Hola.

¿Qué hago en otro fandom? No sé... Todo es culpa de mi hija (?)

Y mía por leer tantos fics de este lugar xD

No sé bien que quise hacer, solo tiré la escena que vino a mi mente.

Nos leemos en mis otros fics x3

Aquatic~


Palabras: 2672

Publicado: 9 de Agosto de 2018

Aclaraciones: Los personajes no son míos, la escena sí, por el momento (?)


Conversación nocturna.

-one shot-

Una brillante mariposa blanca surcó los cielos nocturnos de Paris. Un nuevo akuma había sido purificado. Un nuevo akumatizado había sido salvado, pero la superheroina no se sentía muy bien con la situación. Miró a su compañero que la observaba con una enorme sonrisa, con sus manos colgando del bastón que tenía sobre sus hombros, tras la nuca.

¿Por qué era así con ella? ¿Acababa de pisotear los sentimientos que él tenía por ella, para la misión, y él aún le sonreía?

—¿Qué pasa, My Lady? —preguntó balanceando su cuerpo al caminar hacia ella.

—¿Por qué no estás molesto? —le cuestionó sin pensarlo mucho. Chat Noir se detuvo para mirarla, confundido— ¡Aquel akumatizado me tenía como objetivo y solo bajó la guardia cuando le dije que tú solo eras un…! —no pudo seguir hablando.

—¿Qué solo soy un tonto distractor de akumatizados? —Ladybug tragó pesado y afirmó— No te preocupes —bajó el bastón hasta el suelo y se apoyó con ambas manos en él—. Sé que era parte del show, Bugaboo, tranquila. —cerró los ojos y, encogiéndose de hombros, le sonrió—. Con todos tus cambios, sigues siendo perfecta para mí.

Y ahí estaba lo que a la chica le estaba molestando desde hace días, estaba en una lucha interna con ella misma, al ver como ya casi no había diferencias entre Ladybug y Marinette, cada vez eran más parecidas una a la otra y ella nunca se consideró perfecta, pero su compañero así la veía. Siempre perfecta, siempre sin fallas, cuando en realidad tenía muchas. Aquel traje había sacado de ella, una personalidad que tenía dormida, oculta bajo la máscara de una torpe amabilidad que usaba en el día a día y ya le había acarreado problemas a la chica de civil, a la que no le justificaban sus actos como a la heroína.

Se preguntó si ese efecto de la máscara, pasaba con Chat Noir también.

Estaba realmente confundida y las palabras de Tikki recordándole que ella era Ladybug con o sin mascara, tampoco la ayudaban mucho.

Sentía una inminente fusión dentro de sí.

Como sea, tenía que salir de ahí. Ya ni siquiera se acordaba cuántas veces sonó su miraculous, advirtiéndole de la destranformación. No podía abusar de las energías de Tikki por estar con la mente alborotada.

Sacudió su cabeza y tomó su yoyo.

—Debo irme —le dijo y, sin mirarlo, se despidió lanzando su yoyo a una chimenea lejana.

—¿Qué le pasará a My Lady? —observó hacia sus alrededores y bajó a ocultarse en un rincón de la ribera del río Sena. Plagg no tardó en caer en sus manos, cuando la luz verde terminó de envolver a Chat Noir para dar paso a Adrien Agreste.

—¡Muero de hambre! —exclamó el pequeño ser negro de grandes ojos verdes.

—Aquí tienes —dijo el chico de cabellera rubia, mostrándole un cuarto de rueda de su adorado camembert—. Come rápido que debemos regresar a casa —le pidió.

—No tienes ni que decírmelo dos veces, muchacho —mientras su pequeño Kwami comía sobre su hombro, comenzó a caminar lentamente por la ribera, la brisa nocturna producida por el río a su lado, se sentía muy bien. Aunque sus pensamientos estaban en el actuar raro de Ladybug, ¿por qué quería que se molestara con ella? Si cuando lo había hecho en otras ocasiones, ella constantemente se disculpaba con él.

Adrien caminó, perdido en sus pensamientos, hasta que Plagg lo nombró, detuvo su andar para ver a su Kwami que ya había terminado de comer.

—¿Qué sucede? —le preguntó. El ser mágico, le señaló con su brazo hacia el frente.

—¿Esa no es tu amiga, Mininette?

Marinette —le corrigió, pero tras mencionarla, cayó en cuenta de quien estaba frente a él. En uno de los bancos verdes de la ribera, estaba sentada Marinette con la cabeza oculta tras sus piernas flexionadas y se abrazaba a ellas con fuerza— ¿Marinette? —estaba sorprendido de aquella escena frente a él. Era bastante tarde para que su amiga estuviera sola en un lugar así. Dudo en acercarse, pero su Kwami lo motivó a hacerlo.

«Quizás la suerte te acompañe y puedas saber lo que tanto le aqueja a tu lady» pensó el Kwami negro antes de ocultarse dentro de la camisa blanca de su muchacho.

Adrien avanzó el trayecto hasta Marinette, pero la jovencita de cabellos azulados no pareció percatarse de su presencia. ¿Se habrá quedado dormida en esa posición? Se sentó a su lado y fingió toser. Ante aquello, consiguió que la chica se moviera incómoda.

—¿No es peligroso, que estés en este lugar, a esta hora y más encima sola? —le preguntó. Marinette saltó de su posición y lo miró casi espantada.

—¿A-Adrien? —dijo, sorprendida, mientras volvía a acomodarse en el asiento— ¿Qué haces tú a esta hora por aquí? —se paró buscando al guardaespaldas que siempre perseguía al joven— ¿Dónde está tu guardaespaldas?

—Yo pregunté primero —le recordó, elevando la ceja derecha. Sacudió la cabeza con una leve negación y la miró—, pero responderé: Solo salí a caminar, a esta hora tengo cierta libertad, cuando necesito un momento a solas con mi mente.

—Ya veo —hizo una mueca y miró hacia el río—, yo también necesitaba pensar, por eso vine aquí —en realidad, se había acabado su transformación a los segundos que se alejó de Chat Noir, pero, no podía decirle eso a Adrien. Estaba esperando que Tikki terminara de comer para volver a casa.

—Debe ser algo muy importante, si eres capaz de arriesgarte a salir en la noche —comentó apoyándose contra el respaldo del banco para observar el cielo.

—Aunque no lo creas —respondió sin mirarlo—, no soy una niña indefensa —otra mueca cubrió sus labios—. Puedo defenderme de quien sea.

—Y no te lo pongo en dudas —aclaró. La observó un par de segundos— ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

—¿A-ayudarme? —respondió, sonrojada.

—Sí, dicen que eso hacen los amigos, ¿no?

—Amigos —era la tercera mueca que le veía hacer a Marinette en un corto tramo de tiempo.

—Cuéntame —le insistió—, quien sabe, quizás pueda ayudarte —la animó.

Marinette lo miró, aún le costaba aceptar que el rubio estaba a su lado, en un principio había pensado que se lo imaginó producto de sus pensamientos, pero no, ahí estaba. ¿Cómo se las arreglaba para aparecer ante ella de la nada?

Sacudió la cabeza, quizás si conversaba con él, sin revelar mucho, pudiera ayudarla. Era un chico después de todo.

—Estaba viendo el blog de Alya —bien, si usaba eso como excusa, ya no necesitaba revelar nada más— y noté que Chat Noir se deja pisotear mucho por Ladybug —comentó apoyando los antebrazos sobre sus rodillas—. Pero él no se queja, él está ahí siempre para ella. ¿está realmente tan enamorado de ella que no nota la actitud déspota y egoísta que demuestra a veces? ¿El amor lo pone ciego?

Adrien la miró confundido. ¿Así lo percibía Marinette? ¿Cómo un ciego enamorado que se dejaba hacer y deshacer al antojo de la chica enmascarada?

Pero, después se alegró, si podría ayudar a su amiga, después de todo.

—Yo también veo el blog de Alya, pero, ¿sabes? Tengo otra percepción de Chat Noir —le dijo, por lo que Marinette lo volvió a mirar—. Yo creo que Chat Noir la conoce mejor de lo que nosotros podemos ver. Son un equipo hace tiempo, después de todo, han pasado por tantas cosas juntos que, seguramente, él conoce muy bien las distintas facetas de Ladybug, y ha aprendido a vivir con ellas.

—Pero él la ve perfecta —lo interrumpió Marinette.

—Perfectamente imperfecta —agregó Adrien con una sonrisa—. No sé mucho de relaciones sentimentales, pero creo que la diferencia entre que te guste una persona y estar enamorado, es esa. Te gusta una persona por sus virtudes o por su apariencia, pero, realmente, estás enamorado cuando aceptas como es, cuando la aceptas con sus defectos. Creo que eso debe pasarle a él, estoy seguro que igual se enoja con ella, que igual a veces quisiera que confiara más en él, que, de una vez por toda, le corresponda, pero así es ella y él no puede hacer nada más que aceptarla como es, porque en verdad la quiere.

Cuando terminó de hablar, pensó que iba a encontrarla algo repuesta, pero la volvió a ver oculta tras sus piernas flexionadas, tal cual la encontró.

La mente de Marinette era un caos aún peor. ¿Así veía Adrien a Chat Noir? La hizo sentir pésimo por ser así con el pobre Chat Noir. Ella quería mucho a su compañero, pero su enamoramiento por el chico que tenía a su lado, no la dejaba ver a nadie más.

Ella quería descubrir más de Adrien, ver sus defectos y también aceptarlos con él, pero no podía verlos. Lo único que notaba en él, era esa sonrisa ladeada que adornaba sus labios la mayor parte del tiempo cuando estaban juntos en el colegio y una mayor confianza para hablar o bromear junto con Nino. La sonrisa de Adrien cada vez le recordaba más a su compañero de batallas.

Chilló internamente.

Se hundió más en la cueva que generó con su cuerpo.

—¿Marinette? —le insistió el chico, para que la mirara. Ella peleó por calmarse.

—¿Tú, tú tienes defectos, Adrien? —le preguntó aún con la cabeza oculta. Aunque el chico se sorprendió por la pregunta, se atrevió a poner su mano izquierda sobre el hombro derecho de la chica.

—¿Quién no? —le respondió. Y en cuanto Marinette volvió a mirarlo con sus ojos celestes, le sonrió con un guiño— Pero no se lo digas a nadie, podrías arruinar mi reputación —cuando la chica rio y la vio relajarse un poco, se sintió muy bien—. Ya, cuéntame realmente qué te pasa, no creo que la situación sentimental de los héroes de París sea tan importante como para tenerte a las diez de la noche en la calle tan deprimida. ¿Dónde está la chica enérgica y alegre que adora meterse en problemas, que conozco?

Marinette desvió la mirada a su bolso rosado y luego miró a Adrien. La atmósfera que se había creado, entre ellos, era tan cómoda, que apenas había tartamudeado una que otra palabra. Se sentía tan en confianza que, de repente, no le importó si la pequeña Tikki la regañaba después.

—Hace tiempo conocí a alguien —le comentó, dudosa. Adrien se acomodó en el banco, dispuesto a escuchar—. Ese alguien tiene muchos aspectos de mi vida, que, si yo fuera así, pasaría castigada.

—¿Tú? —exclamó sorprendido. Los padres de Marinette no les parecía de esos padres capaz de castigar a sus hijos, estaba sorprendido.

—Sí, yo —afirmó con la cabeza, volvió a mirar el rio frente a ellos—. Mis padres me dan cierta libertad a cambio de unas cuantas responsabilidades. Si falló, mi libertad se suspende por semanas.

—Vaya —Adrien no parecía creerlo, Marinette lo entendió claramente al verlo, por lo que no pudo evitar reír por la cara de su amigo.

—Entonces, a medida que paso tiempo con ella, más cosas de su personalidad se me pegan. Es como si esa yo que estaba dormida, empieza a despertar.

Vaya que Adrien la entendía. Era lo que le pasaba con Chat Noir, esa personalidad que desarrolló con él, cada día aparecía más en su diario vivir. Miró a su amiga que entró a perderse en su monólogo.

—Tú aún no llegabas a la escuela en ese entonces, yo nunca me había enfrentado a Chloé, pero, gracias a ella, lo hice por primera vez en mi vida —apretó los puños, frente a ella—. Y sé sintió tan genial, que, a pesar de que no la quería mucho en un principio, agradezco tenerla en mi vida. Me ha dado momentos tan mágicos como también seguridad en mi misma.

—Entonces, es alguien querido en tu vida, pero…

—Pero —resopló, moviendo gran parte de su flequillo con aquel acto—, también saca de mí, un lado bastante creído, ególatra e insufrible, aspectos que siempre he tenido ocultos y dormidos bajo la máscara de la torpe y amable Marinette. Marinette no puede decir que no —se reclamó—, pero ella, ella es capaz de mandar al mismísimo alcalde a hacer lo que ella no quiere. «O a Chat Noir» pensó—. A Marinette le cuesta decir lo que piensa, pero ella puede arruinar todo con su lengua, porque no siempre piensa lo que dice. Y lo peor, es que, en vez de querer mantenerme con la Marinette de siempre, me seduce tanto que quiero ser como ella todo el tiempo. Aunque a ella le pueden perdonar fallas, que a Marinette, no.

Adrien se acomodó intranquilo en el asiento sin quitar sus ojos verdes de su amiga. ¿Qué estaba tratando de decirle Marinette? ¡Su cabeza sabía que tenía una respuesta, pero no se la daba! ¿Cómo podía aprenderse tantas cosas inútiles y ahora no podía hacer conexiones? Su corazón empezó a acelerarse y entonces, Marinette terminó con una frase que hizo «Click» en su cabeza.

—¿Qué dijiste? —exclamó, poniéndose de pie. Marinette también lo hizo, pero lo miraba con miedo. Observó como el bolso que su amiga siempre llevaba con ella, se movía como si alguien enojado estuviera encerrado ahí y luego miró el pánico en los ojos celestes.

—¡Olvídalo! —le pidió juntando las palmas frente a ella—. Adrien, por favor, por lo que más quieras, olvida lo que acabo de decir —vio la súplica y aunque estaba hecho un tornado de emociones, afirmó, sin pestañar. Tenía miedo de que, al hacerlo, despertara en su casa y aquella revelación fuera solo un sueño—. Tengo que irme —le dijo, separándose más del banco con destino a las escaleras que la llevaban a la avenida.

—¡Marinette! —la llamó, ella se detuvo y volteó a verlo. Quería decirle tantas cosas, quería sacarse otras dudas también, pero optó por darle tiempo— ¡Nunca nos vimos!

La sonrisa de Marinette no tardó en aparecer en sus labios.

—¡Nunca te vi, Adrien! —le contestó. Ambos se miraron con una sonrisa—. Y tú, vuelve a casa antes de que se den cuenta que no estás.

—Lo haré —afirmó y se despidió de ella moviendo la mano. Cuando la vio terminar de subir las escaleras, bajó la mano con la vista aún pegada a las escaleras.

—¿Por qué no la seguiste? —preguntó Plagg que tenía un trozo de macarrón rosado entre sus garras.

—No hace falta —dijo moviendo sus hombros—, ella puede defenderse muy bien sola —ladeó su sonrisa y miró a su compañero— ¿De dónde sacaste eso?

—Me lo dio mi terroncito de azúcar —y antes de que Adrien pudiera preguntarle algo, se llenó la boca con el bocadillo—. ¡Tan dulce como ella! —exclamó y luego, sintió un escalofrío en todo su cuerpo—. No puedo con tanta dulzura —miró a Adrien—, necesito queso…

—En casa —le dijo, mientras pedía volver a convertirse en Chat Noir.

Hace rato que notaba algo raro en ambos, en sus alter egos, en ellos como amigos y, al fin, podía ver con claridad lo que sucedía.

Con una sonrisa se encaminó saltando por los techos de regreso a la mansión Agreste.

Llegó a su habitación, quitó su transformación y tras darle el queso a su Kwami, se dejó caer en la cama con los brazos extendidos.

«¡Después de todo, Marinette salva Paris, pero es ella, la que tiene una estatua en la plaza!»

Aunque aquella frase debía olvidarla a pedido de su amiga, estaba seguro que no lo haría en lo que le quedara de vida.

Al fin sabía quién era la chica bajo la máscara y todo parecía encajar como piezas de rompecabezas. ¡Estaba encantado!

Ahora, solo tenía que ser paciente y esperar el momento en que las dos personalidades de ambos, terminaran de fusionarse y solo quedaran dos personas que se amaran para siempre.

Con ese pensamiento en la mente, se acostó a dormir.

Mañana sería otro día, y uno más brilloso, sin dudas.


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El rinconcito de la que escribe:

¡Hola! Solo dejaré un comentario.

-» El Mininette que Plagg usa para Marinette, es como bromeo con mi hija que se llama "Marina" y a la cual, le digo "Marineta" o "Mininette" Se me hizo chistoso ponerlo (?)xD

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Espero ahora poder escribir mis one-shot atrasados, esta idea me bloqueaba o/

Nos estamos leyendo!

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Aquatic~