1° año

por Lil_GM y Saphira Kailen

Aclaración: Los personajes que ya existen, así como el mundo de HP no es nuestro.

Las cursivas representan el relato desde el punto de vista de una. Las letras normales la de otra.

Son dos chicas contando a la vez.

Cap.1

Estaba completamente aburrida en mi cuarto cuando escuché como algo se estrellaba contra mi ventana. al observar la causa del ruido noté que había una especie de lechuza tratando de entrar. Sorprendida abrí la ventana y al sentirme atacada por el animal me tiré al suelo cubriéndome el cabello ya que podría enredarse allí con facilidad, miré de reojo al ave, la cual me veía con expresión rara, me dejó una carta y salió volando. Observé la carta. Hogwarts...

-Mmmm pues quien sabe- dejé la carta sobre mi escritorio, la vería después, acababa de notar una mancha curiosa sobre mi pared.

"Mi carta ya debería haber llegado", pensé alarmada mientras caminaba de un extremo al otro en la sala de mi casa frente a la cálida chimenea. Mis padres estaban trabajando, así que yo estaba sola en aquella enorme casa. Para distraerme del recuerdo constante de la carta perdida, salí al jardín trasero a visitar a mi pequeña amiga que se deslizaba cerca del viejo sauce.

- Te notas impaciente -me dijo aquella con una voz silbante, y a veces irritante, mientras se acercaba a mis pies.

- Querida, estoy impaciente. Mi carta de Hogwarts aún no llega... -me crucé de brazos.

- Cuando llegue la lechuza, ¿puedo comerla? -la fulminé con la mirada y me di la vuelta. Estaba resuelta a regresar a mi casa a distraerme cuando divisé un punto extraño a lo lejos. Se fue acercando... sí, ¡era una lechuza! Pero... algo estaba mal...

Logré atraparla antes de que chocara contra el gran árbol, tenía un ala herida y mi carta en su pico. La tomé, la guardé en el bolsillo de mi pantalón y corrí a casa. Tenía que curarla. La carta podía esperar.

Después de un rato decidí abrir la carta, comencé a leerla con nuevo interés. Decía algo así como:

"COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Querida señorita Teshbock:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1° de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio."

¿Magia? ¿Un colegio de magia y hechicería? Sonaba genial pero nada real, y de ser real ¿por qué habrían de quererme allí? Inocentemente investigué sobre la escuela en internet, por supuesto que no encontré nada. Miré la hora, ya era tarde y de nuevo mis padres no llegaban. Sonaba una propuesta interesante y a ellos no les importaría donde estara con tal de que estudiara, si quisiera podría ir, pero... no podía confiar en ello.

Muchas cosas raras me habían pasado en mi vida pero esto sin duda era demasiado, podría ser una simple broma de alguien, tendría que pensármelo bien antes de decidir algo, todo sonaba majestuosamente irreal.

Después de curar a la lechuza con un bálsamo que tenía guardado mi mamá, y del cual no recordaba su nombre, me senté frente a la chimenea con mi corazón a punto de salir de mi pecho. Lo abrí lentamente con manos temblorosas de la emoción:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Querida señorita Dellarush:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1° de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

El grito que salió de mi boca podría haberse oído por todo el mundo mágico. No sabía cómo mostrar la emoción tan grande que sentía al tener al fin esa carta en mis manos. Volví a guardarla en mi bolsillo, tomé un poco de polvos flu de la pequeña bolsa encima de la chimenea, los lancé dentro de ella y me metí. Ministerio de Magia, pronuncié en voz baja. Tenía que decirles a mis padres en ese instante.

Seguí pensando en el tema unos cuantos días...Magia...esa palabra no se iba de mi mente y recuerdos de extrañas cosas acudían a mí, ¿había visto danzar una flor? algo así me parecía recordar, los pensamientos de mis hermanos en la habitación continua llegaron flotando a mí, cierto, eso era algo que no todos podían hacer, captar pensamientos ajenos, pero era algo psíquico, no mágico ¿no es así?

Finalmente me decidí a decirles a mis padres que me cambiaría de escuela, ni preguntaron a cuál, me dieron su permiso y como siempre me depositaron lo necesario en la tarjeta.

Mi corazón latía con fuerza cada que pensaba en eso, temía que fuera una farsa, pero era emocionante ¡Una bruja! Sería una bruja, siempre había querido ser algo más que lo que se esperaba de mí, tal vez esto era lo que siempre había estado esperando.

Cuando les dije lo de la carta a mis padres, me abrazaron emocionados. Serás Ravenclaw como yo, decía mi madre; No, no, no, serás Slytherin como toda mi familia, reclamaba mi padre. Yo sólo reía, qué otra cosa podía hacer. Regresamos juntos a casa y esa misma noche celebramos con un gran banquete, acompañados de mis tíos y mi primo que cursaría el quinto año en Hogwarts, él era un orgulloso (y guapo, no podía negarlo) Slytherin.

Esa noche bebí cerveza de mantequilla a morir y me fui a la cama horas más tarde, agotada y con millones de ilusiones en mi cabeza. Ese día al fin iba a llegar, pero sólo una pregunta me atormentaba: ¿en qué casa quedaría? Yo quería ser Ravenclaw, me fascinaba la idea, había heredado la inteligencia de mi madre, aunque tenía algunas fallas en mi memoria, pero ser Slytherin... me haría un orgulloso miembro de la familia de Slytherin forever, además de que quería demostrar que había una sangre limpia que respetaba a todos los magos y brujas en general, a mí no me importaba si tenían familiares muggles o no. Ser Slytherin le vendría muy bien a mi propósito, pero la palabra Ravenclaw también revoloteaba por mi mente.

- Eso lo pensaré en lo que restan mis días libres -susurré y me cubrí con las mantas.

La verdad ya no recuerdo cómo logré dar con el callejón Diagon, pero fue la cosa más emocionante que jamás me había pasado. Gente extraña aquí y allá, era como estar en una calle donde fuera todo el tiempo Halloween. Estuve alrededor de una hora observando a la gente emocionada y asustada a la vez, por fin tenía la certeza de que la magia era real pero aun así mi temor no disminuía ni un poco.

Una señora se apiadó de mi aspecto de abrumada y tras pronunciar la palabra "muggle" y notar que mi confusión creció aún más, me acompañó a Gringotts y me ayudó a cambiar mi dinero normal por galeones y las demás monedas. Me comentó que estaba comprando las cosas que sus hijos necesitarían en su primer año y así me guió en mi travesía por todo lo necesario.

Compré cosas como loca, plumas que se supone respondían tus exámenes, una extraña esfera que me dijeron que era una recordadora, en fín, compraba lo que me llamaba la atención y no me parecía peligroso.

La compra de mi varita fue todo un espectáculo, me gustó eso de que ella escogía al mago, terminé obteniendo mi hermosa varita: 26.75 cm de largo, de roble inglés con centro de unicornio y ligeramente elástica. Algo difícil fue elegir la mascota, pero terminé conquistada por un hermoso cachorro de gato negro, el cual sin pensar compré y llamé Shasta.

Ya estaba en el Callejón Diagon. No sabía por dónde empezar. Dos cosas ocupaban mi mente, mi varita y mi mascota. Mi querida serpiente, Litza, no podría venir conmigo a Hogwarts, además de que realmente no quería llevarla; la quería, pero no en el colegio. Mis padres sólo sonreían mientras me miraban indecisa.

- Mi varita primero -le dije a mis padres y corrí hacia la tienda de Ollivander. Mis padres me siguieron obedientes y entramos en la tienda. Había muchos niños de mi edad que eran elegidos por sus varitas. Era mi turno. Después de unos minutos de espera, mi varita estaban dentro de mi caldero de peltre: 26.75 cm, de Nogal Negro con centro de Unicornio y dura.

Ya en la tienda de mascotas elegí mi próxima acompañante en este nuevo viaje: una lechuza. La decisión la había tomado desde antes de recibir mi carta. Me encantaban las lechuzas y quería una. Desafortunadamente, no había lechuzas nevadas y me desilusioné un poco; mi padre puso su mano sobre mi hombro y dijo: No te desanimes, hay muchas más. Compramos una lechuza marrón de mediano tamaño, aún no sabía qué nombre le pondría, lo decidiría más tarde.

Encontré a mi primo en Flourish & Blotts y me puse a curiosear entre sus compras. Mi tía y mis padres decidieron salir a tomar un helado mientras yo compraba mis libros junto a mi primo. Los metí en mi caldero y esperé a Nícolas, quien miraba cuidadosamente un nuevo ejemplar sobre animales mágicos. Algo distrajo mi atención, una chica singular acababa de entrar en el local y miraba todo asombrada. Vestía como... muggle. Sí, seguramente era hija de padres muggles. Sonreí. Un chico que tenía cerca la miró también de arriba a abajo y murmuró: Ash, una sangre sucia. Lo fulminé con la mirada y varios hechizos pasaron por mi cabeza pero me contuve. No podía hacer magia aún.

- ¿Qué miras? -preguntó Nícolas y se dirigió a la caja.

- A la chica cerca de la puerta -mi primo apenas volteó.

- ¿La del cabello alborotado?

- Sí, ella. Pareciera que nunca hubiera venido al Callejón.

- Prima, es una sangre sucia.

- ¿Cómo puedes hablar así? Todos somos iguales, no importa nuestra descendencia. Ya quisiera verte enamorado de esa chica para que escarmientes.

Sólo movió la cabeza y salimos de la tienda para encontrarnos con nuestros padres. Me propuse a buscar a la chica en el tren de Hogwarts, me había agradado y quién mejor que yo para guiarla en ese mundo extraño al que había llegado.

Los últimos en mi casa los pasé leyendo libros para niños magos y brujas, supuse que esa sería una forma sencilla de comenzar a aprender de ese extraño mundo, la verdad muchas cosas seguí sin comprenderlas pero muchas otras me resultaron sencillas, en cierta forma éramos muy parecidos. También leí algunos libros sobre la escuela a la que iría para no llegar completamente desarmada.

Mi familia ni sospechaba a qué clase de escuela iría, ni siquiera me habían preguntado por mi lista de útiles, eso no les importaba mucho, solo les importaba mi promedio. Me pregunté si mis hermanos también irían, no tenía idea de a qué escuelas iban, pero después de pensarlo un rato llegué a la conclusión de que ninguno tenía nada de mágico.

La última noche no pude dormir, me la pasé imaginando como sería y jugando con el pequeño Shasta, igual y podría hacer que un día nos habláramos, sería algo curioso. Me quedé viendo mi boleto, estación King´s Cross, andén 9 ¾, había ido a esa estación muchas veces, pues amo los ferrocarriles, y jamás la había visto. Los nervios estaban a flor de piel, creo que a fin de cuentas terminé dormida pues recuerdo despertar al estar Shasta pidiéndome comida justo en el momento indicado.

Mi noche fue tranquila, me la pase soñando con hechizos, profesores y pociones; ya quería llegar a Hogwarts. Mis padres me acompañaron al andén 9 ¾, atravesé el muro entusiasmada y la escena esperada se presentó ante mis ojos. Miles y miles de personas estaban esperando la salida del ferrocarril. Los padres despedían a sus hijos, muchos de ellos cargando sus baúles y la jaula de sus mascotas. Y varios metros a lo lejos un chico alto me llamó la atención. Era mi primo, quería conocer el vagón donde solían sentarse los chicos de Slytherin; miré a mis padres, quienes habían percibido lo mismo que yo, y caminamos hacia allá.

- ¡Nick! ¡Nick! -grité, levantando la mano para que me viera entre tanta gente. Cuando me vio, sonrió y me saludó. Cuando él estaba en Hogwarts era un chico más animado, alegre y simpático. Nícolas tenía toda la herencia francesa de nuestras raíces: una altura increíble, a pesar de su corta edad; complexión delgada pero no parecía un fideo, su cuerpo era un poco atlético por ser del equipo de Quidditch del colegio; ¡ah!, pero tenía un detalle que no podía dejar pasar, sus ojos color miel, que a pesar de que yo también los tenía, los de él eran brillantes, y los míos estaban ensombrecidos por una manchita extraña más oscura. Sí, él tenía todos los atractivos de la familia Dellarush (aunque se apellida Temple, pues mi tía era la hermana de mi padre), mientras que yo tenía un estatura promedio para mi edad, pero tenía la esperanza de crecer y estar cerca de su altura a su edad.

Llegué y lo abracé. Él me correspondió y me presentó a dos de sus amigos. Claro, eran muy pedantes y se regodeaban de ser hijos de sangre pura. Me resigné porque no me importaba mientras estuviera cerca de la buena vibra que mi primo se cargaba en ese momento.

No tenía idea de cómo entrar al andén 9 ¾ así que me senté sobre mi baúl a observar a la gente, de pronto una familia corrió hacia una columna, creí que se estrellarían pero para mi sorpresa cruzaron como si nada, fue algo increíble. Lentamente me acerqué allí, puse mi mano y vi como la tragó el muro, ahora estaba emocionada y llena de aún más curiosidad, empujé mi carrito y entré. Gente con ropa diferente a la que estoy acostumbrada llenaba el lugar, padres despidiendo a sus hijos, chicos peleando por subir sus baúles y jaulas al tren, me sentí algo intimidada.

Como pude me abrí paso entre la gente y logré llegar a una entrada, puse a mi gato en su caja y empujé mi baúl arriba, busqué un compartimento vacío, viendo a gente saludarse y platicar sobre su verano, sentí nervios y me sentí fuera de lugar. Por fin encontré uno solo, entré, cerré, suspiré y acomodé mis cosas, saqué a Shasta de su cajita y le acaricié el lomo mientras maullaba y se acomodaba en mis piernas.

-Bien, aquí estoy.- murmuré a mí misma, mientras veía por la ventana, una pregunta cruzó mi mente ¿qué pensarán mis padres cuando sepan que soy bruja? ¿Me acompañarían algún día a la estación? Escuché gente pasar frente a la puerta, estaba muy nerviosa, sinceramente prefería que nadie entrara.

El tren comenzó a avanzar, mi primo se asomó por la ventana y se despidió de mis tíos, yo le seguí y también me despedí de mis padres. La sonrisa de los cuatro era deslumbrante, y las nuestras ni se diga. Estaba en el vagón de los Slytherin, sentada a un lado de mi primo y sus dos amigos. La plática era tan banal que sólo me la pase mirando por la ventana. No, ya, no aguantó más, me levanté de mi asiento y me propuse recoger los vagones... ¡Cierto! Tenía que encontrar a la chica de cabellos alborotados que había visto en la tienda de libros.

- ¿A dónde vas, prima? -me preguntó Nick.

- Quiero recorrer los vagones y conocer el tren, vuelvo después.

Seguí caminando, mirando cada compartimento y buscando a la chica. Digo, no era difícil, nunca había visto un cabello así. Podría encontrarla. Niños y niñas de mi edad corriendo de aquí a allá, otros chicos de quinto y sexto besuqueándose dentro de los compartimentos, hice cara de asco y seguí avanzando.

Llegué hasta el primer vagón del ferrocarril y no la encontré. ¿Y si no había llegado a tiempo? ¿O se había arrepentido de venir al Colegio? ¿O sus padres no le habían dado permiso? Bueno, por su aspecto, la chica era hija de padres muggles y posiblemente, al no saber nada sobre magia, no tenían confianza. Aunque los contratiempos siempre existen, conocía el tráfico de la ciudad cuando estaba de visita y observaba el mundo muggle. Seguí pensando en cada posibilidad mientras regresaba al vagón Slytherin.

¡El carrito de los dulces! Excelente. Corrí hacía él, decidí comprar dos ranas de chocolate y grageas de Bertie Bott, aunque lo dudé al principio. Abrí el primer paquete de ranas de chocolate y el cromo que me salió fue el de Merlín. Genial, éste no lo tengo. Él había sido un Slytherin y el mago más poderoso de los tiempos... aunque Dumbledore se le estaba poniendo parejo.

Y en ese instante, un gatito negro salió corriendo de un compartimento y lo alcancé a tomar. Qué lindo gato, pensé. Caminé al compartimento del que se había escapado y cuál fue mi sorpresa al ver a la chica de cabellos alborotados. Sonreí. Abrí la puerta, decidida a hacérmela mi amiga.

Estaba a punto de salir corriendo tras Shasta cuando una chica con cabello peinable, no como mis greñas, abrió la puerta, cargando a mi pequeño Shasta.

-Eh...jeje agarraste a mi gato.- dije algo torpe, esperaba no encontrarme con nadie hasta bajar, agarré a Shasta y le acaricié el lomo.- Mmm gracias por atraparlo. - Intenté apartarme el cabello un poco de la cara para verme más presentable, pero bueno, eso es difícil.

No supe de qué hablarle, seguramente ella era completamente bruja, alcancé a ver un carrito con dulces, creo que mis ojos brillaron como siempre lo hacen al ver dulce y me apené un poco. Sin saber qué más decir me senté de nuevo.

La chica tomó a su gato de mis brazos, vi un brillo singular en sus ojos y se sentó. Así que es un poco tímida, me toca dar el primer paso.

- Bueno, tenía que verlo pues casi tropiezo con él. Es muy lindo. ¡Ah! ¿Quieres una golosina? -le ofrecí la caja de la rana de chocolate, esperando que lo tomará. -¿O prefieres algo del carrito? ¡Vamos! Yo invito.

La chica era extraña, como que agarraba confianza muy rápido, me extrañó que me ofreciera un dulce o que me invitara dulces cuando ni mi nombre sabía, supuse sería de mala intención rechazarla pero no podría dejar que me invitara lo que quisiera en ese momento, que sinceramente era mucho lo que se me antojó, así que tomé la caja que ofrecía.

-Gracias ¿qué es?- Examiné la cajita, y leí todo lo que tenía escrito, mi gatito también se vio interesado en el envoltorio, maulló, sonreí, era chocolate, una de las cosas que más me gustaban.

Tomó la caja temerosa y la examinó de arriba a abajo. Cuando vio el contenido, sus ojos volvieron a brillar. Le gustan los dulces también. Seguí mirándola, tratando de analizar su actitud. Era tímida, eso se notaba. Y seguro me consideraba un bicho raro, como yo a ella. Ella era de un mundo distinto al mío, y estaba en un lugar diferente al suyo, entonces suponía que no se sentía a gusto, como cuando yo caminaba entre los muggles.

- Creo que me precipité un poco. Te vi en Flourish & Blotts, la tienda de libros, supongo que no te diste cuenta de mi presencia. Pero en fin, hablo demasiado. Y debería presentarme para no asustarte. Mi nombre es Clarissa Dellarush. ¿Cuál es el tuyo? -y extendí mi mano para una presentación formal, así estaba educada. Esperé ansiosa que ella se animara a hablar un poco más.

Sinceramente su presentación me dio risa pero me resistí y reí solo por dentro, estreché su mano.

-Soy Kailen Teshbock, soy muy distraída así que por eso no te vi supongo jeje.- La vi en buen plan así que supuse que estaría bien llevarme con ella, era rara pero no creí que tuviera malas intenciones además, era útil conocer a alguien de ese mundo ¿no?

Creo que fui muy formal, tengo 11 años, seguro se rió de mí. Cuando estrechó mi mano, la noté tensa.

- Es un gusto conocerte. Bueno, cuando te vi supe que eras nueva por aquí, así que me gustaría ayudarte para que los demás no te jueguen malas bromas o algunas cosas no te tomen por sorpresa. ¿Eres hija de padres muggles, no?

-¿Muggles?- sabía que había leído eso en algún lugar pero no recordaba qué era, recordé que lo leí en un libro infantil; muggle...alguien sin magia.- Mmm sí, creo que sí.

Sí, ella sí era bruja de familia mágica, y al parecer quería ayudarme, me pregunté qué tan...muggle debía verme como que para que a simple vista supiera que lo soy, sí, estaba más fachosa que ella y así, pero supuse que eso no tenía nada que ver, quien sabe, a lo mejor es algo que los magos y brujas son capaces de ver a la primera.

- ¡Oh, ya veo! Te has puesto al tanto del mundo mágico. Entonces tal vez no tenga que ayudarte mucho. Dime, ¿qué personaje aparece en tu cromo? -y señalé la rana de chocolate que tenía en su mano. Seguramente había leído algunos libros sobre el mundo mágico y eso me hizo sonreír. Era una chica lista, ella no se iba a lanzar contra un Troll sin saber por lo menos un hechizo... aunque tal vez ella aún no sabía qué era un Troll.

-Mmm -Abrí mi chocolate y saqué el cromo.- Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore... mmm es el director de Hogwarts ¿no?

Sentí que debí haber leído un poco más, al menos hasta ahora había entendido el término muggle y sabía quién era ese personaje. Curiosamente mi rana de chocolate cobró vida ante mis ojos y brincó hacia la puerta, me le quedé viendo fascinada, era algo genial, antes de que lograra escapar Shasta la atrapó con sus pequeños colmillos y me lo dio. Sonreí, agarré la rana y me le quedé viendo.

- Sí, es el director del colegio. Creo que tengo como tres de él. Es uno de los magos más poderosos de este siglo -la rana escapó pero el gatito de la chica lo atrapó a tiempo- ¡Ah! Las ranas de chocolate suelen hacer eso, por eso es mejor darle la mordida en cuanto abres el paquete.

El ferrocarril se volvió un poco más lento. Miré rápido por la venta y divisé el castillo.

- ¡Mira, mira! Ése es el colegio Hogwarts. Créeme, te va a encantar -y señalé hacia afuera.

Me metí la rana de chocolate a la boca y me asomé. Era hermoso, amo los castillos y ese me impresionó y la idea de vivir en él me emocionó aún más. Quise decir algo pero tenía la boca llena de chocolate, así que lo más que pude hacer fue comer chocolate. Vi que aún estaba en mis fachas, supuse debía ponerme el uniforme, pero pues, no estaba sola.

- Supongo que te gusta. No he conocido a nadie que no le gusten los castillos. Bueno, ya estamos cerca, -me levanté de mi asiento y me dirigí a la puerta- así que iré a mi compartimento a ponerme el uniforme, estoy con los Slytherin, ¿quieres que vuelva por ti, Kailen? ¿Te puedo llamar por tu nombre, no?

Sonreí. La perspectiva de que estaba cerca de Hogwarts y posiblemente tenía una nueva amiga me llenaba el alma de alegría.

Logré terminarme el chocolate, seguí viendo el castillo.- Está bien.- Respondí, y metí a Shasta en su caja. Me estaba poniendo nerviosa, logré ubicar la palabra Slytherin pensé que sería una de las casas, recordaba esa y Ravenclaw porque eran las más sencillas de recordar a mi parecer, esperaba quedarme en alguna de esas dos, de preferencia Slytherin porque al menos ya conocía a una persona de allí.

Ya que se fue, peleé con mi uniforme, odiaba las faldas, pero en sí me agradaba el uniforme, mi corazón latía cada vez con más fuerza, me ponía nerviosa saber qué sería de mí.

Cerré la puerta y regresé corriendo al último vagón. La mayoría de los chicos ya tenían su uniforme puesto, así que me apresuré a ponérmelo.

El ferrocarril se detuvo. Mi emoción creció aún más. ¿En qué casa me pondrían? ¿Slytherin o Ravenclaw? ¿La chica nueva, Kailen, quedaría en la misma casa que yo? Alisé mi falda y tomé la jaula de Mathie, mi nueva lechuza marrón y me encaminé a la salida.

- Clary, te ves muy entusiasmada, ¿lista para ser Slytherin?

- Primo, ¿quién dijo que quedaría en Slytherin? Tal vez entre en Ravenclaw...

- O Gryffindor. No, prima, prométeme que harás lo posible por no quedar en Gryffindor.

- No creo que el Sombrero Seleccionador me pregunté, pero por si lo hace, pediré que no Gryffindor.

- Perfecto, ¿vienes con nosotros?

- Nop, iré a recoger a una nueva amiga -me adelanté y empecé a mezclarme con las demás personas que salían.

- ¿Una nueva amiga? No me digas que es la chica de la librería, esa...

- ¡Cállate, Nícolas! Cuando la conozcas, te caerá muy bien, créeme -le grité mientras corría hacia el compartimento de Kailen, no podía dejarla sola en este mundo.

Suspiré para calmar mis nervios, acaricie por última vez el pelaje de mi mascota antes de cerrar su caja. Me agarré el cabello en una coleta como pude, vi como pasaba gente frente a mí, me sentí algo pequeña, de por sí no era alta, y tenía cara de niña y todos los que pasaban frente a mí se veían grandes.

Esperaba a que la chica que había conocido llegara, había olvidado ya su nombre pero su rostro no. -Unos minutos más.- Pensé, si en unos minutos no llegaba me iría yo sola. Me asomé por la ventana y vi a un hombre, o eso parecía, de aproximadamente 3 metros, si no era más su estatura, me impresionó mucho, frente a él se arremolinaban estudiantes, saludándolo o algo así parecía. Esperaba no tener que pararme junto a él o me sentiría aún más enana.

Prometía todo ser interesante.

Me había tardado un poco en desviar a todos los estudiantes que salían del tren. Cuando llegué al compartimento de Kailen, ella estaba mirando por la ventana. Yo seguí su mirada y vi a Hagrid, esperando a los chicos de primer grado.

- Él es Hagrid, un tipo grande, ¿verdad? Es mitad gigante, por eso su altura. Pero que no te intimide, es agradable. Te caerá bien. Si estás lista, podemos bajar antes de que el tren regrese a Londres -tomé la jaula que había dejado en el suelo y me encaminé a la próxima salida. Saludaría a Hagrid, hace un tiempo que no le veía.

-¿Un mitad gigante?- Pensé. No me había imaginado que existieran, eso me emocionó e introgó. Tomé mis cosas y la seguí.

-¿De qué grado eres?- Le pregunté.

Reí. No esperaba esa pregunta.

- ¿Me veo muy grande? Bueno, soy de primer año, al igual que tú supongo. ¿Por qué me preguntas eso? -volví a reír. Todavía había muchos chicos en las salidas tratando de reunirse afuera.

-Ah, nada más porque sabes quién es.- Reí un poco, supuse que tendría familia que fuera allí, o que era normal conocerse entre la gente mágica, igual y su familia era influyente o simplemente eran amigos de familia. Las posibilidades eran muchas -Creo que ya deberíamos ir.- Jalé mis cosas y esperé a que hubiera un huequito entre la gente donde pudiéramos meternos.

Nos colamos entre la gente y logramos salir. Caminamos juntas hacia Hagrid, quien gritaba: "¡Primer año! ¡Todos los de primer año por aquí!". Logramos llegar hasta él, todos los niños mirándolo por lo alto y grande que era.

- Es más grande de cerca, ¿no? -le dije a Kailen, nos acercamos y levanté la mano para que me viera- ¡Hagrid! ¡Por aquí! ¡Hagrid!

El hombre peludo volteó y me miró dudoso. Duró unos minutos en reconocerme y me abrazó.

- Pero si es la pequeña Clary, hace unos años que no te veía. Has crecido mucho. No sabía que este año entrarías a Hogwarts. ¿Cómo están tus padres? ¡Oh! ¿Quién es la que te acompaña? ¿Ya hiciste amigos? ¡Qué bien, qué bien! -su voz era tan grave y potente, que ensordecía pero la alegría de verlo impedía que me fijara en esas nimiedades.

- Mis padres están muy bien, te mandan saludos. Y sí, éste es el año en el que entro. Ella es Kailen, la conocí en el tren. Kailen, él es Hagrid, viejo amigo de la familia, vive y trabaja en Hogwarts -Hagrid sonrió amistosamente. Seguro que se caerían bien.

Me sentía intimidada por el semigigante, y me extrañaba verlos hablando como si nada, supuse que eso sería común en ese mundo. A pesar de todo parecía una persona agradable.

-Mucho gusto, soy Kailen Teshbock.-Dije a Hagrid, sonreí un poco. Me distrajo algo y me puse a ver a los demás estudiantes a nuestro alrededor, algunos estaban encantados y vi a algunos que se veía que estaban igual de impresionados que yo, seguramente serían hijos de muggles también.

- ¿Ya están todos los de primer año? ¡Síganme! -gritó Hagrid. Todos avanzamos junto a él.

- Creí que Nícolas te había dicho que yo entraba este año -le dije al semigigante mientras caminábamos por un sendero pequeño que se dirigía al enorme lago negro. Ahí había muchos botes pequeños para transportarnos al castillo.