Esta historia he empezado a escribirla para un reto del fandomoncrack en el LJ. El link es http://community. y les recomiendo el sitio si les gusta leer cosas bien viajadas.
No
sé como quede el resultado final, pero me he divertido
imaginando la historia. Es un absurdo, y el argumento es este:
"Hermione
esta intentando enseñarle a Ron y a Neville como usar el
lavarropas porque a ellos eso de la magia doméstica les cuesta
más que aprender a usar el felétono. Desgraciadamente,
quien puso la ropa en el lavarropas fue Ron y ni se enteró que
junto con el jean de Hermione también iba su giratiempo!
Entonces ahi volvieron a antiguos tiempos (imaginen cuántos
años habrán retrocedido con el lavarropas dando
vueltas!) y se encuentran que están justo en esa época
en la que sus profesores eran jóvenes y fumaban opio mágico
mientras estudiaban para los exámenes de fin de sexto
año.
Neville
se enamora a primera vista de una joven hermosa que resulta ser nada
más ni nada menos que Minerva McGonagall y cuando pide ayuda a
Ron y Hermione para superar el trauma y el enamoramiento se da cuenta
que no va a recibir ayuda: Ron y Hermione estan experimentando el
sexo a la antigua y ya no tienen tiempo ni para traumarse con la
imagen de Albus Dumbledore queriendo tocar a las jóvenes de
Hufflepuff y su hermano teniendo sexo con cabras."
Parejas absurdas, pero un Ron/Hermione definitivo. Y si, el título tiene que ver con la canción de los Beatles…
1.- El accidente.
Lo peor que podía haber hecho Severus Snape era haberlos puesto a trabajar en parejas.
Un momento.
No.
Lo peor que podía haber hecho Severus Snape era haberlo puesto a trabajar en pareja con Neville Longbottom.
Suerte para Hanna Abbot, quién ahora trabajaba muy a gusto con Hermione.
Hasta para Justin Finch Fletchley, que trabajaba despreocupadamente con Harry.
¿Y él? No tenía ni idea de como hacer la dichosa Poción Infalible Contra El Mal De Ojo. Y todo por haber estado dormitando la primera mitad de la explicación de como prepararla, y la otra mitad jugando. Y ahí estaba, con un Neville que tampoco tenía ni la más mínima idea de como empezar.
- ¿Son primero las patas de araña o es primero el pelo de rata gris?
Neville, acongojado y con ambos ingredientes en las manos, miraba a Ron con la esperanza de que él tuviera la respuesta. Ron dudó un segundo, decidiéndose al fin por el ingrediente menos asqueroso.
- Eh, hecha primero el pelo de rata gris.
Neville, de inmediato, dejó caer el ingrediente dentro del caldero. - ¿Y ahora que sigue?
Muy buena pregunta, lástima que Ron no tuviera la respuesta. Se rascó la cabeza indeciso y luego, con fastidio, se resignó. Al fin y al cabo Neville y él jamás pasarían a la historia como los más grandes elaboradores de pociones. – Pues, pon esto, y ahora esto... - decía mientras tomaba arbitrariamente los ingredientes que había sobre la mesa. - y no dejes de revolver.
Neville, contento y seguro de que Ron sabía lo que hacía, removió el caldero de forma entusiasta. Durante unos segundos. Y de pronto... ¡BAMP! El estruendo de un potente estallido retumbó en las mazmorras dejándolos a todos completamente sordos. Y no sólo eso. La sustancia, de algún modo desproporcionadamente asquerosa, revistió a los presentes de algo verde, espeso y pegajoso.
Incluyendo a Snape.
Y maldita sea... ¡con qué olor!
Neville y Ron podían darse por perdidos.
- Logbottom y Weasley... - la voz casi acariciadora de Snape sonaba más terrible que si estuviera gritando como un demente. Ron y Neville se volvieron con la desesperanza ante lo inevitable en la cara - ¿tuvieron la precaución de seguir las instrucciones como es debido? - No podían mentir, ambos negaron con la cabeza. Los ojos de Snape brillaron de ira, pero quizás también de satisfacción. - Dejen en paz sus varitas - advirtió al resto de la clase que ya se preparaba para limpiar sus túnicas de la mejor manera posible, o ya de menos, alejar el olor -. Puesto que todos hemos quedado así gracias a la ineptitud de sus compañeros, serán ellos quienes lo arreglen, ¡vayan a cambiarse ahora y toda su ropa se la dejarán a estos dos, quienes se ocuparán de lavarla!... Sin magia- añadió en un susurro letal.
Al menos no era tan malo, pensó en un principio Ron, pero cambió de idea media hora más tarde cuando se vio en el área de limpieza de Hogwarts, con un gran cúmulo de ropa y ni idea de cómo lavarla. Y Neville no era de más ayuda en ese aspecto.
- Auug... huele horrible, ¿qué fue lo que le pusiste Neville?
- Lo que tú me dijiste.
- Ah...
Estaban ahí, frente a un montón de ropa sucia, con un olor de los mil demonios y sin ayuda posible. Ayuda. Pero ¡por Merlín bendito! ¿Cómo se podía pensar que no se contaría con ayuda teniendo una amiga como Hermione Granger?
Y apareció. Trayendo consigo la tranquilidad de que al menos algo resultaría bien.
- Como lo supuse, aún no han avanzado nada... ¿piensan estar aquí toda la tarde?
Era una sabelotodo, muy suficiente y algo engreída, pero con un corazón de oro. Seguramente se compadeció de ellos porque, parada en el umbral de la puerta, los miraba con un esbozo de sonrisa en los labios.
- ¡Hermione! ¡Necesitamos tu ayuda! - imploró Ron señalando el montón de ropa sobre el suelo. - ¡Tú eres una chica, debes saber más sobre estas cosas!... ¡auh! -gimió después de recibir un tremendo codazo por parte de Neville.
- ¿Ah, sí? - contestó Hermione sin hacer mucho caso a la falta de tacto de Ron, al fin de cuentas ya estaba acostumbrada a ello.- Pues yo sólo venía aquí para ayudarles, y no sólo por ser una labor de chicas, sino porqué...
Ron dejó de escucharla. Su atención se centró en el bulto que Hermione llevaba en las manos. Tratando de contener su exasperación, preguntó - Hermione ¿qué haces con toda esa ropa? - puso los ojos en blanco para después expresarle en tono acusador - ¡No me digas que te encargas de lavarla personalmente! ¿Qué? ¿Es para que los pobrecitos elfos domésticos no se cansen por culpa tuya?
Hermione, azorada, enrojeció sutilmente. Pero luego agregó poniendo seguridad en su voz - Ellos trabajan demasiado. Al menos podríamos echarles una mano en algo tan simple.
Ron soltó un gruñido como una respuesta imposible de descifrar. Después de todo no le convenía echarse a Hermione encima. Así que, tomando la vía diplomática, pasó por alto el asunto que en otras circunstancias hubiera sido motivo de una seria disputa entre ellos.
- Entonces ¿nos ayudarás? – Neville, silencioso testigo hasta ese momento del pequeño altercado, sonrió a Hermione muy confiado.
Hermione dejó su ropa sobre una silla y con señas les indicó que la siguieran. – Voy a enseñarles algo, pero prometan que no se lo contarán a nadie.
Ambos chicos susurraron "lo prometemos" y Hermione los guió hasta un pequeño cuadro donde se podía ver un niño jugando entre una especie de cubos y pedazos de madera. El niño les mostró la lengua y salió corriendo por el costado izquierdo del marco.
- Que simpático – dejó escapar Ron y Hermione lo silenció con un enfático "¡Shht!"
- Bien, ahora… - Hermione dio dos golpecitos con la varita justo por donde había desaparecido el muchacho del cuadro y murmuró algo parecido a una canción de cuna. La pared se abrió dando paso a un extraño artefacto, muy feo y completamente oxidado. Neville y Ron intercambiaron una mirada escéptica.
- ¿Qué se supone que es esto, Hermione?
- Es lo que va a ayudarles a acabar con toda esa ropa sucia – respondió Hermione a un receloso Ron. – Cortesía de tu padre.
Neville y Ron parpadearon. Neville revisó el artefacto arriba y abajo, mientras Ron le daba unos golpecitos para comprobar si no se iba a romper. - ¿Es un aparato muggle? – inquirió el pelirrojo con algo de inquietud.
- Sí. Tu padre lo confiscó. Los muggles lo utilizan para lavar ropa, sólo que alguien lo encantó para que esta cosa tragara personas y los trasladara lejos de su casa. Todo un problema. Tu padre lo resolvió y lo hizo funcionar de manera adecuada, ya no con electricidad, sino con magia. Hice un trato con él y accedió a dármelo y a ayudarme a traerlo aquí. Es una gran ayuda para los elfos, sólo que si alguien se diera cuenta…
- No parece muy confiable – susurró Neville.
- Lo es y puedo demostrárselos, ¿quieres traer una buena carga de ropa? – pidió la chica y en el acto Neville fue corriendo por ella.
- Ponla adentro y ahora sólo di ¡Fregotego Maximus! Y espera un poco… - al momento el artefacto aquél comenzó a girar y a sacar espuma - bien, ahora, puedes retirar la ropa. -Tan sólo había pasado un minuto y ya la ropa lucía impecable y sin rastros de aquél horrible olor.
- ¡Hermione, eres genial! – exclamó Neville revisando las túnicas secas, limpias y con un aroma agradable.
- Qué bien, ya no estaremos aquí toda la tarde - Ron, completamente satisfecho, se dirigió hacia el montón de túnicas sin lavar y a toda prisa, comenzó a llenar el artefacto con ropa. Una y otra carga. En tanto Neville y Hermione se encargaban de doblarla y acomodarla en paquetes, según las casas.
- ¿Es todo? – preguntó Hermione dándose cuenta que no quedaba más ropa sucia.
- Si, ya sólo falta la tuya que ahora mismo voy a lavar…
- Ron, no…
- ¡Fregotego Maximus!
- ¡Espera!
No hubo tiempo de que Ron escuchara la advertencia. Lanzó el hechizo y al momento ocurrió algo insólito. La espuma salida del artefacto comenzó a fulgurar de manera anómala y en un segundo los cubrió a los tres por completo sin que lo pudieran evitar.
- ¡Ron! ¡Ron! ¡Neville! ¿Están bien?
Hermione, tosiendo y no sin dificultad, había logrado quitarse de encima una buena cantidad de espuma brillante. Una serie de toses sofocadas le indicaron que sus amigos al menos estaban con vida. - ¡Neville! – murmuró con alivio al descubrir al chico quitándose la espuma… - ¡Ron!... ¡Déjenme ayudarles! - dijo apuntándolos con su varita y eliminando la espuma que los cubría.
- ¿Qué diablos fue lo que pasó? – Preguntó Ron, mirando horrorizado todo el lugar convertido en un desastre - ¡ahora nos pondrán a limpiar!
- ¡No!... ¡Y ya habíamos terminado! – espetó Neville con desazón, yendo hacia el lugar donde estaba el artefacto.
- ¿Por qué metiste mi ropa a lavar? ¡Eso no era de tu incumbencia! – Hermione, enfurecida, miraba a Ron con ojos llameantes – ¡Puedes ir rogando porque limpiemos este sitio, porque si no, gracias a ti, los elfos perderán una gran ayuda y eso sin contar en los problemas en los que estaremos metidos!
- ¡Perdóname por tener un gesto de cortesía contigo! – Arguyó Ron poniéndose tan rojo como un tomate - ¿Y qué tiene que ver tu ropa con todo este barullo?
- ¡Qué en uno de mis pantalones tenía el giratiempo que encontré en el baúl!
- ¿No se lo habías devuelto a Mc Gonagall? - inquirió Ron sin guardarse de velar la acusación en su voz.
- ¡Claro que no! ¡Podría volver a usarlo…! - Hermione respiró con fuerza para añadir – seguramente algo pasó con el giratiempo, el hechizo y la espuma y por eso todo este desastre.
- Genial, tú guardas tu giratiempo en tu ropa sucia y ahora por ese descuido volvimos el tiempo atrás…
Hermione lo fulminó con la vista. - Eso es lo de menos… una hora o dos es nada… ¡ya sé! ¡Podremos emplearlas en limpiar el lugar! Tan sólo miremos el giratiempo para ver que tanto retrocedimos, si es que lo hicimos y…
- No está.
- ¿Qué?
Ron y Hermione se volvieron hacia Neville. El muchacho, muy pálido, los miraba confundido. – No está el lavarropas y por lo tanto no está el giratiempo.
Hermione corrió a cerciorarse de que lo dicho por Neville era cierto y Ron recorría nervioso el lugar con la vista. Nada. Del artefacto muggle no se veía ni la pista.
- Dime que eso no es tan malo – farfulló Ron a una acongojada Hermione. Ella tan sólo clavó su mirada en él sin hallar que decir.
