Se encontraba solo en su departamento. Suspiro cansado y se dispuso a encender la pequeña radio de la cocina. Un poco de música latina no le haría mal, sobre todo ahora que llegaba el otoño.

Comenzó a cocinar esa tarde de domingo, no tenía que salir ni trabajo por hacer, tampoco tenía que rescatar a nadie porque se harían cargo Wally y Cisco. Mientras él tomó el día libre, realmente era reponedor darse ese respiro.

Había sido una semana demasiado larga, donde se había declarado a la persona que le gustaba y no había obtenido respuesta, tampoco es como si la hubiese esperado.

Sabía que se enamoró de un imposible, por eso no le sorprendió que cuando estaban en el refugio Oliver no dijera nada: me gustas de hace mucho tiempo.

Después vino el silencio y él optó por salir corriendo. Eso fue el miércoles y ahora siendo domingo podría desconectarse de todo eso. Bueno, quería que su mente lo olvidara por unas horas aunque sea.

Cuando se disponía a preparar una salsa fue que giró para tomar unos tomates y vio a Oliver recargado en el marco de la puerta, estaba de brazos cruzados y con una sonrisa. Iba con una camisa verde oscuro y jeans negros gastados.

-Si no te molesta puedo ayudar con eso mientras pones la mesa-dijo autoinvitándose. Barry sólo movió su cabeza afirmativamente y no utilizó su velocidad para hacer lo mandado.

Soltó las cosas que usaba y pasó junto al arquero, no lo miro y tampoco se preguntó cómo había entrado sin causar la curiosidad de sus vecinos ni hacer ruido.

Respiró hondo y cuando llegó al pequeño comedor vio una botella de vino en medio de la mesa junto a unos chocolates, todo demasiado caro para él, pero no imposible para un Queen.

Ambas cosas las dejo en la mesa ratona del living y se dispuso a colocar lo que necesitaran para almorzar. Se sentía nervioso y escuchar a Oliver silbando desde la cocina no lo hacía más fácil.

-Está casi listo-susurró el arquero en su oído mientras lo atrapaba en un abrazo por la espalda.

-Ollie-dijo perdiendo la respiración, mientras su socio cerraba los ojos y no daba respuesta. Tenía que estar soñando, porque cuánto había deseado una respuesta por parte de Oliver o algún gesto que le indicara que era del gusto del vigilante y ahora lo tenía abrazándolo sin pudor en su pequeño departamento.

-Me gustas-dijo por toda respuesta y Barry sintió que por un momento su corazón se detuvo, que todo lo mal que lo había pasado en esa semana había valido, todo por escuchar esas palabras por parte del arquero.

Se giró sobre sí mismo y quedó enfrentado al rubio, quien estaba sonrojado, pero con una sonrisa en su rostro.

-Lo siento, pero debes levantarte, Barry-dijo Caitlin con un golpe de frío a la habitación y provocando que el castaño tiritara y abriera los ojos.

-Un sueño-susurró con amargura.

-Lo lamento-murmuró Killer Frost desde el marco de la puerta con una mueca.

-Descuida, siempre sueño con lo imposible-susurró bajando la mirada y moviéndose rápidamente para vestirse y salir en menos de un minuto junto a la científica.