Los personajes no me pertenecen son creación original de Masashi Kishimoto.

Quien me rompe el corazón yaoista cada vez más.

Recomendación escuchar la canción: Olita de altamar de Café Tacuba.

Olita

Por Tlacuilo

El pueblo se veía como si fuese un cuadro de acuarelas; las casitas desperdigadas por aquí y por allá contrastaban con las pocas residencias que poblaban el centro, los botes se alineaban junto al pedazo de arena cerca de las viviendas de sus dueños: los pescadores que se ganaban de ese modo el sustento y el de sus familias, cerca de un acantilado y como si fuese la vigía de la playa, una casa se erguía silenciosa, batiéndose contra las olas que se estrellaban en las rocas. Un muchacho rubio subía la colina en dirección del acantilado tarareando alguna canción alegre, sus hebras rubias se movían al mismo ritmo de la brisa del mar. Un hombre joven que arreglaba una red, lo vio avanzar con paso tranquilo por la vereda y agitó la mano en su dirección:

–¡Naruto, él no está aquí!

El rubio frunció el ceño por segundos y luego sonrió hacia el hombre joven.

–¡Gracias Itachi lo iré a buscar!

El mayor asintió y siguió arreglando la red. Naruto regresó sobre sus pasos y bajó hasta darle la vuelta del acantilado y llegar hasta la entrada de una cueva, donde el eco de las olas al romper inundaba el lugar. Entró gritando:

–¡Teme, estás ahí!

El chico buscó por todo el lugar la figura de su amigo, los ojos azules escudriñaron roca por roca y es que a Naruto no le agradaba hacer eso –buscar al otro chico ahí–, pues su amigo tenía una piel tan blanca que muchas veces se comparaba con las espuma del mar, si no fuese por el cabello y ojos de un negro obsidiana, Sasuke desaparecería a la vista. Y eso fue lo que el rubio distinguió en el fondo de la cueva –su cabello negro con reflejos azules– donde las olas llegaban acariciando un pedazo de arena y rocas. Sasuke veía algo con extrema curiosidad. Naruto saltó al agua y nadó hasta llegar a la orilla.

–Te estoy hablando y no contestas... –Sasuke siguió su inspección e ignoró a Naruto, por lo que el otro infló las mejillas ofendido y volvió a gritarle– ¡Teme!

Por fin el pelinegro salió de su ensoñación y giró fastidiado a ver a su amigo.

–Que escandaloso eres dobe. ¿Qué quieres?

–¡¿Como que que quiero?! ¡Prometiste que me enseñarías a pescar esas mantarrayas!

Sasuke miró a los ojos azules del otro por unos segundos y regresó de nuevo la vista la objeto que sostenía en sus manos.

–No se por que quieres aprender, eres el hijo del alcalde del pueblo no tienes que ganarte la vida con la pesca.

Naruto cruzó los brazos molesto. Sasuke y él tenía la misma edad y habían crecido prácticamente juntos hasta que una desgracia cayó sobre los Uchiha, los padres de Sasuke e Itachi habían muerto por una fiebre que los dejó sin dinero ni familia a quien recurrir, sin embargo antes de eso eran una de la familias más ricas del lugar y eso les había traído muchos enemigos, por lo que su muerte no fue muy llorada y eso dejó a los chicos sin dinero ni nadie que les ayudara; Itachi que hasta ese tiempo era considerado un niño muy inteligente aprendió rápido el oficio de pescador y no conforme se convirtió en el mejor del pueblo. Ahora con diecisiete años poseía una casa y un pequeño barco que era la envidia de muchos pescadores de más edad, pues el mayor de los Uchiha lo fue adecuando y mejorandolo. Sasuke –en cuanto pudo hacerlo– acompañaba a su hermano aprendiendo a pescar. Naruto que era considerado un chico sin prejuicios no dejó de tratar a los dos Uchiha y por el contrario la amistad que tenía con Sasuke se fue estrechando a grado de convertirse en un sentimiento más fuerte, para el rubio ver y estar cerca de Sasuke constituía su mundo, su trabajo era hacerlo sonreír aunque fuese de lado y su rutina perderse en los ojos negros. Más el miedo a perder la amistad de Sasuke y por ende no poder estar con él lo reprimía para gritarle sus sentimientos.

Sasuke observaba el diminuto pedazo de roca tratando de descifrar si era verdadera, ajeno a los tormentosos pensamientos del rubio a su lado. Para el moreno era muy importante su hallazgo pues si era real, el que su hermano tuviese que trabajar tanto ya no sería necesario. Esa tarde nadando en la cueva notó el brillo de esa piedra y al bajar al fondo y cogerla la esperanza fue naciendo en su corazón. Los pescadores contaban muchas historias de tesoros piratas hundidos juntos con sus dueños esperando solo por aquel valiente que quisiera apoderarse de ellos, Itachi no creía en esas cosas, pero Sasuke que creció escuchándolas las tomó más en serio y ahora con esa prueba en la mano juraba que no descansaría hasta encontrar el tesoro del que provenía. Con eso pensamientos rondando su cerebro se levantó y se lanzó al agua para salir de la cueva, Naruto lo siguió sabiendo que el moreno era ajeno a todo, cuando algo captaba su atención. Cuando llegaron hasta el otro lado Sasuke se dirigió a Naruto.

–¿Oye dobe mi hemano aún estaba reparando las redes?

–Si.

–...

–¿Por que preguntas?

–Quiero pedirle que te enseñe a pescar.

–¡Pero dijiste que tú lo harías!

–No puedo, iré a ver a Kimimaro.

–Entonces voy contigo.

–Quien te entiende ¿no querías atrapar tu propia mantarraya?

–Habrá tiempo para eso.

–...

Los dos chicos caminaron y atravesaron la paya donde los que estaban ahí saludaba a Naruto, Sasuke era ignorado, pero era algo a lo que estaba acostumbrado.

Para la tarde ya estaban de regreso y con la confirmación de que la piedra era real y valía algo. Durante el trayecto de regreso Sasuke se ensimismo y no pronunció palabra hasta que tuvieron que cruzar el centro del pueblo y una voz se escuchó llamar a Naruto. Kushina la madre del rubio lo llamaba recriminandolo por estar desaparecido todo el día, la mujer pelirroja vio a Sasuke y lo saludó animadamente –muy parecido a como actuaba su hijo– luego como si la mujer tuviese dos personalidades se giró hacía su hijo y casi se lo llevó arrastrando. Sasuke vio partir a madre e hijo y negó con un movimiento de cabeza siguiendo su camino.

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Minato vio llegar a su esposa jalando a su hijo y supuso que este estaba de nuevo con el menor de los Uchiha. Ni él ni Kushina tenían nada en contra de la amistad de Naruto y Sasuke, pero no les agradaba que el rubio se la viviera con el moreno, después de todo Naruto tenía mucho amigos. Y siendo padres sabían que la amistad de esos dos podía terminar en algo más serio, no en vano conocían bien a su hijo, por lo mismo no deseaban que Naruto confundiera sus sentimiento y cometiera un error en el que ademas de él otros más saldrían heridos. Conclusión eran muy jóvenes para enamorarse en serio de alguien.

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Sasuke esa misma noche le contó toda su idea a Itachi, más este lo vio y suspiró abatido.

–Si es verdadera ¿Pero que te hace pensar que hay más como esa? Y el mar es ta inmenso y sus corrientes tan variadas que es como buscar un granito de arena especifico en una playa.

–Hermano, tú has estudiado las corrientes, los movimientos y los mares.

–Ni con todo el conocimiento de un sabio podrías saber las direcciones del océano.

Sasuke no replicó, pero no por que estuviese convencido, si no por que confiaba en convencer a su hermano...

Los días, meses y años siguieron su curso, la amistad de Sasuke y Naruto fue cambiando hasta convertirse en saludos esporádicos. La aldea sufrió una trasformación con una racha de buena suerte para todos a excepciona de los Uchiha, por desgracia, el mal sino los persiguió haciendo que Itachi enfermara al grado de no poder levantarse por un malestar en los pulmones que lo aquejaba, todos su bienes se esfumaron de nuevo y con eso Sasuke tuvo que trabajar para el capitán del barco Manda. Orochimaru era su nombre. Pero siempre hay una luz al final del túnel y uno de los marineros de Orochimaru llamado Deidara quedó prendado de Itachi mudándose con ellos y ayudándolos a salir adelante.

Con dieciséis años Sasuke era todo un marinero y ganaba su pago como todos los demás, y con eso también se ganó la confianza del capitán al que afortunadamente o desafortunadamente convenció para seguir su sueño.

Una noche en que el medico les informó que Itachi estaba en franca mejoría Sasuke se sentó con su hermano y cuñado y les informó que se iría a buscar ese tesoro. Itachi no estaba de acuerdo, pero su hermano había madurado tanto que ya no podía oponerse.

Después de dar la noticia Sasuke empacó todo lo que necesitaría y quiso despedirse del pueblo y del que fue su único amigo. Caminó hasta el centro donde se llevaba a cabo una fiesta, se coló entre las personas y buscó la conocida cabellera rubia. Al verlo cerca de sus amigos se detuvo un instante, no queriendo molestarlo, pero un agarre férreo lo jaló y lo metió.

–¡Sasuke, Naruto estará feliz de que hayas venido!

Kushina lo llevó hasta donde el grupo de chicos estaba reunido, la mujer con ese sexto sentido sabía que su hijo no había dejado de lado a Sasuke, que por el contrario lo evitaba tratando de que Minato ni ella notaran nada, temeroso de que Sasuke saliera lastimado, pero Kushina consideraba que eso de «Lo hago por tu bien» era una reverenda estupidez. Por eso arrastraba al chico moreno hasta donde su retoño conversaba con varios de sus amigos, Sakura una de ellos ahora le pegaba en la espalda, muy preocupada, pues Naruto al ver a Sasuke se estaba ahogando con su bebida.

El autor del destino decidió que en ese momento Minato se acercara al mismo tiempo a los chicos y le preguntar a la chica.

–¿Eres su novia?

Naruto escuchó la pregunta que le hacían a Sakura y respondió sintiendo la presión o simplemente no estando listo para aceptar lo que sentía por Sasuke.

–¡Si! Bueno algo así.

Los gritos emocionados de algunas chicas y el de sorpresa de Sakura se escuchó, al mismo tiempo Kushina se quedó impactada. Sasuke por su parte no sabía si sentirse triste o alegre por su amigo, algo se había roto dentro de él , pero no podía culpar a nadie, pues ni él mismo sabía que había sido ni el motivo.

Naruto en cambio no quería ver a Sasuke temiendo todas su reacciones, si este estaba alegre eso le haría perder toda esperanza y si estaba triste juraba que se aventaría a sus pies y le pediría perdón y definitivamente no podía comportarse de ese modo frente a tanta gente –incluidos sus padres.

Sasuke se aclaró la garganta y todos giraron a verlo.

–Yo... –Era la primera vez que Sasuke dudaba.– He venido a despedirme.

Naruto respondió de inmediato.

–Que te vaya bien.

Un silencio incomodo se instaló y el menor de los Uchiha prefirió irse para que siguiera la fiesta. Esa misma noche y con las estrellas como guías el Manda zarpó, llevándose una persona importante para Itachi, Deidara y tal vez... Naruto.

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Las olas llegaban a la playa humedeciendo los pies del blondo que observaba el horizonte, su bronceado y escultural cuerpo brillaba con las últimas luces del ocaso. Una figura se acercó hasta él y palmeó su espalda en gesto amistoso.

–Naruto te convertirás en pez si sigues tanto tiempo en la playa.

–Itachi ¿Ya de regreso?

–Si, esta jornada fue muy beneficiosa.

–¡Que bien!

Itachi se quedó un rato viendo el horizonte y luego se removió inquieto sin saber como mencionar el tema. Armándose de valor lo hizo.

–Hace cinco años que se fue y no hemos sabido nada del barco...

–Regresará algún día.

Itachi no replicó, no era la primera vez –ni sería la última– que tenía esa conversación con Naruto, todos habían intentado convencer al rubio que dejara de esperar algo que –Y le dolía mucho a Itachi aceptarlo– no ocurriría.

Despues de la despedida de Sasuke, tuvieron que pasar varios días para que el rubio se diera cuenta que este no había salido a uno de los tantos viajes por trabajo y cuando esto sucedió, buscó cualquier forma para seguir al moreno, pero ni sus padres ni sus amigos se lo permitieron, convenciéndolo de que Sasuke regresaría. Los días meses y años pasaron y todo aquel que guardaba una esperanza de que el Uchiha menor regresara la perdió, todos excepto Naruto, que como todos los días buscaba desde la playa ver el barco que traería a su mejor amigo... al amor de su vida de regreso a él.

Las frases que pronunció esa noche rondaban sus sueños convirtiéndolos en pesadillas. Con el tiempo se acercó más a Itachi y su familia, aprendiendo de estos, y ahora con veintiuno años cumplidos echaba las redes como el pescador mas experto, a pesar de tener un cargo en el gobierno y ser el prospecto para ser el sustituto de su padre como alcalde cuando este se jubilara, el rubio había dejado de lado la posibilidad de formar una familia con otra persona y establecerse.

En los atardeceres como ese, le gustaba disfrutar las olas en su cuerpo imaginando que era la piel blanca de Sasuke que se unía en un abrazó carnal con la suya.

Tal vez eso no era tan irreal y Sasuke había muerto hacía mucho tiempo... llegando a visitar al rubio convertido en espuma...

Fin

¿Epilogo? ¿Feliz o lo dejamos así? Pues nada que con el último capítulo del manga me volvió a romper mis ilusiones Masashi Kishimoto.