DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen, esta historia es un crossover resultado de la mezcla de los maravillosos personajes de Naoko Takeuchi y Kyoko Mizuki. La historia es enteramente mía.
Este Fic participa del Desafío de la Princesa de la Luna de Originales Ladies Kou.
¡Que lo disfruten!
LA LLAVE DE CRONOS
CAPÍTULO I
Un viaje al pasado
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Dos enormes flamas crepitaban al contacto de los leños que mantenían la fogata de Sailor Star Fighter encendida. La noche pintaba para ser más helada que las anteriores, y no sólo por el clima frío de las Montañas Sagradas, sino también por el vacío que sentía la guerrera desde su regreso a Kinmoku.
Aquel sitio en los confines Norte del pequeño planeta representaba para Fighter el único lugar en el que podía encontrar una mediana paz a su silenciosa agonía. La cordillera a sus espaldas recubría el horizonte desde donde se podía apreciar el camino real haciéndola sentir verdaderamente aislada. Lejos de todo y de todos, Fighter gustaba de poner su campamento justo en la primera montaña, la de coníferas tan altas que parecían querer fundirse con el cielo verdoso de Kinmoku y sus estrellas perpetuamente brillantes.
De pronto, una sombra proyectándose sobre las rocas interrumpió intempestivamente a Fighter y sus cavilaciones.
—¡¿Quién anda ahí?! —gritó la guerrera poniéndose en guardia.
—Figh-ter…
Antes de que pudiese identificarla completamente corrió en dirección a la voz que parecía desvanecerse junto a su sombra. Tendida, se encontraba Plut con la llave del tiempo entre sus manos.
—¡Plut! ¡Plut! ¡¿Qué tienes?!
Fighter la acogió entre sus brazos horrorizándose al instante con el semblante moribundo de una de las guardianas de su único motivo para subsistir, Serena.
—No hay tiempo… —dijo la peliverde llevando la llave hasta la mano de Fighter—. Cometimos un grave error, reunirlos en su reencarnación sólo significaba un nuevo desenlace fatal…
—Plut, no entiendo, por favor —suplicaba Fighter aturdida.
—Usa la llave, tienes que volver y salvarla.
—¡Serena! ¡¿Qué tiene?! Dioses, ¿qué ha pasado?
—Ahora no puedo explicarte, no tienes mucho tiempo, usa la llave y retrocede hasta conocerla antes que él…
—Qué haga, ¡qué!
—Fighter, ponme atención, Serena está agonizando en este momento en un hospital de Tokio, Darién está igual. Si no cambias el futuro ellos dos volverán a morir y estaremos perdidos. Usé todo mi poder para venir aquí y abrir el portal que te permitirá viajar, he detenido todo lo que puedo el tiempo para que cambies todo, eso sólo significa que he faltado y moriré, pero no me importa si con eso aseguro el futuro. ¡Tienes que ayudarnos! Si te vas como Fighter el pasado quedará alterado y jamás podrás volver a ser Seiya, así es que decide de una buena vez y vete.
Fighter tomó la llave entre sus manos, y casi sin pensarlo Seiya apareció frente a los ojos de la Sailor de Plutón.
—¿Qué debo hacer?
—Pon la llave en alto —le ordenó—. Y repite: "Protector del Tiempo, atraviesa los cielos y ábreme la puertas espacio-tiempo. Te llamo por tu verdadero nombre, Dios todopoderoso del tiempo, padre del protector Cronos. Concédeme la orientación, concédeme la protección, ¡muéstrame el camino de la luz!". Dilo fuerte y sólo piensa en tu destino, piensa y Cronos te protegerá.
Seiya repitió todo tal cual le había dicho Plut. Al tiempo que él comenzaba a desmaterializarse dentro de la vorágine que lo cubría, alcanzó a observar como Plut también desaparecía dejando únicamente una estela grana en donde estuviera su cuerpo tumbado.
Pensar en aquel viaje era sumamente complicado, en nada se parecía a cuando se convertía en una estrella fugaz para surcar el universo, aquello era una absorción de energía que lo arrastraba constantemente a una caída libre que parecía no tener fin, y Seiya tuvo miedo. Tenía miedo de no saber qué estaba pasando, miedo de su Bombón, de lo que pensarían en su planeta al no encontrarlo y miedo de lo que significaba cambiar el futuro. Si bien desde que su existencia encontrase contraparte en Serena Tsukino, él soñaba con estar a su lado, también era cierto que el conocerla antes no garantizaba en lo más mínimo que ella decidiese amarlo, pero si de eso dependía el salvarla, gustoso volvería a romperse el corazón y la vida misma.
Y no sólo eso, también le preocupaban otras cosas. ¡Qué pasaría entonces con sus hermanas, o la mismísima Princesa Kakyuu! Seiya había tomado la decisión en una fracción de segundo, y ahora lo único cierto era que estaba viajando a través del tiempo sin saber si quiera en dónde aparecer.
Sus esfuerzos por mantenerse medianamente estable estaban menguando. Sentía que comenzaba a perder la poca consciencia y por alguna extraña razón durante el trance que lo estaba venciendo vino a su mente la última parada de su gira por Europa; en Escocia. Los fragantes prados verdosos y los ríos de aquella belleza perdida entre el urbanismo que comenzaba a consumir a la Tierra le habrían hecho a Seiya recordar la calma de sus montañas sagradas, y la historia que les contase el guía acerca de uno de los castillos, al amor que sabía ya le profesaba a cierta rubia en Japón.
Una fina hierba raspaba ligeramente su mejilla que comenzaba a sentir adolorida. Seiya escuchaba a lo lejos el trinar de los pájaros y una luz potente sobre su rostro le escocía los ojos. De pronto, una voz grave lo alertó sabiendo que no estaba solo y con un terrible malestar en todo el cuerpo se dio la vuelta para quedar bocarriba al tiempo que de sus labios salía el nombre de Serena.
—¿Serena?… Nunca había escuchado ese nombre. ¿Caballero, se encuentra usted bien? ¡Vamos, responda! —inquirió otra persona acercándose más hasta darse cuenta que en realidad se trataba de un chico de no más de 16 años quien estaba al pie del camino.
—Serena, Bombón… Serena…
Seiya abrió un poco más los ojos, estaba en el regazo de un joven de tal vez su misma edad. Los cabellos castaños le caían rebeldes por sobre los hombros y su mirada era de un azul aún más profundo que la de él mismo.
—Tienes una herida en la cabeza, no te muevas, iré por alguien que podrá ayudarte.
—Serena…
—Supongo que es tu novia… bueno, amigo, si esa chica te ha hecho esto tal vez no deba quejarme más de la que tengo yo por enamorada —dijo el joven intentando sonar amigable.
—Tengo que salvarla, El Milenio, El Milenio de Plata, ahí es a donde tenía que…
Antes de decir más, Seiya cayó desmayado, en efecto el golpe en la cabeza había sido una contusión de consideración. Quien lo tenía aún entre sus brazos echó un rápido vistazo a su alrededor, el camino estaba desolado y por primera vez desde que descendió presuroso de su corcel al advertir una estela brillante saliendo de detrás de unos arbustos, notó la extraña vestimenta que acompañaba al misterioso herido.
—Tal vez ella sepa qué puedo hacer —dijo mientras se incorporaba y regresaba a su caballo no sin antes echarle encima la capa de traía puesta.
A galope, Terry se dirigió a la casa de campo del Colegio San Pablo. A esas horas las hermanas estarían dispuestas en el rezo privado de la tarde mientras las jovencitas disfrutaban de una hora de costura en el salón de té. Terry sabía a la perfección que Candy no se quedaría ahí, por el contrario, la chica seguramente estaría metida en el establo acicalando a los animales o bien, en la colina trasera trepando algún árbol como era su costumbre.
Antes de llegar, la risa contagiosa de Candy le anunció que en efecto estaba entre los árboles cual mono selvático.
—¡Allá voy! —gritaba la rubia saltando con agilidad de copa en copa.
—¡Candy! —le llamó Terry haciendo ademanes para que bajase.
La rubia lo observó más a detalle, su semblante no era el mismo y además no le había llamado por alguno de sus horrendos apodos, tal vez aquello era serio.
—¡Terry! ¡Ya voy! —aulló mientras descendía presurosa del abeto que había trepado.
—¡Sube al caballo, no tenemos tiempo, tienes que ayudarlo!
—¡¿Ayudarlo?!, pero ¿a quién te refieres? Te recuerdo Terry que, si es otra de tus tretas, está vez yo…
Antes de que pudiese seguir protestando el fuerte agarre del chico la tomó por la cintura elevándola sin problema a la parte delantera de la montura.
—¡Qué crees que haces! Yo tengo que ir a bordar unos manteles y…
—¡Vamos, Candy!, esta vez no es un juego, encontré a un chico herido cerca de aquí.
—¡Un herido! ¡Oh, por dios! Vamos.
Al llegar, Seiya seguía inconsciente al lado del camino. Candy bajó de un salto totalmente asombrada y asustada por el semblante del jovencito que parecía tener bastante fiebre.
—Candy, acércate con cuidado, no sabemos quién es ni qué hace por estos lugares.
—¿No lo conoces? Pero si es un chico de nuestra edad…
—Bombón… —deliró Seiya sacándole un buen susto a Candy.
—Tenemos que llevarlo a un sitio seguro, ponerle algunas compresas y revisar la herida en su cabeza. ¡Terrence Grandchester, si serás bruto!, ¿por qué no lo llevaste inmediatamente a tu villa?
—Porque tú estabas más cerca y así podrías ayudarme. Ahora, deja de gritarme y ayúdame a cargarlo.
Con dificultad, ambos tomaron uno a cada lado a Seiya, al levantarlo la capa resbaló dejando ver su lustroso traje rojo.
—¡Qué raro, chico! Mira su ropa, Terry… aunque bueno, se ve que es buen mozo.
—¡Candice White Ardley! ¡La Hermana Grey seguramente estaría feliz de escucharte!
Candy se limitó a sonreír mientras sus mejillas se coloreaban, porque bien sabía que más que una molestia de la Hermana era el propio Terry el que se había puesto algo celoso.
Con el chico a cuestas y Candy cuidando que nos fuera a caerse, ella y Terry avanzaron hasta la villa Grandchester, poco o nada le importó a Candy que probablemente ya todas sus compañeras más las hermanas la estuviesen buscando, lo primordial era asegurar que aquel extraño jovencito estuviese a salvo.
—Tranquilo, ya casi llegamos —le susurraba Candy para imprimirle un poco de ánimo.
Al llegar a la villa de su padre, Terrence solicitó la ayuda de la poca servidumbre que estaba presente. El primero en correr a asistirlo fue Mark, quien sin hacer preguntas ayudó a cargar a Seiya hasta los aposentos de Terry. Una vez dentro y con el chico tumbado en la cama, Candy comenzó a dar órdenes para intentar curarlo. Ya en otras ocasiones había visto como la Hermana María y la Señorita Pony cuidaban de los niños enfermos en el hogar, así es que suponía que debía hacer lo mismo.
—Mark, por favor trae una palangana con agua fría y unos paños limpios —ordenó con suavidad—. Y tú Terry, ve a buscar una muda, tiene la ropa empapada de sudor, debemos cambiarlo.
—¡Candy, estás loca!, no te voy a dejar sola con él, y qué es eso de debemos… ¡de ninguna manera, pecosa!
—Terry, no seas infantil, ve rápido por la muda, tú y Mark lo cambiarán en lo que yo le preparo algo de beber.
Sin más remedio Terry dejó la habitación principal rumbo al vestidor. Tenía que reconocer que no había tiempo para sus estúpidos celos, porque sí, estaba celoso. Había algo en esa rubia de nariz pecosa que lo volvía loco, al grado de perturbase considerablemente al saberse lejos de la atención de Candy.
Tal como lo había pedido, Mark y Terry cambiaron con rapidez al herido mientras la chica preparaba algún té que aprendiese durante su estancia en el hogar de Pony.
Seiya no dejaba de pronunciar espaciadamente el nombre de Serena.
—¡Qué extraño eres! ¿De dónde vienes? Serena, ¿quién será Serena?…
—Debe ser su novia, o tal vez su madre —dijo Candy desde el umbral de la recámara.
—Probablemente —contestó Terry mientras tomaba entre sus brazos a Seiya para que Candy pudiese darle unos cuantos sorbos del té que le había preparado.
—Pobre chico, se ve tan mal —musitó la rubia mientras colocaba un nuevo paño sobre la frente perlada del misterioso extraño.
—He enviado a Mark a buscar a un médico, debes regresar a la casa de campo, las hermanas deben estar vueltas locas y no quiero que tengas problemas.
—De ninguna manera, no me iré hasta saber que está bien.
De nuevo Terry tuvo que reprimir la punzada de celos que le atacó el corazón. Candy era demasiado buena como para que él la acaparase, y si planeaba una vida con ella era mejor que de una buena vez se hiciese a la idea que en el alma bondadosa de su pequeña pecosa había espacio para muchas personas. Intentando disipar aquella molestia que le provocaba verla tan pendiente del joven que en efecto era demasiado buen mozo para su gusto, Terry decidió entretenerse acomodando la ropa que minutos antes le quitasen. Al levantar lo que parecía ser un extraño corte de saco, cayó al suelo algo extremadamente brillante, llamando de inmediato la atención del hijo del Duque de Grandchester.
—¿Qué es esto? —preguntó Terry mientras se inclinaba por la llave dorada que yacía en la alfombra.
—Seguro la traía consigo, hay que guardársela —sugirió Candy.
—¡Qué hermosa! —dijo el castaño elevándola hacia el candelabro provocando que la luz de este chocase con sus engarces desprendiendo miles de destellos por toda la habitación—. Milenio de Plata…
—¿Qué dices?
—Fue algo que mencionó cuando lo encontré, Milenio de Plata, me pregunto si es el nombre de algún castillo, pero no lo creo.
Terry siguió observando con maravilla aquella pieza tan exquisita y aguzando la vista pudo divisar que la llave tenía un grabado prácticamente imperceptible.
—Protector del tiempo, atraviesa los cielos y ábreme la puertas espacio-tiempo —pronunció con un poco de dificultad.
—¡Terry! —gritó asustada Candy al verlo desmaterializarse entre una bruma que recubrió por completo la habitación.
Justo antes de que Terrence desapareciera de la habitación, Seiya recobró el conocimiento, apreciando en primera instancia el rostro pálido de una rubia que no dejaba de llorar mientras llamaba a un tal Terry una y otra vez.
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Hi! Conejitos y nuevos lectores, qué feliz me siento de participar nuevamente en un reto, desconozco si podré tener las tres partes que planeo para este minific a tiempo, pero como sea aquí estamos por el gusto de escribir.
Tal vez se estén preguntando, ¡PERO KHÉ! Y bueno, las respuestas son, que su servidora está medio loca, últimamente tiene una obsesión con el Fandom de Candy aunque no se ha animado a debutar oficialmente y además tiene una amiga que le llena la cabeza de ideas. Sí, Kath Kou esto es especialmente para ti.
Sé que está medio raro, tal vez si nunca han visto Candy Candy no le entiendan del todo, pero ¡vamos!, estamos en contacto y pueden preguntar.
Ojalá que les guste, estoy ansiosa, como siempre que subo una nueva locura. Terrence y Candy me derriten, y no sé pero el morbo de verlos cambiados con Seiya y Serena pudo más que cualquier otra idea. No se asusten, esto sigue siendo un SxS y obvio que nuestra princesa aparecerá muy pronto.
Déjenme saber qué tal les pareció. Les mando muchos abrazos.
Con amor, Andrea Tsukino.
WRITE LIKE A MAGICAL GIRL!
