje – Río un poco.
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Pasaron unas cuantas horas antes de que sus amigos la encontrarán, ella les sonrió como siempre, pero pasado un tiempo Kagome le pidió a Sango que le prestara a Kirara, quería volver a casa. Espera, Kagome no te puedes ir - Inuyasha trató de detenerla.
- Inuyasha – Esa voz era muy diferente a la que usualmente estaban acostumbrados, si fuese la de siempre, ya habría mencionado su usual "abajo" – Te pido dos semanas, quiero estar con mi familia.
- Kagome
- Señorita si lo que desea es estar con su familia, adelante, nosotros la esperaremos pacientemente – Miroku intuía que algo sucedía allí, ¿habría sido tal vez que la pequeña Miko se haya encontrado con Kikyo?
- Gracias chicos – Tomo a la fiel compañera de Sango y se fue.
- Kagomesita estaba extraña – Shipou estaba preocupado.
- Se puede saber ¿Qué le hiciste? – Sango le hizo frente a un desconcertado Inuyasha, se acercó lentamente con una mueca que prometía muerte, en un abrir y cerrar de ojos la chica le había lanzado su letal bumerang al pobre hanyou que esquivo el ataque a duras penas.
- Que miedo – El pequeño kitsune y el monje se abrazaban mutuamente.
- ¡Esta vez no lo hice nada Sango! – Indignado les dio la espalda a todos.
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-¡Mamá! – Al cruzar el pozo y volver a su época, lo primero que hizo fue lanzarse a su madre.
- Oh Kagome – Su madre acaricio su cabeza suavemente - ¿Estas bien?
- Si, no pasa nada, es solo que los extrañe demasiado – Quería contarle a su madre, pero algo la detuvo – Voy a quedarme aquí dos semanas – Algunas lágrimas se deslizaron por sus hermosos ojos zafiros.
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En la antigua época, un peliplata trataba de levantarse, sus sentidos seguían bloqueados, de alguna manera logro incorporarse y avanzo hacia un rumbo desconocido, no recuperaba la consciencia completamente, pareciese como si sus energías fueron drenadas completamente, se movía más por mero instinto.
No supo cuánto estuvo así, su vista permanecía borrosa, aun así vislumbro un río, se sumergió sin importarle nada más y se mantuvo así por bastante tiempo.
Al pasar alrededor de media hora, sus sentidos se recuperaban poco a poco, pero por alguna razón no recordaba nada, ni siquiera el hecho de como llegó a esta laguna.
- Maldita bruja, como la encuentre la matare – Lo último que recuerda es a la Youkai esa y el frasco, luego nada, estaba completamente en blanco.
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Kagome pasó las últimas semanas en su casa, recupero su vitalidad, esa sonrisa usual se mantenía en su bello rostro, había charlado con sus amigas y hasta incluso salió con Houjo, claro en plan de amigos, se sintió feliz. Lo único en lo que concluía es que esta es la mejor decisión que pudo haber tomado.
Sin embargo las cosas no siempre terminan del todo como uno desearía, ella pensó que lo mejor era olvidarse de aquel tema, aunque a ciencia cierta ella aún no estaba preparada para volver a la época antigua, la vida siempre nos prepara muchas sorpresas.
Se encontraba nerviosa, apretaba las manos de su madre y abuelo, se negaba a soltarlas, hasta que una bella señorita pregunto por su nombre, las guio por los pasillos a su lugar de encuentro, Kagome iba con la mirada perdida.
- Tomen asiento por favor – Un hombre de unos 40 años se hallaba enfrente – Los resultados efectivamente indican que – Hizo una pausa - Esta embarazada.
Para kagome aquellas palabras hicieron eco en su cabeza, la palabra "embarazada" resonaba en su cabeza, sentía que en cualquier momento se desmayaría.
Espero sea de su agrado.
