¿QUIÉN ENGAÑÓ A ROGER RABBIT? ES UNA PELÍCULA DE ROBERT ZEMECKIS (BASADA EN EL LIBRO DE GARY K. WOLF)


Le había costado orientarse, pero, si la dirección que tenía escrita en un pedazo de papel era la correcta, había llegado por fin. Betty lo metió en su bolso, lo agarró bien y subió las escaleras. La verdad era que pensaba que se encontraría con un lugar un poco más...un poco menos...En fin, se esperaba otra clase de vivienda. O tal vez era que estaba acostumbrada al colorido y la vitalidad de Dibullywood, y aquello le resultaba chocante. De todas formas, cuando llegó al piso indicado y vio al fondo del pasillo la puerta con la inscripción "Valiant & Valiant. Investigadores privados", se quitó de la cabeza todo lo que no tenía nada que ver con el asunto por el que había llegado. A pesar de que había hecho un esfuerzo por olvidarlo por un momento, para no echarse a llorar en medio de la calle como una idiota.

Respiró hondo y llamó un par de veces al cristal. Nadie contestó. No se oyó ni un solo sonido desde el interior. Pero Eddie estaba ahí. Ella lo sabía. Tenía que estar ahí.

- ¿Eddie?

Betty posó la mano en el picaporte pero no hizo intención de girarlo.

- Soy yo, Betty...¿Te acuerdas de mí?

Acercó la cara un poco más al cristal. Sí, definitivamente, allí estaba. Podía ver luz dentro.

- Eddie. Abre, por favor...Sólo quiero hablar. Creo que es lo que necesitas ahora.

De nuevo, ninguna reacción. Betty esperó alrededor de un minuto pero seguía sin haber señales de que Eddie fuera a contestarla. Betty se apoyó en la puerta.

- ...Eddie, es horrible lo que le ha pasado a Teddy...Horrible-de sólo pensarlo, Betty notó que las lágrimas le volvían a los ojos sin poder evitarlo-. Era un gran tipo, no se merecía que le pasara eso. Estoy...Estoy preocupada por ti, ¿sabes? Ya no se te ve por Dibullywood. Y dicen que estás bebiendo más de la cuenta. No quiero reprocharte, sé que lo estás pasando muy mal, era tu hermano...Pero...Oh, vamos, Eddie, ¿ni siquiera quieres verme a mí?-de nuevo silencio. Betty tuvo que sacar un pañuelo de su bolso para limpiarse las lágrimas que caían por su cara. No se atrevió a hablar de nuevo hasta después de un momento, cuando se vio un poco más sosegada. Si Eddie se había dado cuenta de su estado, aquello no le afectó en lo más mínimo, eso estaba claro-. Eddie...Abre, abre, por favor, Eddie, quiero saber cómo estás. Habla conmigo, por favor. No quiero que estés solo.

Betty esperó. Esperó. Pero la puerta siguió cerrada. Sorbiéndose la nariz, la dibu suspiró y decidió que no iba a ir a ninguna parte. Estaba claro que no quería hablar.

- De acuerdo...-lo repitió, esta vez en voz más alta-. Si no quieres hablar, no te obligaré. Pero...En fin, si...si necesitas algo, lo que sea...ya sabes dónde encontrarme...A-Adiós, Eddie...

Betty tuvo que obligarse a caminar; si no, estaba segura de que se quedaría ahí clavada todo el día. Atravesó el pasillo, volviéndose a menudo para mirar a la puerta. Tal vez seguía esperando que se abriera y Eddie saliera para disculparse por su comportamiento e invitarla a entrar. Hasta que no bajó los dos primeros peldaños de la escalera, no se decidió a volver inmediatamente a casa.

Quien le había dado la dirección le había dicho que perdía el tiempo visitándolo, que Valiant seguiría sin salir de su apartamento un buen tiempo; pero Betty estudió la posibilidad de volver a la semana siguiente, de darle un poco más de tiempo. Hablaría con alguien que supiera de aquellos temas, tal vez Eddie sólo estuviera en shock, que aquella fuera una reacción natural del duelo. Pero quería estar ahí. Eddie era un buen amigo y un gran profesional. Él y su hermano. Betty ya evitaba pensar en él, si no, se pasaría el día llorando hasta que se le corriera la tinta. Pero ¡pobre Teddy!


FIN