Hola! Espero que todos se encuentren bien. Traigo una nueva historia, es una historia corta contará, por lo pronto con dos o quizás tres capítulos. Espero que les guste. Aquí les traigo el primer capítulo para que puedan leerlo y me digan qué opinan si continúo con ella o de plano no.
Declaro que los personajes de HP no son míos sino de J K Rowling. Yo sólo los tomo prestados para crear una historia sin fines de lucro y sólo para entretenimiento.
La insufrible ligereza del tiempo que el amor dilata.
Capítulo I
Las pasiones existen, son parte de los seres humanos…es más se puede decir que es lo que nos hace propiamente humanos. Fueron las pasiones las que nos orillaron a ser lo que ahora somos; racionales, algunas veces, e irracionales, otras más. Nacimos con ellas, son nuestra segunda piel; nos protegen, nos mancillan, nos exaltan o nos glorifican. Por las pasiones el lenguaje humano existe y por ellas muchas veces nos olvidamos también de nosotros mismos. ¿Qué seriamos sin ellas? Apenas criaturas sin chiste ni sentido, tendríamos condición de existencia, pero no de ser.
En fin, ¿se pude decir que las pasiones nos definen? No, pero por ellas somos y nos dotamos humanos. El amor es una de esas pasiones que nos empujó a mirarnos en los ojos del otro, el amor que nos dio el poder, la dicha y la desgracia de sabernos libres. Pero hay otras pasiones igual de fuertes y poderosas que el amor; una es el odio y la otra la ira. Podría decirse que ambas, odio e ira, son la misma cosa, pero vaya que no lo son. El odio es una cosa de ciclos, el opuesto perfecto del amor, pero también su complemento tan natural como signo de supervivencia, puesto que hacemos uso de ella como una herramienta de aversión selectiva para protegernos de las situaciones de dolor, angustia o desamparo que podríamos llegar a experimentar en cierto momento de nuestras vidas. Por supuesto que la naturaleza del odio es otro tema que habría que explicar con más detalle; pero, ciertamente, el odio es una de las pasiones o sentimientos universales propiamente humano. Pero, la ira…la ira ¿será una pasión propiamente humana? ¿Un pecado necesario para nuestra existencia y supervivencia?
Es posible que no lo sea, pero Draco no lo consideraba así. Él era un tipo taciturno que con frecuencia se le veía apesadumbrado como si una gran carga cayese sobre sus hombros; lo cierto es que nunca llegué a conocerlo del todo bien, apenas lo saludaba cuando llegaba a encontrármelo saliendo del departamento. Topaba con él pocas veces a pesar de que su puerta quedaba justo enfrente de la mía.
En el edificio se comentaba mucho sobre él, pocos sabían si alquilaba el lugar o era el dueño; yo, que fui la única que lo trató con más confianza y libertad, nunca supe realmente si era dueño o no. Pero, ciertamente, a estas alturas creo que ya poco importa. Ese es un detalle que resulta incidental para lo realmente notable: a lo que se dedicaba o a lo que él siempre decía que se dedicaba; porque con el tiempo aprendí a darme cuenta que Draco Malfoy hablaba poco, pero cuando lo hacía decía muchas cosas.
―Y bien, ¿a qué se dedicaba, entonces?
Nunca alguien lo supo con certeza. Frecuentemente decía que hacía encargos. Harry, un gran amigo…
―¿El Ministro de Magia Harry Potter?
Él fue una de las pocas personas que trataron a Draco Malfoy , aunque primero fue profesionalmente, esto le permitió acercarse a él; pues bien, Harry apenas nos informó un poco más de lo que realmente hacía. A todos los que trabajábamos en el ministerio contó que era una especie de artista mimético.
―¿Qué significaba eso?
No sé realmente lo que significaba, mucho tiempo pensé que se trataría de algún nuevo oficio de arte dramático, una carrera bastante común entre los magos jóvenes y atractivos en los últimos tiempos; aunque ahora que lo pienso, yo nunca estuve tan segura de que eso fuera verdad. Draco Malfoy era un tipo demasiado retraído como para dedicarse a la actuación, a demás que esa idea no cuadraba con aquello de hacer encargos, ni con la personalidad que tenía antes de la gran hecatombe.
Fue un lunes de primavera, el último del mes, cuando empecé a acercarme más a Draco o más bien, cuando él dejó que me acercase a él. Ese lunes, en el pequeño edificio, todos despertamos con una sensación desagradable de calor. La luz del día había asomado desde muy pronto, recuerdo vagamente haber despertado por un ruido afuera de mi departamento. Cuando salí a revisar me encontré con el vecino regando las masetas que estaban de su lado: algunos cactus, helechos y un par de árboles bonsái. Parecía muy concentrado meciendo su varita de una maseta a otra.
―¡Buenos días!
Me ignoró, parecía que no me había visto ni escuchado. Me sentí un poco abrumada por la falta de cortesía de su parte pero lo dejé pasar. En ese momento pensé que tal vez estaba realmente concentrado en su tarea de regar las masetas que no me escuchó. Pero de repente levantó la mirada asediándome. Puedo decir sin temor a equivocarme que en ese momento me rodeó un sentimiento de cobardía; su figura lucía exactamente igual a aquellas imágenes poco nítidas que lograron tomarle los periodistas tomaron de la segunda guerra mágica; su piel era extremadamente clara y eso le daba un aire extranjero; ya sé que la mayor parte del año el clima es más bien nuboso en esta pequeña ciudad excepto claro los días de primavera, pero su piel eran tan blanca o más que la nieve, su color mismo daba la sensación de frialdad; luego, su cabello con ese color parecía pintado por los rayos del sol, era realmente inusual.
Pero lo que más atraía y atemorizaba a todos era el color de sus ojos, iguales a los tuyos pequeña. Tan similares que parece que ahora mismo lo estoy mirando, sentado frente a mí
―Entonces ¿Lo conoció de cerca?
―sí, fuimos amigos…a pesar de todo, fuimos grandes amigos
―él…Draco Malfoy es mi padre, señora Nott
―Luna, llámame Luna
―Luna…
―¿Puedes recordarme tu nombre? A esta edad sólo me queda espacio para las añoranzas y quisiera conservarlas todas.
―Por supuesto, mi nombre es Sibila Granger …
―Es hermosa…
―Lo es
―¿Cómo está Hermione?
―Agotada
―Imagino que lo está…¿Han pensado en un nombre?
―Sibila
―Como la profetisa de Apolo
―Así es, capaz de ver el futuro
―Luces bien cargándola
―Te lo agradezco Lovegood
―Sibila, igual que la profetisa de Apolo
―¿Conoce la historia?...muy pocos saben de ella
―sí, pocos…pero nosotros teníamos a tu madre, la bruja más brillante de su generación
―Luna, quisiera saber más de mi padre, necesito saber de él y entregar el mensaje de mi madre…sé por ella que se amaron, pero Ronald Weasley, mi tío, dice que por una mala decisión mi padre nos abandonó a mi madre y a mí. Pero mi madre, ella nunca lo olvidó
―Discúlpame que me ría, perdona los impulsos de esta vieja…A Ron nunca le simpatizó Draco Malfoy.
Puedo decir con certeza que en un principio sintió odio por él, odio y desprecio por todos los acontecimientos ocurridos antes de la segunda guerra mágica. Pero esa parte es bastante conocida por todos. Muy a su pesar, Ron se vio obligado a admitir que la intervención de Draco como un contraespía para la Orden fue primordial para salir vencedores.
Ninguno de los que participamos en la guerra conocía esto, su posición siempre fue un secreto que sólo fue conocido por tres personas entre ellas Harry Potter, tal como sucedió con su oficio después de la guerra. Ahora entiendo la actitud taciturna que tomaba cuando salía de su departamento, siempre ausente como si de un fantasma se tratase. Su vida, antes de Hermione era un tormento en vida, el beso del dementor era una cosa menos que dolorosa que la culpa con la que cargaba en sus hombros; culpa y resentimiento.
―Y sin embargo, nos dejó…
Sabes, ahora que recuerdo, entre los inquilinos coincidían que su mirada daba una perturbadora sensación de temeridad. Vivió cerca de un año y tres meses en el edificio antes de marcharse pero aún se le consideraba un desconocido. Los pocos que logramos conocerlo de cerca sabíamos lo apegado que podía llegar a ser con las personas a las que amaba. Puedo contar con absoluta certeza que ver partir a la mujer de su vida significó una muerte constante y dolorosa. Por mucho tiempo pensó que se merecía ese dolor por todos los errores cometidos, Draco Malfoy no conocía otra forma de vida más que la intensidad de la pasión y eso Hermione lo sabía. Ambos se amaron, el tiempo que pudieron hacerlo, con absoluta pasión y seguramente, aún en la distancia. Puedo apostar la existencia de cualquier criatura mágica a que jamás dejó de pensar en ella.
―Eso no lo sabemos porque él simplemente desapareció, huyó aunque usted y mi madre se empeñen en decir lo contrario
Draco Malfoy acostumbraba a ausentarse aún cuando estuviera físicamente frente a ti era una costumbre muy propia de él, era parte de su carácter. Sí, creo que podemos decir que Draco Malfoy desaparecía pero jamás huyó.
―como sea, yo vine a conocer la historia de mi padre, saber dónde está para preguntarle por qué nos abandonó. ¿Por qué dejó ir a mi madre? ¿Por qué nunca nos buscó? Y a entregarle esta caja de pandora que mi madre cuidó durante mucho tiempo esperando el momento de volver a ver a mi padre.
―Oh! La caja de pandora
―Mi madre contaba historias de Draco Malfoy, contaba que él deseaba estar con nosotras pero que no podía y por eso era necesario llevar hasta él la caja de pandora. Mi madre pasó toda su vida buscándola para ayudarlo, ¡gastó su vida! Pensó en él hasta el último momento. Dijo que el conjuro está aquí adentro y sólo él puede abrirla… Me dijo que hubiese querido ser ella quien le entregara la caja de pandora, pero…
―Debías ser tú
―¡Quiero saber de él y quiero entender por qué si amaba tanto a mi madre, como ella misma pensó, la dejó sacrificar su vida para buscar esta estúpida caja.
Draco Malfoy siempre vivió una vida oscilante, como el péndulo; unos días sumergido en la más extrema tristeza, maldad y violencia y otros en la infinita e inimaginable felicidad y sosiego. Si en verdad que quieres entender a tu padre, entonces debes conocer la historia del cómo se enamoraron él y Hermione, sólo así podrás comprender las pasiones que dominaban su vida, la ira que dominó sus días y el sacrificio que hizo por la mujer que amó.
―El tío Weasley dice que mi padre era un controlador y debo tener cuidado con su uso de la oclumancia para evadir mis preguntas.
Ron siempre fue un chico vacilante. Aún ahora pienso que la indecisión en sus sentimientos provocó que perdiera el amor de Hermione. Te puedo asegurar que no hubo hombre ni habrá algún otro en este mundo que haya demostrado total integridad en sus sentimientos como Draco Malfoy se lo mostró a tu madre.
―Si es así, entonces quiero conocer esa historia, Luna…Quiero conocer la historia desde aquella mañana en que se topó con mi padre en un lunes de primavera
Aquel turbulento y caluroso día fue inusitado…
―Buen día –me contestó levantando la mano.
Hice lo mismo sin esperar nada más y efectivamente, no hubo más, por lo que decidí continuar:
―¡Vaya calor! ¿no?
―Insoportable –me dijo a secas, como acostumbraba a hablar cada vez que era obligado a hacerlo
―A penas he podido dormir
―sí, te entiendo –volvió a su tarea de jardinería y no volvió a mencionar nada más hasta ese mismo día por la tarde en que los vecinos le vieron entrar apresurado. Yo ni siquiera noté su llegada; estaba sentado en uno de los peldaños de la escalera que lleva a la azotea.
La tarde había caído fresca y necesitaba un poco de aire luego de tanta carga de trabajo en la oficina. Malfoy me vio sorprendió de encontrarme ahí y, ciertamente, yo también después de ver su expresión indignada, casi iracunda.
―¿Qué tal, Malfoy? –disimulé mi titubeo jugando con mis pendientes de ciruelas digeribles
―¿Qué hay?
―Pues nada, tomando un poco de aire –me puse un pendiente –¿gustas?
―No gracias, estoy bien
Se encorvó, como un cuasimodo cualquiera y caminó pronto a su puerta. Se notó acongojado, quizás, más de lo normal por haberme encontrado, lo pude distinguir en la expresión de su mirada. La pesadumbre es algo que no estoy segura que se pueda entender como pasión, pero en Malfoy todo parecía posible. En él sencillamente cualquier sensación o perturbación de la armonía, no importa cuál fuera, es una pasión; así parecía llevar su vida tan misteriosa como escandalosa por su mutismo ortodoxo.
Pero muy pronto entendí que en realidad a Malfoy sí lo definían sus pasiones, puede decirse que las padecía, porque eso hacemos con las pasiones; padecerlas así vengan de la perturbación, tan pasión sería un dolor de muelas como un amor a lo Romeo y Julieta. De este modo las pasiones definían a Malfoy. Y es que no había manera de conocerlo mejor más que por la alteración de su estado de ánimo. Fue por eso que yo he sido una de las pocas en intentar entender sus acciones, pero para hacerlo había que despojarse del prejuicio porque eso era lo que todos hacían, prejuzgaban a Malfoy. Mediaban a penas un buenos días o sólo un asentimiento silencioso o, simplemente, lo ignoraban.
Recuerdo cierta ocasión en que se empezó a correr el rumor de que Malfoy era en realidad un asesino a sueldo o quizás nuevamente un mortífago en ascenso, sí, me parece que usaron esa palabra otra vez, mortífago; eso de asesino a sueldo suena tan absurdo. Aunque ciertamente, mortífago también lo era. Debo admitir que por un tiempo hasta yo empecé a creerme ese rumor; con eso de que hacía encargos uno siempre podía imaginar cualquier cosa y la imaginación de la gente siempre es tan prolija e indiscriminada que nada costó soltar por los pasillos del edificio que Malfoy era sencillamente otra vez un mortífago.
Esa sospecha despertó la ansiedad de todos. Las mujeres mayores, ya jubiladas, y con poca imaginación para ocupar su tiempo se la pasaban haciendo conjeturas sobre el extraño del departamento cinco. Las más jóvenes, que por jóvenes quiero decir adolescentes, lo miraban ensimismadas en los rincones de sus ventanas, algunas sintiendo curiosidad, otras más sólo miedo, pero otras, por no decir que casi todas, sentían deseo.
―¿deseo?
Draco Malfoy siempre fue un hombre atractivo, todas lo notábamos. Bueno, todas excepto Hermione, pero sólo fue porque estaba muy ocupada con su trabajo en el ministerio. Aun recuerdo como si fuera ayer cuando Harry anunció el cambio de puesto de Hermione.
―Sí, el tío Weasley me contó esa parte...Él y mi madre estaban terminando su relación y pidió al ministro Potter cambiarla de Departamento en el ministerio.
Aquel día fue miércoles, un día bastante hermoso si me permites recordarlo con mejor detalle. En ese momento pude enterarme del verdadero oficio de Malfoy y también ese día fue el primer hechizo de la pasión más grande y preciosa de todas: el amor. Aunque Hermione y Draco pensaron por mucho tiempo que su enamoramiento vino después, con el tiempo y con el trato , yo siempre he estado segura de que en realidad fue en aquel momento.
―¿cuál era su oficio y cómo se enamoraron?
El oficio era uno terrible pero muy necesario. Ese miércoles, Harry anunciaba a todos que Hermione Granger estaría trabajando de nueva en el Departamento de Aplicación de la ley mágica. Un área bastante pesada para una mujer tan menuda como ella, sin embargo, como toda una Gryffindor, nunca se amedrentó.
El anuncio no fue ni con bombo ni platillos, eso no era importante. El verdadero anuncio se presentó minutos después, cuando todos dejamos de aplaudir ante la nueva promoción de Hermione. Harry adquirió un aire serio y pidió a Malfoy acudir a su oficina.
Nadie más que Hermione, Malfoy y Harry asistieron a esa pequeña reunión. Malfoy, con ese aire tan suyo de superioridad y frialdad natural, felicitó de manera muy torpe a Hermione por su nuevo puesto
―Granger, felicidades y bienvenida
―Gracias –estrechó su mano –No sabía que también estuvieras en el Departamento de aplicación…
―No lo está Hermione –Miraron a Harry intervenir –al menos no estrictamente hablando
―No entiendo
―Trabajarás con él, es tu nuevo asignado…
―¿Malfoy y yo?
Lo miró, Malfoy también lo hizo y lo hicieron por mucho tiempo. Fue el suceso más extraño tanto para él como para ella. Fue una verdadera lástima no haberlo presenciado. Aunque Harry, quien sí estuvo presente, contaría pasado el tiempo que entre Malfoy y Hermione permanecieron largo rato infiltrándose en la mirada del otro. Parecía como si Draco se olvidara de la oclumancia y se dejara expuesto sin temor. Harry lo describiría como: ausentes, pero ausentes no de sí mismos sino en sí mismos; contenidos uno en el otro
―Así es Granger, tú y yo –la miraba expectante o más bien ansioso.
Sí, ahora que lo recuerdo, Malfoy usó más bien la palabra arrebato. Como aquellas sensaciones que llenan tu cuerpo sin previo aviso y sin medida, así fue la mirada que Malfoy intercambió con Hermione.
Hermione por otra parte se sintió acongojada. No era la primera vez que miraba de frente los ojos grises de Malfoy, pero sí era la primera vez que él bajaba la barrera de su alma. Muchas veces contaría Hermione que aquel miércoles, los ojos grises de Malfoy se volvieron más luminosos, incesantes y bellos.
―Se enamoraron
―Oh, mi pequeña Sibila, era inevitable…
Y fin del primer capítulo. bien, ¿qué les pareció? Por favor, dejen sus comentarios e impresiones. GRACIAS!
