Disclaimer: Todos los personajes de esta historia pertenecen a sus respectivos creadores, yo solo los tomé prestados para mis intenciones poco convencionales.
Este fanfic se desarrolla en el universo TMNT 2012, entre los espacios en blanco que deja la serie, los cuales me dan mucho material para el yaoi/slash, conforme avancen en la lectura, suponiendo que alguien lea este fanfic, quedará más claro a qué me refiero.
Disculpen, si en otras historias, las cuales ya estoy actualizando, la regué con el uso de los signos tipográficos, pero voy aprendiendo sobre la marcha.
―El guion largo para los diálogos normales.
«Comillas latinas, para indicar pensamientos»
"Las comillas son para algo que estoy citando textualmente, pero también pueden funcionar como ironía dependiendo de la situación".
Más que camaradas
Capítulo 1: El dilema de Baxter Stockman
Una mosca doméstica o común tiene un promedio de vida de 15 a 25 días, un mes si tiene suerte. Debido a este hecho vital no es difícil comprender que, con los días contados, este organismo opte por la reproducción como su principal objetivo.
¿Qué ocurriría si la mosca en cuestión no fuera un simple insecto? ¿Y si fuera en realidad un humano mutado con el ADN del animal considerado una de las más grandes plagas del mundo? ¿Sus días también estarían computados?
Los cálculos hechos por Baxter Stockman indicaban lo contrario, su tiempo de vida no se vería afectado en absoluto debido a factores como su tamaño y la hibridación de sus órganos internos. Sin embargo, el insecto que ahora formaba parte de él aún le exigía el cumplimiento de su meta biológica.
«Soy Baxter Stockman, mi fuerza de voluntad es superior a cualquier instinto primitivo», era el pensamiento autoimpuesto al que recurría para no ceder a su necesidad de apareamiento.
Fue en los experimentos genéticos y la esperanza de crear el retromutágeno, que al fin le regresaría a la normalidad, donde encontró un refugio para mantener su mente lejos del tema por un tiempo. No obstante, cuando los días pasaron sin avances significativos para hallar una cura a su condición, su cuerpo comenzó a jugarle malos ratos.
«Necesito bajar esto ahora mismo o mis genitales terminaran por detonar», se dijo cabizbajo.
―¡Stockman! ―llamó Garra de Tigre, quien entró con pasos firmes a la habitación.
El hombre mosca con rapidez sorprendente se cubrió los pantalones con las barras de chocolate sobre el panel de control, tal vez de esa forma el cazarrecompensas no se percataría del "asunto" bajo sus pantalones de mezclilla.
―¿Sssí ssseñor Garra de Tigre? ―inquirió el afromericano intentando verse lo más tranquilo posible.
―El maestro Destructor ha aceptado la alianza con El Kraang, así que ya sabes que hacer ―contestó el hombre mitad felino con autoridad.
―¡¿Qué?! ―preguntó el científico impactado por la noticia.
―Lo que oíste. No me hagas repetirlo ―expresó el hombre mitad tigre de mala gana. Después de todo él tampoco estaba feliz con este acontecimiento, sabía que los Kraang los traicionarían cuando tuvieran la oportunidad.
―¿Con cuánto tiempo contamosss antesss que todo empieccce? ―preguntó la mosca con nerviosismo.
―17 horas ―respondió el segundo al mando del Pie.
―Entoncesss comenzzzaré enssseguida ―dijo el hombre mosca dispuesto a cumplir con su parte, cuando menos estaba en el bando con la ventaja―. ¿Alguna otra cosa en la que le pueda servir señor Garra de Tigre?
―Tan solo un consejo ―expresó el segundo al mando, quien ahora parecía tener una ligera pizca de condescendencia―. Toma una ducha, eso ayuda.
―Disssculpe ssseñor, pero no entiendo por qué… ―comenzó Baxter confundido.
El cazarrecompensas apenas tuvo que mirarlo un par de segundos para que Stockman notara las barras de chocolate que una vez lo escudaron espaciadas por el piso dejando al descubierto su estado bochornoso.
―Ya te dije, no me hagas repetirte las cosas ―expresó el otro mostrando las garras afiladas.
―¡Lo lamento! ¡Tomaré en cuenta sssu consssejo, lo digo en ssserio! ―exclamó Baxter amedrentado, aunque en el fondo sabía que de nada le serviría, él había sobre explotado tanto el uso del agua, que ya no le era de utilidad.
El felino se retiró. Por su parte, Stockman más que vergüenza se sentía traicionado por su propio cuerpo; estaba cansado de tener a su mano izquierda como su única compañera sexual, autocomplecerse todas las noches ya no le era suficiente. Cuando humano no le importaba, pero ahora el insecto que llevaba dentro le exigía otro tipo de interacción.
Y fue ahí que el científico loco del Clan del Pie retomó un asunto que estaba tratando de esquivar: cómo consumar las demandas de su parte salvaje si toda mujer que lo veía sufría ataques de pánico debido a su aspecto repulsivo. Era obvio que ninguna se iría con él por voluntad propia, así que la única opción posible era llevar a cabo un rapto. En teoría, conseguir una fémina no debía ser tan difícil, no hace mucho había capturado a Abril O'Neil, para aumentar su porcentaje de ADN humano. Fue una idea atroz, lo reconocía, pero él no quería hacerle daño, tan solo le ofrecía una nueva forma de vida, una mutua compañía de carácter permanente. Como sea, se la llevó consigo únicamente para hacerse más humano y no porque sintiera algún tipo de atracción carnal o afecto por ella; después de todo, la pelirroja era demasiado joven para su gusto.
«Mañana El Kraang cambiará a todos los humanos de Nueva York con el mutágeno perfeccionado, después de eso no tendré ninguna posibilidad», pensó el afroamericano, mientras programaba decenas de movers con la hora exacta de la invasión, tal como le habían pedido.
Pasaron horas antes de animarse a salir de su laboratorio. Voló por las calles de Nueva York en la búsqueda de su objetivo sin importarle que aún fuera de día, lo cual solo dificultó su cacería. Ahí estaba el hombre mosca observando desde los tejados a sus víctimas potenciales, encontrando pretextos diversos para no llevarlas con él. Demasiado altas, demasiado bajas, demasiado mayores, demasiado agresivas y cuando al fin se decidió por una resulto tener demasiado spray de pimienta entre sus pertenencias.
―Casi me deja ciego ―dijo mientras se lavaba la cara con el agua de una toma que el mismo había logrado desintegrar.
Exhausto por su fracaso se sentó en un callejón obscuro. Su desesperación lo hizo actuar de forma irracional. ¿En qué momento decidió que esto era una buena idea? Lo mejor para él sería regresar a la guarida de Destructor y resignarse a una vida de abstinencia sexual… ¡No, esta vez no! ¡No iba a caer en indecisiones! Aun si quien pasara fuera la mujer odiosa que reparaba la copiadora de su antiguo trabajo, Stockman no sería quisquilloso, acabaría con su asunto de una vez por todas.
―¡Quien sssea! ¡Ya no importa, sssolo quiero acabar con esssto! ―exclamó seseando mirando al cielo, cosa curiosa considerando que él era un hombre de ciencia.
Como una burla cruel del destino un par de vías de energía paralelas se anclaron en el nivel más bajo de una escalera de incendios y seguidamente un joven vestido con un traje que claramente homenajeaba la década de los 80's se deslizó grácilmente sobre ellas. Irónicamente, Baxter tuvo tiempo de ocultarse dentro de un contenedor de basura cercano, desde ahí podría observar al más joven sin problema. Recuerdos, viejos y horrorosos recuerdos de su humanidad siendo arrojada en contenedores del mismo tipo tuvieron que ser reprimidos ante la situación actual.
«¡¿Antón Zeck?!», identificó enseguida al recién llegado «Esta debe ser una mala broma».
Más allá del resentimiento que le despertaba volver a ver a ese hombre, Stockman sentía curiosidad, ¿qué estaba haciendo ese sujeto a plena luz del día? Al igual que él seguramente tenía alguna misión que no podía esperar.
―¡Qué horror, qué horror! ―se quejó Zeck bajando lo que quedaba de la escalera de un brinco - ¡Esto es una burla, mandarme a mí a revelar estas bochornosas fotografías! ¿Quién rayos usa una cámara analógica en estos días? ¿Qué Steranko no sabe lo difícil que es conseguir un lugar donde revelen rollos fotográficos? ¡Es obvio, Iván solo quiere exprimir hasta la última gota de mi dignidad con su lista de tareas ridículas!
El hombre mosca observó la variedad de ademanes que Antón hacía para acentuar su molestia, los cuales parecían que jamás acabarían, incluso cuando el ladrón se llevó la mano a la frente de manera extremadamente dramática.
«¿Cuánto tiempo se quedará ahí quejándose?», se preguntó Stockman. Su cabeza comenzaba a chocar contra su hombro repetidamente, un tic nervioso que había desarrollado desde su mutación.
―Bueno él dijo que quería las fotos, así que porque no deshacerme de los negativos ―dijo Zeck sacando un sobre del interior de la mochila que llevaba en el pecho―. Puedo decirle que el tipo del revelado los perdió.
Era momento, mientras el ladrón estaba entretenido tirando con regocijo aquello que le causaba conflicto, Stockman aprovecharía para atacarlo, con suerte podría robarle la tecnología de su traje y explotarla para su beneficio, podría atrapar a cualquier mujer con facilidad e incluso, cuando su cuerpo estuviera completamente satisfecho, podría vengarse de cierto pez y perro mutantes que no hacían más que hacerle miserable la existencia.
―¡Ese traje será mío! ―susurró con decisión, sintiendo como el ácido subía a través de su garganta, pronto saldría disparado cual proyectil contra su objetivo.
No podía fallar.
―¡Qué desagradable! ¡Hay goma de mascar en mi bota! ―exclamó Anton mirando con repulsión aquella cosa sucia en su calzado de alta tecnología.
El ladrón abrió los ojos como platos al ver como una descarga paso justo a unos milímetros de su oreja derecha. El científico loco había perdido mucho tiempo pensando en su estrategia ofensiva.
―¡¿Cómo te atreves a dispararme?! ¡Casi me das en la cabeza! ―expresó Zeck enojado volteándose para encarar a quien fuera que lo había atacado por la espalda―. Espera un momento, Steranko me habló de ti, tú eres uno de esos calamares asesinos del espacio exterior (1).
La invasión había comenzado.
―Su información sobre Kraang es lo que se conoce como falsa, Kraang no es lo que ustedes los humanos conocen como calamar, Kraang es un alienígena perteneciente a la conocida como la Dimensión X y no del conocido como espacio exterior.
―¡¿Qué, qué, qué?! ¡Eso no me importa! ¡¿Porque me disparas hijo?! ¡Yo ni te conozco! ―exteriorizó el ladrón profesional perdiendo todavía más la paciencia.
―El conocido como Antón Zeck debe ser capturado y ser expuesto al conocido como mutágeno perfeccionado ―manifestó un segundo kraang-droide saliendo de un portal junto con otros tres de sus compañeros.
El muchacho retrocedió unos pasos, el número de alienígenas se había quintuplicado y lo peor de todo es que los nuevos traían consigo un arma enorme de plasma. Zeck no pudo evitar cuestionarse: ¿Por qué esos seres sabían su nombre? ¿Y a qué se referían con mutágeno perfeccionado? Iván se había encargado de informarle acerca de los efectos del mutágeno normal sobre los que alguna vez fueron humanos al servicio de Destructor, y realmente no deseaba averiguar lo que le haría esta nueva sustancia a su atractivo cuerpo.
―Amigo calamar, ¿no podemos hablar de esto? ―dijo Antón esperando tener algo de compasión por parte de los alienígenas.
En respuesta, uno de los kraang-droides se sentó en la silla integrada al arma de tamaño superior disparando a diestra y siniestra; por su parte los demás alienígenas abrieron fuego con armas regulares.
―No son del tipo diplomático, ¿verdad E.T. (2)? ―dijo contratacando con los láseres que salían de su extravagante peinado destrozando las piernas de uno de los Kraang-droides en el proceso, sin embargo, el maldito seguía disparando como si no le hubiera pasado la gran cosa.
Los movimientos de baile de Zeck fueron bastante efectivos para mantener entretenidos a los miembros del Kraang, no obstante, Antón sabía que no podía seguir a ese ritmo por siempre; aunque era muy ágil en algún momento las baterías doble AA de su traje se quedarían sin energía. Debía alejarse de aquel lugar lo más pronto posible, así que optó por lo más sensato.
―No pueden atrapar lo que no pueden ver ―habló Anton desapareciendo con tal solo presionar el botón de su cinturón.
Kraang, accionó un control remoto dando paso a la formación de una pared de energía alrededor del lugar. Antón frenó antes de estrellarse contra aquella trampa.
―¡¿Qué demonios, un campo de fuerza?! ―expresó el del mohawk sorprendido.
―Kraang esperaba la conocida como invisibilidad del conocido como Anton Zeck, así que se preparó con la conocida como estrategia.
Otro de los Kraang lanzó una pequeña esfera, cuya explosión creó una onda expansiva lo suficientemente fuerte como para enviar a Zeck directamente al campo de fuerza. Un grito agudo cargado de sufrimiento físico lleno el lugar. Si los Kraang-droides pudieran sonreír lo hubieran hecho debido al espectáculo ante sus ojos. Un adolorido Zeck cayó frente a los Kraang-droides ansiosos por llevarse al ladrón para ser "mejorado" por el Kraang Supremo.
―Ese campo estaba electrificado… de no haber sido por mi traje estaría muerto ―dijo en un intento fallido por levantarse. Presionó el botón que activaba su sistema de invisibilidad, pero fue inútil―. Como lo imagine, bloquearon mi camuflaje.
―Kraang ha obtenido lo que se conoce como victoria ―declaró uno de los alienígenas.
―Kraang, tú y Kraang lleven al conocido como Antón Zeck con Kraang, mientras que Kraang lleva a Kraang a mantenimiento por otro droide. Kraang se quedará para usar la conocida como arma de plasma Kraang ―ordenó otro más, al parecer el líder del grupo.
En este punto todo frente al ladrón profesional se contoneaba de un lado a otro, ya no le quedaba fuerza para pelear, ni siquiera para intentar ocultarse, esos pequeños monstruos rosa le habían ganado. Siempre pensó que acabaría rodeado de un grupo de hermosas mujeres llorando y gritando desconsoladamente por su partida de este plano existencial y no como ahora, vulnerable, sin nadie alrededor que pudiera lamentar su deceso. Los únicos sollozos y alaridos que escuchaba eran de los habitantes de Nueva York que probablemente estaban sufriendo el mismo destino que él. Maldecía su suerte, ni siquiera lo atraparon por ser especial, simplemente era otro humano de la gran ciudad a quien transformarían en adefesio.
«Si tan solo hubiera seguido las indicaciones de Steranko esto nunca hubiera pasado», se lamentó el ladrón profesional.
Casi podía escucharlo amenazándolo con arrancarle la cabeza de cuajo por fallarle otra vez. ¿El líder la mafia rusa se estaría preguntando sobre su paradero en estos momentos? ¿Se hallaría en su cuartel secreto al tanto del ataque alienígena? Probablemente estaría dirigiéndose a la frontera de la ciudad sin él; no lo culpaba, posiblemente hubiera hecho lo mismo en una situación similar, después de todo solo era su empleado. Aun así, deseaba importarle lo suficiente como para llevarlo con él fuera de esta caótica ciudad. En el fondo era del agrado de Iván, ¿cierto?; de no ser así, ¿por qué otra razón le perdonó la vida después dispararle en el ojo?
«Supongo que jamás lo sabré».
Un líquido comenzó a escurrir a los pies del traje de combate de los alienígenas y cinco cabezas rodaron por el piso de forma precipitada, seguidas por sus cuerpos bañados de una sustancia corrosiva. Los que antes poseían la ventaja, ahora se encontraban decapitados frente a él, los calamares rosa, como les llamaba el humano, salieron de sus carcasas metálicas para correr despavoridos, desactivando el campo de fuerza que los mantenía prisioneros. Para el joven afroamericano todo comenzaba a tornase cada vez más borroso; apenas pudo divisar a su salvador acercándose donde él yacía sin poder moverse.
―Steranko… ―dijo el del traje de alta tecnología, esbozando una sonrisa, sabía que el ruso no lo abandonaría―. No te ofendas pero… desde aquí te pareces a ese hombre mosca… ¿Cómo dijiste que se llamaba?
Anton ya no podía más, sus parpados comenzaron a cerrarse lentamente, el dolor era insoportable, por lo que no estuvo consciente cuando el otro le contestó:
―Baxter Ssstockman.
Bien, es todo por el momento, ¿qué les pareció? Si desean que continúe con este fanfic déjeme saberlo en los comentarios. Ya sé que no hay muchos fans del yaoi/slash del Clan del Pie en español, pero aun así quería compartir esta historia con ustedes. De antemano, gracias por leer.
P.D: Como en la serie de las Tortugas Ninja nos encontramos con muchas referencias a la cultura popular este fanfic no sería la excepción, así que pondré en ocasiones algunas notas:
(1) Aquí Anton está parodiando a la película titulada Killer Klowns from Outer Space (Los payasos asesinos del espacio exterior en Latinoamérica), película de 1988 dirigida por Stephen Chiodo.
(2) E. T., The Extra-Terrestrial (E.T., el extraterrestre en Latinoamérica), película de 1982 dirigida por Steven Spielberg.
