Esa Cara De Tu Alma.
De nuevo todo a la monotonía: El reloj suena y ella ya está despierta. Se levanta y camina al baño arrastrando los pies, se restriega la piel con fuerza para borrar de ella todo rastro del día anterior. Luego, aún con una toalla en el cabello y vestida ya con ropa deportiva, se sienta a prepararse un plato de cereal y zumo de naranja. Masticó y masticó el primer bocado hasta que se desintegró por completo, y mientras jugaba con la cuchara en el plato, tragaba para meter de nuevo otra cucharada. Y así consecutivamente hasta terminar el plato, entonces era que se tomaba en rápidos tragos el vaso de zumo.
Después salió de su casa, se ató bien las agujetas de los tenis y comenzó su corrida diaria. Corría de su casa al parque más cercano y daba unas cinco vueltas cuando se hallaba con buen humor, en este caso solo le dio dos vueltas y volvió a pie a casa.
¿Cuándo su vida tomó ese rumbo? Sería difícil explicarlo. Después de graduarse y comenzar a ser una abogada todo se descarriló en su vida: El amor, los amigos, la familia y el trabajo. Después de que se resignó a vivir en una tranquila soledad comenzó a girar su vida en torno a una grabación que se repetía día con día; Levantarse a la seis, ducharse, secarse, vestirse, desayunar, correr, bañarse, vestirse e irse al bufete de abogados. Pero al menos su sueño de ser abogada estaba cumplido.
Haruhi suspiró con alivio al ver su casa. Se dirigió a su recamara donde seleccionó un traje color beige y ropa interior, se metió al baño y destensó los músculos cansados con el agua caliente. Se secó y vistió, se calzó unos zapatos a juego con la ropa. Tomó su maletín y se fue a trabajar en su BMW rojo.
Ya allí todo es lo mismo: Los mismos clientes, los mismos casos, las mismas personas, los mismos incidentes.
"-Resignación ante todo-." Ese es su lema. Pero un lema que le había funcionado bien, resignándose y poniendo un poco de esmero de más le había hecho ganar todos sus casos y fallando uno sólo… El que detonó su monotonía.
Y entonces el juez declaró con voz severa. –La tutela de Mitsuki Yamamoto queda a cargo de su padre: El señor Minoru Yamamoto.
Y así su hija salió de su vida para siempre. Al igual que sus amigos de escuela: Kyouya, Tamaki, Mitsukuni, Kaoru, Hikaru y Takashi.
¿Qué estarían haciendo ahora? ¿Estarían casados? ¿Tendrían hijos? ¿La extrañarían cómo ella a ellos? No lo sabía y lo dudaba. Si fuera así ya se hubieran reencontrado.
¿Cómo saber cuándo continuar? No sabía cuando ni en qué momento debía hacer cada cosa, se sentía tan desorientada cuando se hallaba sola. Extrañaba a todos los del club pero era demasiado probable que jamás los volviera a ver, ya no estaría apretada entre los brazos de los gemelos y de Tamaki, que nunca sabría lo que era que Kyouya la abrazara o tener un charla con Takashi que no constase en monosílabos, incluso hasta volver a comer un pedazo de pastel con Mitsukuni. Extrañaba todo de esa época.
-¿Hay alguna novedad hoy, Tamao? –Preguntó a la secretaria. Esta era algo mayor y siempre mantenía una cálida sonrisa en sus labios, su cabello era café y sus ojos grises, era una persona muy amable.
-Sí, creo que es algo que le hará feliz. Señorita Fujioka. Una persona le espera en su despacho. –Le sonrió a su secretaria a la vez que sentía una ligera ola de nerviosismo agitarle los latidos del corazón.
-Te he dicho que me llames Haruhi, no Fujioka. Yo te llamo por tu nombre así lo mínimo es que correspondas. –Apretó un poco más el mango del maletín. -¿Otra cosa más, aparte de la visita?
-Habló la niña Mitsuki, quiere hablar con usted por su cumpleaños.
El día se estaba separando de los demás. Haruhi sonrió con sinceridad. –Gracias, iré a ver al cliente.
Hablaría con su hija, su niña de seis años. Tal vez Minoru se estuviera ablandando… Sólo tal vez. Minoru era un monstruo con ella, pero sabía que con su hija era un dulce de leche, al menos le quedaba ese consuelo. Ahora: ¿Quién sería esa persona?
-Buenas tardes, Haruhi.
Indiscutiblemente: Esas gafas, ese porte, esa voz… Kyouya Ootori estaba en su oficina y seguía tan o más guapo que cuando estaban en la escuela. Su respiración se cortó, ¿Acaso sería una broma de su subconsciente?
-Buenas tardes, Kyouya. ¿A qué debo tu visita? –Musitó en cuando recobró compostura y se sentó detrás de su escritorio. Esperó la respuesta de su ex –compañero de escuela mientras lo detallaba con la mirada.
-Pues, antes de eso déjame decirte que te escondes muy bien. Buscar a Haruhi Fujioka fue difícil más cuando esta era Haruhi Yamamoto. –Comentó sentándose y mirándola con una sonrisa ladeada. –Pero, sé que estás divorciada y tu hija con tu ex. Yo podría ayudarte a recuperarla.
Haruhi entrecerró los ojos mientras se recargaba más en el escritorio. -¿Qué ganarías tú con eso?
-¿Por qué intuyes que esta vez quiero ganar algo con ayudar?
-Es de mala educación responder con otra pregunta, pero te responderé: Ayudar desinteresadamente es cosa de Tamaki, no tuya. Así que por favor, ten la amabilidad de decirme o más bien informarme tu interés de ayudarme con mi hija. Señor Ootori. –Argumentó con seriedad, el tema de Mitsuki era muy importante para ella, por lo tanto no podía sino actuar con seriedad y profesionalismo en vez de crear un ambiente íntimo y mostrar lo mucho que le afectaba no tenerla a su lado.
-Reacción interesante, Fujioka. Pero, no es que diga que no eres eficiente, mis abogados podrían hacer que vuelvas a tener a Mitsuki. ¿Haninozuka sabe que le pusiste así por él? –Kyouya sonrió ante la sorpresa en el rostro de la joven abogada. –Por tu semblante deduzco que no.
-¿Cómo es que sabes eso? ¿Me has estado espiando?
-Uhm, en realidad. Te localicé apenas hace un par de meses, pero es obvio: Mitsukuni –Mitsuki. –Sus gafas brillaron ocultando sus ojos.
-No creo que estuvieras aquí sólo por eso. Tú escondes algo, y sí estás aquí es porque vas a decírmelo. –Estaba algo sonrojada y a los ojos de Kyouya se veía especialmente encantadora.
-Bien, quiero que trabajes para nuestro bufete. Tienes mucho potencial y así sería aprovechado, ganarías el doble o triple de lo que ganas aquí. Además: Si tienes buenos ingresos, trabajo fijo y una pareja tendrás más puntos a tu favor a la hora de pelear la custodia de Mitsuki. –Ella se quedó callada, comenzó a digerir sus palabras y suspiró.
-¿De dónde sacaría yo una pareja?
-Es allí la parte en la que yo saco beneficios, mi querida Haruhi. Mi padre pretende casarme con una niña de clase alta que no conozco ni quiero conocer. Si finjo ser tu pareja ambos ganamos. Mi padre me dejaría en paz y tú tendrías a tu hija. –La miró fijamente anticipando su victoria, se recargó más en su asiento. –Si no quieres, no respondas en este momento. Te daré de aquí hasta mañana a la misma hora.
-¡¿A dónde vas?! –Preguntó al verle levantarse y caminar a la puerta, le siguió por inercia.
-Te daré tiempo, Fujioka. Pero tienes que darme una respuesta, no quiero un tal vez ni un quizás. Un sí o un no, simple y llano. Así que con mi ultimátum dado, no le veo chiste a estar aquí. –Se acercó a ella y le dio en beso en las comisuras de los labios. –Nos vemos mañana, Haruhi. –Susurró en su oído aturdiendo con su aliento y perfume los sentidos de la abogada. Y salió del despacho.
Desconcertada, se recargó en la puerta. ¿Alguien podría volver el tiempo para que ella analizara que rayos acababa de ocurrir? Se cubrió el rostro estando aún aturdida.
Kyouya Ootori la besó, le propuso empleo y un noviazgo, fingido pero un noviazgo en sí, y ofreció ayuda para recuperar a su hija. Todo en un día que pintaba a ser parte de su disco rayado, un día que se diferenciaba a los demás días en cuatro años. Ah pero eso no era lo que la aturdía, si no la reacción de su cuerpo, parecía haber reaccionado instintivamente acercándose un poco más a él y en su interior deseó que el beso se hubiera desviado un poco a la derecha.
Movió la cabeza. Ya comenzaba a desvariar, quizás Tamao tenía razón en eso de que trabajaba mucho.
Pero Kyouya tenía razón, un buen salario, una pareja y empleo fijos eran elementales a la hora en que el juez dictaminaba quien se quedaba con la custodia. Aunque reservaba dudas, los novios se abrazaban, tomaban de la mano, se acariciaban y besaban en público y si aceptaba tendría que besar, abrazar, tomar de la mano y acariciar a Kyouya. Dios, la idea hacía que su estomago hormigueara, su corazón se agitara, y la sangre se aglomerara en sus mejillas.
Pero por lo menos le diría un feliz "Hasta Nunca" a la monotonía. Y le daría la bienvenida a situaciones que no podía ni imaginar, pero al menos sí sabría que se siente ser abrazada por el host genial.
Primera historia de Ouran y lo demás es lo conocido. No me pertenece nada más que Minoru y Mitsuki, no lo puse al principio porque… más que nada la pereza XD.
Bueno, ¿Qué les pareció? ¿Lo continuo o mejor ignoro esas ideas que se comienzan a formular en mi mente? La explicación a su corto contenido es que más bien es una introducción, más adelante me internaré en lo que para mí es el futuro del tercer hijo Ootori varón.
Un comentario no está demás, no importa ni que tenga sólo dos palabras o una.
¡Besos y saludos!
