¡Hola a todos!
Como dice el preview, este es un fanfic basado en los de Misao-CG (y cuento con su autorización) por lo que la pareja puede que suene bastante inusual, vamos, incluso excéntrica pero bueno, fue lo que salió. Siempre me dio la curiosidad de escribir algo así, además es todo un honor escribirle un fanfic a una persona tan genial como ella *o*. Yo no estaría por aquí de no ser porque me inspiró para comenzar en esta actividad.
Según mis cálculos, las referencias y por la línea del tiempo que ella maneja, este fanfic estaría ubicado por ahí de mediados del 2012. Si no saben de qué hablo, ¡vayan, busquen sus fanfics y enamórense de ellos!
Para que no cueste tanto trabajo formarse una imagen mental de las situaciones, imaginad al Afro de Saintia Sho xD.
Como todo, como siempre, Saint Seiya no me pertenece, tampoco los personajes y mucho menos los OC's, de los cuales tengo autorización de la persona que los creó para utilizarlos.
Heidenröselein.
Capítulo 1.
- Es más como una expedición a la montaña, ¿no?
- Parece.
- ¿Por qué nosotros?
- Creo que ambos encajarán bien en esta misión.
Shion miró a ambos santos, Afrodita de Piscis y Shaina de Ofiuco estaban en la sala principal del templo. Los llamó para asignarles una misión muy importante.
- Podría ir yo solo- comentó el santo de Piscis pero de inmediato sintió que un aura hostil manaba de la amazona y aunque no le pudiese ver el rostro por el momento, podía jurar que le dedicó una mirada llena de enojo.
- Podrías pero cuando se envía a alguien de misión a otro país, lo ideal es que vaya acompañado, por precaución.
- Mejor dí que no quieres ir conmigo y te evitas problemas- dijo la única fémina presente con acidez pues sabía perfectamente que no todos le soportaban el carácter y cuando la asignaban a misiones siempre le ponían pretextos desde los más complejos hasta simples excusas, incluso por allí había alguien que ya iban como dos veces que mataba a su abuelita para evitar ir con ella.
- No es eso, lo sugerí porque tampoco hay muchas personas a las que les agrade ir conmigo... o más bien, a las que yo les agrade- repuso Afro mirándola inocentemente. La mujer vio sinceridad en su respuesta por lo que se guardó cualquier otro comentario.
Shaina sabía que era mandona y que de no ser porque todos sabían que era más italiana que la pasta, cualquiera diría que era originaria de Esparta; aquello sumado con su carácter fuerte y su sensibilidad con respecto a lo femenino la hacían una no muy buena opción como acompañante pero al ver que él no ponía un pretexto para que fueran juntos se sintió extraña. Incluso entre los dorados intentaban evitar enojarla y eso ya era algo grave, pero ahora que lo pensaba, pocas veces se había encontrado de frente con el caballero que tenía al lado, simplemente lo saludaba respetuosamente y ya.
- Señor... no es porque no quiera ir o algo así pero ¿por qué ir hasta Suiza por una planta?- preguntó el santo de Piscis todavía algo escéptico.
- No es cualquier planta, es una especie de muérdago enano que es criado para ser solamente de ornato y da la casualidad que aquella persona vive en las montañas de Lugano, casi en la cima pues es muy dedicado a su trabajo y no le gusta que lo molesten. La señorita Athena piensa enviarlo de regalo para otro Dios- explicó el patriarca acomodándose en su asiento. Realmente no sabía por qué pero Saori misma pensó que aquellos dos serían ideales para ir a traer el muérdago.
- ¿Quién quiere una planta de cumpleaños?- comentó Shaina dando a entender que le parecía absurdo.
- Ya les dije que otro Dios, verán, queremos expandir nuestras relaciones con otras cosmogonías y da la casualidad que los dioses Nórdicos se han mostrado bastante amables desde aquel incidente con Hilda, además, la princesa se lleva bien con algunas diosas y a veces se escriben por lo que la invitaron a una de sus fiestas allá en Asgard para celebrar un cumpleaños pero no me agrada mucho la idea de que vaya allá (y tampoco al señor Zeus) pues esos dioses son algo... alegres y como la princesa todavía no está en edad para asistir a esas fiestas, decidió solamente llevar el regalo ella misma un día antes o un día después, todavía no lo decide.
- Si no estoy mal con la mitología de allá y en relación con el regalo, ¿es para el dios Baldr?- preguntó Afro ladeando la cabeza. Pese a tener déficit de atención, cuando no tenía nada que lo distrajera, podía conectar muy bien los hechos.
- En efecto, la señorita Athena quiere que al menos ese pequeño muérdago se una al pacto de no lastimarlo como lo tienen las otras cosas. Dicen que él siempre ha querido tener uno pero realmente no se anima desde lo que ocurrió con aquella flecha..
- Es un gran gesto por parte de la princesa- coincidió el santo de Piscis sonriendo enternecido como hermano mayor.
- Sí. Entonces por eso los envío a ustedes, puede que crean que exagero pero el ver a dos guerreros de una diosa comprando algo que podría ser un arma letal para un dios podría malinterpretarse y podrían atacarlos. Podríamos usar el correo pero como les digo, puede parecer muy simple pero es todo lo contrario.
- Comprendo, estaremos listos para mañana por la noche- dijo él y Shaina solamente asintió.
Shion los dejó ir prometiendo que más tarde les daría todavía más instrucciones que las iniciales.
Afro caminó delante de Shaina y sorpresivamente le abrió la puerta para dejarla salir primero.
- Gracias- murmuró ella sintiéndose extraña, primero por aquel pequeño gesto y porque no se había percatado antes de que él era casi veinte centímetros más alto que ella. Era extraño, se pensaría que él era alguien bajo por su apariencia pero al pasarle al lado se dio cuenta de que tenía que mirarlo hacia arriba.
Él salió detrás de ella y ambos comenzaron a bajar despacio aquellas legendarias escaleras.
- Oye...- dijo ella insegura pues en primer lugar, se cohibió porque no sabía si tutearlo o no y en segunda porque se negaba a llamarlo por su nombre completo. Se detuvo y él también pero se regresó los escalones que le llevaba de ventaja para estar a la par de la mujer.
- Puedes decirme "Afro", como todos- contestó el santo, él también pensó en que realmente no había interactuado con ella antes.
- Sí, bueno yo...
¿Cómo decirle que no entendió al final de lo que se trataba la misión? no era que no hubiese puesto atención sino que se perdió del tema, se desenchufó. Su orgullo le decía que no debía de enterarse, ya sabría de qué iba el asunto después pero su deber era saber bien de qué se trataba todo.
- Hubo una época en el que el dios Baldr tuvo pesadillas y éstas cada vez se iban haciendo más oscuras, no podía dormir; su madre se dio cuenta de eso y al leer sus sueños pudo ver que él moriría, todos los dioses se preocuparon por él e hicieron una lista de cosas que podrían matarlo, su madre tomó esa lista y fue por todos los mundos haciendo que cada cosa prometiera no lastimarlo pero el muérdago era joven para jurar además de que no había forma de que fuera amenaza para él. Loki decidió matar a Baldr como venganza por el encierro de sus hijos y buscó la forma de averiguar si había algo que lo matase hostigando a la madre de Baldr, consiguió saber que el muérdago no había jurado así que hizo una flecha para matarlo. Baldr se jactaba de ser invulnerable a cualquier cosa y hacía que el resto de los dioses le arrojaran cualquier objeto pero en ese juego participaba uno de sus hermanos que era ciego así que Loki se aprovechó de eso, le dio la flecha y la disparó lastimándolo. La historia dice que murió en el momento pero sabemos que los Dioses en esta época están vivos. Parece que con la modernidad dejaron los mitos de lado y tuvieron una especie de reinicio pero creo que Baldr todavía debe de tener un poco de miedo, por eso la Princesa va a hacer que al menos esa planta por la que iremos jure no lastimarlo- explicó Afro amablemente pues notó que ella ya no dijo más antes de despedirse de Shion. Shaina prestó atención a cada una de sus palabras.
- Vaya...- dijo ella admirada.- Es una buena forma de establecer buenas relaciones entre dioses.
- Lo sé, se pensaría que es para causar simpatía pero aseguro que la Princesa lo hace de buena gana. Además, pienso que debe ser extraño tener miedo de una sola cosa y saber que te puede causar la muerte.
- Supongo- respondió la mujer y volvió a mirarlo. Era una suerte que él no pudiera verle la cara pues ahora ella tenía la boca abierta pues miraba con atención el rostro del hombre que tenía enfrente. La belleza que poseía era inclasificable e indescifrable pues sus rasgos pese a ser femeninos, parecía que solamente le quedaban a él, no sabía cómo pero a la mente le venían las palabras "belleza misteriosa", sus ojos azules se mostraban desinteresados pero con un brillo de astucia, como si fuera una fiera en reposo, sus labios remarcados naturalmente no mostraban una sonrisa permanente pero al hablar con amabilidad, éstos se curvaban y motivaron a la amazona a escuchar lo que salía de ellos. Su voz de principio daba la impresión de no concordar pero ya viéndolo hablar, dejaba de parecer que alguien estaba añadiéndole una voz masculina al movimiento de sus labios. No pudo evitar que sus ojos recorrieran el cuerpo de Afro pues por el llamado tan rápido subió sin su armadura. Podía decir que era el menos fornido de todos los caballeros que conocía pero tampoco podía decir que fuera un hueso, era solamente delgado pero con una musculatura marcada y ello Shaina lo notó más en los brazos pues él los tenía cruzados, le resaltaban un poco los bíceps por debajo de aquella camisa blanca de mangas largas (pero enrolladas por ahora pues estaba a punto de ponerse los guantes y demás complementos para comenzar a arreglar sus rosas), no podía predicar nada de la cintura para abajo pues el pantalón holgado negro y las botas de hule no la dejaban emitir un juicio apropiado.
- Te mandaré avisar las demás instrucciones en cuanto me lleguen- dijo Afro a manera de despedida porque interpretó el silencio de la amazona como señal de que ya se quería ir.
- S-sí, gracias- respondió ella reaccionando pero aunque salió de su ensimismamiento, siguió parada en el mismo lugar.
- Nos vemos - dijo él reanudando la marcha.
Al verlo de espaldas, Shaina vio claramente que ese pantalón no era tan holgado como parecía, digamos que remarcaba lo remarcable. La amazona de Ofiuco se dio una buena cachetada para obligarse a mover los pies.
- Parece que no hubieras visto a un hombre antes- se regañó por abstraerse de esa forma en el santo de Piscis pero se quiso tirar de las escaleras pues jamás se imaginó que alguien como él le alborotara las hormonas de tal manera. Ella realmente no tenía nada en contra de Afro, era sencillamente que nunca antes le había prestado tanta atención como ahora.
Bajó las escaleras despacio y por ello mismo se detuvo un poco a ver el panorama a su alrededor. Respiró hondo y contempló lo que sus ojos veían. Pensó nuevamente en el morador de la décimo segunda casa.
- Debe ser increíble levantarse con estas vistas- se dijo en voz alta y ya por fin bajó.
Pasó por la casa de Piscis sin pedir permiso pues el caballero casi nunca le respondía cuando ella pasaba por allí, además recordó que una vez le dio permiso de pasar siempre que lo necesitara, de hecho había obtenido tal permiso en todas las casas.
Sus tacones resonaban por el piso del recinto, esta vez pasó despacio, admirando la estructura; no era tan distinta a la del resto de los templos pero Afro se ocupaba de decorar un poco con unos jarrones grandes con rosas rojas y rosas que aromatizaban el entorno, hizo otra parada y se quitó la máscara para olerlas mejor pues le encantaba esa esencia. Eran tan bellas, especialmente las rojas, su matiz era tan intenso que parecía que si las tocaba podría mancharse los dedos.
- ¿Se dará cuenta?- preguntó Shaina para sí y tomó una de las flores con cuidado para verla mejor; no era que la necesitara pero quiso llevársela, las pobres estaban allí en ese jarrón para recibir a quien pasara por allí además, los ramos puestos en los jarrones eran grandes por lo que esperaba que él no lo notara. Ahora sí salió rápido sintiendo como si hubiera hecho una travesura.
- Sí me di cuenta, no eres discreta- susurró Afro sonriendo pues sintió curiosidad al sentir que Shaina se detuvo a medio pasar por su casa así que fue a ver lo que la detuvo. Nadie antes se había detenido a mirar las rosas como ella, todos por lo general pasaban rápido ya fuera de ida o vuelta. Realmente apreció el gesto de ella al quedarse aunque fuera por ese momento. Ponía las flores como ornato para recibir a todo aquel que se esforzó por llegar hasta allí. ¿Serían acaso las rosas la flor favorita de su compañera de armas?
Regresó a atender sus rosales, quizás en los próximos días podría preguntarle.
Ya iban a ser casi las nueve de la noche y Shaina de Ofiuco se encontraba en su cabaña lista para ver la televisión. Por las noches a la italiana le gustaba avanzar un par de capítulos de alguna serie que no tuvo oportunidad de ver antes. Se ponía lo más cómoda posible, por ejemplo esa noche usaba una camiseta que le quedaba grande encima, luego tomaba asiento en su sofá y disfrutaba de la serie mientras comía cereal.
Justo estaba a punto de servirse cuando llamaron a la puerta. Normalmente a esa hora ya todos estaban en sus respectivos hogares por lo que se extrañó de que la visitara alguien. Quizá era alguna de sus compañeras llamando para pedirle prestado algo por lo que fue a abrir sin fijarse antes quién era.
- Buenas noches Shaina- saludó Afro algo sorprendido, la mujer quiso cerrarle la puerta en la cara por recibirlo en tales fachas pero se había quedado helada.
- Buenas noches- respondió ella intentando mantener la calma porque podía ser algo importante.
- Vine a traerte la información y los boletos de avión, sí saldremos mañana en la noche- comentó el santo extendiéndole un sobre amarillo donde contenía la documentación necesaria. No pudo evitar poner especial atención a la vestimenta de la amazona, no tanto por la camiseta grande sino por otra cosa, algo que lo hizo pasar saliva sonoramente.
- Está bien, disculpa las molestias- dijo ella algo más calmada y tomó el sobre.
- Descuida, iba pasando de todas formas pues fui a recoger todo- dijo él intentando mirarla exclusivamente a la cara. Los ojos verdes de Shaina lo miraban con curiosidad y le prestaban toda su atención. Era una lástima que tan lindos ojos siempre estuvieran ocultos pero a su vez, tal vez era bueno pues esas angelicales facciones no causarían el temor y la seriedad que daba la máscara.
- Entonces te veo mañana a las...
- A las siete estará bien, prepara todo- recomendó Afro poniendo toda su fuerza de voluntad para seguirla encarando pero ahora decidió echar un rápido vistazo dentro de la cabaña y no pudo evitar ver que ella había puesto la rosa robada en un pequeño florero de vidrio soplado que ahora adornaba el centro de su mesa. Ay, sí la estaba cuidando.
- Allí estaré puntual, gracias de nuevo. Descansa- dijo ella regalándole una sonrisa. Qué raro, Afro parecía no querer mirar otra cosa que no fuera ella, ¿y si se había dado cuenta de la rosa? nah, debía de ser algo más, quizá tenía algo en la mejilla.
- Igualmente- respondió el santo de piscis aliviado de poder irse y se dio la media vuelta para caminar de regreso a su templo.
Shaina lo contempló hasta que él se perdió en el camino mientras se aseguraba de no tener algo en el rostro. Cerró la puerta despacio.
- ¿Quién era, maestra?- preguntó Rin saliendo de su cuarto pues ella a esas horas ya estaba durmiendo y el sonido de la puerta junto con las voces la despertaron.
- Oh, era Piscis, ya te había dicho que iré de misión mañana- dijo la amazona revisando los papeles.
- ¿Y lo recibió sin pantalones?- preguntó la niña entre bostezos.
- ¿QUÉ?- gritó Shaina y se miró hacia abajo, aquella camiseta que usaba le llegaba nada más a medio muslo pero ya bien parada, la prenda subía todavía un poco más. Había recibido a un caballero dorado casi en ropa interior y en su morada, quiso morir, quiso que Zeus se enterara de su desgracia y que la ayudara lanzándole un rayo para desaparecerla.
- Descuide maestra, no se le ve nada- consoló la aprendiza intentando no reírse.
- Esto es peor que si me hubiera visto sin máscara- dijo la mujer cubriéndose el rostro avergonzada.
- Pero está sin máscara- recordó Rin acercándose y aunque tuviera toda la intención de consolar a Shaina, lo cierto era que lo estaba empeorando todo.
- ¿Qué va a pensar de mi? ¡Debí parecerle una desvergonzada!- se lamentó ella ahora deslizándose hacia el suelo para ver si éste se partía y se la tragaba.
- O a lo mejor pensó que tenía bonitas piernas, maestra- repuso la aprendiza pasándole una mano por el cabello con cariño.
- No creo, no soy el tipo de nadie- dijo ella casi llorando por la vergüenza.
Rin se quedó consolando a su maestra, pese a ser todavía una niña se dio cuenta de varias cosas pues había visto todo desde una rendija en su puerta. Vio que el caballero se esforzaba por no mirar más de la cuenta a Shaina y hasta ella sintió un poco de admiración por él; sabía que los demás santos trataban a su maestra como a un hombre más, incluso apostaba a que cualquier otro le habría soltado una gamberrada por verla así y que ello naturalmente llevaría a que Shaina rompiera algunos huesos. Realmente ella no tendría nada qué hacer frente a un dorado pero Afro tuvo la delicadeza de hacer como si no hubiera visto nada.
Shaina se serenó, mandó a su aprendiza a dormir y se dispuso a seguir con lo que quería, todavía tenía algo de tiempo pero por estar pensando, no pudo concentrarse en la televisión. Dejando de lado lo ocurrido, nuevamente se maravilló por lo que vio en aquel hombre, ya con ropa formal se veía todavía mejor, olía a colonia y su larga cabellera azulina enmarcaba su rostro. Nuevamente le vino la vergüenza, él tan bien vestido y ella con esas fachas, peor, casi desnuda. Lo correcto sería pedirle disculpas pero no quería avergonzar a Piscis, decirle que la perdonara conllevaría a que ella remarcara el hecho de que se mostró así y todavía tenía la esperanza de que él no hubiera notado nada. El hado no estaba de su lado.
Afro iba saliendo del recinto de las amazonas para encaminarse hacia la primer casa y subir despacio. Se sorprendió a sí mismo suspirando, no eran sus usuales suspiros de apatía o melancolía sino que suspiraba de gusto, algo muy raro en él pero recordó que había sido bastante inoportuno pues el ir a esas horas a la cabaña de Shaina había sido un gran fallo, había interrumpido el descanso de la mujer pero de no ser por eso, no habría presenciado a la más explosiva de sus compañeras totalmente relajada, siendo una chica más. Él realmente no sabía por qué le tenían miedo, Shaina era una mujer delicada pese a tener ese carácter; cualquier otra persona lo miraría como si estuviera loco si lo dijera en voz alta, pero él lo sabía, lo sospechó en el momento en el que ella se detuvo a mirar las rosas, lo supo cuando tomó una y lo confirmó cuando vio que ella había puesto la flor en un florero, allí donde se viera.
Si todo lo que decía el resto sobre la agresividad de la amazona fuese cierto, lo hubiera corrido a patadas por perturbarla mientras le soltaba una sarta de improperios pero no, ella lo saludó normalmente y hasta tuvo la suerte de ver la sonrisa junto con su brillante mirada aunque eso no fue lo que lo recibió en principio. No era de caballeros el andar mirando de más a sus compañeras, además, si los descubrían mirándolas, se llevarían de recuerdo un ojo morado o un diente roto. Pero a él no le interesaba realmente mirar de esa forma a una mujer, no era que no le gustasen (como muchos creían) sino que siempre encontraba belleza falsa en ellas, pues podían tener rostros hermosos pero el corazón y sus maneras de actuar le dejaban mucho qué desear, por lo que él hablaba primero con una chica y luego se permitía deleitarse con lo físico pero con Shaina le había pasado al revés, el ver sus bien torneadas piernas y su rostro le hicieron estragos en la mente, se había permitido unas palabras con ella pero no tanto como para ponerlo así... ahora sabía que Shaina de Ofiuco lo puso nervioso como nunca antes, si ella en ese momento le hubiera pedido cualquier cosa, él habría dicho que sí. Dejar de mirar su cuerpo para mirar el rostro fue todavía 'peor' pues descubrió la belleza física que buscaba luego de una buena charla y la obtuvo con un par de encuentros que probablemente no podían clasificarse como tales.
Se sentía raro pues jamás en su vida creyó ponerse así y quizá estaba exagerando al pensar tanto en ella en tan sólo unos momentos pero el que alguien lo descolocara así, lo hacía ponerse paranoico y era peor pues iba a estar a solas con ella durante unos cuantos días.
- Nah, es sólo la sorpresa, siempre la has visto con su ropa de entrenamiento- se convenció y aceleró sus pasos para llegar rápido a su casa, justo en las escaleras que daban para pasar por Cáncer, se encontró a su mejor amigo.
- ¿Qué hay?- saludó Máscara de la muerte al verlo acercarse. El santo de cáncer estaba disfrutando del fresco nocturno pues su casa olía a piel quemada, era mejor para Afro no enterarse de la causa.
- Nada.
- Oí que te irás de misión con Shaina- respondió el otro indicándole que tomara asiento a su lado.
- Sí.
- Uy...
- ¿'Uy' qué?- preguntó Piscis sentándose en el escalón al lado de su amigo.
- Pues espero que te vaya bien- dijo Máscara secamente.
- Hace rato cuando bajé, Shura también me deseó mucha suerte, igual Mü y Aioria, incluso Camus...- dijo Afro pensativo porque ahora que recordaba, todos le habían deseado mucha suerte y que esperaban verlo de vuelta.
- Cualquiera te la desearía.
- Yo no creo que me vaya tan mal, es Suiza y ya he estado allí, puedo arreglarme con los idiomas.
El guardián de la cuarta casa lo miró perplejo ¿en serio no captaba por qué le deseaban suerte? bueno, de él no le extrañaba.
- A lo mejor es por tu acompañante, dicen que hay veces que ella regresa sola y que el que fue con ella regresa días después de recibir tratamiento médico. Suele ser un poco complicada- explicó Máscara.
- Ah eso...
Afro se quedó pensando en lo que había dicho la peliverde al reunirse con el Patriarca: "Mejor di que no quieres ir conmigo y te evitas problemas", incluso él conocía todo lo que se predicaba de Shaina pero con lo que vio hace rato, no podía creerlo. Tal vez era que todos se hacían una idea equivocada de la amazona y se ponían en modo defensivo, causando que dijeran algo que a ella no le gustase y por ende terminaban golpeados. Pensó en lo ocurrido y quizá si él hubiera remarcado el hecho de que Shaina lo recibió enseñándole las piernas, ella sí habría reaccionado de mala manera, pero no era lo correcto el decirle en ese momento cómo estaba, además de exponerla, significaría que él no le guardaba respeto alguno y él solía ser así pese a que muchas personas no lo trataban con la misma cortesía además, esa mirada que vio en ella no era de desagrado sino de sorpresa y lo recibió con calidez. Se negaba a pensar que la belleza de Ofiuco fuera así de engañosa.
- Todos creen que eres un psicópata cruel o que yo soy gay sólo por la apariencia o por lo que se dice de nosotros. Etiquetar a las personas solamente las simplifica a tal punto que creen que esa es su definición y lo peor es cuando tú mismo acabas por creértelo. Dicen muchas cosas de ella pero al menos yo no las creo y tú tampoco deberías, la vimos desde que era una pequeña.
- ¡Pero si desde que era bambina ya daba unos buenos tortazos!
- ¿Y por qué lo hacía?
- Porque le hacían burla por ser niña, porque decían que era fea y que por ello tenía que usar máscara- reconoció Cáncer y recordó que él también algunas veces la molestaba.
- El resto de la gente te hace horrible por dentro de tanto que te dicen que eres horrible por fuera. Todos han contribuido a que ella sea así y si los golpea es porque se lo merecen- declaró Afro levantándose abruptamente.- Nos vemos mañana, piensa si necesitas algo de Suiza para traértelo.
- Está bien, te aviso- dijo Máscara dejándolo ir.
Si no lo conociera, diría que defendía a Shaina porque le agradaba bastante, más de la cuenta, pero el morador de la casa de Cáncer sabía que su amigo era sensible con respecto a ese tema, Afro debía ser la persona más lastimada gracias a los prejuicios de ese lugar, incluso antes de comenzar su amistad con él, Máscara mismo le hacía constantes burlas por su apariencia pero descubrió poco a poco que Piscis era una de las personas más confiables del mundo, por eso mismo lo convirtió en su mejor amigo.
Ya vería cómo le compensaba el mal trago, por ahora solamente le quedaba esperar que se llevara bien con su prima.
Ahora tenía que abrir las apuestas y poner todo a favor de que Afro regresaría ileso, seguro que le ganaba a todos.
Hasta aquí por ahora.
Si llegaron hasta debajo de esta raya, muchas gracias por leer. De verdad espero que les haya gustado.
Todo comentario, crítica y corrección ortográfica es bienvenida.
¡Hasta otra!
Que la fuerza los/las acompañe.
