Hola, mis queridos lectores. Es probable que ustedes ya vieran esta historia una vez, y aprovecho para editarlo completamente, cortando los capítulos en partes. He comprendido que son demasiado largos y tediosos y simplemente casi imposibles de leer, así que está para ustedes una nueva versión. Ojalá que les guste y –todavía más emocionante!- sus reviews. Veremos si es posible que ese proyecto de a luz hasta su final, y bueh! Si no es así, quise esforzarme para dar un tributo a la hermosa saga de Zelda.
Todo esto le pertenece a Nintendo y Shigeru Miyamoto.
Quiero dar unos agradecimientos especiales a Dragón, (ya sabes, me ayudaste en un principio con el proyecto, jeje) y a mis queridos lectores que postearon en la historia anterior¡desde el primer capi! Aprecio MUCHO ESO! Yay¡Lady Deborah, Greki, Snivelly, Fairy, Alexia, Minaya, Navi, Mikav, Tarem, Leissa, Cristiandalf el Gris, y todos aquellos que me apoyaron! n.n ahora haré justicia a todo ¡Bien, empecemos!
'
'
'
Prólogo
La historia siempre ha contado de hechos singulares, grandes hazañas de los héroes, planes fallidos de los malos. La historia nunca ha salido a la luz, no hay cosa que sea más oscura y confusa entre los grandes mares del saber y la verdad. Pocas son aquellas que son mostradas a la luz tal cuál como fueron, la verdadera naturaleza de caos, pero todavía más rara, es que sean leídas y tomadas en cuenta.
Por eso empezaré de una persona singular que tuvo un mal comienzo. De un ser que, por muchas cosas, nunca intentó ser la broma de una crónica. Y sin su permiso comenzaré por el comienzo de hace muchas eras, viendo su vida víctima de las inevitables consecuencias.
Hace mucho tiempo, en un lugar cuyo existir era pobre y opaco, lleno de tristezas, de devastaciones y hambrunas, un lugar olvidado por la mano de Dios, estaba a punto de sucumbir para siempre. Los dioses de aquella época, seres tan bellos y soberanos, cerraban los ojos para evitarlo ver. Era tan horrible y triste que ni ellos mismo lo soportaban. Recuérdese igual que, cuando un dios voltea la cabeza y le da la espalda, es que su destino estaba hecho. Al menos, por supuesto, que alguien diera la cara. Fue entonces que las madrinas de esos dioses bajaron del cielo para observar por completo todo el lugar ¡Quién pensaría que llorarían! Decididas, intentaron actuar. La rabia de una fueron su motivación como las de las llamas más candente; la sensatez de otra fue la razón por la cuál hubo de hacerse consientes de su trabajo, y la fuerza de otra fue la base para que las otras no retrocedieran. Se elevaron a cielo y sus lágrimas, llenas de pureza, formó una densa lluvia, donde dictaron un baile, elevando sus manos al cielo, formando esferas de energía, que esparcieron sobre la estéril tierra y secos mares.
¿Quién pensó que eso iba a funcionar? Con la rabia e ira de la llamas, las tierras poco a poco se volvió maravillosa y verde. Con la sensatez y sabiduría de la razón, todo adquirió espíritu y belleza, poniéndolo de cabeza. Y con la fuerza y voluntad del coraje se crearon los seres que vívanse a vivir en él. Y la lluvia pronto llenó los mares, lagos, ríos y lagunas.
Era una tierra mágica, hecha por madrinas de la naturaleza, superiores que los dioses, dioses que dieron la espalda a todo. Y pronto, al ver esa preciosísima y poderosa tierra, tuvieron miedo: los dioses irían ahí, a disfrutar lo que tanto tardaron en hacer, para arruinarlo todo de nuevo, sin hacer nada, abusando sólo por su gran mandato en la cabeza de la lista de gobernantes. Dijeron no, formando un poderosísimo pacto entre ellas y los seres que vivían ahí por derecho; una última y preventiva protección mística. La Trifureza: la unión de las tres leyes de la tierra. Y lo Sagas, seres de cada de las tantas razas para protegerla en caso de ser necesario. Y debajo de los sagas, una oscura y misteriosa tribu si este saga tuviese algún problema.
Y ascendieron al cielo, no sin antes esconder la Trifuerza en algún lugar de Hyrule.
Dijese igual que, aquel que encontrará la Trifuerza, seria gobernador de la tierra, si habitara por derecho en él.
Las diosas, por su parte, jamás regresaron, pero se cree celosamente que dejaron sus huellas marcadas en 3 habitantes de la tierra. Pues, si alguien faltase una vez, ya habría quién la protegería, si sus leyes, por nulo que sea, se corrompieran.
Y el tiempo pasó con armonía. Todos vivían felices. Los seres crearon lenguas, escrituras y lo más importante, templos, donde veneraban a los sagas en ese tiempo, lideres de las tribus. Con el tiempo se fueron diseminando a distintas regiones cada raza, y los sagas paradójicamente lo habían motivado. La historia pasaba generación por generación, y duró así mucho tiempo, hasta que todos dudaban de su credibilidad. De historia, se convirtió leyenda, y de leyenda a mito. Pero algo iba a ocurrir... algo que cambiaria todo del mito a la leyenda, con un semblante de duda...
Y pasaron muchos, muchos, muchos años, cuando explotó otra de las tantas guerras... Pero eso es punto y aparte. Luego de esa guerra de no menos de un año reinó la paz y la tribu guerrera regresó a su casa y dejó a la familia real. Y años más tarde, 10 para ser exactos, es nuestro tiempo...
'
'
'
Primera Parte
'
'
'
Capítulo I.
El chico Sin Hada
'
'
'
En el sureste de Hyrule se encuentra el gran y famoso Bosque Kokiri, donde cientos de razas viven y coexisten a sus alrededores, pero, contrarios a lo que todos dicen, sólo hay una única raza reinante ahí, y de ahí deriva el nombre: de la tribu Kokiri.
Los kokiris, los niños hadas, las personas que no crecen, son la raza que desde hace milenios habitan el bosque mágico del reino. Son la única raza pacífica en su totalidad y que por ende, no a participado jamás en disputas o guerras. Sus casas de árboles están bajo la siempre mirada vigilante y sabia del Gran Árbol Deku, un árbol tan viejo y místico como el inicio de la misma tierra.
Desde el nacimiento de cada Kokiri, se les asigna de por vida un guardián y una compañera, que es representada por un hada. A estas se les inculca desde su existir bajo los sabios y puros consejos y conocimientos sobre sus vidas, misiones y comportamientos ¡no hay más placer para un hada ser asignado a un Kokiri! Como sus ancestros, y los ancestros de estos; viven por mientras, en la etapa de la infancia a la madurez, en las ramas y follaje del Árbol Deku que, día a día, les cuenta magnáticas historias y leyendas de los inicios de la tierra y todo lo demás.
Aparte de esas historias, el Gran Árbol Deku los educa; como leer y a escribir, cosa que es parcialmente inútil y muy fundamental; pues un viejo mito cuenta que si un Kokiri abandona el Bosque muere inevitablemente. ¡Pero todos son felices! Cultivan su comida, almacenan su agua, trabajan y conviven entre ellos y ni hay sombra de peleas entre los hermanos.
— ¡HASTE A UN LADO, SIN HADA!
Bueno... hay algo que no e explicado aun... hay un Kokiri, sí, Kokiri, que no es tan parecido a todos los demás ¡pero no es que sea diferente! Sino... alguien con tan sólo mala suerte.
— ¿Qué te pasa, Sin Hada, el fenómeno va a llorar por que no está ninguna Saria que lo pueda proteger?
— ¡Mido, déjalo en paz!
— ¡Vale, cállate tú¿Qué dices¡Levántate de ese fango y pelea como el medio hombre que eres!
Alguien con muy mala suerte...
— ¡Vale, retrasado¿sabes qué es levantarse? Es decir, estar en dos piernas. Aunque tal vez ocupas que alguien te ayude, como a las mujeres, pues eres medio-hombre.
Toda la cuadrilla de Mido empezó a reír, y las demás mujeres, como unas tres, no se atrevían hablar, mirando de mala manera de cómo trataba ese abusón al pobre retrasado.
Retrasado.
Y es que, literalmente, era un retrasado en todo! Todos los demás kokiris ya sabían a la perfección leer y escribir para los 10 años. Y Link tenía 10 y apenas podía leer bien y casi fluido. Todos los demás kokiris a los 10 ya sabían a la perfección las matemáticas y los números. Y Link sólo sabía sumar y restar. Todos los demás kokiris ya tenían a los 10 un hada. Y Link no poseía ninguna.
El era un clavo chico y torcido entre todos los demás. Los abetos no dan peras. Los gatos no ladran. Tal vez Link era superior a todos, en este aspecto: era inusualmente enorme. ¡Diosas, tenía sólo 10 y tenía la apariencia de uno de 15! Eso siempre lo llevó hacer un poco abstraído al no poder jugar los juegos que iban acorde al patrón de edad. Por que cuando tenía 8, tenía la apariencia de uno de 10 ¡pero tenía 8! Punto y final, y tenía que jugar con niños de 8... y ellos tampoco jugaban pues no relacionan con el nada el patrón de la apariencia.
Y retrasado, también, por que todos lo relacionaban con su patrón de la apariencia de 15, sin contar u olvidar por completo su racionamiento de un niño de 10.
¡Pero no esa de él la culpa¡No lo era¿¡cuándo pidió ser un fenómeno, para ser más grande, y un poco lento! Y lo más importante ¡cuándo jodidos pidió no tener un hada, cuando todas las noches, desde los últimos 10 años, rezaba a las diosas para que al despertar poseyera una! Estaba harto de todo eso y cada vez que iba a consultarlo con el Gran Árbol Deku decía "algún día lo sabrás..." y cada día era molestado por la pandilla de razistas de Mido y CIA. Tal vez, sólo a la gran ayuda y amor que tenían mutuamente, como un hijo a un padre, entre el Árbol Deku y Link, y la sagrada y angelical ayuda y apoyo de su mejor amiga, Saria, era lo que le continuaban a seguir con deseos de vida de estar en ese lugar.
Tal vez, sólo tenía una ventaja que los otros no tenían. Tenía un gran desarrollo muscular, inigualable en algún otro Kokiri. Gracias, por supuesto, a las carreras a muerte entre él contra 6 o 7 niños tira-piedritas y hadas- tira-bofetadas. Para las escondidas era el mejor, para el silencio también y más aun el espionaje. Y para encontrar objetos también: más de una vez le ocultaban algo y con la practica se hizo casi un maestro en eso... bueno, si se le puede llamar deporte.
Y gracias a los magníficos dotes de piernas rápidas y poderosas, se levantó el charco de fango donde yacía y dio cara a Mido, escoltado de mínimo unos 5 niños, algunos menores y otros mayores que el mismo link, con sus haditas malignillas y revoloteantes sobre sus cabezas. Las niñas no se atrevían a encarar a tal grupo de hombres y no tuvieron de otra que sólo insultar sin meterse.
Mujeres...
— Huy, el niño quiere pelear... —bufó algún otro pelirrojo en la escolta.
— ¿Está enojado el Sin Hada?
— ¿Tienes miedo?
— ¿Eres un cobarde?
— ¡Contesta, soquete!
— ¡Sí, soquete, jaja!
— Contesta.
— Contesta.
— Contesta.
— ¡Contesta, contesta, contesta...!
— ¡Cállense!
— Huuuy...
— Mido¿dejarás que te digan eso?
El aludido soltó un bufido y, como muchas veces antes, hinchó el pecho y caminó, altaneramente, hacia el rubio.
— ¡Intentando ponerse defensivo! —soltó y su pestilente aliento rebotó en el rostro de Link— ¿no te da vergüenza? Link, hermano, se razonable. Sólo pido que te quites. ¿Cuántas veces más tendré que ser demostrativo contigo, frente a todas estas damas, sobre las escalas sociales? Mira, intentemos ser razonables. Uno, esta es una tribu tranquila, y por ende, hay reglas. Yo, que soy jefe de esta tribu, hago que se cumplan. Vamos! Deja pasar a los demás completos y puros kokiris primero, y haz que al gente como tú, incompletas y deformes, pasen después ¿vale?
El primer puñetazo fue sorpresivo. Al igual como el rubio que se lanzó como fiera hambrienta sobre un jugoso cordero pequeño. En cuestión de momentos, no segundos, el pelirrojo estaba boca abajo arriba en el gran charco de fango que se había formado por causas de las lluvias el día anterior, y Link lo zarandeaba de los hombros, con una mueca imposible de reproducir. Su hada dio un grito y envistió como pudo al hylian, qué cayó, gracias a la ayuda de los otros niños, hacía atrás.
Las mujeres soltaron un chillido para entonces y el viejo kokiri comerciante de la tienda del pueblo, sobresaltado de tal escándalo cerca de ahí, salió de ahí y miró el final del problema.
— ¡Por las diosas¿Qué están haciendo? —exclamó levantando su bastón— váyanse y lávense en el río antes de que les dé una pulmonía y dejen de hacer tanto escándalo.
Link había aprovechado, antes de levantarse y salir huyendo a la carrera, de formar rápido un mínimo de 3 pelotas grandes de fango que dieron a parar en 3 caras y ropas de sus agresores., haciéndolos caer por lo resbaloso.
Corrió y rodeó toda la tienda. Se sintió libre y sucio por un momento, mirando para atrás a los escandalosos niños y niñas que gritaban (unos de rabia y otros de emoción) como locos lazando juramentos amenazadores. Mismos juramentos como si alguna vez hayan hecho algún miedo a hylian. Saltó una serie de piedras que sobresalían de un riachuelo cercano, desembocadura de un río que se internaba por la profundidad del bosque, pasó corriendo a lo largo de una casa al nivel del suelo, saltando la pequeña barda (asustando a una mamá Kokiri que tendía ropa y a su hijita de 5 jugando con su hada) mientras, como mono, con increíble agilidad, subía a brincotes la alta pendiente, donde yacía adherida una enmarañada enredadera. Corrió el resto, que era pura pendiente hasta la parte donde el panorama del todo el pueblo era sorprendente. Se veía toda la villa hermosa y verdusca, lo único que le agradaba a Link era la escena que descansaba a varios, varios metros allá, cerca de la tiendilla.
Lanzó un suspiro. Miró aun lado, donde un gran tronco hueco y tirado llevaba a otra zona dentro del bosque. Le había prometido a Saria que iría con ella a su escondite en Lost Woods ¿se enojaría si había, por lo menos, de llegar como 1 hora tarde? Por que la pelea esa no había estado muy provista que digamos...
¡No, no se enojaría¿o sí¡Diosas¿Y si llegaba así? No, Link, piensa en cosas alegres... dom dom DOM dom dom DOM dom dom dom dom DOM dom dom dom dom DOM… ¡no, no en eso!
Y empezó a tararear la alegre y pegajosa canción de su amiga mientras entraba a Lost Woods. Adentro se veía plateado por un extraño efecto al chocar los rayos solares contra las superficies plateadas y lisos troncos secos ahí tirados. Este es mi lugar favorito, pensó con una sonrisa mientras corría; derecha, izquierda, izquierda y ahora derecha... ok, llegó aun claro, donde había agua, estaba bien. Pero aprovechó para otra cosa. Se tiró de lleno en el agua y se sumergió repentinas veces, hasta estar seguro de quitarse de todo ese fango que lo picaba encima. Antes de salirse, se puso a flotar y a relajarse. Cerró los ojos para tallarse bien la cara, el lustroso y brillante pelo dorado que traía y dio un grito cuando ponía un pie afuera del agua. Saria estaba parada, moviendo impaciente el pie y ceñuda.
Escalofriantemente ceñuda.
— ¡Una hora! —exclamó dolida— una hora¿y en qué te encuentro¡zambulléndote y disfrutando de un delicioso baño tardecino! Link, estaba vez si estoy enojada.
— Puedo explicarlo — gritó el rubio, exprimiendo su gorro y lo que podía de su ropa.
— Explica, pues.
— Veras, es que quería llegar hace una hora ¿va? Cuando tu dijiste que te viera allá, en tú lugar secreto, cuando yo venía tranquilamente caminando y de pronto PAF —exclamó, mientras su amiga daba un salto— alguien me había tirado una gran piedra en la nuca , luego volteé y estaban Mido con su pandilla, y Mido ZAS —sobresalto— me empujó bruscamente, caí en el fango. Todas las niñas se pusieron alrededor, le gritaron que qué malo y luego me dijeron lo del siempre que "sin hada eso, sin hada lo otro" y...
— Espera, espera ¿Mido te tiró al fango?
Link apuntó al agua, antes cristalina, y ahora con grandes pedazos de lodo flotantes.
— Eso explica todo —concluyó.
Y lanzó una carcajada.
— ¿Qué pasa? —preguntó atónita la peli verde, pensando que al fin él se había vuelto loco.
— Me alegro que me haya pasado. Estoy seguro de que por mínimo de una semana, Mido no me dirá nada.
— ¿Y por qué ese maniático te daría tregua?
— Por que le di un escarmiento que, aun cuando me fui, se quedó callado y los demás le gritaron para que dejase de correr — contestó.
— No quiero saber qué fue... —dijo pensando en lo peor.
— Entonces no te digo.
— Hay, Link... —era sorpréndete la franqueza y sinceridad del moreno. Tiene la mentalidad de un niño de 10, al fin y acabo, pensó Saria, mirando al apuesto muchacho rubio frente a él, con una sonrisa mientras caminan hacia la villa.
— ¿Sí, Saría?
Saria se mordió la lengua y río mientras llegan en la plataforma panorámica. Viendo la villa de kokiris.
— Parece que hoy no va a llover —comentó ella, sentándose en forma hippie— ¿te gustaría desvelarte para ver las estrellas?
Es ahora Link quién se muerde la lengua.
— La verdad no. Ayer no dormí nada por culpa de la lluvia.
— Ah... ¿la pesadilla?
— Cuando llueve, inconscientemente pienso en ella.
— Pero es sólo una pesadilla ¿por qué tanta preocupación?
— No lo sé. Pero sueño cosas que jamás había visto, y por una corazonada creo que existen. ¿Qué es tan gracioso¿¡de qué te ries!
— Jajaja... no.. no te enojes... digo¿cómo soñarías algo que jamás has visto? No tiene sentido.
— ¿Y desde cuando un Kokiri que no tiene hada tiene sentido?
— ¿Qué?
— Comparo. Si lo que soy yo no tiene sentido, pero existe, puede que mi sueño que no tenga sentido exista en otra parte.
— Visto así tiene algo de sentido.
— ¡Sólo algo!
— No lo sé. Jamás e visto un animal como me describiste y ningún puente tan grande que ocupe cadenas de acero para bajarse y mucho menos una muralla de concreto —dijo encogiéndose de hombros.
— Eso mismo le he dicho al Gran Árbol Deku —comentó quedo, sentado de la misma forma que ella, con la mirada perdida al frente, donde se notaba a ver una corona densa de hojas gigantescas— y divina qué fue lo que dijo...
— "Algún día lo sabrás"...
— ¿Por qué no me diría nada? —gimió ocultando su cara entre las piernas.
— Porque algún día lo sabrás... dale, vamos. Ya que no te quieres desvelar, te quiero enseñar lo que encontré. ¡Así! Reincorpórate más seguido con esa rapidez¿sí?
— Eso era por la cual me llamaste a vernos allá¿no?
— Por supuesto, y es muy interesante, créeme.
— ¿A dónde me llevas? —comentó el rubio, cuando vio, con sorpresa de él, que regresaban al bosque perdido.
— Esto me lo regaló esta mañana un Deku cuando paseaba por aquí. Estaba aburrido, así que saque mi ocarina y le toque mi canción. Ya sabes cuál. Al parecer le gustó tanto, que se puso a bailar y como agradecimiento, me regaló esto. Comentó, antes de irse, que lo había conseguido en un gran mercado fuera del bosque. Y como me dijiste que tu sueño trata de un lugar nada cercano aquí le pregunté de dónde y cómo era el dicho mercado. No me dijo más, supongo que por miedo que un Kokiri, que jamás sale de su bosque, se excite de tal información.
Y sacó de su bolsillo una gruesa barra de madera, donde había un elástico de caucho, y una bonita piedra roja en el centro.
— Creo que dijo que se llamaba resortera. Ten, mira ¿se parece a algo en tu sueño?
— No... aunque la verdad me interesa más sobre ese dicho mercado ¿no te dijo otra cosa?
— Ninguna. Pero ten, quédatela. Creo que tú la ocupas más que yo. Es un arma y con eso tiras las piedras, muy fuertes. Mira, acá hay una piedra ¿bien? Y luego.. ehm.. así, se ponía acá, en esta partecita del elástico y jalabas... por Din, no tengo fuerza... hay, Link, ten. Hazlo tú. Sí, así se agarra... ¿eres zurdo? —preguntó— cómo sea... bueno, sí, así! Jalas el elástico y...
La piedra calló a varios metros de ahí, cortando el aire.
Saria chilló entusiasmada.
— Con esto, ni Mido ni nadie te volverá a tirar piedras ¿entiendes?
— Desde que menciónate la palabra "piedra".
— No entendí pero está bien.
— Pero, Saria ¿no recuerdas que el Árbol Deku dijo que las armas usadas contra otros que no se pueden defender es malo?
— Bueno, Mido no es especialmente afán de esa regla... y si la quiebra él ¿por qué no tú? Jamás te defiendes y eso que eres tal vez más grande y más fuerte que ellos. Total ¡Mido sí tiene armas! Tiene sus compinches ¿no? Esas son sus armas. Golpéalo con la resoquesea y pronto te dejaran en paz.
El dúo caminaba silenciosamente por la villa, dando buenas noches a las señoras que regresaban a sus casas luego de recolectar la cena de sus huertos y que gritaban a viva voz los nombres de sus hijos. Para matar el tiempo, Saria le retó una carrera a Link hasta su casa, pues era vecina y Link fue el ganador con magistral ventaja.
¿Sabrá él que eso fue una treta para que si Mido y Cía llegaran a verlos, no los atacaran?
Supongo que no, ya que gritó emocionado al llegar primero y le deseo las buenas noches a su compañera, mientras subía las escaleras hasta el único cuarto sobre un árbol seco.
Un cuarto donde había sólo una mesa pequeña de madera para dos, con cuadros de madera, el piso de madera, ventanas de la misma y una silla diminuta, como tanto un cofre recostado en la pared, tendiendo como contenido un plato, algo de agua en una jarra, un pan escondido, y al extremo opuesto, el catre donde dormía. Sobre la mesa estaba un bote de cristal que se descubrió flotando hace unos meses en el río (¡único en su especie!) y una bolsilla pequeña donde, al estar debajo del catre, se ponían ruppes, con la asombrosa cantidad de alrededor de 70 aprox. (¡colección de toda una vida!).
Sacó, como quien trata con un tesoro, la nueva y apreciada resortera. Se sentó en su catre mientras la miraba magnificado, a través de una vela que había prendido, su centro del más fino rubí, el cual impregnada las paredes del más bello y precioso rojo jamás visto. Estaba terriblemente magnificado ¡ah! Lástima que Saria no estuviera ahí con él para ver las sombras rollizas y brillantes de la habitación. Decidió que mañana las vería. Pero mañana. La guardó con cuidado dentro del cofre, entre las nueces secas y el pan.
No tenía hambre. Estaba acostumbrado desde hace más de 7 años suministrarse sólo el desayuno: el pan y una deku nut (Deku Nuez) remojada en agua, por que se inflaba y parecía una bellota gigante.
Y suspiró como mil veces antes había suspirado. Y antes de acostarse, había rezado, como noche tras noche tras noche, a las Diosas, que por primera vez en su vida, aunque fuera sólo por un día, tuviera un hada acompañante de la noche a la mañana, que lo apoyara y fuese su amigo. Aunque, tal sólo fuese para ocultar su deformidez, al ser prácticamente el Guilliver de la tierra de los enanos. Y el joven elfo miró de soslayo, en el último verso, su puerta, como si esperara que con sólo voltear para atrás apareciese como por acto de magia su hada.
Pero ahí no había nada.
'
'
'
Al otro lado del bosque, para ser precisos en sus límites junto a las montañas, prados, ríos y demás, encontrábase una zona tortuosa y oscura, donde sólo habitaban las criaturas endemonias y más mortíferas que los humanos háyanse visto alguna vez. Era una zona tan remota y olvidada, que ni siquiera en los mapas se veía, y quedaba justo detrás de la cordillera que le seguía del Volcán de la Muerte.
Ahora bien, imagínense un poco sus habitantes: serpientes, lagartos, dragones, tortugas, gigantes, arañas, vampiros, musas, sirenas, ángeles y por sólo decir algunas, eran los que dormitaban bajo sus rocas o peleaban por su supervivencia.
Pero no seamos tan caóticos, por favor. Era un tierra horrible, sí, pero bastante hermosa y compleja. Donde apenas los seres moribundos, atrevíanse a aventurarse a las tierra bendecidas por las diosas, si más por miedo que otra cosa. Y esa noche, tras largos días de agonía, tras arrastrarse entre piedras y sobre picos, llegaba apenas a los límites del bosque, donde nos encontramos, una criatura tan grande como poderosa, como tan pronto a la muerte. Se arrastraba con sus (no en ocho, que ya la perdió) siete patas, entre los árboles y las flores, sin importarte los pequeños animalitos que intoxicaba a su paso con el pútrido olor a muerte que destilaba su ponzoñoso esqueleto.
Sólo buscaba un lindo lugar donde morir, sin preocuparse que alguna otra araña gigante la atacase como aquella herida mortal que descansaba sobre su espalda. ¡Y demonios¡¡cómo le dolía...! juraba que si alguien más osara a tocársela como aquellos colmillos de 40 centímetros, se auto-suicidaría él mismo, para no tener que aguantar más dolor.
Supongo que no se daba cuenta que su organismo tan deteriorado estaba, que inconscientemente tiraba toda su ceda venenosa a diestra y siniestra, quemando todo a su paso.
Se arrastró, se arrastró y se arrastró, hasta que la gran araña gohma –nombre de la especie– se hubo ya hartado de eso, vislumbró, para su sorpresa e incredulidad, un gigantesco claro detrás de unos árboles, precioso, hermoso, bañado por la luz de la luna. Veía adelante, algo que sólo existía en los cuentos que las harpías que sobrevolaban esta parte del mundo, contaban allá, y ahora afirmaba que era cierto: existían, decía uno de sus cuentos, que en un gran y mágico bosque, habitaba un ser tan grande, místico y poderoso, como las propias montañas que pisaban. Estaban hablando, por supuesto, del Gran Árbol Deku, que descansaba a la distancia de unos pocos metros, rodeado de arbolitos y haditas.
Él se acercó con cautela, esperando pasar inadvertida, cuando los ojos del guardián del bosque la miraron de repente.
— ¡Aléjate de este bosque!
Su poderosa voz la pararon en seco.
El gohma se volteó, y su altanera personalidad la obligó a darle cara al árbol. ¿Quién se creía este para que le ordenara eso?
— Disculpe, su identidad —respondió la araña—, no quería causarle molestias. No más vengo de paso...
— Voltéate y regresa de dónde regresaste – bramó el otro.
— No tiene por que hablarme así —exclamó el arácnido— ¡no se ponga enojado! Por favor. Sólo vengo de paso, pero en vez de retroceder, como dijo, sólo quiero avanzar ¿no me da permiso?
— Por supuesto que no. Yo soy el guardián de este bosque. Y es mi deber de desterrar a las criaturas malignas que podrían causarle daño a los de aquí. Te lo pediré por última vez. ¡Largo de aquí! Regresa y no vuelvas.
— ¿Y yo que jodidos e hecho para que se enojara! Mire, hasta me falta una pata, ya no puedo cazar ¡mire! Estoy moribunda, ya no puedo hacer daño.
— ¡Pues entonces osa a mirar atrás de ti!
La araña miró y notó un gran camino quemado y destruido, por culpa de su veneno que mató a muchas plantas y algunos que otros animales.
— ¿Fue sin querer¡Piedad, sólo quiero morir! Pero en paz —rogó.
— Si tanto deseas morir —dijo el árbol sabio— por qué no te vas al desierto Colosus o al lago Hylia ¿eh¡allá ahí te quieren más que aquí!
— ¡Qué indignante¿no me das acojo¡aquí es agradable! Pero si me voy al desierto, me quemaré, y moriría con dolor. Si me voy al lago, me ahogaré y moriría en desesperación.
— Pero si te mueres en el desierto, pronto tu cuerpo se te pudrirá primero que tu mente, y no sentirías nada cuando caigas. Y si falleces ahogado, bueno, mejor: es rápido y más fácil.
— ¡Sádico!
— ¡Bestia! Y escúchame bien: yo soy el soberano con más poder de este lugar, y si me lo propusiera te destajaría aquí y ahora. Pero como soy compasivo, te doy tiempo de que te largues.
— ¡Yo soy descendiente de la gran familia real de los gohma que han gobernado la parte sureste de mi reino! Pude haberlo perdido todo ¡pero lo fui y sigo siendo poderoso! Mi joven enemigo no salió airado y que haya perdido un colmillo y siga acá incrustado, no es poco que alardear. En fin ¡Eres sólo un árbol¡Un viejo-e-insignificante-árbol ¡con quién demonios vas a combatir¿Con tus hojitas y ramitas? Por su blasfemia ¡hacia mí! juro que pasaré los últimos momentos de mi vida para acabar la tuya, adentro en tu asqueroso corazón, que no reconoce a un maldito ser condenado, que sólo busca paz.
— Acércate un paso y veras sólo un poco de mi poder.
La altanera araña corrió hacia él, con increíble agilidad para tratarse de alguien herido, cuando de las hojas del árbol miles de hadas acompañantes salieron y se pusieron a su alrededor como barrera, como si vieran a un humano que molestara a su avispero. Volaban y chocaban, el cual, este, quién, sorprendido hasta sus entrañas, las apartaba con sus patitas y garras. Sintió un polvo que caía con brutalidad sobre él, pero, como veneno neutraliza veneno, y el polvo paralizante es puesto como tal, sólo le daban cosquillas, si es que le daban.
La tierra se movió bajo sus pies ¡Y gigantescas plantas carnívoras, llamadas Deku Babas, seres temibles y poderosos, escupidores de veneno y poseedores de terribles mandíbulas, salieron de la nada! Rodearon a la araña, y este, no demostrando su sorpresa (aunque lo sentía) pensó que no iba a durar más. Pero descubrió que no eran más que plantas muy fuertes amenazantes... ¡plantas¿Esas mismas plantas que con tocarlas se pudrían con el veneno? No le bastó mas que escupir para abrirse paso, para quedar en frente al árbol.
Que no pierda crédito el árbol, ya que es muy poderoso. Pero al haberse sorprendido de tan monstruo así de la nada, y que no se haya previsto su poder; en desventaja, suena lógico, es que la araña háyase abierto paso por su boca, y empezaba a carcomer y escupir todo lo que veía, haciéndole huelo, por todas direcciones.
Los demás seres afuera lo miraban atónitos.
— ¿Gran Árbol Deku...?
Tuvieron que pasar como unos 20 tensos minutos para que la primera palabra que dijera el árbol fuera "maldición".
'
'
'
¡Bien! Publico la siguiente en unos días, y bien¿qué les parece? Aprecio sus comentarios!
