CAPÍTULO 1: UN REGALO INESPERADO
Su azulina mirada se posaba en esos edificios que emergían desde el suelo. Era otro tranquilo y soleado día en esa hermosa y cristalina oficina que solo al director en jefe poseía. Era preciosa, pintada de un color cromo que no lo hacía ver monótono ni aburrido al poseer diferentes tonalidades del mismo. Aquellos hermosos sofás cafés resaltaban con la pintura y la alfombra que era ligeramente azulina. Su silla y escritorio parecían estar hechos de plata maciza, así como las repisas y libreros que sostenían libros de temáticas diferentes, desde ciencia ficción hasta finanzas, con el propósito de hacer entretener al presidente de la más grande compañía de innovación en electrónica y comunicación: Gaico. Cierto era que aunque el hombre que se encontraba sentado admirando ese hermoso paisaje no era el fundador, se había ganado el lugar gracias a su terquedad de salir adelante y conseguir una mejor calidad de vida.
Este hombre castaño, vestido de un elegante traje marrón con tonalidades anaranjadas tuvo que dejar de admirar los edificios, solo para poder volver a la diaria rutina de aprobación de proyectos, cancelación, leer una y otra vez las mismas quejas tanto de empleados como clientes, siendo de ambos de suma importancia para él. Tomó sus delgados lentes y abrió la portátil, solo para tapar el dorado letrero que proclamaba "G. Gawain, presidente", así como uno fuera de los cristales de la oficina, con el fin de ubicar mejor quien era él.
El teléfono sonó un par de veces, siendo la mayoría de ellas llamadas de proveedores, clientes y distribuidores con distintos propósitos. Su rubia secretaria también le interrumpió un par de veces con el fin de hacerle llegar más correspondencia a su ocupado superior. Abrió las cartas una por una, sin salir de la rutina y anotar en su computador nuevas notas o citas que se acababan de agendar, así como las que se acababan de cancelar. Si bien era cierto que ese era el trabajo de la secretaria, no le gustaba ser tan dependiente, si él se ahorraba la molestia de ella teniendo que recordarle como niño pequeño al que se le dice que haga la tarea, lo haría. Si no había de otra, pues no pasaba nada, pues para eso la había empleado.
Tomó el último sobre, este era algo extraño, y su remitente era la suprema corte de Crimea.
–¿pero que?
Revisó su destinatario, era precisamente su domicilio y su nombre aquel el que estaba escrito ahí. En asunto, solo decía "familiar", ¿a que se refería?, ¿acaso alguno de sus tíos murió y le heredó algo?
–Aunque eso es estúpido, ya que yo no tengo tíos cercanos o que yo conozca…
Pensó entonces que alguno de sus padres había muerto, idea que le aterró, sin embargo, lo descartó rápidamente al recordar que hace un par de horas para felicitarle por su cumpleaños, lo cual le hizo llegar a pensar, que solo era una broma de alguna competencia.
–Aunque…–pensó lanzando el sobre sin mirar donde caía–…debo admitir que fue casi convincente…
Siguió entonces con su monótono itinerario, juntas por ahí, juntas por allá, más llamadas con diferentes asuntos e intereses, su secretaria trayendo cada vez más cartas, así como uno que otro empleado pidiendo (y algunos hasta exigiendo) un aumento del salario, el cual, para ninguno fue exitoso. No importaba que fuera o no su cumpleaños, su rutina era la misma de siempre: no tenía sabor, ni vida, ni algo inesperado. Le hizo llegar a extrañar las discusiones con sus novias anteriores, quienes a pesar de que eran divertidas y lindas, eran demasiado exigentes con el pobre hombre de ahora casi 40 años.
–40 años…–pensó mientras iba caminando a su bien acomodado apartamento. No sabía porque rentaba el más grande del edificio si vivía solo, tal vez solo era para atraer a esa tan deseada pareja que parecía ya no iba a aparecer. Solo se llevó bien con una mujer en toda su vida.
–Elena…–pensó en aquella hermosa joven peli azul, a quien no veía desde que renunció a la facultad por cuestiones monetarias. Realmente fue tan feliz con ella. Inclusive, en su tiempo pensó en desposarla, cuestión por la que trabajó por meses en un país diferente al natal, solo para poder pagarle un anillo decente. Sabía que la chica tenía mejores alhajas al ser la hija de una de las familias con mayor poder e influencia en Daein y que inclusive tenía mejores pretendientes que el, pero había sido feliz cuando ella lo eligió a él en lugar de los otros…
Todo parecía tan irreal…
Claro que, cuando buscó a la joven para proponerle matrimonio, ella simplemente desapareció y jamás supo de ella. Intentó salir con otras para intentar olvidarla, no teniendo éxito alguno más que en su vida profesional, escalando poco a poco a la cima y al puesto que llevaba dominando por casi 7 años.
–Y aun así…–pensó abriendo la puerta de su departamento–…no hay un día que no piense en ella…
Volvió a admirar el enorme apartamento a desnivel, teniendo gran variedad de tecnología instalada en la sala, así como muebles color marrón que destacaban con la suave alfombra que calentaba la madera del piso. En sus paredes de roble, colgaban portadas de revistas de tecnología con sus más grandes hallazgos. Mesas de cristal sostenían diferentes lámparas y bajo la televisión una falsa chimenea calentaba el lugar. Las ventanas eran tan cristalinas que parecía no haber nada, siendo lo suficientemente gruesas como para no dejar que el frío o el calor extremo le invadieran, creando la atmósfera perfecta. Si esto no funcionaba, su sistema de aire acondicionado o calefacción harían su trabajo. Estaba protegido por un sistema de alarmas que su misma empresa diseñó, así como distintos sensores y cámaras ubicadas en diferentes puntos del lugar.
Se dirigió a su cocina, que parecía estar hecha de un hermoso mármol blanco, toda ella y sacó una botella de vino que solía destapar cada año en eventos importantes y solía compartir con su novia o amigos. Desgraciadamente, ahora se encontraba soltero y su mejor amigo estaba en un viaje de negocios fuera del continente.
Se sirvió y bebió de la copa de cristal que había tomado, reflexionando sobre su vida. No que se arrepintiera de ella, pero si que pudo haber cambiado un par de cosas. Le gustaría ser un hombre casado y con familia, tener hijos y jugar con ellos, transmitirles sus conocimientos, compartir sus aficiones aunque a él no le gustaran, inclusive pelear con ellos, porque su vida era demasiado tranquila.
–Feliz cumpleaños a mí…
Bebió un poco más y después dirigió la atención en su negro maletín, notando un papel saliendo e el. Curioso porque no recordaba haberlo visto al cerrarle. Tal vez al momento de irse lo atrapó sin querer. Dejando el licor, le prestó atención, abriendo el portafolio solamente para darse cuenta que era el sobre de la corte de Crimea. Molesto, lo arrugó y justo antes de tirarlo en la basura, recapacitó al pensar que si Ashera no quería que ese papel se alejara de él sin leerlo era por algo, razón por la cual tomó sus gafas de lectura, se sirvió otra copa y se sentó en uno de sus sillones a leer pacíficamente el documento.
Su piel adquirió el tono más pálido posible, no por la bebida, sino por la carta, no podía creer las palabras en ella y todo en ella era oficial, ni una pizca de falsedad o broma en sus palabras, por lo que tomó su móvil y con prisa llamó a su asistente.
–¿Hola?... –contestó su empleada.
–¿Realmente tienes que contestar? –una tercera voz se escuchó, sabía que el esposo de la mujer era el de las quejas, pero no tenía tiempo para ellas.
–Andra, soy yo, Greil…
–Si, eso pensé al ver "jefe" como llamada entrante…
–Dile que estas "ocupada consintiendo a tu esposo"…–volvió a escuchar y tras la oración y un par de extraños sonidos a través del auricular le hicieron sonrojar pensando que había interrumpido a la pareja en un momento de extrema intimidad. Pero seguía sin haber tiempo para ello.
–¡Necesito que canceles mis citas de mañana! –le habló con firmeza, haciendo que los sonidos se detuvieran.
–¿Por qué?... –le habló nuevamente la mujer–…¿Qué es tan importante como para que deba dejar a un lado su trabajo?
El castaño suspiró pesadamente varias veces, era algo tan repentino pero real, no podía simplemente no prestarle atención…
–Es sobre mi hijo…
…mucho menos si se trataba de su más grande deseo: un hijo.
Hola nwn/
Si si si, otra vez yo :v esta vez traigo un drama familiar que…
Ghya: no spoiles –n-!
Ella es Ghya ¬¬ mi molesta OC que tal vez algunos hayan visto en varios fics.
Bueno, el punto es que iba deambulando en el carro cuando pensé…
Ghya: ya calla! Desesperas a todos!
¬¬! Bueno, es que esta niña quiere dormir :v pero no me pude resistir a escribir esto :v
En fin, no, no dejare mis otras historias, pero muchos ya saben que tengo una idea y no puedo contenerme y la publico :v espero sea de su agrado.
Por cierto, Andra es mi OC y también aparece en varias ocasiones :v (y si, muchos sabemos que hacía con su esposo ¬w¬)
Puede que el fic cambie a M en un futuro :v
Espero les haya gustado y les invito a leer mis otras historias.
Nos leemos :D
