Ella no es como las otras chicas

Gaara era un niño de mirada tenebrosa y oscura, el tan solo verlo era sinónimo de muerte y sufrimiento. Todos en su aldea le temían ya que creían que no era humano sino más bien una clase de demonio dispuesto a matar a cualquiera que se le pusiera enfrente. Ni siquiera su padre o sus hermanos lo querían.

En su inocencia no entendía porque su única compañía debía ser un viejo oso de felpa y en su desesperación de conseguir amigos dañaba a la gente que estaba a su alrededor sin desearlo realmente. Alguna vez creyó querer a alguien, pero ese alguien lo traicionó destrozando su inocencia para siempre. Desde entonces su único objetivo en la vida era asesinar sin razón alguna para asegurarse de su existencia. Era un chico realmente muy sádico que aprendió a no querer absolutamente a nadie ya que desde ese trago amargo no confiaba en los demás. Su único interés era él mismo.

Pero todo esto cambio radicalmente cuando fue hacia Konoha y la conoció. Desde la primera vez que la vio caminar en frente de él sintió que su corazón se aceleraba. Supo que ella no era igual a las demás chicas. Sus ojos eran los más claros que jamás había visto y su sonrisa sin igual lo cautivó.

Por meses nunca le habló. No tenía la seguridad suficiente. Los complejos no dejaban que se acercará A ella. Pensaba que tal vez, al igual que todos los demás, ella creería que era un monstruo o un fenómeno.

Esa chica era Hinata que siempre se daba cuenta de que la miraba y se sonrojaba cada vez que pensaba en él.
Sin conocerlo, sentía cierta atracción por aquél misterioso chico pero desgraciadamente ella era millones de veces más tímida y tenía más complejos que él por lo que tampoco nunca se acercó.

En un penoso día, todos los que habían hecho el examen chunnin estaban invitados a una comida grupal. El equipo de Hinata tomó su lugar y enfrente de ellos estaba la otra mesa en la cual se sentaron Gaara y sus hermanos. Los dos tenían un buen lugar, ya que sin impedimentos se podían mirar.

En un momento dado, con pleno bocado sintieron la necesidad de voltear a ver al otro. Cual fue su sorpresa que se vieron al mismo tiempo y rápidamente desviaron la vista. Ambos se empezaron a ahogar. Todo el mundo se calló y vieron la escena vergonzosa. Fueron el hazme reír varios segundos hasta que Hinata no aguanto más la pena y aún ahogándose salió apresurada de la cafetería. Los hermanos de Gaara se veían preocupados, él no toleraba absolutamente nada, no sabían si debían correr o no. Sin embargó, él decidió hacer lo mismo que Hinata y salió por otra puerta.

Mientras tanto afuera, a Hinata ya se le había pasado la tos aunque la vergüenza no y ese era un gran impedimento para volver a reencontrarse con sus amigos. A Gaara ya también se le había pasado la tos, y vergüenza de entrar realmente no tenía, lo que lo detenía era el pensar en por qué no había asesinado a todos como bien se lo merecían por burlarse de él. ¿Era posible que empezaba a ser más humano?, ¿por qué estaba cambiando?. ¿Ya lo aburría matar?. ¿Y por qué ella no podía salir de su cabeza?.

En lo que cada quien arreglaba sus asuntos decidieron caminar un poco por los alrededores de la cafetería. Sin duda el destino quería que aquí pasara algo, ya que mientras Gaara daba la vuelta en una de las esquinas su arena se activó protegiéndolo de algo. Cuando pasó el peligro se dio cuenta de que Hinata estaba en el suelo con una marca roja en su frente. Hinata quedó impactada por la mirada de él. Era muy fuerte y con su seriedad el efecto era mayor. Gaara quedó impactado por la nobleza de sus ojos claros, tanto que ni se dio cuenta cuando le sonrió. Hacia años que no le sonreía a nadie. "¿Estás bien?" preguntó él. Hinata dulcemente le contestó que no había pasado nada grave y le sonrió también.

Desde este incidente, una amistad surgió entre ellos. Ella se había convertido en su primera amiga y en su primer amor. Pensaba que tal vez entre ellos nunca podría haber nada ya que eran muy opuestos. Ella era más tierna y dulce que una flor en primavera y él siempre se vio como alguien oscuro, pero aún así no perdía la esperanza. Eran mundos separados unidos por el amor.

Por momentos quería dejarla para siempre ya que sabía que tarde o temprano su instinto saldría a la luz, pero otra parte de él se lo impedía. Sentía la necesidad de estar ahí para protegerla y cuidarla. Se había enamorado profundamente de ella. No entendía por qué si se había jurado a sí mismo jamás amar a nadie esos ojos claros lo volvían loco. Desde que la trató como amiga se convirtió en su todo y fue feliz por primera vez. Siempre permanecía una sonrisa en su rostro y gracias a eso empezó a tener amigos. Hinata había ablandado su corazón por su extraña manera de querer.

Pasaron más días y después de pensar mucho decidió declararle su amor.

Fue corriendo a su casa, pero para su mala suerte ella no se encontraba ahí. Su padre le dijo que ella había ido a entrenar.

Rápidamente fue a buscarla y cuál fue su sorpresa al encontrarla luchando con un tipo que no tenía buena intensiones hacia ella. Mientras se acercaba pudo ver como este personaje la acorralaba. Esto llenó de rabia a Gaara y su instinto asesino se soltó sin control. Su cara se deformó y bruscamente separó a ese tipo de Hinata envolviéndolo en arena para impedir su movimiento. Tuvo cuidado de no tocar para nada a su amada. Esperó a que ella tomara su distancia y utilizando el sarcófago del desierto lo aplastó. Hinata se quedó sin habla cuando vio tan terrorífica técnica, estaba muy asustada ya que Gaara tenía un rostro malicioso, una expresión que jamás le había visto. Él al darse cuenta de su miedo recordó las miradas de desprecio y terror que todo el mundo le dirigía. No se pudo controlar y estaba dispuesto a matarla también. Se había convertido en uno de ellos, pensó.

Hinata vio aterrada como la arena se dirigía a ella. Intentó correr pero la arena la jaló por los pies. Empezó a gritar desesperada y suplicaba por su vida, pero Gaara la apretaba con más fuerza mientras más alto gritaba y la arena empezaba a envolverla por completo. Él ya no era su amigo. Hinata como pudo intentó defenderse pero su vida se estaba apagando y no tenía fuerzas. Cuando sintió que estaba perdida dio un último grito de horror y perdió el conocimiento.

Gaara gozando su locura no sabía lo que hacía. Al escuchar aquel último grito clavó su mirada en ella y en cámara lenta vio cómo se desmayaba. Al instante, él sintió dolor en su pecho, algo andaba mal. La arena y Hinata cayeron, ella pudo respirar otra vez. Por primera vez tuvo piedad de alguien. En pocos segundos regresó a la normalidad y corrió a verla. Hinata aún respiraba. Sin perder tiempo la llevó al hospital. Pacientemente estuvo junto a ella hasta asegurar que estuviera bien. Al cabo de un rato ella despertó y Gaara pensando lo peor de sí mismo decidió salir de ahí sin dirigirle la palabra. "¡NO te vayas!" gritó ella al momento en que lo vio. Gaara se quedó inmóvil esperando el desprecio de Hinata. El silencio en la habitación se prolongó. Gaara comenzó a llorar y se arrodilló a un costado de la cama. Le tomó la mano y se juró a sí mismo jamás lastimar a nadie más. Hinata seguía sin decir palabra alguna. Gaara ya no aguantó más y le confesó su amor. Ella lo escuchó con mucha ilusión.

En la vida siempre hay dos caminos. Tomar conscientemente lo bueno de la gente olvidando lo negativo o, en cambio, olvidar lo bueno y llenarse de rencor con lo malo. Hinata era diferente. Su bondad le impedía odiar a alguien y más a la persona que ella amaba y, a la que al final de cuentas la había salvado.

Después de ese acontecimiento el amor entre ellos se fortaleció durando hasta el final de sus días y fueron la pareja más feliz y unida que jamás se hubiese visto en la aldea oculta de la arena.