Fue un año difícil. Estoy tratando de sobrevivir cada día a la vez hasta finalmente volver a sentirme viva; no dejo de preguntarme si algún día lo conseguiré. ¿A quién le importa de todos modos?

La música era estridente, sentía mi mundo en pausa… dentro de una botella. Mi vista ya estaba sumamente nublada y mis piernas cruzadas no dejaban de ser acariciadas por el hombre junto a mí. No podía permitirme el quedarme dormida sobre la mesa, no de nuevo. De alguna manera el sueño se vio acompañado por la risa, esa que hace que te duela el estómago al no poder detenerte.

-¡Y entonces el tipo llega a su casa borracho en la madrugada, ve a su esposa esperándolo con una escoba y le pregunta, ¿Estas barriendo?!- mi acompañante soltó una escandalosa carcajada mientras yo golpeaba la mesa con fuerza sin dejar de reír. Tome el tequilero y de manera impulsiva lo lleve a mis labios, de un solo trago resbalo su contenido alcohólico en mi garganta. Cuando quise llegar más lejos y me dispuse a romper el pequeño vaso de vidrio contra el suelo, alguien me lo arrebato de las manos.

-Hola, buenas noches, que bien que se divierten- pronuncio con una sonrisa un hombre joven, de mi edad… 20 años. Su cabello era agradable, alborotado pero sedoso al tacto; al igual que su mirada, amenazadora pero cálida con el tiempo.

-¡Oh, Gray! ¡Hola!- pronuncie con suma ternura e infantilidad en mi voz; estire los brazos hasta alcanzarlo y colgarme de su cuello sin dejar de reír como boba. ¡Había llegado el príncipe azul!

-Es suficiente princesa, vámonos- pronuncio irritado, dejando sobre la mesa un par de billetes al mismo tiempo que miraba amenazadoramente al tipo que me hacía compañía.

Si la noche estaba por terminar, podía continuarla de camino a casa, así que estire mi brazo intentando alcanzar la botella de tequila, pero Gray la tomo con mucha más rapidez que yo.

-¡No, no! ¡Dámelo, Gray! ¡Es mía!- chille mientras era guiada a la salida. La música de a poco se fue apagando, al igual que el olor a humo y alcohol, cada tambaleante paso que daba me decía lo mal que me encontraba; pese a eso no quería que la noche terminara… quería regresar.

El tipo con el que estaba lucia atractivo, debí dejar que me acompañara al baño cuando se ofreció.

Una vez que mis botas tocaron el pavimento volví a insistir e intente arrebatarle la botella -Ya basta tonta, has bebido suficiente, estas borracha- murmuro malhumorado sin soltar mi mano, sin permitirme desplomarme ahí mismo, sin permitirme que me humillara más a mí misma; era la única persona que se preocupaba por mis heridas. Sonreí de medio lado y lo golpee en el pecho.

-¡He, he! ¡No levantes falsos! ¡Si no me acuerdo en la mañana, no paso!- solté una carcajada traviesa pero el decidió que no era gracioso y me tomo del brazo con fuerza mientras emprendía su marcha en las desiertas calles de la ciudad -¡Oye! ¡Espera idiota, me lastimas!- grite al mismo tiempo que me retorcía hasta que me libero. Mi rostro se tornó serio acompañado de mi sensual y provocadora mirada de mujer ebria; di un paso a la derecha, luego otro a la izquierda y dos hacia atrás.

-¡Mírate! ¡No puedes ni mantenerte en pie! ¡¿Qué sucede contigo?!- reclamo con sumo enfado, a lo que yo comencé a reír, emoción que no pude entender pues en el fondo no quería nada más que llorar- ¡Es la tercera vez en esta semana que tengo que sacar a arrastras de un bar! ¡Si sigues abusando del alcohol de esta manera te puedes enfermar! ¡Esa porquería mata lentamente!-

-¡No te preocupes, no tengo apuro!- pronuncie torpemente con suma alegría sin dejar de reír.

-¡Lucy!- volvió a reclamar Gray, en busca en vana de un poco de sobriedad y madures en mi sistema. Con paso torpe y a punto de terminar en el suelo en cualquier momento gracias a los estúpidos tacones de mis botas, de alguna manera logre terminar frente a él, donde con mis fríos dedos levante la comisura de sus labios hasta dibujarle una sonrisa. El gruño pero yo solté una carcajada al plantarle un beso más fugaz que una estrella.

El hombre me aparto, dio media vuelta y con paso firme dio tres pasos veloces que le sirvieron como impulso para arrojar la botella de tequila muy lejos. Confundida, solo pude escuchar el crack del vidrio al tocar el pavimento.

-¡He, ¿Por qué hiciste eso?!- me queje a lo que él me miro con desilusión -¡Yo estoy en contra del alcohol Gray, por eso lo tomo! ¡Para que se acabe!- justifique en un vago intento por defender mi pobre salud emocional.

Sin previa autorización, poso su mano en mi espalda la cual bajo hasta mi cintura, mientras que con la otra se dedicó a acariciar mi rubia y ya desaliñada melena -Sé que duele, sé que tienes miedo… ¡Pero esta no es la manera!-

¡No me jodas!

-¡Suéltame, suéltame ahora! ¡¿Tu que sabes?! ¡No estuviste ahí cuando todo sucedió! ¡No me toques! ¡Suéltame!- grite al tiempo que golpee su pecho con descomunal fuerza a pesar de tratarse de mí. Intento no alejarse pero al final los incesantes golpes me dieron mi espacio -¡Nunca fuiste parte de nuestra familia, siempre fuiste un intruso! ¡Nadie te pidió que vinieras a buscarme! ¡Déjame sola!- una vez dicho aquello me di media vuelta y con paso tambaleante comencé a andar sin un rumbo determinado.

Paso el rato y mis tobillos comenzaron a gritar de mera agonía exigiendo un descanso, mis parpados no obedecían mi voluntad y cedían con debilidad. Sentí náuseas y mi estómago gruñía escandalosamente, había una tercera guerra mundial en su interior.

-¿Ya estas cansada? No puedes ni caminar en línea recta, tomemos un taxi- murmuro el chico con cautela, quien no se había apartado de mi ni un solo segundo pese a mis crueles palabras -Prométeme que no vomitaras-

Tengo sueño, ¿Ya es hora de dormir?

Abrí los ojos de golpe, me levante de la cama de un salto y casi arranco la puerta del baño al abrirla. Separe mis labios y el vómito desgarro mi garganta -Buenos días- le escuche decir detrás de mí mientras peinaba mis cabellos con sus dedos hasta crear una coleta improvisada.

Una vez que las gárgaras cesaron tire de la cadena y todo el tequila de la noche anterior descendió hasta el drenaje. Cerré la tapa del inodoro y deje caer mi cabeza sobre el mientras cubría mi rostro con los brazos -Oh, santo cielo. ¡Mi cabeza!-

-Trate de detenerte- aclaro Gray antes de que pudiese culparlo.

-¿Por qué fuiste a buscarme?- pregunte, tratando de sonar sutil, pero se escuchó más como una queja.

-Porque sé que estas herida y te aseguro que abrirle las piernas a un extraño mientras estas ebria no te hará sentir mejor- Apreté el ceño ante su rudo comentario.

-¡Eso no te incumbe! ¡¿Qué si es eso lo que quiero?!- exclame desafiante, pero nada conseguía desplomada en el suelo del baño sosteniéndome del inodoro como si mi vida dependiese de él.

Se aproximó aún más a mí y me golpeo con su puño de cemento en la mollera. Reprimir mi grito de dolor fue la única forma de salvar el poco orgullo del que aun podía presumir -Deja de decir tonterías y vuelve a usar ese brillante cerebro tuyo, podría comenzar a oxidarse. Quizás esta suspendido en alcohol- Le saque la lengua aun a sabiendas que me veía como una malcriada.

-¿Juvia… se molestó?- pregunte por lo bajo sintiéndome avergonzada, tratando de convencerme a mí misma que él había ido a buscarme por mero compromiso familiar, no porque yo le importase.

-No, ella entiende-

Cerré los ojos con fuerza, reprimiendo las lágrimas -Lo siento-