El potterverso es de J.K. Rowling
Si volviera a nacer, sería un bebé.
¿Qué otra cosa podría desear como amante
que ser tu eterno lactante, un mutante suplicante?
Ya sé que no somos una pareja al estilo de antes,
pero no es necesario tener principios, lo importante es tener finales.
Love of Lesbian, Los Toros en la Wii
Blanco
Cuatro paredes, ahora blancas, rodeándole. La muestra de un pasado borrado a conciencia.
La brocha en su mano izquierda, aún húmeda de pintura, gotea. Lágrimas blancas, sin color, vacías.
Dentro de esas cuatro paredes, Sirius Black se ha borrado a sí mismo. Ha borrado todo lo que fue y todo lo que pudo haber sido.
Todo, ya no queda absolutamente nada.
Y no se siente como esperaba. Le falta algo. Una última pincelada maestra.
Ese toque no lo da él; lo hace Remus.
Aparece en el habitáculo sin avisar, como si fuera parte de él. Se acerca a Sirius, le quita la brocha de la mano y le sujeta la otra.
Un gesto simple pero lleno de matices. Tantos como colores luz.
Sirius se acerca a él, rompiendo hasta la más mínima distancia.
Queriendo llenarse de él.
Queriendo llenar la blancura con esa explosión de colores que produce Remus en él.
Remus le empuja contra la pared y clava su sonrisa de lobo en su clavícula.
Sirius busca sus labios con los suyos. Se funden. Ni si quiera ellos saben dónde empieza el uno y termina el otro.
Remus apoya la brocha contra la pared, junto al costado de Sirius, sin dejar de rozarle. Miles de colores y tonalidades estallan de ella.
Tonos rojizos como sus antiguos uniformes, como el frenesí y como esa calidez que les produce su contacto.
Azules; algunos oscuros como una noche en el bosque prohibido, otros tan claros, brillantes y deslumbrantes como las estrellas, como Sirius.
También hay amarillos como el brillo en los ojos de Remus. Como el estallido de su risa en sus ojos.
Colores que se funden y se mezclan haciendo desaparecer el vacío. Cubren ese blanco sin vida que en algún momento se creyó capaz de cubrir todo lo oscuro que ocultaba él solo.
Ellos no ven lo que su contacto produce, lo sienten. Ahí, tirados en suelo, aprisionados contra la pared, sin saber donde empiezan y donde terminan, devorándose como caninos, estallan. Una y otra vez, a una velocidad tan frenética como la de sus latidos.
Así es como Sirius esperaba sentirse: nuevo y rebosante. De los Merodeadores. De él y de Remus.
Sin ningún hueco en blanco, sin ningún hueco en negro.
Nota de la autora:
Este drabble está ambientado un año después de que los Merodeadores terminaran en Hogwarts.
Significa y tiene el sentido que queráis darle, eso es lo bonito del arte.
Hasta la próxima.
