+ENOUGH+
-No puedo cambiar quién soy...-
Y aún antes de que dijeras eso...
Ambos sabíamos, que las cosas no habían salido como esperabamos y que nosotros no eramos lo que creíamos.
Porque...
Yo no podía formar parte de tu mundo, con engaños y mentiras, todo para ser parte de "LA ELITE".
Y no me sorprendía que fueras así, por esa vibora que te había llenado la cabeza y en contra mío.
O tal vez fui yo quien no lo intentó, quien no miró tras de ti y vio algo distinto, algo distinto a todo esta basura.
Porque...
Cuando estabas conmigo, eras otra, siquiera se notaba el hecho de que eras "UNA CHICA DE SOCIEDAD".
HASTA QUE, ALGUNO DE ELLOS, INTERVENÍA...
Y todas esas veces...
Te dejé ir, para que la ayudases en sus problemas y demás excusas, que te inventaba para alejarte de mí.
Y lo único que hacías era prometerme, que volverías pronto, que me compensarías por esto.
Pero, eso jamás llegó.
Y pensar que me involucré contigo un día cualquiera, cuando encontré tu móvil y quise regresartelo.
-¿Saldrás con un desconocido?-pregunté esa vez, antes de irme
-No puedes ser peor que los que conozco...-quebraste, con una leve sonrisa
Y sí...
No podía ser peor, pero tampoco, mejor.
Yo no me vestía de gala, no andaba de fiesta en fiesta y mi padre, no era un reconocido empresario.
No era como esos chicos y se notaba, puesto no fui el primero en tocarte.
Y cuando empezaste a salir conmigo...
Me ocultaste eso, que te habías acostado con el novio de tu mejor amiga, motivo por el cual te fuiste.
Y regresaste, con las cosas tan podridas como te las esperabas, sólo que yo estaba en el medio.
Y cuando salió de los labios de Nanoha...
Alcanzé a mirarte, para ver tu gesto, tan arrepentido y tan destruido.
Y misteriosamente, estabas parada al lado de tu amante, con tus ojos puestos en la nada.
-¿Eso es cierto?-pregunté en aquella fiesta, a la que me llevaste obligado
-Sí...-asististe-Es cierto...-
Y esa respuesta, tan seca y tan sincera... me bastó para irme, para no volver a estar con algo así y mucho menos, contigo.
Que dentro de tu entorno volvías a ser tú y conmigo sólo te ponías la máscara, que yo me tragué fácil.
Y tal vez fue por tus gestos, tan brillantes y que me dejaban tan ciego, que no vi y estaba confiando demasiado en ti.
En lo que siempre vi en ti y desde pequeño, cuando me invitaron a esa fiesta por error y te conocí.
Y tal vez fue la sonrisa que me regalaste, mi motivo para enamorarme de ti y de tu calidez, que salía de esa expresión.
Y ahora, parecía que de eso, no te quedaba nada.
Estabas centrada en arreglar las cosas con tu entorno y a mí me dejaste fuera, mintiendome una vez más.
Me ocultaste quién soliste ser y quién te acompañaba en esas cosas, cosas que terminaron por matar a alguien.
Y para no decirme eso...
Desapareciste por muchas noches, tomando refugio donde los Takamachi y rodeada de esos que "TE QUERÍAN".
Y cuando llegué a buscarte... me metiste excusas, como que habías salido y te habías pasado de copas, que inconsientemente te habías acostado con dos tipos.
Y todo eso dijiste, callandote la verdad y esa que te aterraba, decirme a mí que jamás te había despreciado por nada.
Y desde ahí, empezé a no verle futuro a la relación, que a cuestas tenías conmigo y tal vez casi nada.
Y pensar que yo, en Vispera de Navidad...
Entregé mi vida por regalarte algo, algo que no tuvieras y que fuese lindo, algo que yo pudiese darte.
Que no necesitase el dinero que no tenía y la poca ayuda con la que contaba, sólo con la de tu madre.
Y fue un árbol de Navidad, lo que te obsequié y pusé mi corazón en ello, esperando que tú lo recibieses bien.
Y esa misma noche, me citaste en la Galería de Arte, que habías acondicionado para crear el ambiente perfecto y yo me quedé boquiabierto.
Por tus ocurrencias y tus ganas, de quitarme lo que desconocía y lo mucho que ahora aprendería estando contigo.
Y esa velada...
Fue como la nieve que creaste, fue una ilusión que se perdió entre besos y caricias, entre tu cuerpo y el mío.
Y creí que todo estaba bien, que al fin ya no tendríamos más problemas y nada estropearía nuestros días.
HASTA QUE LLEGÓ EL ASUNTO DE SIGNUM...
Esa que te acompañó en tus fechorías y que te manipulaba, tanto que aquel otro acabó muerto.
Y después de eso...
Empezé a darme cuenta, que todo había sido una farsa y tú, también.
Al igual que todos a tu alrededor, como ese miserable que quiso aprovecharse de mi hermana.
YUUNO SCRYA.
Y de a poco, comenzé a perder el sentido, que tenía depositado en esto y en ti.
Siempre acababas pisoteando mi confianza y en un momento me cansé, de que siguieses jugando conmigo.
Por eso, con lo que admitiste...
Rompimos, por el bien de los dos, por tu bien y el mío.
E inevitablemente...
Luego de mucho rato, volvimos a encontrarnos, cuando tu abuela me dio impulsos de ir por ti.
Cuando me metió el cuento y tú seguías queriendome, que era mi turno recuperarte y por las buenas.
Y cuando llegué, te encontré prendida a sus labios, a ese que te manoseó y decía ser "EL NOVIO DE NANOHA".
ESTABAS BESANDOTE CON VICE...
Y aunque en ese momento, el mundo se me vino abajo...
Cuando me explicaste por qué lo habías hecho, te creí, como también la oportunidad que me pediste.
Y te la di, te di una segunda oportunidad, de cambiar quién eras y quién yo también era.
Pero, con lo que sucedió en el elevador...
Me di cuenta, que no estabamos destinados y que lo nuestro no podía ser, al menos no así.
En este lugar y con tanta gente que te conocía, que te reconocía por el apellido y demás.
Y sólo ahí me di cuenta, que jamás podría estar a tu altura, que no alcanzaría a subir "TU MONTAÑA".
"TU CIMA" estaba más lejos de lo que pensaba y no me creí merecedor de "TU TRONO", no creí y fuese digno de ti.
Por eso, cuando la puerta del elevador se abrió...
Renuncié a ti, a lo que teníamos y a la ilusión que me hice, de que no importaba nada si estabamos juntos.
QUE NO IMPORTABA SI YO ERA UN MEDIOCRE...
Pero sí importaba, dado no podía darte todo lo que esperabas y que necesitabas, por los privilegios que a mí no me daban.
Y ese día...
Soltaste mi mano, con tus últimos dedos agarrados a los míos, con los pasos que casi ni quisieron moverse.
Lentos y pausados, con tus ojos fijos en mí y en mi gesto, con la ayuda que yo te pedía desesperado.
Me había acostumbrado a estar contigo y no le veía caso a esto, a esta separación a la que nos forzabamos.
Y tal vez por eso no quise dejarte ir, recurriendo a lo último que me quedaba y que eran nuestras manos.
Que antes se habían entrelazado, con tu cabeza tendida en mi hombro y el silencio, que guardamos por largo rato.
Porque...
No teníamos nada que decir, ni tú ni yo, con las cartas que ya estaban tiradas y para jugarnos una mala pasada.
Y sin embargo, cuando me soltaste al fin...
No se me ocurrió otra cosa, antes que echarme a llorar y rogarte de vuelta, sólo pensé en lo que podía y jamás llegaría a decirte.
-Fate, yo aún...-me quedé cortado, en la declaración
-Lo sé...-me interrumpiste, lagrimeando-Yo también...-
Y ese gesto tuyo, tan lloroso...
Me impulsó, a pedir disculpas, a decir que lo lamentaba y que estaba mejor contigo.
Que lejos de ti no tenía nada y que estaba dispuesto a aceptar todo, todo lo que eras y todo lo que yo no era.
Pero...
Sólo alcanzé a ver como abriste la entrada y te metiste dentro, siguiendo fija en mí.
En este yo estático y mudo, que sólo se perdía en tus ojos, que esperaba que alcanzases a volver a tomar el elevador.
De lo contrario, todo...
HABRÍA TERMINADO...
Y así fue, cuando la puerta del elevador comenzó a cerrarse y sólo alcanzé a distinguir que moviste los labios, susurrando mi nombre.
CHRONO...
Y mis ojos se abrieron de par en par, espantados y tiritantes, por lo mucho que estaba perdiendo.
Que mi oportunidad contigo se estaba volando y de nuevo, por lo que a mí me costaba aceptar.
Por creerte una de los míos y no de ellos, por negarme a admitir y tú pertenecías a otro mundo.
TÚ NO ME PERTENECÍAS...
Y aún así, yo...
Quise y te apropiases de mí, de mis días y de mis noches, de mis horas y mis minutos.
Que todo lo mío fuese tuyo y que ni quejas pondría ante ello, ante las mentiras que tú seguro me pondrías.
Ahora sólo quería estarme callado y disfrutar los pocos segundos que me tocaban contigo, sólo eso.
Y sin embargo...
Para cuando me moví, casi para salir, la puerta se cerró frente a mis ojos.
Que se quedaron helados y petrificados, con mi mano apenas tendida y este pequeño lugar que volvía a bajar.
A bajar al universo donde tú reinabas y a mí me tocaba irme, para dejar "TU TRONO" y quitarme "LA CORONA".
Mi rato de "REY" se había acabado y todo por el silencio que guardé, cuando no pude decir esas palabras.
Y mis manos comenzaron a golpear esa puerta, con fuerza y con desesperación, por lo que me estaba quitando.
Por lo mucho que ahora te tendría lejos e inalcanzable, por lo poco que contigo compartía y tal vez nada.
Y sin poder evitarlo, luego de tratar por largo rato...
Me detuvé, cerrando los ojos y cayendo de rodillas, al abismo que parecía el suelo para mí.
Y con las manos que me temblaban, por la impotencia...
Lloré, lo perdido y lo malgastado, lo descuidado y lo desmerecido.
Todo lo que tú significabas para mí y para mi corazón, que bombeaba lento y pausado.
Con la sangre que sentí y dejaría de correr por mis venas, por la eterna separación y mis pasos quietos.
Que ya no irían a buscarte y no serían recibidos por ti, por tus brazos y tu abrazo.
Que ya no tenían nada contigo y que todo se había ido al infierno, con unas miseras palabras que quisieron tocar "TU CIELO".
-¡¡¡FATE!!!-grité tan alto como pude, para que me escuchases-¡¡¡AÚN TE AMO!!!-y mis labios, rompieron mi cobarde confesión
Y nada, nada llegó a mis oídos, sólo el eco de mi voz.
Que se había confesado y esperó llegar a ti, aunque sólo fuese el retumbe de mi grito.
Y no había manera de saberlo, si me habías escuchado y si ahora estaba respondiendo a mí.
SI TÚ SENTÍAS LO MISMO QUE YO...
No había manera de saber si ahora estabas llorando conmovida y esmerandote en alcanzarme, antes de que llegase abajo.
Simplemente, no escuché nada, siquiera el más mínimo murmullo o el sonido de algún paso.
Era como si mi vida se hubiese acabado y que ya vendrían a buscarme, para olvidar la pena y la soledad.
A la que sin ti estaba condenado y atado de por vida, a las lágrimas que como ese día derramé por ti.
Y vencido por lo que no podía ser...
Salí de tu hotel, con la cara llorosa y los puños tiritantes, por lo que desde ahora me tocaría vivir.
Y fue vano, el instinto que tuve para volver a buscarte...
Voltee al salir de ahí y miré, tu ventana y tu habitación.
Y no estabas, siquiera se reflejaba tu sombra y no había rastros de tu rostro.
Ese que ahora añoraba ver y elogiar, cuando las cosas estuviesen mejor entre nosotros.
Y me quedé parado, con los brazos tendidos a ambos lados de mi cuerpo y el invierno que me pasaba.
Soplandote a ti y llevandote lejos, a la estación que desde aquí no podía alcanzar y no llegaría a vivir.
NO CONTIGO...
Y la nieve...
Terminó por entumecerme los labios y siquiera me di cuenta, aunque sólo llevaba puesto una camisa y unos pantalones.
Podía venir una abalancha y ni me percataría de eso, del estruendo que daría y contra mí.
Sólo sentía el dolor en mi pecho, en mis ojos, en mi corazón...
Por la tú que no estaba y que no alcanzé a conocer, a entregarle todo de mí y a confiar ciegamente.
Todo se había acabado tan rápido como había empezado, como una ilusión y como una pesadilla.
Y seguí fijo en ese vidrio, con el mar colandose por mis mejillas y mis cabellos agitandose.
Aunque sabía y no saldrías, aunque sabía y estaba desperdiciando mi tiempo...
Me quedé, creyendo en ti y en lo que tú eras para mí, en la imagen que tenías conmigo y que habías forjado sólo para mí.
Y ahí, por todos mis vagos deseos...
Apareciste, tras la clara cortina, con un gesto que a mí me aniquiló.
Arrepentida de esto y culpable de todo, con lágrimas de compañeras y tus labios necesitandome.
En el regreso que esperabas y yo diese, en el beso de bienvenida y de reencuentro, ese que ambos queríamos.
Y sin embargo...
Sólo observé, tu entera tristeza y tu eterna desesperación, la necesidad fluida en tu expresión y la misericordia en tus manos.
Heladas por un cruel invierno y que se infiltraba por ese vidrio, donde misteriosamente habías apoyado la palma.
Y yo, quieto...
Fui testigo de tu sacrificio, a lo que sometías a tu cuerpo y a tu corazón, congelado por mi partida y roto por mis pasos.
Que ahora no le veían el sentido a estarse inmóviles y sin hacer nada, sin ir a consolarte y confortarte.
Y casi, casi pero casi, di mi primer paso, pero...
No llegué, cuando te vi cerrar los ojos y quitar la mano del escarchado cristal, moviendose la cortina entre tus cabellos.
Y ahí te fuiste, del momento que a medias compartíamos y me dejaste a mí, como siempre.
Quebrado a la mitad y hecho pedazos, por los disparos que me tiraste y que yo no pude esquivar.
Y el cuerpo entero me tiritó, cuando sentí el frío de no tenerte y buscarte donde ya no estabas.
A MI LADO...
Y por eso...
Me di la vuelta, avanzando lento y pausado, yendome de ti y para siempre.
A estas alturas, ya no podía arreglar las cosas, esas que yo sólo arruiné.
Disculparme contigo no bastaría y seguro luego surgiría otro problema, por el que volveríamos a pelear.
Y en algún momento...
Alguno de los dos se cansaría, de ir y venir siempre con lo mismo, con la clase social que teníamos.
TÚ, UNA RICACHONA Y YO, UN POBRETÓN...
Y ese era el único motivo, por el que lo nuestro ya no se daría y no tenía esperanzas.
Ninguno de los dos podía cambiar, dejar atrás a la familia y olvidar quienés eramos en esta sociedad.
Y sólo esa vez caí, que sin ti no era nadie y que no caminaría sin ti, para quedarme tirado en cama.
Sin nada que hacer ni nada que sentir, con mis motivos para seguir adelante perdidos y abandonados.
Por la espera que tú ya no tendrías por mí y por mis vueltas, por lo que yo siempre dije y nos separaría.
Aunque mil veces dijiste y eso no importaba, que con estar juntos bastaba, que sólo tenía que preocuparme por ti...
Y YO NO TE ESCUCHÉ...
Y eso fue porque estaba asustado, de no poder darte lo que querías y lo que te merecías.
Lo que estabas acostumbrada a tener y que claramente no saldría de mi bolsillo, muchos menos de mi cartera.
Siempre dijiste y no importaba, que así como estabamos estabamos bien, que las demás cosas no importaban...
PERO, PARA MÍ, SÍ IMPORTABAN...
El no ser lo que se esperaba para ti y para tu vida, esa que todos te obligaban a vivir y en matrimonio.
Y yo...
No era el indicado para eso, para acompañarte el resto de tus días y como se debía.
No era de esos que podían dartelo todo, puros lujos y privilegios por el dinero.
Conmigo, acabarías viviendo en un rancho y llena de niños, esos a los que no podría mantener.
Y ese tipo de vida, que me tocaría a mí...
No quería arrastarte a eso, a lo miserable que todos los días te sentirías y lo mucho que te arrepentirías.
De involucrarte con tu tipo como yo y tan poca cosa, para la fina dama que eras y que muchos esperaban llena de éxitos.
Y NO PENSÉ, QUE RENUNCIAR A TI, SERÍA TAN DIFÍCIL...
Irme por mi lado y tú por el tuyo, no pensé y me costaría tanto, separarme de tu camino y de tus pasos.
Y sin embargo, cada vez que me alejaba...
Costaba, cada paso adelante y que deseaba volver atrás, para ir a buscarte.
Para que tú te llevases mi dolor y mi arrepentimiento, por terminar las cosas así y sin un por qué.
Porque...
No rompí contigo porque no pertenecía a tu mundo, sino...
PORQUE YO NO ERA SUFICIENTE PARA TI...
+THE END+
